Foto: Lise London |
Cuando se iniciaba el pasado mes de abril de 2012, Lise London expiraba en París. Tenía noventa y seis años, y una larga trayectoria de lucha por la libertad y el socialismo que mantuvo hasta el final.
Higinio Polo
En 2011, ella y decenas de sus camaradas se reunieron en el mismo
lugar de París donde, setenta y cinco años antes, se incorporaron a las
Brigadas Internacionales para luchar en España contra el fascismo: fue en el
número 8 de la avenida Mathurin Moreau, donde empezaron a inscribirse los
“voluntarios de la libertad” (“Ce fut le premier acte de résistance
internationale contre le fascisme”, dice la placa que hoy recuerda aquel
momento), llegados de más de cincuenta países, que después irían a Barcelona, a
Albacete, a la ciudad universitaria de Madrid, al Ebro.
Entre ellos, estaba
Lise London, quien, con veinte años, ya hacía cinco que era miembro de las
Juventudes Comunistas francesas. Ese París que recordaba a las Brigadas Internacionales
era el mismo que había recorrido Lise London durante la Segunda Guerra Mundial:
centenares y centenares de kilómetros en su bicicleta, coordinando la
resistencia contra los nazis. Había nacido en 1916 como Lise Ricol, hija de una
familia de emigrantes aragoneses. Su padre, Federico Ricol, tenía treinta y dos
años cuando nació Lise, el 15 de febrero de 1916, en Montceau-les-Mines. Era
minero desde los dieciséis años, en las durísimas condiciones de trabajo de la
época, en la perforación de túneles, en las canteras, viviendo en barracas de
madera, junto a las minas, en el Aude, en Roquefort, en el Tarn.
El Viejo
Topo N° 293 / Junio de 2012