“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

5/6/13

Contracultura comunal

Gustavo Márquez Marín
  • “El patrón de medición  de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general” / István Mészáros
Especial para La Página
Parafraseando al filósofo húngaro,  el Presidente Chávez dio inicio al primer Consejo de Ministros de lo que él denominó  “el nuevo ciclo de la revolución bolivariana, golpe de timón”, asumiendo autocríticamente la necesidad de corregir el rumbo del proceso para enfocarse en lo esencial: viabilizar la construcción de la democracia socialista,  participativa y protagónica. 


Reafirmó “la esencia absolutamente democrática del socialismo”. “Mientras  que el capitalismo tiene en su esencia lo antidemocrático, lo excluyente, la imposición del capital, de las élites capitalistas. El socialismo no, el socialismo libera; el socialismo es democracia y la democracia es socialismo en lo político, en lo social, en lo económico” dijo. Para que no quedara dudas sobre su apreciación autocrítica señaló: “…las comunas no se ven  por ningún lado, ni el espíritu de las comunas, que es mucho más importante en este momento que las mismas comunas: la cultura comunal”.
Estas reflexiones son parte del testamento político de  nuestro  Comandante. En ellas alerta sobre el riesgo de perder la revolución  si  perdemos  la batalla por la  construcción  de un auténtico Poder Popular autogestionario,  democrático, intercultural  y plural. Que nazca  de  la insurgencia de una contracultura comunal emancipadora, basada en  la solidaridad y en la vida en común autogestionada, radicalmente opuesta a la cultura individualista liberal burguesa.
El Estado revolucionario debe acompañar y estimular, a través de políticas públicas, la consolidación del autogobierno comunal, para que este se articule con el Plan de la Patria, fortaleciendo su capacidad de control social a la gestión pública, gobernando con un enfoque territorial y abandonando las prácticas clientelares y antidemocráticas de la  cooptación, el sectarismo  y el tutelaje burocrático sobre los Consejos Comunales, para abrirle cauce a una constituyente comunal que impulse la  autogestión de que habla Mészáros.