◆ “La
situación política es más fuerte que todas las declaraciones”
— Lenin,
1906
Lenin y la manifestación ✆ Isaak Brodsky |
Nicolás González Varela
El tradicional culto a Lenin, un poco
en decadencia, en el mejor de los casos reduce caricaturescamente su
figura al heroico bronce de la insurrección armada, los coches
blindados y las bayonetas de los fusiles Mosin-Nagant. El Kul’t
lichnosti además de servir de legitimación y consolidación
del regimen de Stalin trajo como efecto secundario una reducción y
mutilación del Lenin político, ya no podíamos comprenderlo en su
dimensión completa, en su práctica materialista-histórica, en su
“concretidad”. Hablar de las elecciones, del parlamentarismo en
relación con el pensamiento de Lenin parece un equívoco, un
oximorón o el intento de construir una relación extraña. Tanto la
Leninología como la mayoría de los biógrafos (desde hagiógrafos a
críticos) raras veces mencionan la actividad electoral
revolucionaria de Lenin, mucho menos describen o analizan su táctica
parlamentaria y su “uso” del mecanismo representativo de voto
burgués. Queda poco espacio para la política electoral en el
monumental Lenin insurreccionalista e ingeniero organizativo, salvo
como “momento de pausa”, el descanso del guerrero entre la
fallida revolución de 1905 y la revolución democrática burguesa de
febrero de 1917. Por elevación esta etiqueta-estigma efectúa
un ritornello negativo a su maestro Marx por
influencia lógica: tampoco en las luchas democrático-burguesas es
muy útil su escasa u ocasional contribución. Coinciden en esto
todas las tendencias: la Leninología [1], la Sovietología
heredada de la Guerra Fría [2] y el
Post-marxismo [3] promulgan en que poco tienen que decir
sobre rupturas democráticas y participación electoral tanto Marx
como Lenin. El Lenin electoral es un lapsus accidental, [4] un
interregno secundario entre la lucha por el control del partido y la
conquista del poder. El Lenin electoral es una mera máscara del
auténtico Lenin “conspirador-de-facción-insurreccionalista”.
La negación a estas lecturas sectarias
la presenta verbatim el propio Lenin. Ulianov
recalcaba la importancia de las diferentes fases “parlamentaristas”
del POSDR y en particular del Bolchevismo, al afirmar tres años
después de la Revolución de Octubre de 1917 que “los bolcheviques
hemos actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la
experiencia ha demostrado que semejante participación ha sido, no
sólo útil, sino necesaria… para preparar la segunda
revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución
socialista (octubre de 1917).” O sea que parece invertirse el mito
stalinista, ya que desde esta nueva perspectiva la experiencia
bolchevique sería un laboratorio único y precioso en el que el
“uso” de la arena parlamentaria permitió no solo potenciar la
(auto) conciencia de clase de los trabajadores sino además la
construcción de su propio poder autónomo en tanto clase. Y eso es
coherente con la propia biografía de Ulianov: su práctica política
revolucionaria estuvo inmersa en el sistema parlamentario y las
tácticas electorales de 1905 a 1918 al menos (a través de la
participación en cuatro Dumas, la tercera de largo aliento, y luego
en los Soviets pre y post-revolucionarios). [5] Por
supuesto que aquí no hay que olvidar la máxima leniniana, aquella
que sentencia que “la acción de las masas, por ejemplo, una gran
huelga, es siempre más importante que la acción parlamentaria, y no
sólo durante la revolución o en una situación revolucionaria.”
Ya en octubre de 1905, en carta a Lunacharski, Lenin reconoce que “es
preciso analizar a fondo la relación del ‘Parlamentarismo’ con
la Revolución”. ¿Cómo entonces combinaba de manera virtuosa
Lenin este carácter bifronte de toda lucha revolucionaria bajo el
Capital? De lo que se trata, como intentó Negri en los años 1970’s,
de aspirar a una lectura “marxista” del Marxismo de Lenin: la
capacidad de situar la inevitable discontinuidad y las variaciones
del análisis político en un marco crítico-histórico.
A partir del año-bisagra de
1905, [6] Lenin comienza a reflexionar teóricamente sobre
la práctica electoral revolucionaria, sobre la praxis marxista en
condiciones “naturales” del dominio capitalista. En primer lugar
es llamativo el “uso” minucioso, casi filológico por su
precisión, de las enseñanzas téorico-prácticas de Engels y Marx
entre 1847 y 1851, durante su participación en la ola de
revoluciones burguesas en Europa que estallaron en 1848. En segundo
lugar, las elecciones burguesas, en cuanto posibilidad de “crisis
política”, es la fuente, subraya Lenin, de todo movimiento
revolucionario. La participación constitucional en la posible Duma
mutilada diseñada por el Zarismo tiene para Lenin un objetivo final
claro: descubrir las “ilusiones constitucionalistas”, desvelar lo
que denomina los “ejercicios escolares de parlamentarismo”.
Durante el boicot a la Duma de Bulyguin (segunda mitad de 1905)
señalaba que la tarea general electoral era la de “despertar e
ilustrar políticamente a vastas y atrasadas masas” a las que, por
el momento, hubiera sido utópico pretender abarcar a través de la
agitación típica de la Socialdemocracia. Las propias luchas
constitucionalistas interburguesas, a las que Lenin denomina “labor
destructiva” inconsciente, son un campo invalorable para la
“ilustración incesante” de la clase tanto en cuanto a sus
objetivos socialistas como a la exhibición de la contradicción de
sus intereses. Pero: ¿cuál es entonces el valor de la táctica
electoral? Debe ser siempre, remarca Lenin, la de extender e
intensificar la “agitación política”. Para ampliar esta
agitación política, Lenin cree en la conveniencia de “acuerdos
provisionales”, alianzas parlamentarias, con grupos del ala de la
“democracia burguesa revolucionaria”, cuyo objetivo no es otro
que “romper” todo “Frente popular” burgués, generar “crisis
de elites”, sin perder la valiosa autonomía e independencia de
clase. El “uso” táctico del Parlamento burgués no significa
para Lenin un “fundirse-diluirse”, ni desaparecer en la
degradación del “Parlatorio”(sic) en el cual “se charla acerca
de la Libertad, se decreta la Libertad pero no se toman medidas
efectivas para elminar los organismos de Poder que destruyen la
Libertad”. De ninguna manera: para Lenin puede utilizarse el
mecanismo parlamentario siendo simultáneamente una organización
política “independiente, unánime, cohesionada”. Incluso se
puede convertir, en situaciones de reflujo o de contra-revolución,
en el “principal centro de agitación”. La lucha entre los
partidos es para Lenin la expresión “más íntegra, completa y
específia de la lucha política entre clases”. La táctica
electoral, como no podía ser de otra manera, debe desembocar,
condensarse y solidificarse en una consigna, pero en una consigna
“precisa y directa”. Obviamente para Lenin (y para Marx como
queda demostrado) la táctica electoral se deduce (dialécticamente!)
del análisis de las condiciones objetivas, de la situación
concreta, nunca debe ser una abstracta unidad formal de la
autoconciencia revolucionaria. La deducción dialéctica de la
táctica debe ser la resultante una unidad orgánica y materialista,
lo que garantiza su cohesión y le confiere movimiento y vida. Todos
los problemas de la táctica son “problemas de la actividad
político del partido”, y aunque se asegure la deducción
materialista y dialéctica, se puede y se debe fundar la praxis en la
Teoría de Marx, Lenin exige la necesidad de brindar respuestas
absolutamente claras “que no admitan dos interpretaciones” a los
interrogantes concretos de la práctica (“¿sí/no?”; “¿debemos
ahora, en este preciso momento, hacer tal o cual cosa/ no?”).
En cuanto a la “participación
electoral”, Lenin a partir de 1906, con la nueva Duma zarista más
democrática en su funcionamiento, cree que debe superarse el momento
del boicot “activo” (como en la etapa de Bulyguin). Toda
participación en elecciones (más o menos formalmente democráticas)
debe ser pensada para desarrollar la conciencia de clase del
proletariado, “el fortalecimiento y ampliación de su organización
de clase y su preparación combativa”. Toda participación en
campañas electorales no debe crear “ilusiones constitucionalistas”
jamás; y debe tener como efecto secundario lo que Lenin denomina
“educación sociademócrata”. La pregunta que debe responder toda
organización revolucionaria es: ¿cuál es el significado “objetivo”
de las elecciones y de la participación plena en ellas, al margen de
la voluntad, la conciencia, los discursos y las promesas de los
propios participantes históricos?. Muchas veces el denostado “juego
parlamentario” burgués es para limitar y vaciar al propio
Parlamentarismo. La búsqueda de este enigmático “significado
objetivo” de las elecciones liberales exige, en primer lugar, un
enfoque histórico-materialista crítico, de los “elementos de
clase” presentes en los comicios, además de un análisis de la
estructura de clase de los partidos, que para Lenin “se expresan
con particular relieve en su programa y en su táctica”. Para Lenin
el sistema marxiano que devela el significado objetivo no es otro que
“el concepto de las relaciones de producción”y el Materialismo
crítico no es otra cosa que “la explicación de las formas
sociales por las condiciones materiales”. [7] En su
primer texto importante de 1894, “¿Quiénes son los Amigos del
Pueblo?”, Lenin cita muchos textos desconocidos de Marx en la época
(en la Rusia zarista estaban prohíbidos los textos de Engels y
Marx), como sus cartas a Arnold Ruge de 1843, la crítica a la
Filosofía del Derecho de Hegel de 1843, la Misère de la
Philosophie (en francés) de 1847, la maldita Die
deutsche Ideologie de 1845, la Kritik de
1857-1859, la correspondencia de Marx con la redacción de la revista
rusa Otetschestwennyje Sapiski a causa de un
artículo del liberal Michailowski, además de El Manifiesto
Comunista, [8] Das Kapital (primer
volumen), el Anti-Dühring, los textos de Engels sobre
las Tesis de Feuerbach [9] y el origen del estado y
la familia. En ese texto además Lenin por primera vez se acerca de
manera detallada al problema de la Dialéctica, [10] al
señalar que “lo ideal no es más que el reflejo de lo material”
y estableciendo una fórmula materialista que tendrá gran futuro:
“La Verdad abstracta no existe, la Verdad es siempre concreta”.
Se debe razonar pero en “forma dialéctica”, ya que Lenin
considera a la sociedad burguesa como “un Organismo vivo, que se
halla en continuo desarrollo (y no pensarlo como algo mecánicamente
enlazado y que, por ello, permite toda clase de combinaciones
arbitrarias de elementos sociales aislados) y para cuyo estudio es
necesario realizar un análisis objetivo de las relaciones de
producción que constituyen una formación social determinada,
estudiar las leyes de su funcionamiento y desarrollo”. El análisis
materialista debe ser especial en cuanto debe considerar las
condiciones en las que debe aplicarse en forma concreta los
principios general esbozados por Marx. Es el que debe establecer
objetivamente “el principal campo de batalla político”.
En 1906 Lenin define al Parlamento
burgués en todas su formas como “la forma principal de dominación
de las clases y fuerzas gobernantes”, “el campo de batalla
fundamental de los intereses políticos y sociales”, además lo
define como una institución jurídica y simultáneamente un órgano
del “orden burgués”, que expresa la voluntad de determinados
elementos de la burguesía. Queda claro que la burguesía decide que
formas de lucha política son válidas o no para la funcionalidad de
su propio dominio, para hacer eficaz y universal su propia hegemonía,
y en este caso particular Lenin subraya que toda lucha parlamentaria
es un mecanismo sofisticado “de anular todo ‘modo revolucionario’
de resolver problemas histórico-sociales”. Por eso Lenin cita al
Marx demócrata revolucionario de 1848 al hacer suya la idea que toda
democracia parlamentaria burguesa tiene una “significación
altamente traidora”. Lenin se anima incluso con una metáfora: la
lucha parlamentaria es solo una pequeña etapa, una estación
ferroviaria menor, un “apeadero liberal”, en el camino de la
constitución de la revolución, por lo que puede servir
indirectamente al desarrollo de esa lucha. En esa época podemos
decir que Lenin es un socialdemócrata revolucionario
“germanizado”, [11] un “ruso erfurtiano”
como le denomina Lih, [12] que tiene muchas coincidencias
con Kautsky no solo en cuanto a organización, en cuanto al proceso
revolucionario, en cuanto a la teoría del imperialismo sino también
en el problema del Parlamentarismo, [13] citándolo para
establecer que resulta a todas luces indispensable para una praxis
revolucionaria “analizar las condiciones histórico-concretas para
toda lucha parlamentaria”. Recordemos que la democratización
“total” de las instituciones parlamentarias, junto con la
abolición de la policía, el ejército y la burocracia (nobleza de
estado moderna), eran parte del programa mínimo del SPD alemán, que
Kautsky suscribía, poniendo como ejemplo histórico-concreto
explícitamente a la Commune de París. Kautsky, y
Lenin lo seguía en esto, repetía una y otra vez que “el
Parlamento será siempre el ‘umbral’ de toda actividad
política”.[14] Toda lucha parlamentaria debe resolverse sobre
la base materialista-dialéctica de un análisis minucioso
de todas las condiciones políticas del momento, debe
“usarse” la lucha parlamentaria, así como sus conflictos
internos y sus choques con el gobierno de turno, para combatir los
elementos reaccionarios, prestando “especial atención” a los
componentes democráticos revolucionarios liberales como el de apoyar
a quienes “en sus actos” respondan o coincidan con los intereses
amplios del proletariado.
Notas
[1] Los ejemplos pueden multiplicarse pero
tomamos dos: en la gran biografía oficial colectiva de la URSS V.
I. Lenin. Biografía, edición
actualizada de 1961 a cargo del IMEL de Moscú, le dedica al trabajo
electoral de Lenin con las Dumas las páginas 155-156 y 188-189
(sobre la fracción antiparlamentaria de Bogdanov, los “otzovistas”,
los “retiraristas”) de un total de 558, resumiendo la táctica
electoral en “desenmascarar públicamente la Política de la
Autocracia y la burguesía”, subordinando esta actividad a la lucha
interna contra los mencheviques y sin mencionar el método de lucha
del boicot activo y el pasivo, en español: AA. VV.: V.
I. Lenin. Biografía; Ediciones
Pueblos Unidos, Montevideo, 1961; en la de Gerard Walter, Lenin,
de 1950, versión casi oficial del Dia-Mat,
la política electoral es reducida a momentos de oasis legales en el
perenne asalto contra el “ala derecha” del POSDR, aunque Walter
menciona el método del boicot activo: p. 156 y ss.; la campaña
electoral para la Segunda Duma se resume en media página (161) en
que Lenin deseaba una alianza parlamentaria “con los laboristas”
(sic) y evitar a los “kadetes”,
en español: Gérard Walter: Lenin,
Grijalbo, Barcelona, 1967.
[2] Un clásico en este sentido es la
biografía de Daniel Shub, Lenin-
A biography (1948, que menciona el
trabajo de boicot activo de Lenin en torno a la primera Duma, para
concluir que la táctica bolchevique coincidía vis-a-vis con
las intenciones del Zar (pp. 146-148), sin profundizar en la táctica
electoral o parlamentaria; en español: Lenin,
Alianza Editorial, Madrid, 1977. El conocido sovietólogo Robert
Service, en su obra Lenin. A
Biography del año 2000, señala
escuetamente que Lenin argumentaba que el POSDR debía presentar
“candidatos propios y utilizar la Segunda Duma como una oportunidad
para difundir la propaganda del partido” (p. 193) y más adelante
vuelve ya sobre la Tercera Duma en torno a la lucha contra Bogdanov y
los “otzovistas” para demostrar el carácter faccioso de Lenin y
su aparente falta de estatura como dirigente nacional-democrático;
Service ignora toda la estrategia y táctica parlamentaria de
Lenin in toto;
en español: Lenin. Una
biografía; Siglo XXI, Madrid, 2001.
En la mayoría de los sovietólogos si hay un Lenin electoral, es
para demostrar su instinto antidemocrático y conspirativo, el “arma
humeante” de la futura evolución autoritaria hacia el Stalinismo.
[3] La distorsión-subestimación de la
contribución a la lucha y rupturas democráticas de Engels-Marx
tiene su paradigma socialdemócrata en Jürgen Habermas (en su
estudio sobre la esfera pública burguesa) y el
posmoderno-neopopulista en el libro de Ernesto Laclau y Chantal
Mouffe, ahora puesto de moda por el éxito del partido Podemos en
España: Hegemonía y estrategia
socialista. Hacia una radicalización de la democracia,
Siglo XXI, Madrid, 1987 (edición original de 1985) o en el prólogo
de Slavoj Zizek a una compilación de escritos de Lenin, que llega a
firmar que “Lenin no entendió realmente a Marx… la complejidad
hegeliana de la ‘Crítica de la Economía Política’ de Marx le
venía grande”, un libro sorprendente que pese a su título y su
intención (“reactivar a Lenin”) habla poco y distorsionadamente
de Lenin como político, en español: Repetir
Lenin, Akal, Madrid, 2004; ya
veremos “que poco” entendió Lenin al Marx político y que
“grande” le queda al propio Zizek la complejidad leniniana y su
eventual reactivación. Negri en su libro sobre Lenin, resume el
Lenin político a partir de 1905 como una etapa de transición desde
“la Democracia consecuente al Socialismo”, sin mencionar el
trabajo electoral-parlamentario; se resume la etapa 1905-1917
abstractamente como la de “la construcción de las condiciones de
unidad del Proletariado”, o sea, una vez más se reconduce el Lenin
real al Lenin insurrecionalista-constructor de “la” Organización;
Lenin queda atrapado en una oscilación entre dos polos: el escrito
“Dos tácticas de la socialdemocracia rusa” de 1905 y “El
Estado y la Revolución” de 1917, véase: Antonio Negri, La
fabbrica della strategia: 33 lezioni su Lenin CLEUP,
Padua, 1977; en español: La
fábrica de la estrategia: 33 lecciones sobre Lenin,
Akal, Madrid, 2004, p. 56 y ss.
[4] Excepción de los pioneros trabajos de
August H. Nimtz: Lenin's
Electoral Strategy from 1907 to the October Revolution of 1917,
Palgrave-Macmillan, New York, 2014.
[5] Sobre los experimentos
constitucionales burgueses en la Rusia zarista sigue siendo
imprescindible el trabajo todavía no superado de Geoffrey A.
Hosking: The Russian
Constitutional Experiment: Government and Duma, 1907-1914,
Cambridge University Press, Cambridge-New York, 1973. El Dia-Mat en
la URSS consideraba los experimentos de las Dumas zaristas como un
intento de adaptación fallida del estado monárquico-feudal a la era
burguesa, intentando políticamente una política de “maniobras”
entre las dos clases principales (terrateniente y burguesa), similar
a la de Napoleón III o Bismarck, coincidiendo con las opiniones de
Lenin para la IIIª Duma.
[6] De aquí en adelante dejamos hablar a
la voz de Lenin. Hemos utilizado la edición española de la
editorial Akal: Obras Completas,
Akal Editor, Madrid, 1976, 45 volúmenes más índices
complementarios, versión de la cuarta edición soviética; en caso
de duda o falta del texto nos hemos remitido a la edición en alemán
(más completa y exhaustiva que la rusa): Werke (40
Bände, 2 Ergänzungsbände, Register, Vergleichendes
Inhaltsverzeichnis). Dietz-Verlag, Berlin (DDR), 1956–1972; y su
correspondencia: Briefe (10
Bände), Dietz-Verlag, Berlin (DDR),1967–1976. Para una guía de
las obras completas de Lenin, véase: Harding, Neil: “Appendix 2.
Guide to Lenin’s ‘Collected Works’”, en: Leninism,
Duke University Press, Durham, pp. 300-316.; la crónica de la vida
de Lenin en: Weber, Gerda/ Weber, Hermann: Crónica
de Lenin. Datos sobre su vida y obra;
Anagrama, Barcelona, 1975.
[7] Lenin ya lo tenía claro en 1895 al
resumir in extenso la
obra de Engels y Marx: La
Sagrada Familia, en la edición
original de 1845 (seguramente facilitada por Plejanov). Krupskaia
señalaba que Lenin tenía “un conocimiento maravilloso” de Marx
para el estándar de la época y que cuando llegó a San Petersburgo
en 1893 ya había leído el tomo I de Das
Kapital en 1888 asi como textos
raros o menores, como “El Manifiesto Comunista”, casi
desconocidos en la Rusia zarista; incluso Lenin traducía del alemán
(aprendido de su madre) y el francés (cuando estudiaba con su
hermana Olga) los textos de Marx que le interesaban.
[8] En la Rusia zarista solo podía
conseguirse la edición alemana de contrabando; Krupskaia confiesa
que recién pudo leerlo en el año 1898 y en el exilio.
[9] Lenin además había leído varias
obras de
Feuerbach, como Grundsätze der
Philosophie der Zukunft (1843)
o Vorlesungen über das Wesen
der Religion (1851).
[10] Lenin utiliza in extenso el
estratégico segundo prólogo de Marx a Das
Kapital que aclara
malentendidos sobre su Método y donde explica la diferencia entre el
Modo de Investigación (Forschungswiese)
y el Modo de Exposición (Darstellungswiese).
[11] Sobre la influencia absoluta del
Marxismo del SPD y su ala izquierda sobre Lenin hasta 1914, véase:
Norman Levine: “The germanization of Lenin”; en: Studies
in Soviet Tought, 35, 1981, pp.
1-37.
[12] Por la influencia del famoso
“Programa de Erfurt” del SPD, cuya autoría se debía a Karl
Kautsky: Das Erfurter Programm
in seinem grundsätzlichen Theil,
Dietz Verlag, Stuttgart, 1892; un “Erfurtiano” es para Lih
alguien que acepta el SPD como modelo de partido, acepta el Programa
de Erfurt como una autorizada profesión de fe de la misión
socialdemócrata revolucionaria, acepta el comentario al programa
escrito por Karl Kautsky como una declaración de principios
socialistas irrebatible, el Programa de Erfurt como definición de
socialdemocracia, en todos los aspectos, Leih sostiene que Lenin era
un apasionado”Erfurtiano”; véase: Lars T. Lih: Lenin
rediscovered. “What is to be Done?” in Context ,
Brill, Leiden, 2005, en especial su “Part I. Erfurtianism”, p. 41
y ss. Según Lih Lenin era un “socialdemócrata revolucionario”,
que consideraba que el futuro “renegado” Kautsky era uno de los
principales exponentes de las ideas marxistas, y que las aplicaba con
éxito a las condiciones de su tiempo.
[13] Karl Kautsky: Der
Parlamentarismus, die Volksgesetzgebung und die Socialdemokratie,
Dietz Verlag, Stuttgart, 1893; en español: Parlamentarismo
y Democracia; Editora Nacional,
Madrid, 1982.
[14] Como señala Lih, de hecho Lenin
siguió afirmando el pasado revolucionario de Kautsky incluso más
allá de 1917, incluso después de Kautsky se hubiera convertido en
una especie de diablo y renegado. Hasta el día de su muerte, Lenin
continuó afirmando que Kautsky fue el teórico marxista más
destacado de su tiempo, lo confirma que se preparaba en el IME bajo
la dirección de David Riazanov, que preparaba las obras completas
histórico-críticas de Marx y Engels, una edición exhaustiva de sus
escritos.
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