A 25 años de su muerte, la obra y el legado de Louis Althusser siguen generando polémica
Louis Althusser
✆Arturo Espinosa |
Quien fuera uno de los principales si no el principal
filósofo identificado con el marxismo durante la segunda mitad del siglo XX a
nivel internacional, no dejaba solamente un triste y solitario final. Dejaba
por sobre todo un legado discutido, contradictorio y complejo, que sigue en
debate hasta el día de hoy.
Autor de muchas obras destacadas publicadas en vida, así
como de muchas páginas de trabajos publicados de manera póstuma, impuso durante
décadas un modo de interpretar el marxismo cuya obra más característica fue el
volumen colectivo Para Leer El Capital,
de cuya publicación en francés se cumplen en noviembre 50 años; trabajo editado
parcialmente en lengua castellana, por ser incorporados en la edición española
solamente los trabajos de Althusser y Balibar, junto con otros escritos de
Althusser, dejando afuera las intervenciones de Jacques Rancière, Pierre
Macherey y Roger Establet que formaban parte de la edición original.
Otros trabajos, como Ideología
y Aparatos ideológicos del Estado (publicación parcial de un trabajo no
publicado íntegramente hasta 1995) fueron muy populares en la Argentina y en
América Latina. Las obras de Marta Harnecker, que sintetizaban los “conceptos
elementales del materialismo histórico” ampliaron aún más la influencia difusa
del “althusserismo”.
A Para Leer El Capital
se debe fundamentalmente la fama de Althusser como principal animador de la
corriente “estructuralista” del marxismo. Planteando la necesidad de una
lectura “sintomática” del texto de Marx, Althusser buscaba establecer las
claves de interpretación del pensamiento marxista con algunas coordenadas
claramente influidas por un clima de época, en el que tenían fuerte peso el
estructuralismo y la epistemología neopositivista: oposición de ciencia e
ideología, distinción tajante entre el objeto de la ciencia y el objeto
empírico, necesidad de rigurosidad formal en las definiciones conceptuales,
interpretación de la sucesión de los “modos de producción” como un proceso
“sin-sujeto”, en base a una combinatoria conceptual que explicaba relaciones
sociales de las que los hombres eran sus portadores.
Con estas ideas, Althusser salía al cruce de las distintas
variantes de marxismos humanistas e historicistas, que tuvieron mucho peso
durante la segunda mitad del Siglo XX, no sólo en Francia sino en el conjunto
de Europa. A ello habían contribuido, por distintas vías, la publicación en
1932 de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 de Marx, el desarrollo
del existencialismo y las corrientes fenomenológicas, el crecimiento de
corrientes disidentes que se apoyaban en las concepciones “praxiológicas” y
humanistas para “volver a Marx” frente al totalitarismo estalinista, en países
como Yugoslavia, Polonia, Checoslovaquia y Hungría; junto con la llamada
“desestalinización” del XX Congreso del PCUS bajo dirección de Nikita Kruschev,
que Althusser identificaba como punta de lanza del “humanismo” entendido como
una ideología que promovía la coexistencia pacífica con el capitalismo.
Simpatizante del maoísmo (Mao señalaba a Kruschev como el
actor central de la transformación de la URSS en un “social-imperialismo” y la
cabeza del “revisionismo”) Althusser identificaba las corrientes humanistas e
historicistas como pasibles de sostener posiciones tanto “ultras” como
socialdemócratas, que en definitiva podían resultar complementarias, según su
óptica.
El movimiento del ’68 encontró a Althusser alineado con la
política del PCF, que se oponía a los desbordes “ultras” del movimiento
estudiantil, posición que fue criticada duramente por su ex-discípulo Jacques
Rancière (hoy uno de los principales filósofos franceses) en su libro de 1974 La Lección de Althusser.
Influenciado por el maoísmo y la revolución cultural china,
el texto de Rancière catalogaba el pensamiento de Althusser como un
“pensamiento del orden” cuya consigna nunca dicha en voz alta pero no por ello
menos eficiente era: El ’68 no existió. Identificaba con este posicionamiento
ciertas reelaboraciones althusserianas como la de la “lucha de clases en la teoría”
(para Rancière, un modo de distinguir ideas burguesas de proletarias a
contramano del cientificismo de la etapa anterior) y la elaboración del
concepto de “aparatos ideológicos del Estado” sin referencia explícita al
movimiento del ’68 y su cuestionamiento de las instituciones educativas. Otro
crítico de Althusser, el británico E.P. Thompson, calificaría la crítica de
Rancière como una “alucinación maoísta”, pero Rancière había golpeado en un
gran flanco débil de quien había sido su maestro: su solidaridad con la
política del PCF.
Del período posterior a las derrotas de los movimientos de
lucha que van del ’68 al ‘81, son conocidos sus escritos sobre el “materialismo
del encuentro”, muy populares en sectores de la izquierda europea actual, por
su hincapié en la contingencia, la crítica de la teleología y su
antideterminismo radical.
Warren Montag, autor de Althusser
and his contemporaries [Philosophy’s
perpetual war] publicado en 2013 por Duke University Press, señala que este
cambio de perspectivas desde el “estructuralismo” a la “contingencia” es más
aparente que profundo y que Althusser siempre mantuvo una tensión entre ambas
posiciones, que incluso puede rastrearse en Para
Leer El Capital (obra en la que Montag identifica dos concepciones
distintas de “estructura”).
La obra de Althusser, cuyo análisis profundo excede el
espacio de estas líneas, recoge con distintas tentativas según los momentos, la
problemática que cruzó al marxismo teórico de la segunda mitad del Siglo XX:
cómo establecer una relación entre las “determinaciones objetivas” y la
“actividad subjetiva” que contuviera el conocimiento de las contradicciones del
capitalismo tanto como una teoría de la acción política, sin caer en lecturas
unilaterales que se alejaban por una u otra vía del pensamiento original del
marxismo.
Tanto para los que lo consideran una alternativa de
reconstrucción del pensamiento de Marx como para los que lo consideramos parte
de la crisis del marxismo, su legado sigue en debate, a tono con su idea de la
filosofía como un “campo de batalla”.
Leer también
el artículo publicado en Ñángara Marx: Althusser
contra Althusser | Reflexiones dispersas sobre un clásico de la Teoría Social
del Siglo XX ,
del mismo autor.
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