Pareciera que el modelo que utiliza nuestro gobierno para
gestionar la política cambiaria y enfrentar la guerra económica de la
burguesía, no ha tomado en cuenta las casas de cambio cucuteñas, como agentes
de la cotización del “dólar
paralelo”. Este se transa en bolívares para satisfacer la alta demanda de nuestra moneda, derivada por el interés de la población de la frontera colombiana, de adquirir a precios subsidiados -por la vía del contrabando estimulado por la brecha cambiaria-- gasolina, harina de maíz precocida, leche, café, carne, pollo, papel higiénico, azúcar, arroz, electrodomésticos y pare usted de contar.
paralelo”. Este se transa en bolívares para satisfacer la alta demanda de nuestra moneda, derivada por el interés de la población de la frontera colombiana, de adquirir a precios subsidiados -por la vía del contrabando estimulado por la brecha cambiaria-- gasolina, harina de maíz precocida, leche, café, carne, pollo, papel higiénico, azúcar, arroz, electrodomésticos y pare usted de contar.
En la práctica, desde allí se está controlando la formación
en Venezuela de precios especulativos, al tener estos como
referente el “dólar Cúcuta” difundido por “dolartoday” y otros
portales, llegando a posicionarlo hasta un valor 7 veces superior al tipo de
cambio oficial. Esto ha fortalecido la economía ilícita, detrás de la
cual están las mafias del narcotráfico y paramilitares, creando pobreza,
generando inseguridad y escases crónica en nuestros estados fronterizos y mucho
más acá. A ello contribuye también la asignación de dólares de CADIVI a las
remesas que fluyen hacia Colombia y son transadas en el “mercado
cambiario cucuteño” para retroalimentar la especulación. Por cierto, dichas
Casas de Cambio fueron autorizadas en 1999 por el Estado colombiano para
operar con un tipo de cambio peso/bolívar diferente al que se cotiza en Bogotá,
aunque manteniendo su paridad respecto del dólar. Esta “hábil” medida de la
oligarquía colombiana le ha permitido por más de una década, tener el
sartén por el mango en las relaciones comerciales bilaterales para succionar
nuestra renta petrolera y generar una relación asimétrica bilateral a su favor,
sin que se le haya puesto el cascabel al gato.