La identidad franco-argelina de uno de los atacantes
demuestra de qué modo la salvaje guerra francesa de 1956-62 en Argelia continúa
infectando las atrocidades de hoy. La absoluta negativa a contemplar el papel
de Arabia Saudita como proveedora de la forma más extrema del islam, la
wahabita sunita, en la que cree el Isis, muestra de qué manera nuestros líderes
aún rehúsan reconocer los vínculos entre el reino y la organización que atacó a
París. Y nuestra falta total de voluntad de aceptar que la única fuerza militar
regular en combate constante con el Isis es el ejército sirio –que lucha por el
régimen que Francia desea destruir– nos impide aliarnos con los inmisericordes
soldados que están en acción contra el Isis con mayor ferocidad aún que los
kurdos.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
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17/11/15
La inconclusa guerra franco-argelina arroja una luz sobre las causas de la masacre de París
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