Pierre Bourdieu ✆ Carlos Velasco |
Diciembre de 1998.- Como lo pretende el discurso dominante,
el mundo económico es un orden puro y perfecto, que implacablemente desarrolla
la lógica de sus consecuencias predecibles y atento a reprimir todas las
violaciones mediante las sanciones que inflige, sea automáticamente o -más
desusadamente- a través de sus extensiones armadas, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) y las políticas que imponen: reducción de los costos
laborales, reducción del gasto público y hacer más flexible el trabajo. ¿Tiene
razón el discurso dominante? ¿Y qué pasaría si, en realidad, este orden
económico no fuera más que la instrumentación de una utopía -la utopía del
neoliberalismo- convertida así en un problema político? ¿Un problema
que, con la ayuda de la teoría económica que proclama, lograra concebirse como
una descripción científica de la realidad?