Friedrich Holderlin ✆ Fabrizio Cassetta |
Helena Cortés Gabaudan
No hace mucho que el conocido líder de uno de los partidos
políticos surgidos recientemente en España usaba como eslogan de éxito la
metáfora ‘asaltar el cielo’,
haciéndola sinónima de un acto de rebeldía consistente en tomar por la fuerza,
sin aguardar ‘consenso’, ese lugar donde normalmente sólo pueden habitar los
dioses y que los mortales contemplan cohibidos desde abajo, consumando de esa
guisa una suerte de revolución o inversión. Esta expresión tan de moda en la
reciente actualidad española[1]
era ya de uso bien conocido en Alemania desde hace tiempo, habiendo pasado por
bocas y plumas germánicas tan célebres como la de Carlos Marx –hablando en una
carta a Ludwig Kugelmann del ejemplo dado por los insurrectos parisinos de La
Comuna– como también de Hitler, quien hacía gala con ella de la eficacia de su
sexto ejército de élite, con el que –según él– podría “asaltar el cielo”. A su
vez, este giro tenía ya antecedentes en el ámbito romántico-alemán, cuyos
pensadores no hacían sino utilizar una metáfora procedente del mundo griego
basada en el célebre mito de los gigantes hijos de Poseidón que trataron de
saltar el Olimpo para derrocar a los dioses.
Pues bien, aprovechando la fortuna mediática de que goza en
estos momentos dicha frase, vamos a pararnos a analizar aquí –al margen de
cualquier conexión con la actualidad política– cuál era realmente el sentido y
alcance de la misma cuando fue usada y acuñada con fortuna por el poeta alemán
Friedrich Hölderlin en las postrimerías del siglo XVIII. El alcance de dicha
expresión en su obra no es para nada baladí, ya que también el contexto en que
usa Hölderlin la frase es netamente político y ayuda a esclarecer cuál fue su
idea respecto a los métodos y posibilidades de implantación de la democracia en
su contexto histórico particular.