Traducción
al español por Kelly Aronowitz, Manuel Vargas Ricalde & Pablo González de
la Torre
Muchos han señalado que la película de Kathryn Bigelow
respalda la tortura. Pero ¿porqué este tipo de película fue realizada ahora? Aquí
se muestra cómo, en una carta al LA Times, Kathryn Bigelow justificaba la
representación de los métodos de tortura empleados por los agentes del gobierno
para atrapar y matar a Osama bin Laden:
“Nosotros quienes los que nos dedicamos al mundo de las artes sabemos
que representar no es lo mismo que promocionar. Si lo fuera, ningún artista
podría haber pintado prácticas inhumanas, ningún autor hubiera podido escribir
sobre ellas, y ningún cineasta hubiera podido profundizar en los temas
espinosos de nuestros tiempos.”
¿De verdad? Uno no necesita ser un moralista, o ingenuo
sobre la urgencia de pelear ataques terroristas, para pensar que torturar a un
ser humano es en sí mismo algo tan profundamente devastador que al
representarlo neutralmente - ej. al neutralizar esta devastadora dimensión -
eso ya es una forma de promoción.
Imagine un documental que nos muestre al Holocausto en una
fría, desinteresada manera como una gran operación industrial-logística,
enfocándose en los problemas técnicos involucrados (transporte, desecho de
cuerpos, prevención de pánico entre los presos para ser gaseados). Dicha
película o encarnará una fascinación profundamente inmoral con su tema, o
utilizaría con su obscena neutralidad para generar consternación y horror a sus
espectadores. ¿Dónde se encuentra Bigelow aquí?
Sin una sombra de duda, ella está del lado de la
normalización de tortura. Cuando Maya, la heroína de la película, presencia por
primera vez el método de tortura submarino (en el que prisionero es asfixiado
bajo el agua), ella se impacta levemente, pero aprende a atar los nudos
rápidamente; luego en la película ella fríamente chantajea a un prisionero de
alto nivel con, “si no hablas con
nosotros, te enviaremos a Israel”. Su fanática búsqueda por Bin Laden ayuda
a neutralizar reparos morales ordinarios. Mucho más ominoso es su compañero, un
joven, barbudo agente de la CIA quien domina perfectamente el arte de pasar con
soltura de tortura a amabilidad una vez que la víctima se quiebra (prendiendo
un cigarro y compartiendo bromas). Hay algo profundamente perturbador en cómo,
luego, él cambia de torturador en pantalones de mezclilla a un bien vestido
burócrata de Washington. Esto es normalización a su máxima expresión y
eficiencia - hay cierto malestar, más sobre la lastimada sensibilidad que sobre
ética, pero el trabajo tiene que ser hecho. La conciencia de la lastimada
sensibilidad del torturador como el (principal) costo humano de la tortura
asegura que la película no sea una barata propaganda de la derecha: la
complejidad psicológica es mostrada para que los liberales puedan disfrutar de
la película sin sentirse culpables. Esto es el porqué ‘La Noche Más Oscura’ es
mucho peor que ‘24’, donde por lo menos Jack Bauer se quiebra al final de la
serie.
El debate sobre si el submarino es tortura no debe de ser
descartado como un obvio disparate: ¿porqué, si no por la causa de dolor y
miedo a la muerte, el submarino hace que los más endurecidos
sospechosos-terroristas hablen? El reemplazo de la palabra “tortura” con “mejorada técnica de interrogación” es
una extensión de la lógica políticamente correcta: violencia brutal practicada
por el estado es hecha públicamente aceptable cuando el lenguaje es cambiado.
La más obscena defensa de la película es el reclamo de que
Bigelow rechaza un barato moralismo y sobriamente presenta la realidad de la
lucha anti-terrorista, planteando difíciles preguntas y por lo tanto
obligándonos a reflexionar (además, algunos críticos agregaron, ella
“deconstruye” clichés femeninos - Maya no proyecta sentimentalismo, ella es
fuerte y dedicada a su tarea como los hombres). Pero con tortura, uno debe no
“reflexionar”. El paralelo con la violación se impone aquí: ¿qué si una
película fuese a mostrar una violación brutal en la misma neutral manera,
declarando que uno debe de evitar barato moralismo y comenzar a pensar sobre
violación en toda su complejidad? Nuestro instinto nos dice que hay algo
terriblemente mal aquí; yo quisiera vivir en una sociedad donde la violación
simplemente sea considerado inaceptable, para que así cualquiera que argumente
por él parezca un excéntrico idiota, no en una sociedad donde uno tiene que argumentar
en contra de ello. Lo mismo va para la tortura: un signo de progreso ético es
el hecho que tortura es “dogmáticamente” rechazada como repulsiva, sin que haya
una necesidad de argumentar el porqué.
Entonces qué sobre los argumentos “realistas”: tortura
siempre ha existido, entonces ¿no es mejor por lo menos de públicamente hablar
de ello? Esto, exactamente, es el problema. Si tortura siempre ha estado
presente, ¿por qué aquellos en el poder ahora nos dicen abiertamente sobre
ello? Sólo hay una respuesta: para normalizar, para bajar nuestros estándares
éticos.
¿La tortura salva vidas? Tal vez, pero con seguridad esta
pierde almas - y su más obscena justificación es el de reclamar que un
verdadero héroe está listo de sacrificar su propia alma para salvar las vidas
de sus compatriotas. La normalización de tortura en La Noche Más Oscura es un
signo del vacío moral que estamos gradualmente alcanzando. Si hay alguna duda
sobre esto, trata de imaginar un éxito de taquilla de Hollywood representando
tortura de forma similar 20 años atrás. Es inimaginable.