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Se llegó a un parteaguas en el conflicto de Siria. Una
retirada táctica de los rebeldes, que se denominan Ejército Sirio Libre, de
Baba Amr –el distrito de la ciudad de Homs sitiado por fuerzas gubernamentales
desde el 4 de febrero (de 2012)– ha permitido al Ejército Sirio entrar y
tomarlo en operaciones de “limpieza” casa por casa. Aparentemente, éstas
continúan. Pero nunca hubo duda sobre el resultado del sitio, aún antes de que
comenzara.
En una reciente visita a Homs, un mes atrás, justo antes de
que la ofensiva iniciara, visité un barrio controlado por el régimen en la
línea del frente, en el que varios oficialistas expresaron abiertamente su
deseo de que el gobierno se pusiera “duro” con los amotinados de Baba Amr
(Escribí sobre lo que ví en un artículo previo). Un hombre, un obrero petrolero
llamado Maher, dijo: “No me importa quedarme en casa tres días para dejar que
el gobierno limpie todas las casas, porque se esconden en las casas de gente
inocente”. Añadió: “Sólo que, en mi opinión, no son inocentes, porque quien
quiera que esconda a un asesino es partícipe del asesinato”. Lo que encerraban
sus palabras era obvio entonces y ahora, en retrospectiva, parece claro que él
y otros sabían muy bien lo que se venía en Homs, y que su “opinión” era la
política del gobierno.
Ahora, habiendo sometido Baba Amr y los otros bastiones
rebeldes en Homs, la tercera más grande ciudad de Siria y el campo de batalla
neurálgico de la revuelta siria que lleva un año, el régimen de Assad puede
ofrecer la zanahoria tanto como el palo. Ha aceptado que un convoy humanitario
liderado por el Comité Internacional de la Cruz Roja evalúe las necesidades de
los civiles heridos y atrapados en Baba Amr (anteriores visitas fueron breves y
de alcance muy limitado). El sufrimiento de los civiles que, se informó, se
hallan atrapados en el área bajo ataque ha sido, según todos los relatos,
terrible. Se dijo que hubo cientos de civiles muertos y heridos, muchos con
necesidad de tratamiento urgente (la cifra de muertes por el conflicto ronda
los miles). Además del constante bombardeo de la artillería, los tanques y los
francotiradores, los civiles han tenido poco acceso al agua y ninguna
electricidad durante muchos días —ambos servicios fueron cortados por el
gobierno—, y la comida y las medicinas eran escasas.
Presumiblemente, los cuerpos de los periodistas Marie Colvin
y Remi Ochlik –muertos el 22 de febrero en un ataque de cohetes contra el
“centro de prensa” montado por los rebeldes en Baba Amr—podrían ser recuperados
y repatriados a sus familias. Ambos fueron enterrados en tumbas improvisadas
antes de la retirada de los rebeldes (en los últimos dos días, otros cuatro
periodistas extranjeros, incluyendo a dos franceses, un español y un británico
–dos de ellos heridos en el ataque que costó la vida a Colvin y
Ochlik—escaparon al Líbano en operaciones que, se dijo, costaron las vidas de
hasta 13 de sus escoltas rebeldes).
La caída de Baba Amr significa que el gobierno ya puede
avanzar, como aparentemente está haciendo, y recuperar el dominio sobre la
ciudad de Hama y otras áreas “liberadas” de Siria más al norte, incluyendo la
provincia de Idlib, cerca de la frontera turca, por largo tiempo fuera de
control. El fin de la resistencia rebelde en Homs también ha permitido a las
fuerzas de seguridad cerrar las rutas secretas de aprovisionamiento vital y de
evacuación de los rebeldes hacia y desde la cercana frontera libanesa. A pesar
de las promesas rebeldes de reagruparse y regresar a Homs, la pérdida del
enclave de Baba Amr es un retroceso estratégico.
La victoria militar de Assad, mientras tanto, ha significado
que sus mayores aliados internacionales, los rusos y los chinos, han podido
bucear y encontrar su oculto humanitarismo interior. Habiéndose rehusado
repetidas veces a respaldar resoluciones de Naciones Unidas que condenaban el
uso de la violencia por el régimen, el jueves (1 de marzo de 2012), por primera
vez, ambos gobiernos firmaron una crítica lavada que “deploró la
situación humanitaria que se deteriora” en Siria y urgió a Assad a conceder
“acceso inmediato y sin obstáculos” a la jefa de Asuntos Humanitarios y Ayuda
de Emergencia de la ONU Valerie Amos. En una pausa en su campaña electoral,
Vladimir Putin, cuyo gobierno ha provisto de recursos militar al régimen de
Assad en forma sostenida habló con una recién descubierta magnanimidad:
No es nuestra intención ayuda a ninguno de los dos lados: ni
al régimen sirio ni a la oposición armada, sino lograr la reconciliación
nacional. No queremos repetir lo que ocurrió en Libia. Lo que hace falta es
lidiar con la oposición. Si todo lo que uno hace es proveerles armas y
presionar a Assad, aquella nunca tendrá motivos para sentarse a la mesa de
negociaciones. Mi entendimiento es que Assad está listo para esas
conversaciones.
La idea, por supuesto, es que un fortalecido Assad dicte los
términos de cualquier “conversación” y dar a su régimen el aire que necesita
para reafirmar su control del país. Pero lo que no está claro es si tomar Homs
será suficiente para salvarlo. Los rebeldes de Siria son numerosos ahora y
están activos en todo el país. Siguen divididos pese a los esfuerzos de países
como Arabia Saudita, Turquía, Qatar y los poderes occidentales para forjar una
unidad, pero son valientes y decididos, y, en forma creciente, también armados.
La sangre ya derramada, los sentimientos sectarios que ha desatado y el cada
vez más duro tenor de Guerra Fría de la red de alianzas que se están forjando
en torno del cada vez más profundo conflicto sirio hace que la polarización sea
más, y no menos, probable.
Con el fin del sitio de Homs, Siria está en un limbo
momentáneo. En tales intervalos, hay amplia oportunidad para que los actores
cambien de dirección y alteren el curso de los hechos. Pero arriesgaría una
apuesta a que, hablando en términos históricos, más que representar un
retroceso final, fatal, para los rebeldes sirios, Homs será recordado como un
crisol icónico, el punto de inflexión a partir del cual el levantamiento de Siria
se convirtió en guerra civil.
Después de llegar a Homs, el convoy del CICR fue, de hecho,
impedido de entrar en Baba Amr por las autoridades. Fuera o no porque había
cosas todavía en marcha que las fuerzas de seguridad no querían que vieran ojos
extranjeros no es todavía claro; informes iniciales de que diecisiete civiles
de tres diferentes familias fueron ejecutados por decapitación aún no han sido
confirmados. Sin embargo, Ban Ki Moon agitó el fantasma de las ejecuciones
sumarias en un discurso del viernes (2 de marzo de 2012), en el que condenó al
gobierno de Assad por su “asalto atroz”.
Los cuerpos de Marie Colvin y Rene Oschik fueron debidamente
desenterrados y entregados al CICR para su repatriación. Los dos periodistas
franceses que escaparon de Homs ayer, uno de ellos herido seriamente, volaron
de regreso a Francia en un avión enviado por el presidente francés Nicolás
Sarkozy, que los esperaba a su llegada.
Título original: “Siria: la caída de Homs”http://www.elpuercoespin.com.ar/siria-la-caida-de-homs |