Ludwig Wittgenstein ✆ Florian |
etc. (todo ello será medular en el diálogo teórico entre comunicología y lingüística). En este movimiento la figura del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein ha sido fundamental, una verdadera bisagra entre el neopositivismo y la filosofía del lenguaje ordinaria que sería una de las fuentes para la pragmática y esa perspectiva vehiculado en Wittgenstein de ver el lenguaje como una forma de juego. En ese sentido este autor es central en el diálogo ciencias del lenguaje y comunicología, porque resume la tendencia de “giro lingüístico” filosófica dada por el neopositivismo y la filosofía analítica, y la apertura a lo que será el estudio de la lengua por su uso, su juego y perspectiva.
Fundamentos en el
pensamiento Wittgenstiano: Delimitación del Pensamiento
Wittgenstein como “revolucionario lingüístico “de la
filosofía y el supresor de la metafísica. La de Wittgenstein es una filosofía vía
lenguaje. El estudio del lenguaje no es un sustituto sino un método para llegar
al conocimiento de la realidad. Como él mismo diría en una carta escrita al
filósofo Rusell, reprochándole cierta incomprensión hacia su filosofía:
Ahora bien, me temo que no has captado realmente mi
afirmación de la que toda la cuestión de las proposiciones lógicas sólo es un
corolario. El punto principal es la teoría de lo que puede ser expresado por
las proposiciones, esto es, por el lenguaje (y lo que viene a ser lo mismo, lo
que puede ser pensado) , y lo que no puede ser expresado por proposiciones sino
sólo mostrado; éste creo yo, es el problema cardinal de la filosofía.
La gran influencia que la publicación del Tractatus
Logico-Philosophicus (TLP) (Cf. Wittgenstein, 19751) ha tenido en el pensamiento del siglo XX, hasta el punto de que
se le ha denominado la “revolución lingüística” en filosofía. La tarea del TLP
es esclarecer la naturaleza y función de las proposiciones no constituye un fin
en sí mismo sino un medio para arrojar luz sobre otras cuestiones. El objetivo
del Tractatus, dice Wittgenstein, es trazar un límite al pensamiento, o mejor,
no al pensamiento sino a la expresión de los pensamientos: pues para trazar un
límite al pensamiento tendríamos que poder pensar ambos lados de ese límite
(TLP: 2)
El Tractatus es una teoría del pensamiento a través de una
teoría del lenguaje; y dado que el pensamiento versa acerca de lo real, será también
en último término una teoría de la realidad. El Tractatus versa sobre el
isomorfismo de lenguaje y mundo, y la reducción del lenguaje a su función
descriptiva. Lenguaje y mundo tienen un elemento común: su forma. Por ello el
Tractatus no sólo es una reflexión sobre lógica y lenguaje, sino que supone una
reflexión sobre el ser; el estudio del lenguaje se constituye como condición
necesaria (pero también suficiente) del conocimiento del mundo.
Según Wittgenstein donde acaba el sentido acaba la capacidad
de pensar; no se puede pensar lo que no tiene sentido o lo que no esta
lingüísticamente conformado. Si se trata de situar el límite en el borde del
pensamiento, nosotros tenemos que ser capaces de pensar desde los dos lados de
este límite. El limite puede ser trazado nada más en el lenguaje, y lo que
cuenta al otro lado de ese limite de un lenguaje es simplemente el “no ser”, la
carencia de sentido. En este “primer” Wittgenstein solo tiene sentido lo que
lingüísticamente puede ser formulado. No existiría nada en el pensamiento que
pueda hurtarse a la condiciones de ser designado por el lenguaje; lo que no
puede ser designado no puede ser pensado.
Teoría figurativa de
la proposición
Toda mi tarea, dice Wittgenstein, consiste en explicar la
naturaleza la proposición. Es decir, en indicar la naturaleza de todos los
hechos, cuya figura es la proposición. El lenguaje es un retrato lógico de la
proposición. La realidad, el mundo, es el conjunto de todos los hechos (TLP:
1,1), mientras que el lenguaje constituye la totalidad de las proposiciones,
cada una de las cuales describe un estado de cosas del mundo. Si bien la figura
y la cosa figurada son independientes, pertenece a la esencia misma de la
relación figurativa el que exista alguna semejanza entre ambas.
Si el lenguaje puede figurar la realidad es porque ambos
pueden compartir la misma forma lógica. El concepto de proposición como figura
lógica de la realidad implica tres elementos: a) el mundo (los hechos) como
aspecto objetivo de la realidad figurativa, b) el lenguaje (las proposiciones)
como su aspecto subjetivo y c) la forma lógica que media entre los dos.
El mundo es todo lo que ocurre. Lo que ocurre, el hecho, es la existencia de estados de cosas. El estado de cosas es una combinación de objetos (asuntos, cosas). Los objetos forman la sustancia del mundo. El lado subjetivo de la relación isomórfica entre lenguaje y mundo, entre proposición y hecho, lo representa el lenguaje. En él se encuentra los elementos correspondientes a las nociones de hecho, estado de cosas y objetos. Como el mundo es el conjunto de todos los hechos, el lenguaje consiste en la totalidad de las proposiciones.
El mundo es todo lo que ocurre. Lo que ocurre, el hecho, es la existencia de estados de cosas. El estado de cosas es una combinación de objetos (asuntos, cosas). Los objetos forman la sustancia del mundo. El lado subjetivo de la relación isomórfica entre lenguaje y mundo, entre proposición y hecho, lo representa el lenguaje. En él se encuentra los elementos correspondientes a las nociones de hecho, estado de cosas y objetos. Como el mundo es el conjunto de todos los hechos, el lenguaje consiste en la totalidad de las proposiciones.
La totalidad de las proposiciones es el lenguaje (TLP:
4,001). El lenguaje consta en su totalidad e proposiciones. La proposición
(Satz) es el retrato lógico de un hecho, una figura (bild) de él. La
proposición es una figura (Bild) de la realidad. La proposición elemental,
afirma la existencia de un estado de cosas. Los signos simples empleados en la
proposición se llaman nombres. El nombre significa objeto; el objeto es su
significación. Wittgenstein no ofrece ejemplos de nombres, éstos son signos
simples y primitivos para formar proposiciones elementales; el nombre denomina
un objeto pero no los describe, viene a ser no un retrato sino algo como una
etiqueta que le colocamos.
La función del lenguaje es afirmar o negar hecho, queda
descartado el tipo de discurso no descriptivo (discurso valorativo, poético).
Esta concepción da una consideración fáctica del lenguaje. La investigación
sobre el lenguaje es la vía de acceso al conocimiento de lo real.
La proposición expresa lo que yo no sé, pero lo que yo tengo
que conocer para poder decirla, lo muestro en ella. El sentido mostrado por la
proposición es independiente de la realidad, pero para saber si lo que dice es
cierto no, debemos contrastarla empíricamente, pues la proposición contiene
únicamente la posibilidad de su verdad.
Entre el lenguaje y mundo se encuentra la forma lógica como
elemento mediador que relaciona los otros dos y hace posible que el lenguaje
hable acerca del mundo. La forma clave permite resolver el problema fundamental
de la relación entre lenguaje y mundo.
Para que la figura sea algo real debe tener relación con lo
figurado. El carácter figurativo del lenguaje se debe a su relación isomórfica
con el mundo. De no ser por la forma lógica el lenguaje perdería su función
esencial -la de describir hechos. La formas lógica es un elemento necesario de
la proposición; una proposición debe necesariamente tener una forma lógica -la
misma del mundo- para poder describir un hecho, si bien no es necesario que la
proposición sea verdadera. Wittgenstein la define en el Tractatus de esta
forma: “Lo que cualquier figura, de cualquier forma, debe tener en común con la
realidad para poderla representar de algún modo es la forma lógica, es decir,
la forma de la realidad” (TLP: 2,18).
El pensamiento como
figura lógica
El que el lenguaje sea la expresión del pensamiento permite
que ambos resulten de alguna manera intercambiables, de modo que la
investigación sobre el pensamiento pueda ser sustituida por el estudio de la
proposición y que éste sea al mismo tiempo una teoría del pensamiento. Para el
autor la relación entre proposición y pensamiento es tan estrecha que, llega a
identificarlos.
El lenguaje existe porque se puede pensar; sin el
pensamiento no podría plantearse la posibilidad de un lenguaje. Pues siendo el
lenguaje la expresión del pensamiento, en un mundo sin pensamiento el lenguaje
sería la expresión de la nada. El pensamiento es el punto indispensable para
entender la proposición; los pensamientos son figuras que pueden expresarse en
proposiciones. Así como la concepción descriptiva del lenguaje determinaba un
reduccionismo fáctico en el plano ontológico, el pensamiento quedará igualmente
circunscrito al ámbito de los hechos, y el dominio de lo pensable se reducirá a
los hechos lógicamente posibles. ¿Qué es el pensamiento? , de lo poco que se
menciona en el Tractatus se pueden extraer dos definiciones, amas relacionadas
con la proposición, la primera dice “La figura lógica de los hechos es un
pensamientos “. El pensamiento aparece como retrato lógico de un hecho, pero el
pensamiento no es una figura lógica, sino la figura lógica por antonomasia. el
pensamiento abstrae o sintetiza en sí mismo la forma lógica esencial a todo
tipo de figuras.
La expresión por excelencia del pensamiento es el lenguaje
verbal Así pues el lenguaje constituye la forma más idónea de expresión de
pensamientos al presentar la misma multiplicidad lógica que éstos y que los
hechos que ellos representan.
El sujeto como límite
del mundo
Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi
mundo, esta es la base del llamado solipsismo wittgenstiano. Está claro que si
el lenguaje retrata sólo los hechos, y por otro lado el mundo es el conjunto de
los hechos, los límites de lenguaje y mundo coincidirían necesariamente. El
lenguaje sólo llegará hasta donde llegue el mundo, y a la inversa, allá donde
el lenguaje no pueda llegar tampoco llegará el mundo, ya que no hay hecho que
no pueda ser figurado en una proposición.
Para el autor la lógica llena el mundo, los límites del
mundo son también sus límites: No podemos decir en lógico “esto” hay en el
mundo y “aquello” otro no. Esto supondría que excluimos ciertas posibilidades y
esto no puede ser, pues de otra forma la lógica tendría que trascienden los
límites del mundo; a saber, en caso de que ella pudiese contemplar estos
límites también desde el otro lado. Lo que no podemos pensar, no podemos pensarlo;
por tanto tampoco podemos decir lo que no podemos pensar.
El isomorfismo del lenguaje y mundo consiste en que ambos
son lógicos; su mutuo ajuste se fundamenta en la coincidencia de sus
respectivos ámbitos con un tercero: el dominio de la lógica. La correspondencia
entre lógica y lenguaje se traduce en que todo lo lógico es expresable y toda
proposición debe ser lógica. Así como la lógica llena el mundo, sin
traspasarlo, su retrato en el lenguaje. Lo que no podemos pensar —lo ilógico—
no podemos pensarlo -figurarlo- . Y siendo el lenguaje la expresión del
pensamiento, resulta obvio que no se puede decir aquello que no puede ser
pensado.
Las argumentación de Wittgenstein se resume: 1.- Los límites
del lenguaje son lo límites del mundo. 2.- El lenguaje es mí lenguaje, 3.- Mi
lenguaje limita mi mundo. 4.- El mundo es mi mundo: SOLIPSISMO.
El llamado “segundo
Wittgenstein”
Una vez concluido el Tractatus y convencido de haber dicho
todo lo que tenía que decir, abandonó la filosofía. Después de un tiempo que atravesó
por distintas actividades decidió incorporarse nuevamente a la filosofía, uno
de los factores que explican este regreso está la creciente insatisfacción
producida en él por las teorías expuestas en el Tractatus, insatisfacción que,
por otra parte, no habría sino de acrecentarse. Este periodo llamado “filosofía
del segundo Wittgenstein” se caracteriza por el abandono progresivo de las
tesis fundamentales del Tractatus.
La concepción del lenguaje del segundo Wittgenstein puede
resumirse en tres tesis fundamentales:
1.- El significado de las palabras y de las proposiciones es su uso en el lenguaje.
2.- Los usos se configuran en los juegos del lenguaje.
3.- Los juegos del lenguaje no comparten una esencia común sino que mantienen un parecido de familia
1.- El significado de las palabras y de las proposiciones es su uso en el lenguaje.
2.- Los usos se configuran en los juegos del lenguaje.
3.- Los juegos del lenguaje no comparten una esencia común sino que mantienen un parecido de familia
El significado como
uso
En el Tractatus Wittgenstein sólo había considerado un tipo
de uso del lenguaje: el uso descriptivo, representando por el modo indicativo
de la proposición. El único uso que se tiene en cuenta en el lenguaje es el de
representar el mundo y de ahí su naturaleza esencialmente figurativa, sin la
cual no cumpliría función alguna. Habiendo tomado como modelo al lenguaje de la
ciencia, el Tractatus presentaba un exclusivismo de la función descriptiva del
lenguaje, que se manifestaba en dos criterios: primero en la reducción de las
proposiciones a descripciones -figuras- de los hechos; en segundo lugar, en la
asimilación de las palabras a nombres. Las proposiciones eran allí figuras de
hechos que podían ser analizadas hasta llegar a sus componentes últimos —los
nombres— correspondientes a objetos simples.
Ya en las Observaciones… (Cf. Wittgenstein, 1992) se
constata la existencia de diversos usos de la proposición además del
indicativo, tales como el uso imperativo y el expectativo. Sin embargo, esta
constatación no sólo se hace compatible sino que se presenta como apoyo a la
concepción figurativa de la proposición. Aun cuando la proposición sigue siendo
considerada como una figura, es algo más que eso: su sentido no se reduce a su
naturaleza figurativa sino al uso que se hace de ella.
Es en las Observaciones donde surge una primera formulación
de la teoría del significado como uso: el sentido de una proposición, así como
el significado de una palabra, es su función, el propósito que cumple.
Conforme Wittgenstein avanza en sus reflexiones va
abandonando la teoría figurativa de la proposición y el uso se erige como
criterio único de significado: preguntar por el significado de una palabra o
frase equivale a preguntar cómo se usa; y es el modo de usarla lo que decide si
una persona ha comprendido o no su significado. Por otro lado, la variedad de
usos del lenguaje aparece ampliada hasta el máximo: hay innumerables clases de
enunciados, incontables usos posibles del lenguaje.
A la afirmación de la variedad de usos de las proposiciones
se une el rechazo de la teoría nominativa del Tractatus, que reducía los
términos del lenguaje a la función de nombrar. La teoría nominativa, a cuya
crítica se dedica Wittgenstein las primeras páginas de las Investigaciones
filosóficas (PU2): “Cada palabra tiene una significación. Esta significación se
corresponde con la palabra. Es el objeto al cual se refiere la palabra” (Cf.
Wittgenstein, 1988: 23).
Podíamos distinguir dentro del reduccionismo nominativo dos
tesis fundamentales: 1) Todos los elementos significativos del lenguaje son o
pueden reducirse a nombres lógicamente propios que se corresponden de manera
inmediata con objetos. 2) El significado de un término -de un nombre- es el
objeto que nombra, es decir, su referencia. Ambas tesis van a ser rechazadas
por el segundo Wittgenstein: en primer lugar, los nombres son sólo una parte de
los términos significativos del lenguaje. Hay en éste un gran número de
palabras que no denominan nada y que, sin embargo tienen significado. Un
ejemplo de ello es “quizás” del que Wittgenstein se ocupa en la Gramática: si
significado es únicamente el uso que de él hacemos en el lenguaje. Y es la
aplicación de ese término en circunstancias particulares y de manera
determinada lo que demuestra que su significado ha sido comprendido.
Hablar de objetos, la función de nombrar, no es la única del
lenguaje, ni la principal. “Para una amplia clase de casos de utilización de la
palabra ‘significado’ -si bien no para todos los casos de su utilización- se
puede explicar esta palabra así: el significado de una palabra es su uso en el
lenguaje”. (PU § 43).
Wittgenstein compara las palabras con herramientas, al igual
que éstas, las palabras se definen por su uso, que puede ser muy variado. Las
palabras no son meras etiquetas que se aplican a los objetos, sino instrumentos
que cumplen funciones de muy distinto tipo. Su uniformidad es sólo aparente, el
lenguaje es como la cabina de una locomotora en la que vemos una serie de
mandos aparentemente iguales, cada uno de los cuales cumple, no obstante un fin
diferente.
Pero él que no todas las palabras sean nombres es sólo la
primera parte de la argumentación. La segunda es que ni siquiera de los nombres
se puede decir que su significado sea su referencia. En algunos casos se puede
explicar el significado de un nombre señalando a su poseedor, el objeto que
constituye su referencia. Pero esto no quiere decir que significado y referencia
coincidan. “La significación de un nombre no es aquello que mostramos en una
explicación ostensiva del nombre...El nombre no pierde su significación si su
portador deja de existir (si por ejemplo, muere)”. (PG § 27)
Juegos de lenguaje
Las palabras se definen por su uso, este se inserta dentro
de un contexto de actividades de tipo tanto lingüístico como no lingüístico. Y
tampoco es único ya que el lenguaje comprende una multiplicidad de funciones.
Ahora bien, ¿cuál es el criterio de distinción de la multiplicidad de usos
lingüísticos?, ¿cómo sabemos el uso que le toca a cada palabra en cada caso
particular?. Lo que marca la distinción de usos del lenguaje son los distintos
contextos en que se desarrollo. Estos contextos constituyen lo que Wittgenstein
denomina “juegos de lenguaje”. Los usos del lenguaje son múltiples porque hay
muchos juegos, muchos contextos donde pueden insertarse.
La expresión “juegos del lenguaje” surge a resultado de una
de las comparaciones favoritas de Wittgenstein: la del lenguaje y los juegos.
El autor no da una definición clara de “juegos del lenguaje”, pero sí usa
muchos ejemplos. La noción “juegos del lenguaje” significa varias cosas para el
autor: (a) Ciertas formas lingüísticas de carácter primitivo y simple; (b) El
lenguaje ordinario junto con las actividades y realizaciones pertenecientes a
él; (c) Sistemas lingüísticos parciales, entidades funcionales o contextos que
forman parte de un todo orgánico.
El primer sentido aparece ya en el Cuaderno Azul, donde Wittgenstein
se refiere a los juegos del lenguaje como lenguajes primitivas, formas de
utilizar signos más simples que las del lenguaje ordinario. Ejemplos de ellos
son las formas del lenguaje con las que un niño comienza hablar. La acepción
(b) está en la misma obra. Junto a la idea de los lenguajes primitivos, aparece
allí también la concepción del juego del lenguaje como totalidad constituida
por el lenguaje y las actividades en las que éste se encuentra entramado. Este
sentido pone de relieve el carácter contextual del significado y la inserción
del lenguaje dentro de las formas de vida.
Los juegos se definen en general por el sistema de reglas
que rige cada uno de ellas. Reglas que, por otro lado, pueden diferir en cada
caso según su complejidad, número, rigidez con que deben aplicarse, etc. El
lenguaje como juego es una actividad reglamentada; el significado de las
palabras se encuentra en su uso, en la función que cumplen en el lenguaje, pero
todo uso implica una serie de normas, “reglas del juego” que varían en cada
caso según la función del lenguaje al que pertenezca. El reglamento del
lenguaje está contenido en la gramática. La gramática es la descripción del
lenguaje que proporciona las reglas para la combinación de los símbolos,
determinando qué combinaciones tienen sentido, están permitidas, y cuáles no.
El concepto de gramática adopta en el autor un doble sentido: por un lado es la
ciencia o el estudio de las reglas del uso lingüístico; por otro lado , el
conjunto de las reglas mismas. La gramática tiene, pues un carácter normativo y
descriptivo: regula el uso del lenguaje y al mismo tiempo describe cómo
funciona.
Además del carácter normativo, hay un rasgo que comparte el
lenguaje y los juegos: ambos son una actividad social. El lenguaje es una forma
de conducta humana, un aspecto entre otros muchos que constituyen la vida
social del hombre y que, en cuanto tal, debe entenderse en conexión con una
multiplicidad de actividades de todo tipo; mediante el lenguaje y los juegos
los hombres se relacionan entre sí y se integran en la vida social de una
comunidad. Hablas del lenguaje es parte de una actividad o de una “forma de
vida” (Lebensform).
La complejidad de un lenguaje, los juegos lingüísticos de
que consta, expresan el modo de vida de sus hablantes. Así por ejemplo, un
lenguaje en el que no fuera posible hacer ruegos o plantear preguntas sería
síntoma de las carencias de esas actividades. “Es fácil imaginar un lenguaje
que conste sólo de órdenes y partes de batalla. O un lenguaje que conste sólo de
preguntas y expresiones para contestar sí y no. Y muchos otros. E imaginar un
lenguaje significa imaginar una forma de vida” (PU § 19). La idea de forma de
vida viene hacer hincapié una vez más en el carácter pragmático y social del
lenguaje. Con ella, el lenguaje deja de ser espejo que en Tractatus reflejaba
la realidad desde fuera para convertirse en una parte integrante de esa misma
realidad; el hablar es una forma de comportamiento humano.
Parecido de Familia
Ante la constatación de la pluralidad de juegos de juegos
del lenguaje cabe plantearse la pregunta acerca del elemento común a todos
ellos o, en otras palabras, de la esencia del lenguaje. Esta pregunta, con su
correspondiente respuesta, aparece planteada en las Investigaciones. La
respuesta en este punto es rotunda: lo que hay de común a todos los juegos es
exactamente lo mismo que entre todas las actividades que denominados “juegos”,
a saber: nada.
El significado de “lenguaje”, como el de “juego” no es,
pues, unívoco sino que designa una serie de actividades cuyas semejanzas se
presentan en gradación. De ahí el carácter indefinible del lenguaje..
Wittgenstein ofrece una serie de notas características de los juegos
lingüísticos: el se formas de actividad social, estar reglamentados, etc. El
concepto wittgensteiniano de parecido de familia va directamente en contra de
lo que se ha denominado “esencialismo” es decir, la tendencia a buscar una
propiedad común a todas las entidades subsumidas bajo un término general, que
justifique el hecho de que denominemos a todas esas entidades de la misma
manera.
El esencialismo unido a la tesis de la unicidad del
lenguaje, constituía uno de los pilares fundamentales del Tractatus. Las
nociones de “juegos de lenguaje” y “parecido de familia” vienen ahora aponer de
manifiesto el rechazo de ambas tesis: si en el Tractatus Wittgenstein pretendía
descubrir la esencial del lenguaje, la “forma general de la proposición”, ahora
piensa que no hay una esencia común a los juegos del lenguaje. No existe ningún
factor común predominante en el lenguaje, al que puedan asimilarse todos los
demás.
En el Tractatus se concebía una forma correcta de figurar un
hecho, dado que éste ostentaba una única forma lógica que debía ser compartida
por la proposición. De ahí que la tarea del análisis consistiera en buscar la
forma correcta de cada proposición, desvelando el lenguaje ideal que subyace
más o menos disfrazado en los lenguajes particulares y que manifiesta la
estructura lógica del lenguaje y del mundo. Con el rechazo del atomismo lógico,
Wittgenstein abandonó la suposición de que a los hechos les corresponde una
forma lógica, con lo que el concepto de forma correcta o forma general de la
proposición perdía todo su sentido. No se trata ya de corregir las
proposiciones sino de comprenderlas.
Algunas ideas para la
concepción de la comunicación
La unidad inteligible en el lenguaje es la significación. El
lenguaje es el instrumento que comunica la significación y la esencia de la
significación es su comunicabilidad. Comunicar es hacer común la significación.
En la filosofía analítica la significación plena se relaciona con la verdad, en
su dimensión más cognoscitiva, aunque también pragmática. La verdad no se
encuentra en alguna forma de consenso sino en la objetividad. La significación
no se pude reducir a enunciados protocolarios o tautologías; la significación
no se puede reducir a notas empíricas.
La información para Wittgenstein parece definirse como el
acto de expresar una significación comunicable, es decir que un sujeto pueda
expresar una significación, que por su forma prepositiva puede o no hacerse
común a otros; puede hacerse común en distintos niveles no necesariamente
idénticos.
En el análisis que Yuren (1996: 301) hace de Wittgenstein y
la filosofía analítica señala que un emisor puede expresar una proposición que
en realidad para él no tiene significación plena, porque simplemente está
repitiéndola; sin embargo para el receptor, mediante la auto-apropiación y la
verificación puede llegar al nivel de la significación plena. El mensaje de la
comunicación se define como la proposición misma y participa de la
potencialidad. En clave de explicar a Wittgenstein desde la “comunicación”,
Yuren quiere ver en la “retroalimentación” como un término importante en la
teoría comunicativa, señala que por parte del receptor se da un
desencadenamiento espontáneo de las operaciones de la conciencia intencional. A
un primer nivel el receptor oye o lee la proposición; luego la entiende y
finalmente la afirma, al aceptarla o transformándola mediante la negación. Este
proceso interviene la dialéctica de las evasiones de la inteligencia que se da
en una situación dialógica. Debido a las operaciones intencionales puede operar
un proceso de auto corrección. Eso significa que aun cuando no exista situación
dialógica en el conocimiento puede hacerse común.
Al comentar a Wittgenstein desde la teoría de la
comunicación, Martín-Serrano (1996) ha dicho: Todo lo que lingüísticamente es
significativo es diferenciado, todo lo que podamos distinguir es cognitivamente
diferenciado. La diferenciación lingüística y cognitiva son coincidentes. No
hay una sin la otra, en consecuencia, por tanto el criterio de comunicabilidad
radica antes en aquello que puede ser pensado. ¿Que es el pensamiento que no se
comunica? Comunicación en potencia. Todo lo que puede ser pensado, puede ser
claramente pensado, todo lo que se deja expresar se deja claramente expresar.
¿No sabes comunicar?, el problema que se tiene es que no se ha pensado bien lo
que quiere comunicar. Consecuentemente una mala comunicación no es una
dificultad lingüística, sino mental; no aclarar las distinciones mentales
impide establecer distinciones conceptuales; diferenciaciones, articulaciones,
integraciones.
¿Que pasa con las formas lingüísticas?, se pregunta el autor
español, son elementos a priori que no se conocen. Los usuarios no podemos
describir la forma lingüística con la que opera el lenguaje; para poder
representar las formas lógicas sería necesario que nos pudiéramos situar con
las proposiciones fuera de lógica, es decir fuera del mundo, ¿que es el mundo
apriori? . Los actores de la comunicación pueden hablar de todo, menos de la
forma misma; porque para hacerlo necesitaría otra forma y así sucesivamente. Si
hablara de las formas sin las formas, lo haría de manera “a-lógica”, pero como
no puedo hablar a-lógicamente de aquello que es la lógico, consecuentemente, no
se puede hablar.
En la cultura que uno se mueve, las significaciones (que
incluyen al lenguaje y a sus expresiones), constituyen los horizontes de
nuestro conocer, de nuestra comunicación y hacer. El lenguaje es el medio de
expresar la significación y como tal es un instrumento el ser humano constituye
el mundo mediado por la significación. Como se ha mencionado desde la filosofía
analítica, la significación va más allá del estudio de la palabra, de la
gramática y la sintaxis. El lenguaje adquiere una centralidad que en
Wittgenstein parece determinante a la forma de vida e interacción.
El llamado “segundo Wittgenstein” nos ofrece también
elementos para llevarlos a una idea de la comunicación sustentada en el uso, el
juego del lenguaje y el parecido de familia; la perspectiva que para conocer el
lenguaje no se puede desprender de lo que los usuarios hacen con él. La
comunicación se derivará de aquello común a los juegos, más que la forma de la
proposición, la forma de ese uso. Comunicación pasa a designar forma de vida,
mediada por los usos y parecidos, por los juegos que no son irreductibles a sus
formas lógicas. Para el estudio de la significación será necesario el contexto,
como elemento mediador en las formas de la designación, que ya no pueden ser
únicamente descriptivas.
Notas
1 A partir de ahora, lo abreviamos como TLP
2 Abreviamos el libro Investigaciones filosóficas por sus siglas en alemán PU
2 Abreviamos el libro Investigaciones filosóficas por sus siglas en alemán PU
Referencias
Martín-Serrano, Manuel (1996) "Conferencias de
seminario de Doctorado Encuentro epistemológico en torno al concepto de
información”. Madrid, Universidad Complutense de Madrid.
López de Santa María Delgado, Pilar (1986) Introducción a Wittgenstein, Sujeto, Mente y Conducta, Barcelona: Herder (Biblioteca de Filosofía No 22).
Yuren, Adriana (1994) Conocimiento y comunicación. México. Alhambra Mexicana
Wittgenstein, Ludwig (1975) Tractatus Logico-Philosophicus, 14ed. Madrid. Alianza Universidad [1a ed. 1929]
----------------------------- (1988) Investigaciones Filosóficas, Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM México, [1a ed. 1954].
----------------------------- (1989) Conferencia sobre ética. Con dos comentarios sobre la teoría del valor, Barcelona: Paidós.
------------------------------ (1992) Observaciones a La rama dorada de Frazer. Madrid, Tecnos.
López de Santa María Delgado, Pilar (1986) Introducción a Wittgenstein, Sujeto, Mente y Conducta, Barcelona: Herder (Biblioteca de Filosofía No 22).
Yuren, Adriana (1994) Conocimiento y comunicación. México. Alhambra Mexicana
Wittgenstein, Ludwig (1975) Tractatus Logico-Philosophicus, 14ed. Madrid. Alianza Universidad [1a ed. 1929]
----------------------------- (1988) Investigaciones Filosóficas, Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM México, [1a ed. 1954].
----------------------------- (1989) Conferencia sobre ética. Con dos comentarios sobre la teoría del valor, Barcelona: Paidós.
------------------------------ (1992) Observaciones a La rama dorada de Frazer. Madrid, Tecnos.