Pier Paolo Pasolini ✆ Autorretrato con bufanda |
Los responsables de este excelente trabajo afirman: “No
buscábamos panegíricos de ocasión, ni revisionismos ahistóricos”. Pero “que la
muerte de Pasolini no sea la razón de ser de esta publicación no quiere decir
que deba ser ignorada.
No podemos instalarnos en la simpleza –irresponsable y perezosa– del artista inmortal ni en el animismo de la obra eterna”. Hay razones de peso: la gran diversidad de los lenguajes pasolinianos, las múltiples relaciones que establecen entre sí, y su literal encarnación en una vida que ilumina períodos enteros de la cultura italiana.
No podemos instalarnos en la simpleza –irresponsable y perezosa– del artista inmortal ni en el animismo de la obra eterna”. Hay razones de peso: la gran diversidad de los lenguajes pasolinianos, las múltiples relaciones que establecen entre sí, y su literal encarnación en una vida que ilumina períodos enteros de la cultura italiana.
Es complicado escribir sobre este intelectual, de los más
singulares del siglo XX. Los coordinadores del monográfico lo ven así:
“Pasolini es el anfitrión de la incomodidad, por no decir de la angustia. Te
hace confundir las puertas, te niega caminos, choca y esquiva, juega con las
señales, te acepta para después rechazarte, te libera en un párrafo y te
secuestra en el siguiente. A partir de la contradicción, de la provocación, de
la disidencia y de la confrontación, Pasolini se convierte en un generador
incansable –y por lo tanto agotador– de nuevos significados”.
Muy diverso, Pasolini, y sin embargo único. La revista
italiana Studi pasoliniani, un
anuario con colaboradores de distintos países, subraya la articulación de su
obra (en varios sentidos, en constante construcción): “La vastedad poliédrica
de la obra de Pasolini (que va de la poesía a la narrativa, al ensayo, al cine,
al teatro, a la traducción de clásicos, al periodismo, a la pintura), su muy
lúcida capacidad de provocación, la fuerza que todavía mantienen sus polémicas
públicas, han hecho de este escritor un unicum en el panorama
italiano del pasado siglo”.
En el mismo sentido, la ensayista Daniela Aronica señala:
“La versatilidad de su ingenio pone en seguida al desnudo los límites de un
análisis unilateral, que privilegie sólo una de las vertientes de su actividad:
es difícil, en suma, separar al director del escritor, al polemista del pintor,
al amigo tierno al que todos recuerdan del furibundo profeta corsario que
–desde las portadas de los periódicos– adivinaba y desenmascaraba, uno tras
otro, los secretos y las contradicciones de una sociedad en
plena transición hacia el neocapitalismo”. Este artículo, titulado El
intelectual total, integra un Especial Pasolini publicado en octubre por la
revista de cine Caimán. Aronica recuerda otro dato esencial: “Actualmente,
parece fácil darle la razón, pero durante toda su vida Pasolini fue objeto de
una persecución violenta y reiterada, que le inscribe entre los grandes
mártires del pensamiento laico de la Historia (…) Esa voz incómoda fue bárbaramente
acallada en la madrugada del 2 de noviembre de 1975. Las sombras que ocultaron
la verdad sobre la muerte de Pasolini no se han disipado”.
La validez de un pensamiento heterodoxo se halla reforzada
por su capacidad de supervivencia: “La importancia de Pasolini no reside
solamente en el acto de libertad fruto de su independencia, sino de la dolorosa
persistencia de su crítica. Si merece la pena seguir acudiendo a su obra es
porque el estado de cosas que denunciara en la misma no sólo no ha desaparecido
sino que ha empeorado ostensiblemente. En efecto, a día de hoy seguimos
todos en peligro”, afirma Salvador Cobo en un análisis publicado por la revista
de pensamiento crítico Cul de Sac.
En las cuatro densas décadas transcurridas desde 1975 una copiosa
producción de libros y artículos sobre Pasolini se ha sumado a la ya ingente
obra del mismo: “Bastaría con acercarse a la fuente y sobraría todo comentario
ajeno. Pero, para abordarla por entero, no cabe duda que la producción de
Pasolini impondría al lector una dedicación larga y exclusiva”, concluye.
Efectivamente, la Obra Completa editada en Italia, al cuidado del crítico
Walter Siti, ocupa diez tomos, a los que hay que sumar dos volúmenes de cartas
del cineasta, además de todas sus películas. En cuanto a los ensayos críticos
acerca de Pasolini, en el Archivo de la Cineteca de Boloña hay más de 1.500
títulos dedicados al artista.
Ese fenómeno tiene sus riesgos. Los especialistas pueden
terminar nublando la propia voz del escritor. Lo que en su caso plantea un
doble inconveniente, ya que se trata de un autor que ha expuesto reiteradamente
el sustrato racional y las pulsiones irracionales que anidan en su poesía, su
teatro, su cine y sus sonadas intervenciones en la vida social y política
italiana. Es conveniente, entonces, volver al origen. Es lo que hicieron los
cineastas Matteo Cerami y Mario Sesti en 2006, al concebir el documental La
voz de Pasolini. “Nada de testimonios”, acordaron, tras preguntarse cómo
era posible que en la cultura actual los testigos encuentren más espacio que el
autor y la obra misma, sus palabras, sus ideas, sus imágenes. El documental
reúne, así, escenas significativas de la historia italiana moderna y textos de
Pasolini, leídos en off por el actor Toni Servillo.
Otro probable malentendido es el que atribuye carácter
profético a algunos de sus escritos y, en general, al sentido que para Pasolini
tuvo la marcha hacia la mundialización del capitalismo y el mestizaje de la
Europa contemporánea. También aquí es necesario remitirse a las fuentes. En
1965 Pasolini escribió un muy citado poema titulado Profecía, dedicado a
Jean Paul Sartre, que integra el volumen Alí de los ojos azules. Es
una suerte de invocación, que en su parte central dice:
Alí de los ojos azules,
uno de los muchos hijos de hijos,
llegará desde Argelia, en barcos
de vela y remo. Con él vendrán
miles y miles de hombres
de cuerpo menudo y los ojos
de perro pobre de sus padres,
en lanchas varadas en los Reinos del Hambre.
Traerán con ellos a sus niños…
Difícil sustraerse hoy a este poema tan bello que
prefiguraba hace medio siglo a los “miles y miles” que hoy se agolpan y con
frecuencia mueren en las fronteras. Pero este y otros escritos pasolinianos del
mismo tenor no están construidos a modo de profecía sino de constatación lúcida
–y amarga– de su propio presente, en el que en todo caso él vio lo que otros no
quisieron ver, actuó en consecuencia y pagó un precio por haberlo hecho.
Detenerse sólo en su clarividencia de entonces (“ya lo decía Pasolini”) libera
y tranquiliza al lector, alejándolo del sentido último –corsario– del gesto
pasoliniano. Hace un par de años, un digno documental de Gianni Borgna, también
titulado Profecía, reflejaba esta circunstancia al reunir imágenes del
poeta en sus viajes por el continente africano mientras, en off, se
escuchaban sus palabras –siempre de una categoría poética estremecedora–, que
también suenan actuales.
Pero su historia comienza bastante atrás
A finales de 1921, el joven sargento Carlo Alberto Pasolini y
la maestra de escuela primaria Susanna Colussi se casan en la localidad de
Casarsa della Delizia, en la provincia de Pordenone, al noreste de Italia. Poco
después el militar es trasladado a Bolonia, donde nace Pier Paolo el 5 de marzo
de 1922. El padre se adhiere al fascismo y sus diversos destinos como militar
hacen que la familia deba trasladarse varias veces y que él esté mucho
tiempo fuera del hogar. Allí el niño establece un fuerte vínculo amoroso con su
madre, que durará toda su vida y evocará en sus obras. Después del primer año
en Bolonia, se trasladan a Casarsa, el pueblo donde está la casa materna,
situado en la región del Friuli. Allí Pasolini volverá muchos veranos. En ese
ámbito tiene sus relaciones iniciales con el friulano. Y escribe sus primeros
poemas, a los siete años de edad.
El biógrafo Nico Naldini subraya la importancia de este
contacto idiomático: “El fruilano hablado en Casarsa es una variedad
periférica. No se habla en la familia Pasolini, donde el italiano es obligado;
ni en la familia Colussi, donde se pasa del veneciano al italiano en las
relaciones con los Pasolini. Habla friulano todo el mundo de alrededor, aún
auténticamente campesino. Pier Paolo, que lo ha escuchado desde niño, cuando
comienza a escribirlo es consciente de estar llevando a cabo una especie de
‘místico acto de amor’, conquistando por ese camino aquella lengua
incontaminada y absoluta que era el mito soñado en sus lecturas de los poetas
herméticos”.
En los años de formación, Pasolini adquiere su cultura
clásica y a los 23 años obtiene el doctorado en Letras por la Universidad de
Bolonia. Desde niño muestra facultades para dibujar y siendo estudiante empieza
a pintar paisajes. A los 20 años publica, en una edición pagada por él mismo,
su primer poemario: Poesie a Casarsa. Es el punto de partida de un
largo recorrido poético por una veintena de títulos.
Hacia el final de la guerra, en enero de 1945, su hermano
menor, Guido, que se había unido como partisano a un grupo que luchaba contra
la invasión nazi, tiene un trágico fin: es fusilado –en una disputa entre
sectores antifascistas– por comunistas garibaldinos partidarios de Tito. Su
grupo se oponía a los planes de una supuesta anexión del Friuli. Tenía 19 años
y su destino fue conocido por la familia al finalizar la contienda. Así lo
recuerda Pier Paolo: “La desgracia que hemos sufrido mi madre y yo es como una
inmensa, espantosa montaña que hemos debido atravesar y ahora, cuanto más nos
alejamos de ella, más alta y terrible nos parece en el horizonte. (…) Ese chico
ha sido de una generosidad, de un valor y de una inocencia increíbles. Y por
eso ha sido el mejor de todos nosotros; ahora veo su imagen viva, con sus
cabellos, su rostro, su chaqueta, y me siento presa de una angustia indecible,
inhumana”.
A comienzos de 1950, Pasolini y su madre se van a vivir a
Roma. Dejan atrás el clima de persecución del pueblo en el que fue acusado de
“corrupción de menores” y de “actos obscenos en público” (cargos de los que
finalmente es absuelto) y se alejan de la presencia de un padre autoritario,
progresivamente ganado por el alcoholismo. En la capital –después de pasar un
período de penurias económicas– se inicia una etapa de gran vigor creativo para
Pasolini, en una Italia que empieza a abandonar su raigambre campesina para
abocarse al desarrollo industrial, lo que acentúa las diferencias entre el
Norte y el Sur del país: un tránsito cuyas lacras el escritor fustigará en sus
numerosos escritos periodísticos. Del mundo de los campesinos friulanos,
Pasolini pasará a frecuentar en la capital a un círculo de intelectuales y
artistas que serán sus amigos durante años, como Alberto Moravia, Elsa Morante,
Atilio Bertolucci, Laura Betti, Dacia Maraini, entre otros. Al mismo tiempo,
descubre la vida de la periferia romana, un mundo de los márgenes en el que se
relaciona con jóvenes de esas barriadas, cuando ya es pública su condición de
homosexual. Este ambiente del subproletario romano, ignorado y despreciado por
la sociedad bienpensante, será el de su primera novela, Ragazzi di vita [Chicos del arroyo, según la traducción
española, o Muchachos de la calle, de acuerdo a la argentina],
publicada cuando tenía 33 años. En esos arrabales desolados, en los que se
habla el romanesco y las jergas que el autor incorpora a su novela, comienza un
pulso narrativo que se distribuirá en ocho títulos publicados en vida, más la
inacabada Petróleo, un largo y singular trabajo editado de manera póstuma.
A los 38 años, Pasolini publica su primer ensayo, Pasión
e ideología, y tres años más tarde filma su primera película, Accattone, punto de partida de una
obra cinematográfica muy original y polémica. En esta época, al tiempo que se
produce el declive del neorrealismo, el cineasta explora y combina los
distintos mimbres del fulgor poético, la fuerza narrativa, y un nuevo enfoque
cinematográfico. Y participa con otros escritores en la creación y dirección de
dos revistas culturales emblemáticas: L´ Officina y Nouvi
Argomenti.
El teatro, del que ya había mostrado algunos esbozos en su
juventud, reaparece con fuerza en 1966 (Pasolini tiene 44 años). Ese año
escribe seis tragedias en verso, de las que solo una, Calderón, se publica en
vida del autor. Las restantes, sometidas a constantes reescrituras, se publican
después de su muerte. A la par que las obras, elabora un Manifiesto para un nuevo teatro, en
el que sienta las bases de sus propuestas estéticas para la escena: el teatro
de la Palabra.
Ya entonces el Pasolini polemista empieza a tener una
presencia notoria en los debates del convulso tránsito italiano entre los años
sesenta y setenta. Tanto en razón de su homosexualidad como del contenido de su
obra, varias de sus novelas y películas fueron sometidas a procesos judiciales
–que tras ásperos caminos terminan siempre en absolución–. No es casual: el
escritor libra en solitario un combate radical contra los males italianos,
encarnados ahora en un cambio de época signado por el consumismo y la
homologación de la sociedad neocapitalista. Comunista fuera del partido, en el
que estuvo enrolado dos años y del que fue expulsado, escribe fundadas
diatribas contra la Democracia Cristiana y la Iglesia católica, además de tener
posturas polémicas ante la ley del aborto (que desaprueba) y los jóvenes
protagonista de Mayo del 68 (a los que critica severamente).
Una vez más, él mismo explica ese proceso de reacción de los
poderes (políticos, culturales, religiosos) frente a lo que llama
insubordinación: “Esta insubordinación la han transferido al plano moral, y la
homosexualidad se ha convertido, mediante esta operación de transfert, en
el principio mismo del mal. No es tanto por el homosexual al que siempre han
condenado, sino por el escritor sobre el que no ha tenido efecto la
homosexualidad como medio de presión, de chantaje para que entrara en sus
filas”.
No obstante, su actividad sigue siendo intensa. “Si no
trabajo estoy triste”, dice. De la poesía al periodismo, pasando por una gran
dedicación al cine, los estudios semiológicos, la adaptación de tragedias
clásicas, la fabulación narrativa y los ensayos. La sociedad italiana está
dando pasos hacia una uniformidad que él juzga siniestra. Se alejan cada
vez más los mundos que cree auténticos. Ya no están entre los campesinos
italianos ni entre los habitantes de los arrabales de Roma, sino en el Tercer
Mundo, en Oriente Medio, la India o África, lugares que Pasolini recorre para
buscar –además de localizaciones para filmes como Edipo o Medea– los vestigios de lo arcaico,
en los que encuentra una perdida dimensión del hombre.
Pasolini no teme la contradicción. En buena medida en ella
se asienta la radicalidad de sus puntos de vista. Sin embargo, impresiona la
coherencia que subyace a su visión de la sociedad y la lucidez en la percepción
de las mutaciones. Sobre todo en los términos de los grandes bloques históricos
que estaban en juego en su época. Laico y ateo, es imposible desconocer la
religiosidad que anima muchas de sus obras, y no sólo El Evangelio según San
Mateo. Imbuido en los postulados del filósofo marxista Antonio Gramsci
acerca de una cultura nacional-popular, en sus últimos años se propone
hacer, en cambio, una obra más elitista, difícil y provocadora, sólo dirigida a
los sectores avanzados de la burguesía. La dualidad mundo intelectual
y artístico/mundo de los muchachos de la calle es una constante en su vida, que
se mantiene hasta el momento mismo del asesinato. Muchos encendidos debates
Pasolini los incita desde la primera página del Corriere della Sera, el
gran periódico de derechas en el que escribe durante años, lo que suscita reacciones
irritadas en su contra.
La periodista Natalia Aspesi le reprocha, en una entrevista,
el machismo que ve en sus últimas películas y le señala que en Los cuentos de Canterbury presenta
un panorama desolador de las mujeres: obscenas, embusteras, caprichosas,
traidoras, amorales, falsas, sin ningún atractivo a pesar de ser bellas. El
cineasta responde: “¿Ha encontrado a los hombres mejores? ¿No son también ellos
obscenos, embusteros, caprichosos, traidores, amorales, falsos, sin ningún
atractivo a pesar de ser bellos? Sólo he salvado a algún viejo. No comprendo
por qué las mujeres cometen el error de acusarme de misoginia cuando debería
ser acusado de misantropía”. Este tipo de réplicas lo convierten en un
interlocutor dispuesto a analizarse a sí mismo. Ante un grupo de estudiantes
explica así su relación con la realidad: “De una forma esquemática la
puedo sintetizar: mi incapacidad de ver en la naturaleza la naturalidad. A
otros, las cosas, la realidad, les parecen normales, naturales. A mí todo me
parece revestido por una especie de luz relevante, especial, que por eso es
mejor definir como sagrada. Y esto determina mi estilo, mi técnica”.
A los 47 años, Pasolini viaja en 1969 por segunda vez a
Nueva York, una ciudad que le fascina y en la que percibe la vitalidad
americana (como Federico García Lorca cuatro décadas antes). El biógrafo Enzo
Siciliano realiza una penetrante valoración de este descubrimiento: “Pier Paolo
confundía los vaivenes de la fisiología con la vitalidad creativa y, en la
soledad a la que se había condenado, se conformaba con esto. Cada vez más
convencido de que un poeta, un intelectual, tenía que huir de los valores de la
convivencia burguesa, exaltaba lo que se presentara liberado de toda
obligatoriedad. Le habría encantado recorrer el camino del éxtasis físico, del
aturdimiento vital, de una voluptuosidad inconexa y abandonada”.
Luigi Fontanella, docente de la Universidad Estatal de Nueva
York, destaca el carácter pedagógico de las intervenciones públicas de Pasolini:
“Como muy pocos intelectuales italianos contemporáneos suyos supieron hacer,
era capaz de conducir, por medio de razonamientos pedagógicos, al punto central
de una cuestión, poniendo rigurosamente de relieve y en claro sus puntos más
problemáticos, sabiendo descifrar los códigos tras los cuales se ocultaban, y
sabiendo ilustrarlos (enseñarlos) nada más ni nada menos que como lo haría un
buen educador”.
En ese mismo viaje a Nueva York Pasolini concede a Giuseppe
Cardillo, director del Instituto Italiano de Cultura de la ciudad, una
larga entrevista destinada a alumnos universitarios. Entre los muchos asuntos
sobre los que se muestra muy explícito figura el siguiente autoanálisis: “Yo
diría que desde un punto de vista clínico, objetivo, sin realizar juicios de
valor, diría que lo que caracteriza principalmente mi psicología es una
determinada forma de narcisismo; es decir, una especie de amor hacia mí mismo
que en realidad ahonda en los típicos complejos de inferioridad, complejos de
culpa, etcétera. Por tanto, la ambigüedad que le comentaba antes probablemente
nazca de ahí, es decir, de la transformación de mi narcisismo en formas
sublimadas de proyección hacia los demás”.
La religiosidad, presente desde los primeros versos escritos
en friulano hasta las obras literarias y cinematográficas más maduras, es hija
del lenguaje: “La religiosidad se halla en el estilo; es decir, cuando yo hablo
de los suburbios romanos no los convierto en un fenómeno objetivo, natural.
Todo esto no es verdad; a lo sumo, lo es en apariencia; en realidad los
suburbios romanos se me aparecen precisamente como una aparición, un sueño, un
sueño estilístico”.
Estos sueños precedieron a la pesadilla.
En la noche del 1 al 2 de noviembre de 1975 Pasolini fue
asesinado en un descampado cercano al puerto de escala para hidroaviones de
Ostia, localidad costera situada a 25 kilómetros de Roma. Tenía 53 años.
Después de sufrir un atroz castigo y de ser arrollado por un automóvil en medio
de la oscuridad, su cuerpo fue abandonado en el lugar junto a un montón de
basura y hallado por una vecina, Maria Teresa Lollobrigida, que denunció el
hecho. El único condenado por “muerte en colaboración de otros”, a nueve
años de prisión, fue el entonces menor de 17 años Giuseppe Pelosi, con antecedentes
por robo, quien se autoinculpó aduciendo defensa propia al negarse a mantener
relaciones sexuales con el cineasta. Otros jóvenes detenidos fueron puestos en
libertad.
Esta versión oficial e inicial, que tiene muchas lagunas,
fue rápidamente cuestionada por numerosas fuentes, por lo que desde entonces
hasta hoy el caso fue abierto y vuelto a cerrar en cuatro ocasiones. La última
vez se reinició en 2010 y se archivó en mayo de 2015, ratificando que hubo una
actuación en grupo pero sin que las pruebas y análisis aportados lograran la
identificación de sus integrantes, que eran al menos tres. Nunca aparecieron
los hombres que fueron vistos por los testigos en el lugar, junto a dos coches
y una moto.
La hipótesis de un asesinato por motivaciones políticas
(Pasolini tenía ya numerosos enemigos en las esferas del poder democristiano y
de la derecha fascista, los servicios secretos y las tramas mafiosas) nunca fue
descartada, como la versión de que se trató de una extorsión de chaperos.
Veinte años después de la noche del crimen el cineasta Marco Tulio Giordana
realizó una contundente denuncia de las irregularidades del proceso judicial en
el film Pasolini, un delitto italiano. Giordana es el director de la
excelente película La mejor juventud, que toma su nombre del libro de
poemas La meglio gioventù del poeta boloñés.
El cineasta español Javier Rebollo, por su parte, acaba de
publicar en la revista Caimán el artículo Hay que matar a
Pasolini, en el que recuerda que éste trabajaba, en el momento de su muerte,
“en una monumental novela protagonizada por un trasunto de Enrico Mattei”, el
presidente de la Empresa Nacional de Hidrocarburos (ENI) cuyo avión estalló en
el aire, viniendo de Sicilia, en octubre de 1962. Mattei se había enfrentado
con las grandes compañías petrolíferas internacionales. En 1970 fue asesinado
en Palermo el periodista Mauro de Mauro, que investigaba la muerte del
empresario para la película de Francesco Rosi El caso Mattei. Ésta se
estrenó en 1972 protagonizada por el actor Gian Maria Volonté.
Rebollo subraya que la novela inacabada que entonces
escribía Pasolini se llama Petróleo “y solo fue publicada en 1992 y
muy mal leída. Únicamente el tiempo la pondrá junto a las grandes novelas del
siglo, una investigación que debía tener dos mil páginas en forma de alegoría
sobre el poder y el sexo que, a la postre, le costó la vida al poeta y
cineasta”. Otro elemento agregado a este espeso misterio italiano es el
presunto robo de un capítulo de Petróleo, que al parecer revelaba la
trama mafiosa de las petroleras y el Estado, y que desapareció de su casa
después de que lo asesinaran.
Pasolini murió en Ostia, en el mismo lugar en el que había
filmado el año anterior algunas escenas fulgurantes de Las mil y una noches. En el relato de un
viaje por la costa italiana que el cineasta realizó en 1959 describió esa playa
de Roma con esta enigmática imagen: “Llego a Ostia con una tormenta azul como
la muerte. El agua se evapora entre truenos y rayos. Los veraneantes se
aprietan en los bares, en las casetas, con la cola entre las piernas. Los
sitios, vacíos, parecen inmensos”. En Ostia hay un monolito que recuerda a
Pasolini y a él se dirige en su moto Nanni Moretti, en una secuencia de su
película Caro diario (1993) en la que ofrece un homenaje sin palabras
al escritor, cuyos restos están sepultados en la localidad friulana de Casarsa.
“Todos estamos en peligro”
La entrevista que realizara el periodista Furio Colombo a
Pasolini el 1 de noviembre de 1975 sitúa muy bien la actitud en que se
encontraba el intelectual pocas horas antes de su asesinato: una lúcida
radicalidad, coherente con los numerosos combates dialécticos y actitudes
existenciales ejercidos en su vida, y un gran aislamiento. Ya había propuesto
la eliminación de la escuela y la televisión, que asentaban el sistema de
dominio, o procesar a los dirigentes democristianos, causas para las cuales se
encontraba cada vez más solo. Colombo ha recordado en estos días que la
conversación duró horas, que tuvo largas pausas y que Pasolini mostraba una
“seca severidad, que parecía aislarlo, como si estuviéramos en una secuencia
pública que alguien estuviese filmando”. La entrevista fue publicada en el
suplemento Tuttolibri, del periódico La Stampa, el 8 de noviembre de ese año.
En ella el periodista indaga en las contradicciones que ve en ese hombre de 53
años que tiene frente a sí, capaz de respuestas honestas y fundamentadas.
Se puede advertir en estos pocos ejemplos:
“El rechazo ha sido siempre un gesto esencial. Los santos, los ermitaños, pero también los intelectuales. Los pocos que han hecho la historia son aquellos que han dicho no, nunca los cortesanos y los ayudantes de los cardenales. El rechazo, para funcionar, debe ser grande, no pequeño, total, no sobre este o aquel punto, ‘absurdo’, no de sentido común. Eichmann, amigo mío, tenía mucho sentido común. ¿Qué le faltó? Le faltó decir no, pero cuando estaba en lo alto, al principio, cuando lo que hacía era sólo administración rutinaria, burocracia. A lo mejor incluso habrá dicho a los amigos: a mí ese Himmler no me gusta mucho. Habrá murmurado, como se murmura en los editoriales, en los periódicos, en el mundo del amiguismo y en la televisión. O también se habrá rebelado porque este o aquel tren se paraba una vez al día para las necesidades y el pan y el agua de los deportados, cuando hubieran sido más funcionales o más económicas dos paradas. Pero nunca bloqueó la maquinaria. Entonces los problemas son tres. Cuál es, como dices tú, ‘la situación’, y por qué se debería pararla o destruirla. Y cómo”.“El poder es un sistema de educación que nos divide en sojuzgados y sojuzgadores. Pero cuidado. Un mismo sistema educativo nos forma a todos, desde las llamadas clases dirigentes hasta los pobres. Por eso todos quieren las mismas cosas y se portan de la misma manera. Si tengo en las manos un consejo de administración o una operación bursátil, los utilizo. Si no, una barra de hierro. Y cuando utilizo una barra de hierro hago uso de mi violencia para obtener lo que quiero. ¿Por qué lo quiero? Porque me han dicho que es una virtud quererlo. Yo ejerzo mi derecho-virtud. Soy asesino y soy bueno”.“¿Nunca has visto esas marionetas que hacen reír tanto a los niños porque tienen el cuerpo para un lado y la cabeza para otro? Me parece que Totò hacía un truco parecido. Así veo yo la inmensa tropa de intelectuales, sociólogos, expertos y periodistas de las intenciones más nobles: las cosas suceden aquí y la cabeza mira hacia allá. No digo que no exista el fascismo. Digo: dejad de hablarme del mar mientras estamos en la montaña. Este es un paisaje distinto. Aquí existe el deseo de matar. Y este deseo nos ata como hermanos siniestros de un fracaso siniestro de todo un sistema social. También a mí me gustaría que todo se resolviese con aislar a la oveja negra. Yo también veo las ovejas negras. Veo muchas. Las veo todas. Éste es el problema, ya se lo he dicho a Moravia: por la vida que llevo pago un precio… Es como alguien que baja al infierno. Pero cuando vuelvo –si es que vuelvo– he visto otras cosas, más cosas. No digo que tengáis que creerme. Digo que tenéis que cambiar continuamente de discurso para no enfrentaros a la verdad”.
—¿Y cuál es la verdad?
—Siento haber utilizado esta palabra. Quería decir la evidencia
(….)
—¿Por qué piensas que para ti las cosas están más claras?
—No quisiera hablar más de mí, quizás he hablado incluso
demasiado. Todos saben que mis experiencias las pago personalmente. Pero están
también mis libros y mis películas. Quizás soy yo quien se equivoca. Pero sigo
diciendo que estamos todos en peligro.
Cuatro décadas después de esta entrevista, sus ecos son
múltiples.
El aniversario y las huellas del artista
Un hecho que tal vez no sea propiamente anecdótico es que
Pasolini, acostumbrado a ir al núcleo de los problemas y entrenado por el
periodismo a los titulares concisos y expresivos, ha puesto el título,
indirectamente, a muchos textos dedicados a su figura. “Una desesperada
vitalidad”, que procede del poema homónimo publicado en el libro Poesía en
forma de rosa, es uno de los que más se repite. Lo mismo ocurre con la
expresión “Soy una fuerza del pasado”, de otro conocido poema de 1962. También
ha titulado “Todos estamos en peligro” la citada entrevista de Furio
Colombo, que le ofrece terminar la conversación que han tenido pidiéndole un
título para la misma. Finalmente, definió como un “testamento
espiritual-intelectual” las reflexiones contenidas en una serie de
conversaciones con el periodista inglés Peter Dragadze, y con un título similar
se han publicado.
Pier Paolo Pasolini, una desesperada vitalidad es
asimismo el título del ya citado monográfico de la revista de cine Shangrila.
Los coordinadores subrayan el hecho de que la publicación encargó todos los
estudios que contiene hace dos años a una treintena de especialistas, y que la
salida se adelantó premeditadamente seis meses al aniversario de la muerte del
cineasta. El número está estructurado de manera transversal a la obra
pasoliniana, con ocho núcleos de interés: Paisajes, Lenguas, Tiempo, Cuerpos,
Lienzos, Poder, Visiones e Itinerarios, más una selección de citas del escritor
intercaladas entre una y otra sección. Las fotografías en blanco y negro
reproducidas en el número tienen un carácter marcadamente conceptual, para
enlazar con los textos correspondientes y no ser una mera ilustración de los
mismos.
Algunas de las cuestiones tratadas son éstas: la dificultosa
herencia de Pasolini en el cine, la relación entre el poeta y Hölderlin (ambos
repudiados y disidentes), el amor por el friulano y la inocencia de las patrias
chicas, el diálogo entre el teatro y el cine, la fuerza poética de la
contradicción, los discursos y límites de la corporeidad (a propósito de
la trilogía de la vida), el presente en el pasado (el caso Salò), la
pasión pictórica del cineasta, la mirada de frente al Poder sin rostro, la
escritura fílmica de El Evangelio según San Mateo.
La misma editorial ha publicado este año un número dedicado
a Los ‘Apuntes’ como forma poética en Pasolini, de Fernando González
García, en el que se analizan sus películas Apuntes para un filme sobre la
India (1968) y Appunti per un´Orestiade africana (1970), y otros
procedimientos de escritura fragmentaria en la obra del poeta y cineasta.
El año pasado, al acercarse el 40º aniversario, el director
estadounidense Abel Ferrara dio en la película Pasolini su versión de
los últimos momentos de la vida del cineasta, interpretado en la película por
el actor Willem Dafoe, al que acompañan Ninetto Davoli, María de Madeiros, Ricardo
Scamarcia y Adriana Asti. Su recreación es bastante convencional, no muy
consistente en cuanto a la vital impronta política del personaje, y está
centrada en contraponer los elementos de la vida del poeta en la intimidad,
junto a su madre y su prima, con la dramatización de su brutal asesinato.
Imagina, hacia el final, cómo sería el filme que proyectaba Pasolini y que su
muerte truncó. En estas imágenes aparece Ninetto Davoli, el actor angélico de
tantos filmes pasolinianos, en la actualidad un hombre canoso, que conserva su
risa de siempre.
Este año también se ha publicado una novela, Pasolini o la
noche de las luciérnagas, de José María García López, que recrea con
minuciosidad y pulso narrativo la vida del poeta, tomando numerosos y
detallados elementos documentales. En la trama se introduce la acción de una
pareja de investigadores de las circunstancias que llevaron al asesinato, desde
la perspectiva de la actualidad. Buena prosa para un tácito homenaje.
En la mayor parte de estas publicaciones de 2015 se alude a
los caminos recorridos por este creador en el desarrollo de su obra polimorfa,
que aquí se evocan.
“Hacer cine es escribir en un papel que arde”
Cuando Pasolini llega por primera vez a la dirección
cinematográfica, en 1961, ya tiene una considerable obra como escritor. Pero el
cine irá ganando su interés y dedicación hasta su muerte. Tiene
experiencia como guionista pero no el conocimiento técnico requerido para la
dirección. “Va descubriendo, a medida que rueda, los movimientos de cámara, los
distintos objetivos que pueden emplearse, la técnica del montaje, todo un mundo
que se abre ante él deslumbrándolo y superando con creces las expectativas que
en este nuevo medio de expresión artística había depositado”, recuerda el
crítico Miguel Ángel Barroso.
Este aprendizaje sobre la marcha, sin embargo, no supone
titubeos a la hora de dirigir a los actores o reservas a la hora de abordar sus
estudios teóricos sobre el cine. Si bien en los primeros años el director opta
por actores no profesionales, como Franco Citti o Ninetto Davoli, a los que
elige “por lo que son” –y amigos que intervienen en pequeños papeles como
Elsa Morante, Giorgio Agamben o Natalia Ginzburg, y su propia madre, la María
de El Evangelio…– progresivamente va incorporando a sus filmes a profesionales
como Anna Magnani, Silvana Mangano, Maria Callas, Orson Welles o Terence
Stamp.
Es conocido su ensayo sobre el plano-secuencia, el plano sin
cortes de montaje, en el que Pasolini establece la siguiente relación entre esa
técnica y la realidad: “Desde el momento en que nacemos hasta el momento en que
morimos, pasa ante nosotros un plano-secuencia infinito. Por tanto, el cine no
es sino una máquina de rodaje ideal colocada delante de este plano-secuencia,
de este desarrollo continuo de acontecimientos que pasa ante nuestros ojos (…)
De esto deriva la importancia del montaje. Hay un salto, de calidad diría yo, o
incluso de sentido, entre lo que representa el cine en teoría, es decir un
plano-secuencia infinito, y lo que representa el cine en concreto, es decir,
una película. Lo importante de una película es el montaje, la reducción de la
línea infinita a un segmento, en cuyo final aparece precisamente la
palabra Fin”.
Por eso el cine no es un medio que representa la realidad,
sino que la produce de nuevo, la re-produce utilizando la misma realidad
física, los mismos cuerpos y objetos, y la misma secuencia temporal que quiere
reproducir. “El cine, con respecto a otras formas expresivas, anula la
realidad”, concluye Silvestra Mariniello en su amplio estudio sobre el
cineasta. Desde el punto de vista de la época, señala, las dos décadas en las
que Pasolini se dedica al cine suponen un cambio profundo en la vida de Italia,
que vive el tránsito entre los años de la resistencia cultural al fascismo y el
auge del neocapitalismo, un viaje en el que la figura del intelectual se
redefine y que tendrá gran importancia en una personalidad como la de este
creador. Es así que éste revisa permanentemente el sentido de su obra. Después
de haber filmado la llamada trilogía de la vida, el cineasta “abjura”
de ella en un célebre escrito recogido en el libro Cartas luteranas, aunque
no se arrepiente de haberla hecho. Las razones que aduce, en un momento en que
“todo se ha vuelto al revés”, son que la lucha por la democratización y la
liberación sexual “ha sido superada y trivializada por la decisión del poder
consumista de imponer una tolerancia tan amplia como falsa”, la realidad de los
cuerpos inocentes ha sido pisoteada por dicho poder y lo que en las fantasías
sexuales era “dolor y alegría se ha convertido en engaño suicida, en tedio
informe”.
Tiene interés recordar algunos comentarios del cineasta
sobre sus películas, así como la recepción crítica que tuvieron en su momento.
Accattone (1961). “Es
un filme que surgió en Italia en cierto momento cultural, cuando el
neorrealismo había muerto. El neorrealismo era la expresión cinematográfica de
la Resistencia, del redescubrimiento de Italia con todas nuestras esperanzas
por un nuevo tipo de sociedad. Duró hasta fines de los años cincuenta. Después
el neorrealismo murió porque Italia cambió: el establishment consolidó
su posición sobre la base de la pequeña burguesía y el clero. Por ello, Accattone es como es (aparte del
hecho de que es como es porque la hice como la hice) por razones culturales
externas”.
El crítico Ángel Quintana, por su parte, escribió: “El discurso místico-religioso de Accattone, inserto
en medio de una realidad suburbial que el cine nunca había mostrado con tanta
crueldad, provocó una cierta incomprensión de la crítica frente a una película
que, a partir de los postulados de nuevo cine, propugnaba la constitución de
una apasionante poética personal”.
Mamma Roma (1962). “Pienso que lo que les escandalizaba en Accattone era la mezcla entre el violento subproletariado de Roma y la música de Bach, mientras que en Mamma Roma hay una combinación distinta, que es menos sorprendente: la gente normal que trata de acceder a la pequeña burguesía con la música de Vivaldi, que es mucho más italiana y está basada en la música popular, por lo que la contaminación es mucho menos violenta y sorprendente”. (...) “La muerte determina la vida, pienso yo, y lo he escrito en uno de mis recientes ensayos, donde comparo la muerte con el montaje. Una vez terminada, la vida adquiere sentido; hasta ese momento no había cobrado sentido; su sentido estaba en suspenso y por lo tanto era ambiguo. Para mí, la muerte es la culminación de la épica y del mito”.Pajarracos y pajaritos (1965). “Creo que el elemento nuevo en Uccellacci e Uccelini era que intenté que fuese más cine; casi no hay referencias a las artes figurativas y hay muchas más referencias explícitas a otros films (…) Toda la primera parte es una evocación del neorrealismo, aunque naturalmente de un neorrealismo idealizado. Otras, como el episodio de los clowns, intenta evocar deliberadamente a Fellini; de hecho, inmediatamente después el cuervo les habla a los dos y dice: La época de Brecht y Rossellini ha acabado. El episodio entero es una larga cita”.El crítico José Luis Guarner comentó: “Pajarracos y pajaritos viene a ser algo parecido a un milagro. De todas las películas de Pasolini es la que más se ofrece, en apariencia, como un bric-à-brac imposible, un manual de cinéfilo, una recopilación de homenajes a cineastas preferidos, un batiburrillo de citas, ideas y estilos contrapuestos: las cómicas mudas –con Totò reproduciendo constantemente gestos de Chaplin–, la santa simplicidad de Rossellini y su Francesco, la poesía didáctica de Godard…”.Edipo, el hijo de la fortuna (1967). “Tenía dos objetivos: primero, hacer una especie de autobiografía completamente metafórica (y, por consiguiente, mitificada); y segundo, confrontar el problema del psicoanálisis y el problema del mito. Pero en lugar de proyectar el mito sobre psicoanálisis, reproyecté el psicoanálisis sobre el mito. Esta era la operación fundamental de Edipo. Pero me mantuve muy libre y seguí todas mis aspiraciones e impulsos. No me privé de ninguno. Ahora bien, el resentimiento del padre hacia su hijo es algo que sentía de forma más clara que la relación entre el hijo y la madre, porque la relación entre un hijo y su madre no es una relación histórica, es una relación puramente interior, privada, que está al margen de la historia, es metahistórica y, por cosiguiente, ideológicamente improductiva, mientras lo que produce historia es la relación de odio y amor entre el padre y el hijo, por lo que lógicamente me interesó más. (…) He sentido muy profundamente el amor hacia mi madre, y toda mi obra está muy influida por esto, pero es una influencia cuyo origen está muy dentro de mí. En cambio, todo lo ideológico, voluntario, activo y práctico de mis actos como escritor depende de la lucha con mi padre. Por eso puse cosas que no estaban en Sófocles”.
Medea (1970). “En Medea he recuperado todos los temas de mis restantes filmes (…) En cuanto a la obra de Eurípides, me he limitado simplemente a unas cuantas citas. Curiosamente, esta obra está basada en un fundamento teórico de la historia de las religiones: Eliade, Frazer, Levi-Bruhl, obras de etnología y antropología modernas. Medea es la confrontación del universo arcaico, hierático, clerical, y del mundo de Jasón, mundo, por el contrario, racional y pragmático. Jasón es el héroe actual (la mens momentanea) que no solamente ha perdido el sentido metafísico, sino que ni siquiera se plantea problemas de este tipo. Es el técnico abúlico, cuya investigación está dirigida únicamente hacia el éxito”.Los cuentos de Canterbury (1972). “Empecé el rodaje de I racconti di Canterbury cuando se presentó El Decamerón al público italiano. Hasta ese momento yo había tenido pretextos ideológicos para hacer películas; con esa trilogía mis pretextos son de orden ontológico. Quizá se debe a mi envejecimiento. Cuando se es joven, se tiene más necesidad de ideología para vivir. Con la vejez, la vida se hace más estrecha y se basta a sí misma. Ya no tengo el problema del futuro, porque he comprendido que el futuro es como hoy. Esta trilogía [El Decamerón, Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches] es una declaración de amor a la vida.
El crítico Robert Benayoun opinó:
“Extraño este Pasolini, con su obra desigual, ampulosa, que va del colmo de la ambición a las cumbres de la astucia. Este filme forma parte de su vena menor. Estamos lejos de sus exhortaciones cristiano-marxistas (Porcile, El Evangelio según San Mateo…), de sus mitologías sublimes (Edipo, Medea, Teorema), pero el gran público, aquí adulado, no se aburrirá. Pasolini en su versión festiva tiene un gusto suntuoso por los cuadros barrocos, un ritmo sereno, un talento de iluminista y de pintor de frescos (pasa de Holbein a El Bosco vía Durero o Carpaccio)”.
Las mil y una noches
(1974).
“Años atrás, mi ambición era la de lograr lo que Gramsci llamaba ‘una obra de arte nacional y popular’. Ha pasado el tiempo. Conseguir una película nacional-popular, hoy en día, ha resultado ser un sueño. Las masas están inertes y se ha hecho difícil distinguir las clases sociales. Nuestra sociedad de consumo ha unificado naciones y clases. Lo que llamamos el gran público se reduce a un concepto numérico. Yo quería que mi trilogía de la vida cinematográfica fuese vista y comprendida por todos; por esto decidí abordar las formas de narración más puras y simples e introducirme en las misteriosas redes de esos cuentos genuinos que me parecen más fascinantes y universales que cualquier otra forma narrativa moral o ideológica”.
Salò o los 120 días de
Sodoma (1975).
“Mis películas no han sido nunca eróticas, desgraciadamente… Incluso ésta no creo que sea erótica, puede ser que trastorne o que choque, no lo sé muy bien, pero erótica no, jamás; quizás porque estoy inhibido y no sé representar el erotismo en tanto que erotismo… El eros en mis películas es siempre una relación dramática, metafórica. Hoy el sexo es la satisfacción de una obligación social, no un placer contra las obligaciones sociales. De esto deriva un comportamiento sexual radicalmente diferente de aquel al que yo estaba acostumbrado. Para mí, pues, el traumatismo ha sido (y es) casi intolerable. En Salò el sexo es una representación o metáfora de esta situación, la que vivimos en estos años: el sexo como obligación y fealdad. El poder –cualquier poder, legislativo y ejecutivo– tiene algo de bestial. En su código y en su praxis, en efecto, no hace nada más que sancionar, poner en acto la violencia más primitiva y ciega de los fuertes contra los débiles, es decir, de los explotadores contra los explotados. La anarquía de los explotados es desesperada, idílica, y sobre todo provisoria, eternamente irrealizada. Mientras que la anarquía del poder se concreta con la mayor facilidad en artículos del código y en praxis. Los poderosos de Sade no hacen otra cosa que escribir Reglamentos y aplicarlos regularmente”.
Poesía civil
y autobiografía
O sen svejàt
dal nòuf soreli
O me cialt jet
bagnàt di àgrimis! Cu n’altra lus
misvej a planzi
I dìs ch’a svualin
via coma ombrenis.[¡Oh pecho despierto/ del nuevo sol!/ ¡Oh mi caliente lecho/ bañado en lágrimas! / Con otra luz/ me despierto a llorar/ los días que pasan/ volando como sombras].
Este poema, titulado Alba, integra el primer libro
publicado por Pasolini en el dialecto de la región del Friuli. Es un joven de
20 años. Poco después, en 1943, da a conocer La meglio gioventù. Poesie friulane, un poemario más extenso que
tendrá una extraña continuidad, ya que después de aventurarse por otros caminos
en sus libros escritos en italiano, vuelve –en el último año de su vida– a
publicarlo con ligeras modificaciones dentro de una antología en friulano
titulada La nuova gioventù, que reúne poemas escritos entre 1941 y
1974. En los años de su iniciación, Rimbaud y los poetas simbolistas son
sus modelos, como más adelante lo sería la poesía española, sobre todo de
Antonio Machado y Federico García Lorca.
El primer libro de poemas que publica en italiano es Las cenizas de Gramsci (1957), que
muestra una lengua muy elaborada y tiene un rápido reconocimiento de la crítica
y del público. “Las cenizas de Gramsci atestigua
una mezcla verdaderamente única de inteligencia filológica y de avidez sensual:
la filología misma se vuelve, en Pasolini, un medio para penetrar físicamente
en el mundo popular; sus búsquedas lingüísticas y la tensión de su escritura,
que roza incluso el barroco, no son sino tentativas para identificarse con la
anónima realidad”, señala el crítico Giuliano Gramigna en el mismo año de la
aparición del libro.
En la segunda parte, “el
poeta se sincera estableciendo un diálogo con Antonio Gramsci, o mejor dicho,
un monólogo delante de la tumba de éste, en una inolvidable oda civil en la que
nos revela su lucha interior, moral y política”, subrayan los traductores
del libro editado por Visor, Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril. Alberto
Moravia, escritor y amigo de Pasolini, ha precisado qué tipo de poeta civil vio
en él: “La poesía civil italiana siempre
es humanista, tanto la de Petrarca como la de Foscolo, Carducci o D’Annunzio:
siempre humanismo. Ahora bien, con el humanismo es muy difícil escribir poesía
de izquierdas (…) En una situación no muy distinta que la que vivió
Leopardi, la gran originalidad de Pasolini fue escribir poesía civil de
izquierdas, dejando de lado el humanismo y volviendo al decadentismo europeo”.
La consideración de que toda la obra de Pasolini debe ser
vista como un conjunto abierto y en movimiento, que trata los problemas desde
distintas perpectivas, es sostenida por el profesor de la Universidad de Bolonia
Marco Antonio Bazzocchi: “Pasolini es un escritor que trabaja mediante la
mezcla, la hibridación, la experimentación con toda clase de lenguajes y
géneros. En su poesía hay una fuerte tendencia narrativa y autobiográfica,
además de ensayística; en sus novelas, al igual que en sus películas, siempre
hay elementos poéticos; sus ensayos arrancan de intuiciones irracionales, a
duras penas racionalizadas después”.
Con Poesía en forma de rosa (1964) se acentúa su
veta autobiográfica, desde los diarios de rodaje de filmes como Mamma Roma a sus viajes africanos y
a la tensión cívica de sus recurrentes mirada a la historia de la Resistencia.
En Transhumanar y organizar (1971) dice:
Renuncio a ser poeta original, pues su precio es falta
de libertad: un sistema estilístico es demasiado exclusivo.
Adopto esquemas literarios trillados para ser más libre.
Naturalmente, por razones prácticas.
También se pregunta quién es la persona que escribió este
libro, en el que “sobre todo prevaleció
la idea, desesperada pero resignada, de que su propia vida se había
empequeñecido; pero, en cualquier caso, ha aumentado el placer de vivir, en
razón de la material disminución del futuro”.
Una narrativa contaminada
Como sucedería posteriormente con su primera película, Accattone (1961), Pasolini irrumpe
en el terreno de la narrativa con hallazgos de concepción y lenguaje que marcan
la primera madurez de su obra creativa: Chicos del arroyo (Ragazzi di vita), novela publicada en
1955, y Una vida violenta, en 1959. Su encuentro con Roma supuso “un
violento trauma y una violenta carga de vitalidad” que influyeron en la
escritura, durante cinco años, de Ragazzi
di vita. La novela se agotó rápidamente y empezaron con ella las denuncias
y procesos por su presunto carácter “pornográfico”, que acabaron en absolución.
El lenguaje con el que se narra la vida y el carácter de los
personajes de los suburbios romanos en Ragazzi
di vita acaparó rápidamente la atención crítica. Miguel Ángel Cuevas,
traductor de la versión española, lo señala: “La piedra de toque de la mayor
parte de los comentarios es el problema del lenguaje. Pasolini actúa en Ragazzi una
doble operación de contaminación; de un lado el dialecto romanesco está en la
base de los diálogos, de otro un italiano medio lo está en las intervenciones
del narrador; en los personajes la expresividad dialectal aparece a menudo
entreverada de léxico jergal del lumpen…”. El propio autor comenta: “Parece que
mi novela Ragazzi di vita es
intraducible”. Aunque defiende sus recursos: “Las expresiones dialectales
y jergales me son necesarias para escribir… aunque puedan parecer oscuras”. Es
en esta contaminación estilística que el autor encuentra rasgos de sacralidad,
más que en la psicología de los personajes.
El teatro de la Palabra
A comienzos de 1966, Pasolini escribe un grupo de seis tragedias
burguesas en las que se plantea una frontal modificación de las relaciones
entre el actor, la palabra y el público. Las obras son: Calderón (1973, la única publicada en
vida del autor); Pilade (Pílades); Affabulazione (Fabulación); Porcile (Pocilga); Orgia (Orgía) y Bestia da stile. Paralelamente escribe
en 1968 su Manifiesto para un nuevo
teatro, polémica divisoria de aguas con la escena tradicional y con el
estilo vanguardista.
En los 32 puntos para el nuevo teatro, Pasolini define
su propuesta como “teatro de la Palabra” y rescata su carácter de “rito”. Este
teatro, dice, es nuevo porque se dirige a un nuevo tipo de público, dejando de lado
al “público burgués tradicional”. Se opone a los dos teatros típicos, “el
teatro de la Charla, o el teatro del Gesto o del Grito”. Busca su “espacio
teatral” no en el ambiente “sino en la cabeza”. Ya que el espacio teatral será
frontal: texto y actores ante el público, “igualdad cultural entre estos dos
interlocutores”. Se dirige a los intelectuales avanzados que son su único
público. El primordial interés del teatro de la Palabra es cultural, común al
autor, a los actores y a los espectadores, que, cuando se reúnen, cumplen un
“rito cultural”.
Stefano Casi, estudioso de la escena contemporánea, subraya que la dedicación de Pasolini al teatro
“no es ni ocasional ni marginal. Nace de una vocación genuina y constituye un elemento esencial, tanto de su producción artística como de su pensamiento. (…) Más que la tragedia griega, sus obras proyectan la tradición reciente del teatro poético que ha atravesado la Europa del siglo XX: de Lorca a Eliot, de Claudel a los contemporáneos Müller y Weiss. Es un teatro ‘de palabra’, que se convierte en teatro de la mente, que da prioridad a la densidad semántica de la palabra, y su misterio, sobre la acción”.
Calderón, la única
obra que Pasolini dio por acabada, revisa el mito de Segismundo. Según el
crítico Moisés Pérez Coterillo, ese mito es
“un concentrado poderosísimo del mundo que se establece en La vida es sueño, donde encaja el propio mundo poético de Pasolini y su discurso que, sin perder universalidad, rinde un entrañable homenaje a la España sometida a la dictadura del franquismo. Algunos personajes del drama calderoniano, Segismundo, Rosaura, Estrella, Basilio, conocerán una deformación parabólica y la cámara real pintada por Velázquez en Las meninas revela en su profundidad toda la escenografía del poder y la represión”.
Un epistolario político y social
En este marco, trazado por el profesor de Filosofía del Derecho Antonio Giménez Merino, se sitúan los numerosos artículos periodísticos y reflexiones que el autor escribió, en un contexto profundamente italiano pero casi siempre vinculado a problemas del mundo moderno, en cuyo seno hay que entender todos sus mensajes.“La obra madura de Pasolini se ha convertido en objeto de apropiación múltiple, una vez que la historia ha dado la razón a su pesimismo en torno a la modernización consumista. Sin embargo, conviene recordar, primero, que dicha obra va enteramente asociada a una reflexión social compleja y atenta a la realidad de su tiempo, lo que explica la relación de Pasolini con distintos grupos sociales y políticos. Y al mismo tiempo que su discurso crítico (y su pesimismo) tenían que ver con un comunismo emparentado con la cultura de la resistencia antifascista que la aceleración industrial fue dejando atrás”.
El terror institucional, la contestación estudiantil, la
lucha obrera, entre otras cuestiones acuciantes de esos años, son tratados en
las columnas para el semanario Tempo (entre 1968 y 1970) con una
vehemencia que prefigura su etapa posterior como polemista. Ésta se desarrolla
entre 1973 y 1975 con una amplia colección de artículos sobre temas políticos y
sociales, que conforma una crítica radical a la sociedad desarrollada. Integran
el libro Escritos corsarios. La mayor parte de ellos fueron inicialmente publicados
en la primera página del diario Corriere
della Sera. Finalmente, entre enero y octubre de 1975, publica
artículos en el semanario Il Mondo, y también en el Corriere, que serán agrupados en libro
como Cartas luteranas.
El crítico y ensayista Alfonso Berardinelli afirma que
la “homologación cultural” de la que
hablaba entonces Pasolini, es decir, la reducción de los italianos a un único y
despótico modelo de comportamiento (Nueva Clase Media o Nueva Pequeña Burguesía
total) no era un proceso ya finalizado, “pero lo sería pronto”. Pasolini, dice,
fue uno de los últimos escritores difíciles de concebir en un contexto no
italiano, abstractamente cosmopolita. Y añade que “la ensayística política de
urgencia es la verdadera invención literaria de los últimos años del escritor.
Se funda en el esquema retórico de la requisitoria y es la gran oratoria de
acusación y autodefensa pública de un poeta”.
Son muchas las entrevistas que Pasolini concedió, del mismo
modo que son innumerables las ocasiones en que fue fotografiado, de manera que
su exposición pública fue permanente. Pero hubo algunos encuentros especiales.
Por ejemplo, los mantenidos con el periodista Peter Dragazde, en los que el
escritor desgranó reflexiones y observaciones que constituyen un virtual
“testamento espiritual e intelectual”. La cultura italiana, por qué San
Mateo, comunismo y religión, lucha de clases, violencia, cine y realidad, son
algunos de los temas planteados.
Cuando se le pregunta sobre sus cineastas favoritos,
Pasolini enumera: “Dreyer (plenitud sagrada de los rostros y los objetos);
Buster Keaton (perfección formal); Murnau (la mejor película del mundo es La
última carcajada); Mizoguchi (grande como Giuseppe Verdi), Renoir y Tati (los
únicos que han sabido hacer poesía sobre la pequeña burguesía); Bergman (no el
feudal, sino el burgués de Luz de invierno); Godard (¿cómo no amarlo?); el
bueno de Fellini; y Charlot (los más grandes placeres del cine). Añadiré, para
completar el cuadro, que no me gusta ninguno de los mitos de Cahiers du
Cinéma, a saber: ni Hawks, ni Hitchcock, ni Ford. Y detesto a Eisenstein”.
Sobre la libertad sexual se interroga: “¿Es la
libertad sexual necesaria para la creación? Sí. No. O quizá sí. No, no, claro
que no. Pero… sí. No, mejor no. ¿O sí? ¡Oh, maravillosa incontinencia! (¡Oh,
maravillosa castidad!)”.
Algunas de estas respuestas son muy breves, otras ocupan
cuatro o cinco párrafos. Pero la más extensa es la dedicada al capitalismo.
Está formulada en 1967 y en síntesis dice:
“El capitalismo es hoy día el protagonista de una gran revolución interna: se está convirtiendo, revolucionariamente, en neocapitalismo.“En contradicción con lo que decía antes, podría afirmar que la revolución neocapitalista se presenta como competidora de las fuerzas mundiales que van a la izquierda. En cierto sentido, ella también se sitúa a la izquierda. Y, hecho insólito, yendo (a su manera) a la izquierda tiende a englobar todo lo que va a la izquierda. Ante este neocapitalismo revolucionario, progresista y uniformador, se experimenta un inaudito sentimiento (sin precedentes) de unidad del mundo.“¿Y por qué pasa esto? Porque el neocapitalismo coincide con la completa industrialización mundial y con la aplicación tecnológica de la ciencia. (…)“Yo espero, naturalmente, que no gane el neocapitalismo sino que ganen los pobres. Porque yo soy un hombre antiguo, que ha leído a los clásicos, que ha recolectado las uvas en los viñedos…, que ha vivido en pequeñas ciudades que llevan en su espléndida imagen la impronta de las edades artesanales. Por lo tanto, no me interesa nada un mundo uniformado por el neocapitalismo, es decir, por un internacionalismo engendrado, mediante la violencia, por la necesidad de la producción y del consumo”.
La influencia de la pintura, de Caravaggio a Bacon
La pintura ha sido la principal referencia visual de
Pasolini al comenzar su trayectoria como director de cine y un componente
esencial de toda su obra. En unas declaraciones formuladas durante las pausas
del rodaje de Mamma Roma el
propio cineasta lo formuló explícitamente: “Lo que tengo en la cabeza como
visión, como campo visual, son los frescos de Masaccio, de Giotto –que son los
pintores que me gustan más, junto con algunos manieristas–. Y no consigo
concebir imágenes, paisajes, composiciones de figuras al margen de esta inicial
pasión pictórica, trecentista, que tiene al hombre como centro de toda
perspectiva. Por eso cuando mis imágenes están en movimiento, están en
movimiento como si el objetivo se moviese sobre un cuadro”.
Esa pasión pictórica se despertó principalmente cuando
Pasolini era estudiante en la Universidad de Bolonia y realizó un curso de
Historia del Arte con quien siempre consideró más que un profesor
un maestro: Roberto Longhi. A los 20 años de edad comenzó un trabajo de
licenciatura sobre la pintura italiana contemporánea (que incluía análisis de
las obras de Carlo Carrá, Filippo de Pisis y de otro boloñés ilustre: Giorgio
Morandi). Pero el manuscrito de ese trabajo se perdió. Bajo el magisterio de
Longhi, el cineasta aprendió que Caravaggio inventó una nueva luz “cotidiana y
dramática” para sustituir
“la iluminación universal del Renacimiento platónico”. En este pintor Pasolini observará más tarde que su “diafragma luminoso vuelve sus figuras distantes, artificiales, como reflejadas en un espejo cósmico. Aquí los rasgos populares y realistas de los rostros se pulimentan en una caracterología mortuoria… No solo el Baco joven está enfermo, también lo está su fruta”.
Si bien es abundante la referencia a pintores del pasado en
la imagen pasoliniana, la escritora Mariel Manrique ve la conexión del cineasta
con un pintor del siglo XX:
“Más allá de la presencia de Masaccio en Accattone, Mantegna en Mamma Roma, Giotto y Piero della Francesca en El Evangelio según San Mateo, Velázquez en Che cosa sono le nuvole?, Bruegel y el Bosco en Los cuentos de Canterbury, de la presencia del propio Pasolini como Giotto en El Decamerón…, el eco subterráneo de esa cinematografía es la pintura de Francis Bacon; un eco que se hace grito en Saló”. A semejanza de lo que llama el método Bacon, Pasolini “hace un cine no figurativo y antinaturalista, sin hacer un cine abstracto”.
Aunque fragmentarias, hubo algunas exposiciones de las
pinturas y dibujos del cineasta. En la presentación de una de ellas, realizada
en 1991 en Madrid y Sevilla, el pintor italiano Giuseppe Zigaina estableció una
curiosa relación entre el cuadro de Velazquez La fragua de Vulcano, que
está en el Museo del Prado, y Pasolini, señalando su parecido físico con el
personaje mitológico. Velázquez pintó el cuadro en Roma, en 1630, “eligiendo
sus modelos entre los jóvenes de los suburbios”. Y agrega Zigaina: “Que en El Decamerón Pasolini/Giotto se
haya vestido, en muchas escenas, como el Vulcano de Veláquez es una
confirmación ulterior de la influencia que sobre él tuvo este cuadro del Museo
del Prado”.
Algo sucederá
En conclusión: es en el Pasolini poeta, el diurno y el
nocturno, el sujeto de una “desesperada vitalidad”, el disidente del mundo en
que vivió, el narcisista y el crítico de sí mismo, donde puede encontrarse el
motor que anima sus creaciones en distintos lenguajes y estilos, y la firmeza
de sus batallas perdidas o ganadas a destiempo. Además de significar tantas
otras cosas, el asesinato del cineasta en 1975 impidió la realización de su
último proyecto, para el que contaba con un perfilado relato. Después del duro
trance de Salò, una fábula, que tal vez hubiera completado el sentido
filosófico de su obra y cuyo título provisional era Porno-teo-kolossal.
Se trata, en la línea de Pajarracos y pajaritos, de dos personajes napolitanos que realizan
juntos “un viaje”, a la manera de Don Quijote y Sancho. Un rey mago, que debía
interpretar el gran actor Eduardo de Filippo, y su servidor romano, Romanino,
pensado para Ninetto Davoli, que fue pareja de Pasolini durante 15 años. El
largo trayecto comienza en Nápoles, continúa en Roma (Sodoma), Milán
(Gomorra), París (Numancia) y después de pasar por Ur, en el Oriente, y por
Nueva York, termina en el espacio sideral. En todo su desarrollo, los
protagonistas, que ahora se llaman Epifanio y Nunzio, viven episodios
disparatados y fantásticos, y cambian de ciudad cuando ven en el cielo un Cometa
cuya señal luminosa les indica que tienen que partir hacia su próxima escala.
En Sodoma han visto que todos sus habitantes tienen
relaciones homosexuales, salvo una pareja (del estilo de Romeo y Julieta) que
mantiene la ya olvidada relación entre sexos diversos. Y son duramente
castigados en un tribunal público de esa comunidad. En Gomorra asisten
asombrados a la situación inversa: todos son heterosexuales, menos una pareja
de dos hombres, que son llevados a la picota. Finalmente, Numancia es el territorio
de la violencia, la disciplina y el fanatismo: un retorno neonazi, tecnificado,
más “moderno” que el de 30 años antes. Un Poeta consagrado de esa comunidad
convoca a la población de Numancia a un suicidio colectivo para resistir de ese
modo la invasión de los neofascistas. Cuando éstos llegan, ven que el único
superviviente es el Poeta, que no se ha suicidado. Los atacantes dialogan con
él, pero finalmente lo fusilan. Muere gritando “¡Viva la Revolución!”.
La fábula termina en el espacio. Ambos compinches comentan
su viaje, contemplando la esfera de la Tierra que está a lo lejos. Epifanio,
hablando para sí mismo o para nadie, dice dolorosamente que ha sido una ilusión
la que lo ha guiado por el mundo, aunque una ilusión que, del mundo, le ha hecho
conocer la realidad… Y agrega: “Como
todos los cometas, el Cometa que yo he seguido ha sido una cabronada. Pero sin
esa cabronada, Tierra, no te hubiera conocido…”.
Nunzio, que mira la Tierra con simpatía, comenta en
napolitano: “Bueno, señor Epifanio, no existe el fin. Esperemos. Algo
sucederá”.
Filmografía
1961.- Accattone.
1962.- Mamma Roma.
1963.- Rogopag (episodio: La ricotta).
1963.- La rabbia (primer episodio).
1963.- Sopraluoghi in Palestina (documental).
1964.- Il Vangelo secondo Matteo (El Evangelio según San Mateo).
1964.- Comizi d’amore.
1966.- Uccellacci e uccellini (Pajarracos y pajaritos).
1967.- Le streghe (Las brujas, episodio La Tierra vista desde la Luna).
1967.- Edipo Re (Edipo, el hijo de la fortuna).
1968.- Che cosa sono le nuvole? (episodio de Capriccio all’italiana).
1968.- Teorema.
1968.- Appunti per un film sull´India (documental televisivo).
1969.- La sequenza del fiore di carta (episodio de Amore e rabbia).
1969.- Porcile (Pocilga).
1970.- Medea.
1970.- Appunti per un’Orestiade africana.
1971.- Il Decamerone (El Decamerón).
1972.- I racconti di Canterbury (Los cuentos de Canterbury).
1974.- II fiore delle mille e una notte (Las mil y una noches).
1975.- Salò o le centoventi giornate di Sodoma (Saló o los 120 días de Sodoma).
1962.- Mamma Roma.
1963.- Rogopag (episodio: La ricotta).
1963.- La rabbia (primer episodio).
1963.- Sopraluoghi in Palestina (documental).
1964.- Il Vangelo secondo Matteo (El Evangelio según San Mateo).
1964.- Comizi d’amore.
1966.- Uccellacci e uccellini (Pajarracos y pajaritos).
1967.- Le streghe (Las brujas, episodio La Tierra vista desde la Luna).
1967.- Edipo Re (Edipo, el hijo de la fortuna).
1968.- Che cosa sono le nuvole? (episodio de Capriccio all’italiana).
1968.- Teorema.
1968.- Appunti per un film sull´India (documental televisivo).
1969.- La sequenza del fiore di carta (episodio de Amore e rabbia).
1969.- Porcile (Pocilga).
1970.- Medea.
1970.- Appunti per un’Orestiade africana.
1971.- Il Decamerone (El Decamerón).
1972.- I racconti di Canterbury (Los cuentos de Canterbury).
1974.- II fiore delle mille e una notte (Las mil y una noches).
1975.- Salò o le centoventi giornate di Sodoma (Saló o los 120 días de Sodoma).
Bibliografía
Poesía
Poesie a Casarsa. 1942.
Poesie. 1945.
La meglio gioventù. 1954.
Il canto popolare. 1954.
Le ceneri di Gramsci (Las cenizas de Gramsci). 1957.
L’Usignolo della Chiesa Cattolica. 1958.
La religione del mio tempo (La religión de mi tiempo). 1961.
Poesia in forma di rosa (Poesia en forma de rosa). 1964.
Poesie dimenticate. 1965.
Trasumanar e organizar (Transhumanar y organizar). 1971.
La nuova gioventù. 1975.
Le poesie. 1975.
Poesie. 1945.
La meglio gioventù. 1954.
Il canto popolare. 1954.
Le ceneri di Gramsci (Las cenizas de Gramsci). 1957.
L’Usignolo della Chiesa Cattolica. 1958.
La religione del mio tempo (La religión de mi tiempo). 1961.
Poesia in forma di rosa (Poesia en forma de rosa). 1964.
Poesie dimenticate. 1965.
Trasumanar e organizar (Transhumanar y organizar). 1971.
La nuova gioventù. 1975.
Le poesie. 1975.
Póstumo
Bestemmia: Tutte le poesie. 1993.
Narrativa
Ragazzi di vita (Chicos
del arroyo, o Chavales del arroyo, en España: Muchachos de la calle, en Argentina). 1955.
Una vita violenta (Una vida violenta). 1959.
L’odore dell’India (El olor de la India). 1962.
Il sogno di una cosa (El sueño de una cosa). 1962.
Alì dagli occhi azzurri (Alí de los ojos azules, contiene escritos en prosa y el poema que da título al volumen). 1965.
Teorema. 1968.
La Divina Mimesis (La Divina Mímesis). 1975.
Una vita violenta (Una vida violenta). 1959.
L’odore dell’India (El olor de la India). 1962.
Il sogno di una cosa (El sueño de una cosa). 1962.
Alì dagli occhi azzurri (Alí de los ojos azules, contiene escritos en prosa y el poema que da título al volumen). 1965.
Teorema. 1968.
La Divina Mimesis (La Divina Mímesis). 1975.
Póstumos
Amado mio, preceduto
da Atti impuri (Amado mío). 1982.
Petrolio (Petróleo). 1992.
Petrolio (Petróleo). 1992.
Teatro
Calderón (1973).
Publicadas en libro después de la muerte del autor, en 1988
Pilade (Pílades).
Orgia (Orgía)
Porcile (Pocilga).
Affabulazione (Fabulación).
Bestia da stile.
Orgia (Orgía)
Porcile (Pocilga).
Affabulazione (Fabulación).
Bestia da stile.
Ensayos y artículos
Passione e ideología
(Pasión e ideología). 1960.
Empirismo eretico. 1972.
Scritti corsari (Escritos corsarios). 1975.
Empirismo eretico. 1972.
Scritti corsari (Escritos corsarios). 1975.
Póstumos
Lettere luterane
(Cartas luteranas). 1976.
Il caos (El caos). 1979.
Descrizioni di descrizioni. 1979.
Il pórtico della morte. 1988.
I film degli altri (Las películas de los otros). 1996.
Saggi sulla letteratura e sull’arte. 1999.
Saggi sulla politica e sulla società. 1999. Hay una selección en castellano de estos escritos sobre política y sociedad titulada: Demasiada libertad sexual os convertirá e terroristas.
Sobre el deporte. Recopilación de artículos de prensa sobre fútbol y otros deportes. 2015.
Il caos (El caos). 1979.
Descrizioni di descrizioni. 1979.
Il pórtico della morte. 1988.
I film degli altri (Las películas de los otros). 1996.
Saggi sulla letteratura e sull’arte. 1999.
Saggi sulla politica e sulla società. 1999. Hay una selección en castellano de estos escritos sobre política y sociedad titulada: Demasiada libertad sexual os convertirá e terroristas.
Sobre el deporte. Recopilación de artículos de prensa sobre fútbol y otros deportes. 2015.
Epistolario
Lettere 1949-1954. 1986.
Lettere 1955-1975. 1988.
Lettere 1955-1975. 1988.
Dibujos y pinturas
PPP Disegni, 1941-1975 (192 obras, edición de Giuseppe
Zigaina). 1978.
Obra Completa
Diez volúmenes al cuidado del crítico Walter Siti. Publicada
en Italia por la editorial Mondadori entre 1998 y 2003.
Las fuentes
A continuación se enumeran obras y publicaciones de y sobre
Pasolini, editadas en castellano y en italiano. De algunas de ellas proceden
las citas textuales reproducidas en este texto.
Narrativa
Chicos del arroyo. Título original: Ragazzi di vita (1955). Edición
y traducción de Miguel Ángel Cuevas. Cátedra, Madrid, 1990. Existe otra edición
del mismo traductor, titulada Chavales del arroyo, publicada por Nórdica
Libros, Madrid, en 2008 y 2015. En Argentina se publicó con el título Muchachos
de la calle, en traducción de Atilio Dabini. Fabril Editora, Buenos Aires,
1961. Planeta, 1973.
Una vida violenta. Traducción de Atilio Pentimalli
Melacrino. Seix Barral, Barcelona, 1993, 2003.
Teorema. Traducción
de Enrique Pezzoni. Edhasa, Barcelona/Buenos Aires, 2005.
Petróleo. (publicada póstumamente). Traducción de
Atilio Pentimalli. Seix Barral, Barcelona, 1993.
Poesía
Las cenizas de Gramsci.
Edición bilingüe, traducción y prólogo de Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril.
Visor Libros, Madrid, 2009.
Poesía en forma de
rosa. Traducción de Juan Antonio Méndez Borra. Visor Libros, Madrid, 2002.
Transhumanar y
organizar. Traducción de Ángel Sánchez-Gijón. Visor Libros, Madrid,
1981/2002.
Who is me. Poeta de
las cenizas. Poeta delle ceneri, título con el que se publicó en
Italia, en la revista Nuovi Argomenti (1980), este manuscrito inconcluso
probablemente de 1966. Traducción y prólogo de Marcelo Tombetta, DVD Ediciones,
Barcelona, 2002.
Teatro
Calderón.
Traducción de Carla Matteini. Prólogo de Moisés Pérez Coterillo. Icaria,
Barcelona, 1987.
Fabulación. Introducción
de Edi Liccioli. Traducción de Carla Matteini. Editorial Hiru, Hondarribia,
1997.
Pocilga.
Traducción de Fernando González. Amarú Ediciones, Salamanca, 1995.
Orgía. Versión castellana
de Carla Matteini. Editorial Hiru. Hondarribia, 1995. Incluye el Manifiesto para un nuevo teatro.
Pasolini, la palabra
como revelación y como exilio. Ciclo de obras teatrales y conferencias
dedicado al autor. Teatro Pradillo y Centro Cultural Moncloa. Febrero de 2009.
Cine
Pier Paolo Pasolini. De Silvestra Marinello. Traducción de
José Luis Aja. Ediciones Cátedra, Madrid, 1999. Estudio sobre el cineasta y sus
películas.
Pier Paolo Pasolini. La brutalidad de la coherencia. De
Miguel Ángel Barroso. Ediciones Jaguar, Madrid, 2000. Análisis de la obra
cinematográfica.
Pasolini: obra cinematográfica. Proyección de 14 películas
del cineasta, organizada por la Filmoteca Española. Madrid, noviembre-diciembre
de 2002.
Escritos periodísticos y artículos
El caos. Contra el
terror. Il caos (epígrafe de las columnas escritas entre 1968 y
1970 en el semanario Tempo). Traducción de Antonio Prometeo-Moya, Editorial
Crítica, Barcelona, 1981.
Scritti corsari (Escritos
corsarios), con prefacio de Alfonso Berardinelli. Garzanti, Milano, 1975/ 2011.
Cartas luteranas.
Traducción de Josep Torrell, Antonio Giménez Merino y Juan-Ramón Capella.
Editorial Trotta, Madrid, 1997/2010.
La Italia de Pasolini.
Fragmentos de una crónica de viaje por la costa italiana realizado por el
autor en 1959. Revista Room 1, 2008. Mucho después, el fotógrafo Philippe
Séclier obtuvo imágenes de los mismos lugares. Texto y fotos fueron publicados
conjuntamente bajo el título Larga carretera de arena por la editorial
Blow Up Libros Únicos.
Demasiada libertad
sexual os convertirá en terroristas. Bajo este título algo oportunista
elegido por la editorial –que es el de un breve artículo publicado por Pasolini
en la prensa italiana– se agrupa una selección de certeros artículos del autor,
tomados del volumen de sus Obras
completas titulado Saggi sulla
política e sulla società (Ensayos sobre la política y la sociedad). Errata
Naturae Editores, Madrid, 2014.
Biografías
Vida de Pasolini. De Enzo Siciliano. Traducción Juan
Moreno. Plaza & Janés, Barcelona, 1981. Hay una edición de 2015: Pasolini,
una vida tormentosa (Editorial Torres de Papel).
Pier Paolo Pasolini. Una vida. (Pasolini, una vita, 1989).
De Nico Naldini. Traducción de Mercedes de Corral. Circe Ediciones, Barcelona,
1992/2001.
Pasolini o la noche de las luciérnagas. De José María
García López. Nocturna Ediciones, Madrid, 2015. Recreación novelada de la vida
del poeta y cineasta italiano.
Ensayos y entrevistas
Una fuerza del pasado.
El pensamiento social de Pasolini. De Antonio Giménez Merino.
Editorial Trotta, Madrid, 2003.
Pasolini, palabra de
corsario. Revisión del corpus pasoliniano, con especial
referencia a su obra poética. Varios autores. Textos y fotografías de la
exposición comisariada por Alessandro Ryker. Círculo de Bellas Artes, Madrid,
2005.
Visiones de Pasolini. Edición
de Mariano Maresca. Ponencias de varios autores en el congreso Pasolini,
posthistoria, mundo y barbarie. Ediciones del Círculo de Bellas Artes, Madrid,
2006.
Nueva
York. Pasolini rilegge Pasolini (1972). Incluye una larga
entrevista realizada en Estados Unidos y el artículo Nueva York es una
guerra. Traducción de Paula Caballero Sánchez. Errata Naturae Editores,
Madrid, 2011.
Pasolini, una fuerza del pasado. Ensayo
de Salvador Cobo, integrante del colectivo editorial de la revista de
pensamiento crítico Cul de sac. Número 3-4. Alicante, enero de 2014.
Pier Paolo Pasolini.
Una desesperada vitalidad. Monográfico dedicado al cineasta de la revista Shangrila (números
23-24), Santander, mayo de 2015. Artículos de 27 especialistas. 426 páginas.
Especial
Pasolini. Revista Caimán, cuadernos de cine (número 42, octubre de
2015), Madrid. Varios autores.
Todos estamos en
peligro. Una versión íntegra en castellano de la última
entrevista a Pasolini.
DVD
Pasolini, un delitto
italiano. Filme de Marco Tulio Giordana, 1995. Crónica de los procesos
abiertos tras el asesinato del cineasta en 1975, a los 20 años de que se
produjera. Es una enfática requisitoria contra los errores del proceso judicial
y el silencio político. Indirectamente mantiene la hipótesis de la
responsabilidad colectiva en el crimen.
Pier Paolo Pasolini e
la ragione di un sogno. Película de Laura Betti, actriz y amiga íntima
del cineasta. 2001. Fragmentos de la vida de Pasolini y testimonios de quienes
lo conocieron.
La voce di Pasolini,
2006. Montaje de imágenes sobre distintos momentos de la historia italiana de
la segunda mitad del siglo XX, con escritos de Pasolini leídos en off por
el actor Toni Servillo. Un libro con los textos acompaña el DVD.
Profezia. L’Africa di
Pasolini, 2013. Documental de Gianni Borgna con supervisión artística de
Enrico Menduni. El filme parte del poema pasoliniano Profecía para
seguir la búsqueda del cineasta, a través de viajes y escritos, en el mundo de
las culturas africanas.
Pasolini, 2014. Filme
de Abel Ferrara que recrea algunos aspectos de la personalidad del poeta y
cineasta, e imagina una versión libre del último proyecto cinematográfico
pasoliniano, truncado por su asesinato en 1975.
Obra gráfica y fotografías
Pasolini, entre enigma
y profecía. Pasolini tra enigma e profezia (1991), del pintor y
crítico Giuseppe Zigaina. Textos del autor y dibujos de Pasolini, expuestos en
1991 en la sede del Instituto Italiano de Cultura de Madrid, editor del libro.
Imágenes corsarias.
Exposición retratos de Pasolini. Instituto Italiano de Cultura. Madrid,
noviembre de 2010.
Pasolini/Roma.
Exposición de fotografías y documentos sobre el cineasta, en distintos momentos
de su trayectoria vital. Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona,
mayo-septiembre de 2013. La misma muestra, acompañada de la proyección de las
películas de Pasolini, en la Cinémathéque Française. París,
septiembre-noviembre de 2013.
Centros de estudio en Italia
1. Centro Studi – Archivio Pier
Paolo Pasolini della Fondazione Cineteca di Bologna. Centro de
documentación internacional instituido por la actriz Laura Betti, quien en 2003
donó a la Cineteca de Bologna el archivo sobre el cineasta que atesoró durante
dos décadas. Reúne materiales referidos a la obra literaria, cinematográfica y
teatral del poeta.
2. Centro Studi Pier
Paolo Pasolini – Casarsa
della Delizia. Esta localidad friulana alberga un centro de
documentación cuya sede es la casa materna de Pasolini. Conserva numerosas
cartas y originales de las obras escritas en sus años de formación.
3. Página web dedicada
a Pasolini, iniciada por Angela Molteni.
4. Studi pasoliniani
(2014). Revista internacional dirigida por Guido Santato. Este anuario publica
estudios de un gran número de especialistas sobre todos los aspectos de la obra
pasoliniana. Fabrizio Serra Editore. Pisa-Roma.