Gustavo Márquez Marín
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Especial
para La Página
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Si bien la incorporación de Venezuela al MERCOSUR es un
triunfo derivado de la perseverancia y la coherencia política del Presidente
Hugo Chávez, frente a la política imperialista estadounidense dirigida a
destruir cualquier intento de unidad
latinoamericana y caribeña y al
aislamiento de la revolución bolivariana. Ese hecho coloca al gobierno
bolivariano frente un desafío, que le obliga a replantear su política
industrial y de comercio exterior, con miras a lograr en el mediano plazo, la
diversificación de la economía venezolana, para reducir las asimetrías
estructurales de ésta respecto de las de Brasil y Argentina.
El ingreso de Venezuela al MERCOSUR se inscribe en un
proyecto geopolítico sustentado en el
respecto a la autodeterminación de los pueblos y en el reconocimiento de
diversos mecanismos de integración con distintas velocidades, en los cuales
coexisten gobierno democráticos políticamente diversos. El núcleo duro es el
ALBA, con el se pretende romper la lógica del capital transnacional, para darle
el protagonismo a los Estados y a la Política. Este modelo de integración se
basa en las ventajas comparativas y cooperativa, en la complementación e
integración productiva mucho más allá de la comercial, centrándose en lo
social. Con la entrada de Venezuela al MERCOSUR, estarán integradas 3 de la 4 economía más grandes de ALC para constituir la columna vertebral de la
UNASUR.
La integración tiene sentido si prioriza la lucha contra la
pobreza y la exclusión social, promoviendo relaciones de cooperación,
complementación, solidaridad y reconocimiento de las asimetrías. En orden
ascendente, Venezuela va engranando en el ALBA, MERCOSUR, UNASUR y CELAC, mecanismo estos que marchan a
distintas velocidades, con diferentes
grados de desarrollo y de cohesión
política.
Esta visión choca con el modelo de integración
neoliberal ortodoxo, unilineal, basada
en el darwinismo económico y social –del cual es abanderado el candidato
Capriles Radonsky- enfocado en la
ampliación de los mercados de las grandes corporaciones transnacionales y la
facilitación de su comercio, para que éstas maximicen sus ganancias en
detrimento del bienestar de los pueblos.