En su mediática actuación en el intermedio de la Super Bowl, Beyoncé y sus bailarinas
vestían completamente de negro (las segundas con el pelo a lo afro y boina) a
semejanza de los Panteras Negras , durante unos segundos de la coreografía
formaron una X en supuesta alusión a Malcolm X y en otro momento también
saludaron con el puño en alto.3 Algunas “sutiles” diferencias con los
movimientos aludidos radicaban en que sus vestidos acababan por las ingles y
que no estaban haciendo activismo en las calles sino actuando en el evento
deportivo más atado al capitalismo mediático de todo el país: la Super Bowl, con el patrocinio de grandes
empresas como Pepsi y socios comerciales como Chevron, Google, Hewlett Packard,
Levi’s y un largo etcétera .
¿Qué significa eso? Que tuvo la luz verde de todas esas grandes corporaciones o sus representantes en el Levi’s Stadium de Santa Clara para realizar la actuación que presentó. La coreografía de Beyoncé fue cualquier cosa menos improvisada y todos allí sabían el supuesto homenaje que se iba a realizar al movimiento negro (el equipo de realización debía conocer al detalle la coreografía para, por ejemplo, utilizar un plano cenital para mostrar la “X” cuando las bailarinas se alinearan formando tal letra).
Por otra parte, en su nuevo videoclip Formation (estrenado en Tidal y
medio escondido en YouTube) encontramos diversas alusiones a la comunidad negra
y sus padecimientos. 4 Podemos observar, por señalar algunos puntos, una
iconografía que alude a la inundación de Nueva Orleans en 2005 o grafitis
exigiendo que paren de dispararles (en referencia a los asesinatos y abusos
policiales que sufren algunos afrodescendientes) junto al fugaz recuerdo de
algún líder histórico como Martin Luther King que aparece durante menos de un
segundo en la portada de un periódico llamado The Truth (“La Verdad”). Sin embargo, todos estos elementos de
cierto compromiso, junto a varios y más que confusos guiños al orgullo de
negritud, se muestran dentro de un videoclip donde Beyoncé alardea de su
condición de estrella y multimillonaria, se llama “zorras” al resto de mujeres
y no tiene ningún reparo en publicitar marcas de ropa de lujo como Givenchy o
hacer product placement de
otras más populares como Adidas o Red Lobster. Lo cierto es que pese a que
Goodman y su compañero comparen forzadamente a Beyoncé con el Black Lives Matter o los Panteras
Negras, la realidad dista mucho de tal exótica mezcolanza.
Los Panteras Negras fueron una organización política
anticapitalista y armada para la autodefensa y la ayuda de los afroamericanos
creada en 1966. Su máxima influencia social la alcanzó entre finales de los
sesenta y principios de los setenta con algunos programas de ayuda a las
comunidades tan populares como el Free
Breakfast (“Desayuno gratis”) para los niños más desfavorecidos. Como
bien señalan Goodman y Moynihan en su artículo, fueron perseguidos por el FBI
mediante un programa de contrainteligencia llamado COINTELPRO, supervisado por
el propio Edgar Hoover. El movimiento fue destruido desde fuera y desde dentro
mediante la guerra sucia del Estado norteamericano: falsificación de pruebas,
suplantación de identidades y correspondencia, hostigamiento legal, palizas,
guerra psicológica, etc. Es más, algunos de sus líderes fueron encarcelados o
asesinados mientras que otros tuvieron que huir exiliándose en Cuba. Los
Panteras Negras no sólo eran una extensión radicalizada del movimiento negro
liderado por Malcolm X o Martin Luther King, sino que se consideraban
socialistas, marxistas, revolucionarios y gran parte de ellos maoístas (sus
seguidores estudiaban como obra de cabecera “El
Libro Rojo” de Mao Zedong y Huey P. Newton, su líder, fue recibido
oficialmente por las autoridades chinas en 1971, un año antes que lo hiciera el
propio presidente Nixon).
Por su parte, la actual Black
Lives Matter es (por ahora) una organización de base con cierto espíritu
posmoderno e ideológicamente situada entre el centro-izquierda y la izquierda
del espectro político que, si bien centra sus actividades en la defensa de la
población negra, también observa una sensibilidad prioritaria con la comunidad
LGTB (afrodescendiente).5 No son un partido político, ni mucho menos
pretenden el derrocamiento del sistema capitalista. Tampoco van armados para
evitar abusos policiales como lo hacían los Panteras Negras ni practican ningún
tipo de internacionalismo revolucionario. Son una organización de tintes
reformistas que militan para que los estándares de la población negra mejoren.
No hay prédica socialista ni lucha de clases. Ni una palabra de crítica al
capitalismo.
En cambio, Beyoncé, a años luz de los anteriores y ajena a
cualquiera de los padecimientos que sufren las mayorías de su mismo fenotipo,
es una multimillonaria empresaria y rentista del cuerpo que,6 junto a su
marido, el ex traficante, rapero y alto ejecutivo de la industria musical
Jay-Z, forman una de las parejas más poderosas del negocio con contactos con la
élite estadounidense, tanto política (Barack Obama o Hillary Clinton) como
empresarial (Russel Simmons o Warren Buffet), tanto negra como blanca. La
máxima liberación de la comunidad afrodescendiente por la que está dispuesta a
“luchar” la ex Destiny Child,
mientras contornea el trasero ligera de ropa, se lame los dedos mirando a la
cámara o celebra su riqueza en sus elitistas vídeos musicales, es aquella que
permita a todos sus miembros transformarse en unos “Bill Gates negro[s]” (como
apunta la propia letra de Formation).7 O
sea, “emancipación” por medio del enriquecimiento individual y la explotación
económica de las mayorías.
Se trata de la clásica historia del black capitalism que la misma
oligarquía estadounidense ha publicitado desde hace décadas para integrar
ideológicamente a la mayoría de la clase trabajadora afroamericana en su
régimen y de paso dividirla en sus luchas colectivas con la blanca (justo lo
contrario de lo que hacía el Partido Comunista).8 Desde que tras largas
luchas los afrodescendientes consiguieron los mismos derechos civiles que el
resto (1969), en las décadas siguientes el capitalismo negro se llamó Bill
Cosby, Michael Jordan, Oprah Winfrey o Will Smith. Todas esas estrellas eran y
son las que la industria cultural necesita para vender la imagen del Sueño
Americano entre una población tan castigada como la afrodescendiente. Esta
publicitada propaganda afirma que los negros que se esfuercen por triunfar
acabarán haciéndolo sin importar las condiciones materiales que les rodeen
(falta de oportunidades laborales, pobreza, narcotráfico, etc.). Es decir, sin
importar la barreras sistémicas del pasado y del presente, sin tener en cuenta
los siglos de esclavitud y la discriminación que todavía hoy hacen que los
afrodescendientes en los EUA sufran una pobreza semejante a la de Irak con un
27,4% de su población en la indigencia, un paro que dobla al de la población
blanca o un 40% de la población presa pese a sumar solo el 12% de la ciudadanía
estadounidense.9
De este modo, con la prédica del black capitalism al que se incorpora con entusiasmo Beyoncé,
la industria cultural hegemónica conseguirá que las nuevas generaciones de
niños y jóvenes afrodescendientes tengan como referentes para idolatrar a
negros enriquecidos bajo las reglas del capitalismo estadounidense, a negros
asimilados burgueses o rentistas, en lugar de líderes afroamericanos
verdaderamente contrahegemónicos. Auténticos héroes y heroínas que, como en los
sesenta y principios de los setenta, lucharon por los derechos del colectivo y
por el de todas las clases populares sin importar el color de su piel: Malcolm
X, Martin Luther King, Huey P. Newton, Angela Davis, etc.10 La prédica del
“capitalismo negro” es una estrategia de la clase dirigente para lograr la
hegemonía de los dominados por consenso, que diría Antonio Gramsci. Y Beyoncé
es clave, como mujer negra de éxito bajo las reglas del sistema, para
conquistar a decenas de millones de adoctrinados por el flujo del mainstream cultural.
El problema de su mensaje como traducción afro del American Way of Life (el “libérate
enriqueciéndote”) es que, por defecto, no puede existir tantos puestos de ricos
capitalistas o rentistas del espectáculo como para que todos los negros puedan
vivir tan holgadamente como ellos. Necesitan a muchos trabajadores negros (y
blancos o de cualquier otro tipo) a los que extraerles el plusvalor mediante la
explotación salarial y a partir de allí obtener las ganancias que les permitan
el despilfarrador estilo de vida del que Beyoncé alardea en gran parte de sus
vídeos.11 Aquellos ingresos que permiten a la cantante regalarle a su
marido un jet Bombardier
Challenger 850 valorado en $40 millones para su cumpleaños o a éste
comprarle una isla privada cerca de Florida en el suyo.12 Es algo
“ligeramente” diferente a por lo que militaban los Panteras Negras cuando
luchaban no sólo contra la opresión racial sino también contra la opresión
capitalista que sufría la clase trabajadora.
Pero, ¿cómo es posible que una mujer tan preparada como Amy
Goodman no pueda ver algo tan diáfano? ¿Cómo es posible que la principal
responsable de uno de los programas de radio y televisión radical
estadounidense más populares (Democracy
Now) y la autora de diversos libros críticos con el gobierno más poderoso
del mundo se rinda tan fácilmente a los encantos de una estrella de la
industria musical simplemente por aludir de la forma más banal, superficial y
contradictoria posible a un movimiento por el que ella siente simpatía?
En realidad, tristemente, es más sencillo y mundano de lo
que parece. Una de las causas estriba en lo que en psicología se llama el
efecto halo por atractivo físico. Se utiliza ampliamente en publicidad para
conquistar al consumidor y se trata de un sesgo cognitivo que falsamente hace
creer al espectador que una persona, por el mero hecho de ser atractiva, es
mejor de lo que realmente es en otros aspectos de su personalidad. Por ejemplo,
si una mujer es bella, la vemos más inteligente, más generosa, más audaz y
quizás en el caso de Beyoncé… más “comprometida” de lo que realmente es, ante
el menor gesto en esa dirección. Todo aquello que el espectador considera
bueno, será reforzado e hipertrofiado por el atractivo sexual y el carisma.
Otra de las razones que sustenta el entusiasmo de Goodman radica en que en el
Olimpo de Dioses y Diosas Manufacturados desde las industrias culturales
hegemónicas (TV, música de masas, prensa y cine comercial, etc.) son tan infrecuentes
los casos de compromiso social o político que, cuando alguna de estas
prefabricadas celebridades se pronuncia al respecto, aunque sea del modo más
vago, ambiguo y banal posible, encontrará la simpatía de muchos intelectuales
de izquierda huérfanos de referentes conocidos que apoyen sus causas. Es decir,
les ayudarán a sentirse menos solos de lo que en realidad están.
En otras palabras, con la ambigüedad de su mensaje “pro black power” el equipo de producción y marketing de
Beyoncé consiguió con Formation y
su actuación en la Super Bowl llegar
a (casi) todo el mundo a la izquierda de los republicanos más duros (que no
interesan a la artista pues ya los había “ahuyentado” hace años con su apoyo
público al Partido Demócrata). Con este “escándalo” premeditado alcanzaron
simultáneamente a la mayoría de gente que no le importa en absoluto el decurso
del movimiento negro y simplemente disfrutará con las coreografías de las
sensuales bailarinas danzando al ritmo de los éxitos precocinados del
repertorio de Beyoncé y a aquella minoría preocupada por la suerte de la
comunidad afrodescendiente que verán compromiso donde sólo hay oportunista
pose. Sumado a ello, la polémica en los medios republicanos le otorgará a la
cantante una presencia mediática extra y una victimización/defensa en el bando
progresista que le resultará ciertamente rentable. Resultado: más publicidad y
beneficios para Beyoncé y sus auspiciadores.
Complementariamente a lo anterior, todo este calculado
revuelo pudiera tratarse (también) de una hábil estrategia de marketing de Jay-Z, el marido de la
cantante, para volver a colocar en el escaparate mediático a su maltrecha
plataforma de vídeos en streaming,
Tidal (donde se estrenó el videoclip
en exclusiva), la cual está siendo un estrepitoso fracaso comercial.13 Por
eso la empresa recientemente anunció que donaría 1,5 millones de $ a diversas
ONG que se centran en ayudar a la población afrodescendiente.14 Una forma
de atraer y fidelizar, al menos, al público negro. Como no alcanzan al
mayoritario, que era su objetivo primario al lanzar la empresa (ni más ni menos
que competir con YouTube o Spotify), más vale ser cabeza de ratón que cola de
león. Todo dentro de la consabida y publicitada “responsabilidad social” del
mundo corporativo. La caridad de siempre difundida por los focos y las ruedas
de prensa que sirven para mejorar la percepción de la marca entre los
(posibles) consumidores.
En síntesis, Beyoncé Knowles es parte del engranaje de la
misma oligarquía política y económica que saca rédito de la opresión “racial” y
económica de las mayorías trabajadoras negras (y blancas) estadounidenses.
Ayuda a dividir a la fuerza de trabajo norteamericana sobre el eje “racial”
(fenotípico) que desplaza al científicamente objetivo y estructural de “clase”,
abaratando así su valor (sus salarios), al dificultar las luchas unitarias. De
hecho, la cantante apoya a la candidata más a la derecha del Partido Demócrata,
Hillary Clinton, frente al socialdemócrata de izquierdas Bernie Sanders, en su
pugna por ser la candidata del partido a las elecciones de este año.15 La
misma mujer que rio a carcajadas cuando como Secretaria de Estado de Obama se
enteró que Gadafi había sido asesinado,16 la misma que es parte integrante
del imperialismo estadounidense que con sus guerras aplasta las vidas y los
sueños de tantos pueblos alrededor del mundo sin importar el color de su tez.
Beyoncé es como Obama, puro marketing, resultona pose y
publicitado “cambio” para que nada cambie. La cara amable, “liberal”, de un
capitalismo atroz, frente a la cara antipática, “conservadora”, de los halcones
republicanos. Pero todos juntos dentro de las filas de la oligarquía
imperialista estadounidense. Así, pese a todas los gestos supuestamente
“progresistas” que hiciera en su actuación en la Super Bowl, lo importante es que por encima de Beyoncé seguirá
brillando el logotipo del capital (en este caso de la patrocinadora Pepsi)
mientras canta (sin rubor) que “es una estrella” y que le sobra el dinero. Y
pese a ello, el efecto halo es tan poderoso que valerosas activistas como Amy
Goodman seguirán creyéndose lo que muchos no nos creímos con Obama pese a la
amplitud de su sonrisa: que su praxis fuera verdaderamente contrahegemónica.
Eso sí, hay que reconocer el compromiso de Beyoncé en un punto y es que
efectivamente es una sincera militante de una causa muy especial: el tamaño de
su bolsillo. Así puede ser activista de muchas que le ayuden a engordarlo. Hoy
será la población negra y mañana… ¿quién sabe? Estamos seguros que no será la
lucha contra un capitalismo que la encumbra hasta la estratosfera de la
jerarquía social y le permite disfrutar de una riqueza francamente obscena.
Uno de los comentaristas de izquierda fascinados por el
supuesto compromiso de Beyoncé, Dave Zirin, afirmó: “Estoy francamente asombrado que este país, en el que se pueden servir
salchichas con copos de oro mientras la gente se muere de hambre en las calles,
también puede ser un país capaz de producir una artista tan audazmente
brillante como Beyoncé”. Suponemos que con lo de “brillante” se refería a
los zapatos de oro y diamantes que la diva compró por más de 300.000 $ en una
elitista joyería de Reino Unido.17 Con esa cantidad, la “comprometida”
cantante podría haberle salvado la vida a más de uno de sus “hermanos”. Pero
claro, es que los zapatos eran tan bonitos… casi tan irresistibles como las
salchichas. O el caballo-balancín de oro macizo que le regaló a su hija, el
sonajero de diamantes, la corona de… 18
Moraleja: así nos va a una izquierda incapaz de
construir su propia industria cultural con sus héroes y heroínas de clase.
Presa de los límites del disenso prefabricado por la industria cultural
burguesa. Atrapados, como estamos, por los vendedores de sueños precocinados y
(re) producidos por la oligarquía mediática al servicio del capital, nos
equivocaremos una y otra vez al elegir nuestros referentes. Y mientras tanto,
algunos seguirán muriendo de hambre, mientras otros,
y otras, se alimentan de oro.
Jon E. Illescas es
Doctor en Sociología y Comunicación y Licenciado en Bellas Artes. Es el autor
del recientemente publicado “La Dictadura
del Videoclip. Industria musical y sueños prefabricados” publicado en diciembre de 2015 en El Viejo
Topo.
Este artículo fue finalizado el 21 de febrero de 2016 y fue escrito
para Topo Express pero
gracias a su licencia Creative Commons se puede compartir libremente sin ánimo
de lucro citando la fuente y conservando el texto original en su integridad.
Notas
1. El videoclip se puede ver aquí: https://vimeo.com/154783794 [Consultado
el 18/02/2016].
2. GOODMAN, Amy y MOYNIHAN, Denis (2016), « Beyoncé anota
para Black Lives Matter en el Super Bowl».
En Democracy Now, [en línea], 12 de febrero:http://www.democracynow.org/es/2016/2/12/beyonce_anota_para_black_lives_matter [Consultado
el 19/02/2016].
3. En el siguiente enlace se puede ver el vídeo de la
actuación: https://www.youtube.com/watch?v=-5BPfRHX1SE [Consultado
el 18/02/2016].
4. Para no restar demasiados ingresos a Tidal (la empresa de
su marido), el videoclip se colocó en YouTube pero fuera del listado del canal
oficial de Beyoncé. Lo puede comprobar el lector buscando el videoclip en la
web de streamingde Google y comprobando la inusitada dificultad que se
enfrentará al intentar localizarlo. Al menos, ésta era la situación a 18 de
febrero de 2016.
5. Su web oficial: http://blacklivesmatter.com/ [Consultado
el 18/02/2016].
6. La “renta del cuerpo” es un nuevo concepto marxista de mi
autoría que fue ampliamente presentado y desarrollado en la tesis doctoral
“Industrias culturales y juventud en el sistema-mundo. El videoclip mainstream
como mercancía y como reproductor de hegemonía” dirigida por Juan Antonio Ríos
Carratalá y Ángeles Diez Rodríguez. El lector interesado lo podrá conocer de un
modo divulgativo y más sintético en el libro “La Dictadura del Videoclip.
Industria musical y sueños prefabricados” (El Viejo Topo, 2015).
7. En una parte de la canción, después de referirse a su
poder adquisitivo dice así: “You just might be a black Bill Gates in the
making, cause I slay/ I just might be a black Bill Gates in the making”. Además
en el último plano que aparece cantando, lo hace con un gesto que en unión con
la letra expresa el poder que le otorga el dinero que posee.
8. El divide y vencerás fomentado por la élite
estadounidense entre los blancos y negros explotados, para dificultar su lucha
solidaria, fue señalado por el historiador marxista Howard Zinn desde el inicio
de la esclavitud contemporánea en las plantaciones sureñas. Ver en ZINN, Howard
(1999), La otra historia de los Estados Unidos. Hondarribia: Hiru [1980,
revisada en 1998 por el autor].
9. ILLESCAS, Jon E. (2015), La Dictadura del Videoclip.
Industria musical y sueños prefabricados. Barcelona: El Viejo Topo, p.
348.
10. En el caso de Malcolm X y Martin Luther King, esta lucha
“interracial” adquirió mayor potencia al final de sus vidas. Curiosamente, poco
antes de morir asesinados.
11. Algunos ejemplos son Irreplaceable, Diva o Partition (donde
se comporta de manera despótica con una sirvienta).
12. ILLESCAS, Jon E. (2015), La Dictadura del
Videoclip. Industria musical y sueños prefabricados. Barcelona: El Viejo
Topo, p. 91.
13. MENDOZA, Omar (2016), «The Tidal Wave of Failure». En Linkedin,
[en línea], 16 de febrero: https://www.linkedin.com/pulse/tidal-wave-failure-omar-mendoza [Consultado
el 19/02/2016]. y JIMÉNEZ DE LUIS, Ángel (2016), «Fracasos innecesarios». En El
Mundo, [en línea], 17 de febrero: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/el-gadgetoblog/2016/02/17/fracasos-innecesarios.html [Consultado
el 19/02/2016].
14. BAKER,
Soren (2016), «Jay Z’s TIDAL & Roc Nation Donating $1.5 Million To Black
Lives Matter & Other Social Justice Organizations; BLM Rebuffs Report». En HipHopDX,
[en línea], 8 de febrero:http://hiphopdx.com/news/id.37385/title.jay-zs-tidal-roc-nation-donating-1-5-million-to-black-lives-matter-other-social-justice-organizations [Consultado
el 19/02/2016].
15.
ASHAGRE, Aggi (2015), «Hillary Clinton vs Bernie Sanders: Who Is Your Favorite
Musician Backing?». En Billboard, [en línea], 22 de septiembre: http://www.billboard.com/articles/columns/pop-shop/6706844/hillary-clinton-bernie-sanders-musician-supporters [Consultado
el 18/02/2016].
16. Enlace al vídeo en que Clinton se entera de la muerte de
Gadafi y ríe a carcajadas, emitido por las noticias de Televisión Española: http://www.rtve.es/alacarta/videos/revueltas-en-el-mundo-arabe/hillary-clinton-celebra-entre-risas-muerte-gadafi-fuimos-vimos-murio/1232106/ [Consultado
el 19/02/2016].
17. Los zapatos están fabricados con oro de 18 quilates y
cuentan con más de 1300 diamantes incrustados. Ver en: ALLEN, Rachael (2015), «
Beyoncé Buys $345,000 Limited-Edition House of Borgezie Shoes ». . En Footwear
News, [en línea], 3 de agosto: http://footwearnews.com/2015/influencers/celebrity-style/beyonce-music-video-house-of-borgezie-stilettos-photos-48727/ [Consultado
el 19/02/2016]. 18. BENITO, Carlos (2015), « Casados con el derroche » . En Sur,
[en línea], 21 de septiembre: http://www.diariosur.es/gente-estilo/201509/21/casados-derroche-20150921212412.html y
DAILY MAIL REPORTER (2012), « A solid gold rocking horse and a Swarovski
diamante encrusted high chair... Beyoncé and Jay-Z splash £1million on baby
Blue » . En Daily Mail, [en línea], 11 de enero: http://www.dailymail.co.uk/tvshowbiz/article-2084463/Beyonc-baby-Singer-Jay-Z-splash-cash-Blue-Ivy-Carter.html [Consultados
ambos el 19/02/2016].