Friedrich August von Hayek
✆ J.H. Darchinger |
La modernización chilena es un ejemplo de esto. La
influencia de los teóricos neoliberales ha sido tan profunda que ha hecho del
“experimento neoliberal” chileno” el más radical, extensivo, coherente durante
cuatro décadas. La “revolución neoconservadora” de Reagan y Thatcher no
cumplieron estas condiciones, como lo demostró Friedman [ii]. La
influencia de estos autores permitiría, en cierto sentido, definir el carácter
de la modernización capitalista chilena como una “modernización
neoliberal” [iii].
Se ha destacado la indudable influencia de Friedman en la
instauración de las políticas neoliberales en Chile desde su primera visita en
1975 [iv]. Su libro Capitalismo
y libertad de 1962 ha sido tal vez el más influyente en los Chicago’s Boys, especialmente en
sus políticas privatizadoras. Sin embargo, se puede demostrar que el
ascendiente de Hayek fue tan importante como el de su antiguo discípulo y
abarcó diversos aspectos.
En la primera parte de este artículo se ofrecerá una breve
síntesis de las concepciones de Hayek sobre el hombre, la ética, la concepción
de sociedad, del mercado, la política y la economía. Seguidamente, se intentar
precisar la presencia de Hayek en la modernización neoliberal chilena, tanto en
la Constitución de 1980, tal vez la única constitución neoliberal del mundo; en
su esfuerzo de justificar el golpe y la dictadura de Pinochet, así como en su
influencia en las “modernizaciones”.
La concepción del hombre de Hayek
En América Latina se ha difundido la representación de que
el neoliberalismo es solo una teoría económica [v]. Sin embargo, desde su
origen fue, explícitamente, un proyecto político. Ludwig von Mises fue profesor
de Hayek en Viena, y podría decirse que es el fundador de esta forma de
pensamiento. En su libro Liberalismus de
1927, señala que los clásicos liberales del siglo XVIII y XIX “formularon un
proyecto político que presidió el orden social en Inglaterra y en otros lugares
del mundo; (pero) jamás se permitió al liberalismo funcionar en su
plenitud” [vi]. Hayek en Camino de servidumbre de 1944 dice que
ese “es un libro político” [vii]. El neoliberalismo en América Latina fue
presentado como teoría económica y como un discurso tecnocrático, al parecer
por el prestigio que en nuestra región, ha tenido la ciencia, desde el siglo
pasado con el positivismo y para ocultar bajo la apariencia de neutralidad
científica, los intereses sociales de sus partidarios.
La expresión “neoliberalismo” ha sido usada con diversos
sentidos. Más aún fue rechazada por Hayek, que ha dicho que él, Popper y
Friedman son “liberales”. Al parecer, fue usada inicialmente por Mises para
denominar su propia teoría. En los sesenta fue empleada por autores alemanes
para designar el liberalismo reformado de Keynes, Dewey y otros. En Estados
Unidos e Inglaterra se considera a estos autores como “neoconservadores”. Sin
embargo, en América Latina y en Europa la expresión se emplea para designar una
escuela de pensamiento que se originó en la Sociedad
Mont-Pelèrin, fundada, en 1947, en un balneario suizo con ese nombre. Fue
creada por iniciativa de Hayek, y la mayor parte de sus 36 miembros fundadores
eran destacados economistas europeos como Ludwig von Mises, y estadounidenses,
como Milton Friedman algunos de ellos alcanzaron, posteriormente, importantes
cargos políticos como Ludwig Erhard , Wilhelm Röpke y Jacques Rueff. Otros obtuvieron
el Premio Nobel de Economía además de Hayek (1974), y Friedman (1976): George
Stigler (1982), James
M. Buchanan (1986), Maurice
Allais(1988), Ronald Coase (1991), Gary
Becker (1992) y Vernon
Smith (2002). En el grupo fundador estaban los principales profesores
de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago, donde Hayek fue
profesor posteriormente. Participaron, también, juristas como Aaron
Director ; filósofos políticos como Bertrand de Jouvenel y Karl Popper; y
ensayistas como Walter Lippman . Esta
Sociedad continúa existiendo, realiza una intensa actividad internacional de
seminarios, y ha sido el modelo y propulsora de decenas de think tank neoliberales en diversos
países. No es un club de debate, ni un centro académico independiente, sino que
está formado por un grupo de intelectuales que comparte una visión de la
sociedad y un proyecto social y político que coincide con los aspectos
principales del pensamiento de Hayek [viii].
Puede decirse que es uno de los principales teóricos
sociales del siglo pasado y su importancia es comparable a la de Weber y
Keynes. Su influencia es indudable en la teoría económica, pero también en la
actual concepción de la democracia, en la concepción del hombre y en la
concepción sobre la globalización (Vergara 2007). Si el período que se extiende
desde el fin de la Segunda Guerra hasta mediados de los setenta del siglo fue
llamado justificadamente “la era de Keynes”, los últimos tres decenios podrían
ser denominados “la era de Hayek”.
Se distinguen dos etapas en su obra. La primera se comprende
desde 1929 a 1941, donde publica cuatro libros de teoría económica. La segunda
etapa se inicia con Camino de
servidumbre, de 1944, y se prolongó hasta su última obra
póstuma, La fatal arrogancia. Los errores del socialismo, de 1988. En
este período se convirtió en un teórico social y desarrolló su concepción del
hombre, conjuntamente con su teoría de la sociedad, del derecho y el mercado.
Hayek se inscribe en la tradición clásica que proviene de
Platón y Aristóteles de fundar la concepción de la sociedad en una teoría
antropológica. El referente principal en la elaboración de su antropología fue
el liberalismo inglés del siglo XVII y XVIII, especialmente Locke, Smith y la
Ilustración Escocesa. Estos autores consideraban que su forma de concebir la
sociedad y la economía era el único adecuado, porque correspondía a la
verdadera naturaleza del hombre, según la concebían, la cual no había podido
realizarse durante el régimen absolutista. Hayek reactualiza este proyecto
teórico, pues también pretende recrear o transformar radicalmente la sociedad,
de acuerdo con su proyecto que contiene una utopía política y social. Para
ello, busca un nuevo fundamento de su teoría de la sociedad, la economía y la
política, y cree haberlo encontrado en una nueva concepción del hombre.
Esta concepción antropológica está constituida por siete
enunciados de carácter universal : (a) el hombre es un individuo; (b) es un ser
evolutivo y en progreso; (c) es un ser creador de normas y tradiciones; (d) sus
normas éticas principales son funcionales a la sociedad de mercado; (e) su
racionalidad es limitada; (f) su libertad individual es negativa, y (g) los
hombres son naturalmente desiguales.
Para Hayek el verdadero individualismo – inspirado en Locke,
Smith, Hume y Burke- significa que los hombres crean, espontáneamente, normas
sociales que llegan a convertirse en tradiciones y constituyen el orden social,
cosmos, sin proponérselo. El hombre no es naturalmente racional, sino va
haciéndose racional a través de la evolución. Los hombres son naturalmente
desiguales. La mayoría se guía por atavismos tribales: solidaridad, respeto de
la vida de los demás y justicia distributiva. Solo la minoría es plenamente
evolucionada que los hace exitosos en la vida social. "Un orden –escribe
Hayek- en el que todos tratasen a sus semejantes como a sí mismos desembocaría
en un mundo en el que pocos dispondrían de la posibilidad de multiplicarse y
fructificar" [ix]. También dice: "Si la civilización es fruto de
inesperados y graduales cambios en los esquemas morales, por mucho que nos
desagrade, nos veremos obligados a concluir que no está al alcance del hombre
establecer ningún sistema ético que pueda gozar de validez
universal" [x].
Según Hayek, en un mercado libre las desigualdades
económicas son productos de las naturales. Concibe la libertad exclusivamente
como individual y negativa, como ausencia de coerción estatal; y la libertad
básica es la económica. El hombre ha evolucionado desde la existencia tribal
hasta “la sociedad extendida” o “abierta” regida por la competencia y la
justicia conmutativa del mercado. Su racionalidad es limitada por eso no puede
comprender intelectualmente las reglas abstractas que rigen la sociedad
abierta, pero debe venerarlas aunque no entienda su funcionamiento. "El
hombre no viene al mundo dotado de sabiduría, racionalidad y bondad: es preciso
enseñárselas, debe aprenderlas" [xi]. El contenido de la ética
corresponde a las normas funcionales del mercado: respeto a la propiedad y los
contratos, no coaccionar a otros y evitar las conductas regidas por atavismos
primitivos.
“Las relaciones personales pierden importancia en la sociedad extensa, y eso es precisamente lo que permite su supervivencia: si todos actuásemos siempre con espíritu de solidaridad y altruismo, sugiere Hayek, agotaríamos rápidamente las posibilidades de nuestra sociedad avanzada y volveríamos a la miseria de la tribu” [xii].
Concepción de la sociedad, el derecho el mercado y la política
Hayek adscribe a una concepción nominalista de la sociedad
influido por la postura radicalmente individualista de Popper. Sin embargo,
concibe la sociedad de modo organicista como una combinación de órdenes
espontáneos (Self-Genereting Orders)
que constituyen un kosmos, y de organizaciones que llama taxis. Estas
son creadas de acuerdo a objetivos explícitos, son jerárquicas y siempre deben
subordinarse y mantenerse en los límites establecido por los órdenes
autogenerados. El Estado está concebido como un conjunto de organizaciones
cuyas funciones principales son garantizar la propiedad, el sistema de de
contratos, la competencia y, en general, el funcionamiento del mercado, y debe
realizar aquellas funciones que a juicio de Hayek no son privatizables:
policía, Fuerzas Armadas, sistema judicial, impositivo, de aduanas y otros.
Desde su perspectiva evolucionista y naturalista, las
sociedades humanas como las animales están regidas por tendencias adaptativas.
A diferencia de Popper que sostiene que la historia no tenía ningún sentido u
orientación, Hayek haciendo suya la concepción ilustrada del progreso, cree que
existe el progreso y que la sociedad abierta corresponde a su mayor expresión.
A la vez hay una tendencia al equilibrio tanto en la naturaleza como en la
sociedad y el mercado. No dice que sea la sociedad final o definitiva, pero lo
sugiere [xiii].
La concepción de Hayek del mercado podría decirse que este
es el centro de la teoría social [xiv], y cada uno de los aspectos
centrales de su teoría del hombre y la sociedad remite o se basa en su
concepción del mercado. En su concepción del hombre, la sociedad, del cambio
las normas morales, y de la historia el desarrollo del mercado es el aspecto
principal de la evolución. En su concepción, la libertad económica es el núcleo
de la misma. Un hombre es libre aunque su sociedad no lo sea si existe libertad
económica. Asimismo, el mercado es el principal de los órdenes autogenerados y
todos los otros deben adecuarse a este. En su concepción de la política u de la
democracia, como se mostrará, el mercado define cuáles son los sistemas
políticos liberales y los que no lo son.
Hayek dedicó parte importante de su reflexión al tema al
derecho, incluso una de sus tesis de doctorado. Su concepción está centrada en
los requisitos que deben cumplir las normas jurídicas para establecer un
verdadero estado de derecho. Asimismo, sostiene una concepción de justicia que
excluye absolutamente la idea de la justicia social.
La función principal de la ley es defender la libertad
individual de la intervención estatal. La restricción de dicha libertad es
inaceptable y contradictoria con el carácter del Estado. “La libertad en al
ámbito mercantil ha significado libertad amparada por la ley, pero no que los
poderes públicos se abstengan de actuar. La “interferencia” tan solo significa
transgredir la esfera de la acción privada, actividad que la ley intentaba
proteger” [xv]. Para Hayek, la ley es un medio para el fin que el de
alcanzar un orden abstracto [xvi]. La sociedad extendida como un orden
abstracto no es sólo autogenerado, sino que requiere de la ley: “un orden que
proporcione el máximo de libertad que sea posible en la sociedad” [xvii].
Hayek cita a Karl Binding quien dice que: “La
ley (Recht ) es un orden de la libertad humana” [xviii].
Asimismo, cuestionaba la creación consciente de reglas
políticas, sociales y morales, puesto que consideraba que esa era una postura
“construccionista”, y una forma de acción ilegítima, ya fuera estatal o
propiciada por grupos o sectores. Pensaba que las únicas normas válidas y
eficaces eran las que se forman, espontáneamente, a través del tiempo; que son
productos de la acción humana, pero no de su designio. Sin embargo, consideraba
legítima una dictadura si otorgaba libertad económica a sus súbditos, si
instauraba reglas que favorecían la libertad económica y el mercado. El
construccionismo de las dictaduras era aceptable y deseable porque estaba
orientado a la creación de un orden social neoliberal. Su crítica al
construccionismo está dirigida solo a las normas jurídicas que consideraba de
carácter intervencionista, no las que corresponden a sus concepciones jurídicas
y políticas. El objetivo de dicha crítica es deslegitimar la legislación del
estado social y la eliminación del Estado de Bienestar [xix]
Su concepción sobre las normas jurídicas, sociales y morales
es dicotómica. Las verdaderas normas se basan en tradiciones que se forman
espontáneamente en el tiempo. Las otras son espurias, y productos de
concepciones “construccionistas”, “racionalistas” o “socialistas”.
El modelo ideal jurídico político de Hayek es el estado de
derecho. Sostiene que su función es proteger la libertad económica individual,
preservar la propiedad privada y el sistema de contratos, condiciones
necesarias de la existencia del llamado mercado libre. También debe favorecer
el comercio nacional e internacional, estimular el crecimiento económico y la
competencia. Como se ve, el estado de derecho está
pensado desde y para el mercado.
El mercado es definido por Hayek como el principal orden
autogenerado cuyo funcionamiento armónico se debe a un insita tendencia al
equilibrio de los factores del mercado. Se define como agnóstico y, por tanto,
no cree en el principio teológico enunciado por Adam Smith de que la mano
invisible de la Divina Providencia armoniza la oferta y la demanda, la
inversión y el gasto, etc. Hayek tiene una concepción organicista del mercado,
lo sustantivaza, lo presenta como un organismo viviente que tiene vida propia.
Como se sabe, la tendencia a la autorregulación es una tendencia propia de los
organismos vivientes que son sistemas abiertos que controlan
sus imput y output, y sus equilibrios internos
(temperatura, presión anterior, ritmo cardíaco, ph, glicemia, etc.). Sin
embargo, Hayek dice que no podemos probar ni sabemos cómo funciona dicha
tendencia al equilibrio, pero debemos creer en ella. Incluso afirma que es una
tarea de la ciencia económica probar dicha tendencia al equilibrio [xx].
Esta postura no ha convencido a sus críticos que sostienen que la competencia
en el mercado siempre produce el desequilibrio y que el concepto de competencia
perfecta es un concepto autocontradictorio [xxi]. Bourdieu sostiene que la
competencia perfecta es irrealizable, es solo un concepto matemático puro como
los eidos platónicos [xxii]absolutamente separado de la realidad
empírica.
Paradojalmente, las características que atribuye Hayek al
mercado son las que la teología cristiana atribuye a Dios, No dice que el
mercado sea Dios si no que participa de las cualidades perfectas de la
divinidad [xxiii]. Cree que el mercado es el más poderoso porque
es capaz de hacer lo que ningún hombre o grupo de hombres podría hacer por sí
solos. Es el más justo, porque da a cada uno lo que le corresponde, en
relación a su aporte: do ut des. El mercado es el más sabio porque
sintetiza en sus precios más información que la que podría llegar a tener un
hombre o grupo de hombres. El mercado es fuente de vida porque permite vivir no a todos, sino a la
mayor cantidad de personas.
Esta teoría social conduce a tres resultados que son tres
ejes de su proyecto político. La primera es el elitismo político. El poder
político principal que consiste en legislar debe reservarse para la elite de
los triunfadores del mercado. Solo ella posee el saber práctico para hacer las
leyes que estimularan la competencia y potenciaran el desarrollo del mercado,
condiciones necesarias para realizar el proyecto político neoliberal.
La segunda es el rechazo de los derechos humanos que
considera un obstáculo para la realización de su proyecto político social. Para
Hayek los derechos humanos son solo individuales, nunca sociales ni económicos.
Estos son la libertad económica en todas sus formas, el derecho de propiedad y
las igualdades necesarias para su realización en el mercado: igualdad ante el
mercado, la justicia y la ley.
La anulación de los derechos económico sociales y la
suspensión toda forma de legislación social corresponde a la concepción de
libertad de Hayek y a su rechazo a toda forma de justicia social. Escribió que
“se puede ser libre aunque la sociedad no sea libre” [xxiv]. Esto
significa que si un régimen político respeta la libertad económica y el orden
del mercado, sus súbditos son libres aunque esa sociedad sea una colonia o una
dictadura. Asimismo, considera la justicia social como un mito peligroso y erróneo
y cree que el intento de realizarla significa la destrucción del estado de
derecho. Escribe: "Cualquier política dirigida directamente a un ideal de
justicia distributiva, es decir, a lo que alguien entienda como una
distribución ‘más justa', tiene necesariamente que conducir a la destrucción
del imperio de la ley porque, para poder producir el mismo resultado en
personas diferentes, sería necesario tratarlas de forma diferente. Y ¿cómo
podría haber entonces leyes generales?" [xxv].
La tercera es la negación del derecho a la vida de todos. No
solo rechaza absolutamente las normas de solidaridad y justicia distributiva
que considera atavismos de la sociedad tribal, sino también el principio de la
vida, entendido como el derecho de todos a vivir. Por ello rechaza la noción de
dignidad básica de todo ser humano. Dice que el sólo hecho de existir no otorga
ningún derecho, y que, consiguientemente, los que no pueden acceder al mercado,
no tiene derecho a ser auxiliados por la sociedad y el Estado.
Para designar esas personas usa la misma expresión
“parásitos”, que empleo Spencer, y los nazis para denominar a “las razas
inferiores” [xxvi]. Consiguientemente, rechaza la ayuda humanitaria a
países que sufren hambruna. “ Si desde el exterior usted subvenciona la expansión
de la población, que es incapaz de alimentarse a sí misma, usted contrae la
responsabilidad permanente de mantener vivas a millones de personas en el
mundo, que no podemos mantener vivas. Por lo tanto, me temo que debemos confiar
en el control tradicional del aumento demográfico. Probablemente morirá el
número suficiente de recién nacidos. Eso ha sido la historia del hombre desde
siempre” [xxvii].
Influencia de Hayek en la modernización chilena
El largo período dictatorial de diez y siete años, desde
1973 a 1990, se divide en dos fases. La primera se extiende desde 1973 a 1980,
y presenta una combinación de estrategias represivas y de refundación
institucional. En la segunda, desde 1980 a 1990, llamada de
institucionalización predomina el componente refundacional. En el primer
período se pusieron las bases de la economía neoliberal mediante la completa
libertad de precios, la privatización de muchas empresas públicas, la apertura
unilateral del comercio, la eliminación de la legislación laboral precedente,
etc. Paralelamente, se elaboró la Constitución de 1980 mediante una Comisión
Constituyente, dirigida por el asesor jurídico de la Junta Militar, el abogado
Jaime Guzmán. El conocía el pensamiento constitucional de Hayek y realizó una
compleja combinación con una interpretación conservadora de la Doctrina Social
de la Iglesia católica, el decisionismo de Carl Schmitt, el principal teórico
político del nacionalsocialismo, y el militarismo [xxviii].
La Junta Militar de hecho había derogado la Constitución de
1925. Aunque el golpe militar se hizo en nombre de su defensa, en sí mismo era
un acto de sedicioso, carente de validez jurídica, pues el sector golpista se
arrogó la representación de la nación. Pocos años después la Junta, siguiendo
la doctrina decisionista de Schmitt, se atribuyó poder constituyente y dictó en
1976 las Actas Constitucionales. Desde el inicio de la dictadura
empezó a elaborarse un proyecto refundacional de un nuevo orden económico,
social y político en el cual las concepciones de Hayek fueron una de sus
principales fuentes.
La Constitución de 1980 está basada en una
concepción instrumental de la democracia. Dice Hayek. “La democracia tiene una tarea: garantizar que los procesos político se
conduzcan en forma sana. No es un fin. Es una regla de procedimiento que tiene
por objetivo servir a la libertad. Esta última requiere de la democracia, pero
sería preferible sacrificarla temporalmente, antes que prescindir de la
libertad” [xxix]. Por su parte, Guzmán haciendo suyas las ideas de
Hayek escribe: “la democracia es una
forma de gobierno, y como tal solo un medio - y ni siquiera el único o el más
adecuado en toda circunstancia para favorecer la libertad” [xxx]. Para
ellos es solo un método político para institucionalizar y consolidar un orden
económico social existente, una forma vacía como dice Popper, no un fin en sí
mismo, ni una forma de vida que pudiera ampliarse a las instituciones
principales de la sociedad, como lo proponen los liberales como Harold Laski,
John Dewey y Robert Dhal [xxxi].
Por ello, dicha constitución busca substraer a la voluntad
política de los ciudadanos a las instituciones fundamentales de la sociedad.
Para ello rechaza radicalmente el principio de la soberanía popular y lo
sustituye por el de la “soberanía nacional” [xxxii], el cual tuvo desde su
origen en Locke y la Revolución Francesa, el cual tiene un carácter elitista.
La ciudadanía activa y el derecho a voto deben quedar reservados a la minoría
propietaria [xxxiii]. En esta constitución, el poder delegado de los
representantes políticos -propio de una democracia representativa-, está
limitado por el poder suprapolítico de las principales organizaciones
burocráticas del Estado: la Corte Suprema, y el Tribunal Constitucional formado
por miembros designados el cual puede vetar una ley si la consideran
anticonstitucional [xxxiv]. En su versión original que rigió hasta el 2005
fue una democracia tutelada por las Fuerzas Armadas.
Esta concepción corresponde a la idea de Hayek que hace suya
la postura de Schumpeter de que la democracia es solo un medio. Por ello, se
debe minimizar el poder de “las masas” [xxxv], pues las mayorías son
incapaces políticamente, porque están formadas por seres inferiores. Para
Hayek, como se expuso, esta inferioridad es atávica, una herencia genética,
manifiesta en que las masas actúan movidas por impulsos tribales; la
solidaridad, el respeto a la vida de todos y cada uno y la justicia
distributiva. Las elites, en cambio, poseen plena capacidad adaptativa a las
relaciones mercantiles abstractas propias de la sociedad extendida, y por ello
deben gobernar la sociedad [xxxvi].
La impronta de la ética hayekiana en el texto constitucional
se manifiesta en su formulación de los derechos humanos como derechos mínimos.
Dicha concepción niega la existencia de derechos económico sociales, los cuales
solo están enunciados “programáticamente”, y carecen de recursos legales
efectivos para exigir al Estado su cumplimiento. Estos son: el derecho a la
vida, a vivir en un ambiente libre de contaminación, a la protección de la
salud, a la educación, a la seguridad social, y de reunión. El derecho
fundamental para Hayek y para esta constitución es el derecho de propiedad y de
realizar actividades económicas. Este cuenta con toda clase de resguardos y recursos,
y por ello ocupa cuatro páginas [xxxvii]. Esto es coincidente con su
doctrina de que las principales normas morales son las condiciones de
funcionamiento del mercado.
La concepción del Estado de esta constitución corresponde a
las concepciones de Hayek. Por una parte es un estado mínimo, y por otro su
función principal en esta constitución es favorecer el funcionamiento del
mercado. Consecuentemente, esta constitución es un caso límite de constitución
extendida, puesto que a su texto se debe agregar las 24 “leyes de quorom
calificado” que comprende las principales instituciones: Fuerzas Armadas,
sistema electoral, educación, previsión, minería, autorización al Estado para
realizar actividades empresariales, etc. Su modificación y derogación exige la
aprobación de “la mayoría absoluta de los diputados y senadores en
ejercicio”, y no pueden ser objeto de delegación de facultades legislativas . De
este modo, se establece un quórum de
casi unanimidad, que solo puede alcanzarse con el acuerdo de los sectores
conservadores otorgándoles un poder de veto de cualquier iniciativa destinada a
cambiar las bases del sistema institucional. La Constitución de 1980 es tal vez
la única el mundo que fue hecha para instaurar y conceder estatus
constitucional a un sistema neoliberal.
El rechazo radical del principio de mayoría de la teoría
política de Hayek se expresa, asimismo, en la ley electoral promulgada por la
dictadura que instauró un sistema electoral único en el mundo. Según este en
cada distrito electoral se eligen dos parlamentarios. Si la minoría obtuviera
un tercio más uno de los votos válidamente elegidos elige un representante y la
mayoría el otro. Solo si la votación de la mayoría excediera los dos tercios de
los votos elegiría los dos. Este insólito sistema implica una
sobrerrepresentación de los partidos conservadores y obliga a la mayoría a
cogobernar con la minoría. El objetivo político de Guzmán y de la constitución
fue el de establecer una democracia elitista, controlada y tutelada por la
elite de poder y defensora de la libertad, especialmente la económica, tal como
la definió Pinochet durante los setenta. En ella la concepción neoliberal del
Estado, el derecho y la propiedad se unen con una concepción militantemente
conservadora, descrita por Pinochet como “nuestra concepción humanista,
impregnada de sentido nacional y cristiano” [xxxviii].
La influencia del conservadurismo neoliberal de Hayek que
busca instaurar de modo definitivo las instituciones políticas adecuadas a la
sociedad de mercado se manifiesta en el carácter extremadamente rígido de este
texto constitucional. Su modificación no es posible sin un acuerdo con los
sectores conservadores pues “el proyecto de reforma necesitará para ser
aprobado en cada cámara con el voto conforme de las tres quintas aportes de los
diputados y senadores en ejercicio” [xxxix].
La influencia de Hayek en la modernización chilena se
acrecentó con sus visitas al país en 1981 y en 1982, ocasión en que también
visitó Argentina [xl]. Su venida fue precedida por la de Friedman quien
vino también en dos ocasiones en 1975 y en 1981. Fue invitado por varios grupos
económicos y por sus discípulos chilenos, que habían hecho postgrados en la Universidad
de Chicago, los Chicago Boy’s,
los cuales dirigieron la economía chilena durante toda la dictadura, hasta
1989. Pinochet, en 1975, le pidió a Friedman que diseñara lo que este llamó “la
política de shock” con la cual se inició el proceso de modernización
neoliberal. Estas medidas lograron hacer descender el alto nivel de inflación,
pero con un gran costo social de cesantía y empobrecimiento para la mayoría.
Las visitas de Hayek constituyeron un acontecimiento político
e intelectual, puesto que fue el más importante de los teóricos sociales
europeos que apoyó las dictaduras militares del Cono Sur. Esta visita fue
precedida por una intensa campaña de difusión de sus ideas en los periódicos y
medios de comunicación, especialmente en El Mercurio, el principal periódico conservador [xli]. Su
visita coincidió con un seminario que la Sociedad Mont Pèlerin realizó en
Santiago y al que asistieron destacados intelectuales neoliberales de varios
países [xlii].
Hayek concedió una larga entrevista al referido
periódico [xliii]. En ella, intentó justificar teóricamente del golpe de
1973, aunque de modo paradojal [xliv]. Sostuvo que “cuando no hay normas,
alguien tiene que crearlas”. Esto significaría que en los tres años de gobierno
de la Unidad Popular habrían desaparecido las normas y que la dictadura era
necesaria para crearlas e instaurar un orden. Esta postura se basa en la
filosofía política de Hobbes. En su principal obra, Leviatán, de 1651,
sostuvo que en el estado de naturaleza, previo a la creación de la sociedad y
el Estado, había una situación “de guerra de todos contra todos”, y no existía
ninguna norma social ni moral, sino un caos. Esta situación límite donde la
vida de todos estaba amenazada, justificaría la creación del Estado
autoritario, que caracteriza como un enorme hombre mecánico que posee poder
ilimitado. Se genera porque todos y de cada uno delegan completa y permanente
su libertad y poder en el Estado autoritario. Con este pacto de sumisión que
todos suscriben se crean la sociedad y el Estado. Este dicta un conjunto de
normas impositivas que terminan con la guerra civil y el caos, protegen la
propiedad de cada uno, evitan que fuera atacado por otros y estimula el
comercio.
Esta representación de una situación chilena de 1973 como
ausencia completa de normas correspondía, en términos generales, a la que tenía
la derecha chilena y los militares. Pensaban que las reformas socialistas de la
Unidad Popular y el intenso conflicto social que ellos mismos desencadenaron era
una situación de caos, similar a la descrita por Hobbes. Para ellos, la
dictadura significaba la instauración del orden y la paz [xlv], porque
todo el poder político y social se concentró en el gobierno y sus asesores de
derecha, porque habían anulado o suspendido toda la legislación sobre derechos
personales, políticos y sociales y había creado, desde sus inicios, un eficaz
aparato represivo, destinado a anular toda resistencia, destruir el movimiento
popular y las organizaciones de izquierda, especialmente sus partidos. En
realidad, nunca hubo una situación de ausencia de normas sino más bien un agudo
conflicto social y político y una dualidad de poderes. El golpe y la dictadura
anularon las normas vigentes para refundar el sistema jurídico, político y
social de acuerdo al proyecto de derecha. La anulación de los derechos
económico sociales y la suspensión toda forma de legislación social
correspondía a la ya descrita concepción de libertad de Hayek, y su rechazo a
toda forma de justicia social. Como señala un crítico se instauró “una
constitucionalidad autoritaria que consagra a un modelo económico y político
donde lo más importante es que Chile sea una oportunidad de negocios. Todas las
necesidades de la persona son sujetos de negocios” [xlvi].
La influencia de Hayek fue diferente, pero complementaria a
la de Friedman. Esta última se ejerció en la aplicación de un conjunto de
propuestas de política económicas: de privatización, de políticas monetarias,
educativas, de salud y otras. La de Hayek se ejerció, como se ha expuesto, en
el nivel jurídico, de teoría política y en la destrucción parcial de la cultura
política precedente y sus valores: soberanía popular, solidaridad, ciudadanía,
reconocimiento de la dignidad humana, responsabilidad social por las necesidades
humanas de los sectores más vulnerables, disminución de la desigualdad y de la
cooperación. En estas cuatro décadas, se ha tratado, de acuerdo al proyecto de
la derecha de “cambiarle la mentalidad a los chilenos” instaurando nuevos
valores: el individualismo, la manipulación y desprecio de los otros, la
maximización de la desigualdad, la negación de la ciudadanía, el logro
individual obtenible a cualquier precio y la competencia.
La antropología y teoría social de Hayek contribuyeron a la
constitución en Chile de un orden social, político y económico de carácter
neoligárquico, cuya característica principal es que la sociedad está gobernada
por una elite o “minoría consistente” como la denominaba Lechner [xlvii],
que concentra las principales formas de poder social: económico, político,
comunicacional, religioso, militar, educativo y otros [xlviii]. Aunque los
distintos grupos que la componen tienen distintas posturas e intereses
particulares respecto a ciertos temas, la elite de poder tiene como “cemento
ideológico” un consenso básico de supuestos y principios compartidos. Este
consenso está potenciado una trama de intereses que asegura y acrecienta sus
diversos privilegios. Esta comprende un conjunto de procedimientos. “los
intereses cruzados”, “la coopción de los políticos por los grupos
empresariales”, “la circulación de los tecnócratas y gerentes entre el sector
público y privado” y la corrupción.
Esta oligarquía no es un establishment [xlix], es decir carece de un proyecto nacional inclusivo. Tampoco busca crear un orden social equitativo con desarrollo sustentable, que asegure la satisfacción de las necesidades básicas de todos, que integre a la gran mayoría de la población, y limite las desigualdades sociales y económicas, a diferencia de los establishments japonés y sueco, por ejemplo. La elite chilena gobierna la sociedad para su propio beneficio y no tiene interés ni capacidad para intentar disminuir los problemas principales de la sociedad. El resultado es que el país funciona bien para un tercio o menos de su población. En síntesis, el sistema social chileno es insustentable social y ambientalmente.
Más allá de la elite está “la población”, “la gente”, “la
calle”, “el capital humano”, “los clientes” y “usuarios”, que tienen muchos
deberes y muy pocos derechos. La elite controla la sociedad mediante un vasto
sistema de desigualdades y discriminaciones. La nación ha sido convertida en
una “mayoría marginada”, empleando una expresión de Basaglia. Todo esto genera
una disonancia u oposición entre los intereses y decisiones de la nación y de
la elite, la cual es incapaz de articular e integrar a su proyecto los
intereses, perspectivas y expectativas de la mayoría [l]. Prueba de ello
es el alto nivel de desigualdades en la distribución del ingreso, uno de los
peores del mundo. A esto se agrega la disparidad creciente entre el bajo nivel
de sueldos promedio los precios de los servicios básicos domiciliarios, de
transporte público y de la educación: “en Chile la educación es de las más
caras del mundo. A nivel universitario el costo de la educación es un 72% del
ingreso per cápita. En los países de la OCDE es un 44%. El modelo
económico chileno no es más que un patrón de acumulación que se inscribe en el
proyecto de dominación de la oligarquía elitista que siempre se las ha
arreglado para conducir los procesos políticos, articulada y en armonía con el
proyecto global de acumulación capitalista” [li].
Dadas estas características este orden presenta un déficit
hegemónico permanente, por lo cual debe emplear diversas formas de control
político, comunicativo y social que incluyen la coerción que se ejerce como
violencia policial sobre los movimientos sociales, sindicatos y otros. Por
ello, su sistema institucional público y privado muestra una creciente “crisis
de legitimidad” [lii]. El Informe del Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo, Desarrollo Humano en Chile 1998: Las
paradojas de la modernización, mostró hace 15 años, un profundo malestar de los
ciudadanos frente a la modernización neoliberal. Desde entonces, diversos
estudios de opinión pública muestran la permanencia y agudiazaión de tendencias
similares. Según el último LatinoBarómetro del 20111 hay un rechazo
mayoritario al sistema económico que comprende, según los diversos estudios, a
dos tercios de la población o más [liii]. Segundo, hay una baja aprobación
y un creciente rechazo por los partidos políticos y el parlamento. Tercero,
solo el 22%, está de acuerdo a la afirmación de que se gobierna por el bien del
pueblo [liv]. Y solo el 6% piensa que la distribución del ingreso es
justa [lv].
Sin embargo, este orden que parecía tan estable y
consolidado ha entrado en crisis desde el 2010. Necesitaba para reproducirse de
la atomización de la mayoría, de su conformismo, de “el peso de la
noche” [lvi]. En los últimos años, especialmente ha entrado en crisis
porque se ha profundizado su déficit de legitimidad y el descrédito de las
principales instituciones, que venía desde los noventa. Es así que se la
abstención electoral ha alcanzado el 60% en la últimas elecciones municipales,
una cifra inédita en los últimos cuarenta años. Paralelamente, se ha generado
un conjunto de consensos de cambio social estimulados por la extensión y
vitalidad del movimiento ciudadano de los últimos años [lvii]. Es previsible,
entonces, que se produzcan diversos fenómenos de cambio social que puede
conducir a una progresiva resolución de la crisis o bien, y si los
conservadores logran retrasar dicho cambio, se ahondará el actual proceso de
decadencia social.
Notas
[i] Marx,
Karl (1867), El
capital. Crítica de la economía política, tomo
I, Siglo XXI, México D. F, 1987.
[ii] En Friedman Milton y Rose Friedman, La
tiranía del status quo, Ariel, 1984, exponen su decepción frente a las
reformas neoliberales de Reagan, quien habría claudicado frente a la presión de
“los beneficiarios directos del sistema jurídico, los burócratas que viven de
este sistema y, por último, de los políticos que buscan voto”, como se dice en
la contratapa del referido libro. Asimismo véase María Inés Arribas y Jorge Vergara
Estévez, “Modernización neoliberal y organizaciones del Tercer Sector en
Chile”, Polis No. 1, Santiago, 2002. Sin embargo, cuando se
analiza críticamente la complejidad de este orden social esta denominación se
muestra insuficiente. Hay un conjunto de aspectos que exceden o no son
comprensibles desde la teoría neoliberal, incluso la transgreden.
[iii] La tesis más difundida es la de Moulián,
Tomás, Chile actual: anatomía de un mito, Lom, Santiago, que
sostiene que en dicho país ha habido “una revolución capitalista”. Hay un
conjunto de aspectos que exceden o no son comprensibles desde la teoría
neoliberal, incluso la transgreden.
[iv] Friedman, Milton, “Carta al Presidente
Augusto Pinochet”, 21 de abril de 1975, en
http://www.elcato.org/milton-friedman-y-sus-recomendaciones-chile
[v] Incluso el Partido Socialista chileno no
conoce la teoría neoliberal. En su web “Partido Socialista de Chile Biblioteca
Clodomiro Almeyda”, Altamirano/Dinamarca dice: “El neoliberalismo no es propiamente
una ideología política; en cambio, el liberalismo sí lo fue, y como tal
desempeñó un papel medular en la transición del Medioevo a la modernidad. El
neoliberalismo ha terminado siendo una simple fórmula económica cuyos efectos
estarán muy lejos de conformar sociedades propiamente liberales y
democráticas”,
http://www.socialismo-chileno.org/PS/index.php?option=com_content&task=view&id=380&Itemid=89
[vi] Mises, Ludwig von, “Liberalismo” en Sobre
economía y liberalismo, tomo primero, Folio, Barcelona, 1996, p. 19
[vii] Hayek, Friedrich von, Camino de
servidumbre, Alianza Editorial, Madrid, p. 19.
[viii] Su Declaración de Principios que
fue redactada principalmente por Hayek en 1947:
http://archipielagolibertad.org/upload/files/001%20Liberalismo/1.7%20Guias%20para%20la%20accion/0054%20MPS%20-%20La%20Sociedad%20Monte%20Pellerin.pdf
[ix] Hayek, Friedrich von, La fatal
arrogancia. Los errores del socialismo, Madrid, Unión Editorial, 1990, p.
44.
[x] Ibíd, p. 53-54.
[xi] Ibíd, p. 55.
[xii] A.A, “"Orden espontáneo y ética: La
moral en La fatal arrogancia" en www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/hayek_fat.htm
[xiii] Popper creía que el capitalismo era
insuperable y que el intento de realizar el socialismo solo podría conducir el
retorno a la barbarie y que en esta, lentamente, empezaría a desarrollar el
mercado y se llegaría nuevamente a la sociedad de mercado. Vd. La sociedad
abierta y sus enemigos, Paidós, Barcelona, 1981. Se trata de una
filosofía de la historia de carácter determinista, contradictoria con su
afirmación que la historia no tiene sentido ni orientación.
[xiv] Podría decirse que su concepción del
mercado condiciona las diversas concepciones particulares que constituyen su
concepción del hombre y la sociedad, puesto que incluso, temporalmente, precede
a su concepción sobre la mente y las limitaciones del conocimiento humano que
según Gray serían la que unifican su obra. Dice: “Trataré de demostrar que su
obra tiene un carácter unitario y coherente gracias a las afirmaciones en la
teoría del conocimiento” en Gray, John, “F. A. Hayek y el renacimiento del
liberalismo clásico” en
http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/49_1_Gray%20John.pdf.
[xv] Hayek, Friedrich (1960), Los
fundamentos de la libertad, op. cit., p. 277.
[xvi] Dietze,
Gottfried (1981), op. cit., p. 85.
[xvii] Ibíd.
[xviii] Ibíd , p. 86.
[xix] Vergara Estévez, Jorge, "La
concepción de Hayek del estado de derecho y la crítica de Hinkelammert”, Polis
Nº 2, Santiago, 2002.
[xx] Hayek, Friedrich von, Individualismo
y Orden Económico (1948), Unión Editorial , Madrid:
1996.
[xxi] Hinkelammert, Franz, Crítica de
la razón utópica, Dei, Sn José de Costa Rica, 1984.
[xxii] Bourdieu, Contre-feux,
tome premier, Liber Raisons d’Agir, París, 1998.
[xxiii] El Papa Francisco es más radical en su
crítica teológica, inspirada en Benjamin. En un discurso reciente, del 16 de
mayo del 2013, sostuvo que “hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo
becerro de oro (cf. Ex 32, 15-34) ha encontrado una imagen nueva y despiadada
en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro y sin
un objetivo verdaderamente humano”, en
http://noticias.iglesia.cl/noticia.php?id=20908.
[xxiv] Hayek,
Friedrich von (1960), The Constitution of Liberty, chap. 7, op.
cit.
[xxvi] Hayek
Friedrich (1988), La fatal arrogancia, op. cit. Spencer
(1864) refiriéndose a los pobres escribe. “No quieren trabajar o lo abandonan
tan pronto como lo empiezan. Son sencillamente parásitos que,
de un modo u otro, viven a expensas de la sociedad, vagos y borrachos,
criminales y aprendices de criminales” en El hombre contra
el Estado, op. cit. p. 46.
[xxvii] Friedrich Hayek (1981), “Entrevista”, Revista
Realidad, Santiago. Su postura que sacrifica los seres humanos a la
reproducción del sistema es radicalmente anti-humanista, aunque se proclame
como un individualismo. Vd. Benítez, Gustavo (2000), El antihumanismo
neoliberal. El individuo como totalidad, Arteidea Editores, Lima.
[xxviii] Cristi, Renato, El
pensamiento político de Jaime Guzmán. Autoridad y libertad, Lom, Santiago,
2000.
[xxix] Hayek, Friedrich von, “Entrevista”, El
Mercurio, 19 de abril, 1981. Reproducida en Lucía Santa Cruz, Conversaciones
con la libertad, El Mercurio y Aguilar, Santiago, 2000, pp. 50-51.
[xxx] Guzmán, Jaime, “Democracia y libertad,
¿son lo mismo?”, Ercilla, Santiago, agosto 22 de 1979.
[xxxi] Hayek,
Friedrich (1960), The Constitution of Liberty, chap. 7, The
University of Chicago Press, Chicago, 1960. La posición opuesta dentro del espacio
liberal es la de los liberales del autodesarrollo y participativos como John
Dewey, Harold Laski, Crawford Macpherson y otros.
[xxxii] Wikipedia, “Soberanía nacional”. Allí
se señala que: “ La Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano determinó que
"toda soberanía reside esencialmente en la nación". La soberanía
nacional se concibe como una, indivisible e inalienable, y no puede confundirse
con los individuos que la conforman; el individuo es parte de la nación, pero
esta es un todo que no le representa directamente. No será pues automática la
aplicación del sufragio universal igual para todos y con
poder de decisión, tal como se pretende con el concepto de soberanía popular . En esta concepción
restringida de soberanía nacional, el voto no es un derecho del individuo, sino
que esta función se reserva para quienes reúnan la dignidad suficiente,
generalmente unida a la riqueza personal (por entender que estarán más
identificados con los intereses de la nación), y por tanto se justifica el sufragio censitario ”, en
http://es.wikipedia.org/wiki/Soberan%C3%ADa_nacional.
[xxxiii] En la referida Comisión se discutió
seriamente la posibilidad de restaurar el voto censitario que había sido
abolido en Chile en 1888. Sin embargo, por razones prácticas se prefirió
instaurar los mecanismos constitucionales mencionados.
[xxxiv] Después de la reforma del 2005 se
eliminó el Consejo de Seguridad Nacional, que tenía carácter resolutivo y
sometía al Presidente y a los parlamentarios a los comandantes en Jefe de las
Fuerzas Armadas
[xxxv] Schumpeter, Joseph (1942), Capitalismo,
socialismo y democracia, tomo primero, Ed. Orbis, Buenos aires, 1968.
Esta concepción provenía de la sociología conservadora de Le Bon y otros.
[xxxvi] Hayek, Friedrich (1978), Nuevos
estudios de filosofía, política, economía e historia de las ideas, cap.
5, Unión Editorial, Madrid, 2007. Asimismo, señala Cristi, Renato: “Pinochet, y
luego Thatcher y Reagan, diseñan sus políticas teniendo a la vista el rechazo
de Hayek al igualitarismo y su opción por un ideal de libertad preferencial que
exige la ausencia de interferencia estatal. El 10 de octubre de 1975, en un
discurso Thatcher afirma: “todos somos desiguales. Nadie, gracias a Dios, es
igual a otra persona por más que los socialistas pretendan que no es así.
Creemos que toda persona tiene un derecho a la desigualdad, pero a la vez todo
ser humano es igualmente importante para nosotros” en “Hayek la desigualdad y
la UDI” , Revista Capital , 2009, en chileliberal.
Blogspot.com.ar .
[xxxvii] Honorable Junta de Gobierno, Constitución
Política de la República, Art. 19, Nº 20 a 26, Santiago, 2005
[xxxviii] Pinochet Augusto, Visión
futura de Chile, Dinacos, Santiago, 1979, p. 39.
[xxxix] Honorable Junta de Gobierno, Constitución
de la República de Chile, op. cit. cap XV, arts. 127 a 129, pp. 86 a 88.
[xl] Estas visitas estuvieron precedida por
una anterior a Buenos Aires, en 1977, de Ludwig con Mises, invitado por la
Academia Nacional de Ciencias y la Bolsa de Comercio. Dio un conjunto de
conferencias de introducción a su pensamiento, que posteriormente fueron publicadas,
como Temas de la hora actual, la Bolsa de Comercio, Buenos Aires
1978. El interés de los neoliberales por Argentina es antiguo. En 1959, Ludwig
von Mises fue invitado a Argentina en la época de la dictadura de Leonardi y
ofreció un conjunto de conferencias que llamó “Seis lecciones sobre le
capitalismo” en Von Mises, Ludwig, Sobre liberalismo y capitalismo,
tomo II, Ed. Folio, Barcelona , 1996.
[xli] Su ex director, Arturo Fontaine
Aldunate, pronunció un extenso discurso de recepción en el Instituto de Chile
que fue reproducido en el periódico y ampliamente difundido en una edición:
“Más allá del Leviatán hacia el resurgimiento de la libertad individual”,
Editorial Universitaria, Santiago, 1980. En este hace una elogiosa introducción
al pensamiento de Hayek y Friedman.
[xlii] Centro de Estudios Públicos, “Sociedad
y Libertad. Conferencias sobre Fundamentos de un Sistema Social Libre”,
Estudios Públicos Nº 3, Santiago, junio de 1981. Este número
monográfico contiene las ponencias de Friedrich Hayek, Chiaqui Nishiyama,
Theodor Schutz, Ernest Mestmäcker, Armen Alchian y Jan Tumlir.
[xliii] Hayek, Friedrich, “Entrevista”, El
Mercurio, 19 de abril, 1981. Reproducida en Lucía Santa Cruz, Conversaciones
con la libertad, op. cit., pp. 45-59.
[xliv] Su venida coincidió con la inauguración
del Centro de Estudios Públicos el principal Think Tanks de la
derecha chilena, financiado por uno de los principales grupos económicos del
país, y del cual fue nombrado Director Honorario.
[xlv] Durante los primeros años de la
dictadura, el gobierno instaló grandes afiches con fotografías de personas
desenvolviéndose normalmente y con sonrisas de felicidad, su texto era “Chile
avanza en orden y paz”.
[xlvi] Marcel
Claude: “Al señor Von Appen y al señor Paulmann deberían quitarles la
nacionalidad y ponerlos en la frontera” (Entrevista), El Mostrador, 20 mayo
del 2013 en
http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2013/05/20/marcel-claude-al-senor-von-appen-y-al-senor-paulmann-deberian-quitarles-la-nacionalidad-y-ponerlos-en-la-frontera/
[xlvii] Lechner, Norbert, “Poder y orden. La
estrategia de la minoría consistente” (1984) en Obras escogidas,
tomo I, Lom , Santiago, 2006
[xlviii] García de la Huerta, Marcos, Reflexiones
americanas. Ensayos de Infra-historia, Lom, Santiago, 1999. Esta
característica central en un orden (neo)oligárquico no está presente en a
concepción de la “verdadera” democracia como la concibe Hayek (1976).
[xlix] Fue el economista Thurow del MIT quien
señaló, en un artículo, la diferencia entre oligarquía y establishmen
[l] Programa de Naciones Unidas (PNUD), Informe
de desarrollo humano 1998. Las paradojas de la modernización, Santiago,
1998. Vd. y Arribas, María Inés y Jorge Vergara, “Modernización neoliberal y
organizaciones del Tercer Sector en Chile” en Polis Nº 1, Santiago, vol. 2001.
[li] Marcel, Claude, “ El modelo económico
chileno de acumulación, depredación e injusticia social como proyecto de
modernidad tecno-capitalista y oligárquica”, en
http://marcelclaude.blogspot.com/2012/05/bases-y-fundamentos-del-proyecto.html
[lii] Este concepto fue planteado por Habermas
en 1976, pero estaba limitado al sistema político, pero es aplicable al
conjunto de las instituciones públicas y privadas.
[liii] Corporación Latinbarómetro, Informe 2011 en
http://www.infoamerica.org/primera/lb_2011.pdf.
[liv] Ibíd, p. 35.
[lv] Ibíd, p. 34.
[lvi] Jocelyn-Holt, Alfredo, El peso
de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica, Ariel, Santiago, 1997.
[lvii] Corporación Latinbarómetro, Informe 2011, op.
cit.
Jorge Vergara Estévez es doctor en
filosofía de la Universidad de París VIII. Profesor de teoría de la educación y
de epistemología de las ciencias sociales del Departamento de Educación de la
Universidad de Chile.
http://lapaginademontilla.blogspot.com/ |