El nuevo libro de Tzvetan Todorov (Sofía, Bulgaria, 1939)
supone un cruce entre dos de sus intereses teóricos centrales: el análisis del
pensamiento de la Ilustración y el de los episodios más relevantes de la tradición
artística europea, en este caso a través de la figura y la obra de Goya. El
resultado es un hermoso y sugestivo ensayo, escrito además en un lenguaje
sumamente claro y preciso. En síntesis, Todorov plantea que Goya es no sólo uno
de los más grandes artistas, que con su obra lleva a cabo una ruptura con la
tradición que anuncia el advenimiento del arte moderno, sino que a la vez es
también una de las principales personalidades de la Ilustración. De ese
movimiento o actitud: la Ilustración, las Luces, que supone la toma de
consciencia de la autonomía, racional y moral, del sujeto humano, y con ello,
desde el punto de vista de la historia de las ideas, el inicio del desarrollo
de la Modernidad.
Este segundo aspecto es bastante novedoso, dado que no es
habitual tomar en consideración la aportación de Goya al pensamiento de las
Luces. El gran pintor no dejó textos teóricos, y ni siquiera demasiadas
reflexiones o consideraciones acerca del trabajo artístico, más allá de las que
aparecen ocasionalmente en sus cartas. Pero Todorov rastrea y propone una
reconstrucción de su pensamiento utilizando las leyendas de las distintas
series de grabados y de los dibujos, que pone en relación con un análisis de lo
que plantean las propias obras de Goya. Sale así a la luz lo que él llama “un
espacio intermedio”, no teorizado, que englobaría los discursos y las imágenes,
pero también el medio histórico y social en el que se escriben los textos, se
pintan los cuadros y se dibujan las figuras.
La reconstrucción de Todorov avanza cronológicamente,
siguiendo paso a paso en paralelo el despliegue de la vida y la obra de Goya.
Llamando la atención sobre los dos momentos en que éste sufre graves
enfermedades: 1792 y 1819, la intensa perturbación que debió experimentar en su
posible relación con la Duquesa de Alba, los terribles acontecimientos
históricos que se vivieron en España: invasión napoleónica, restauración de la
dinastía borbónica, trienio liberal y nueva restauración del absolutismo. Y
sobre cómo todo ello fue incidiendo en un proceso de profundización en su manera
de comprender la pintura, que le llevaría progresivamente a una especie de
desdoblamiento: un Goya “público”, pintor de la Corte y personalidad solicitada
para todo tipo de encargos artísticos, y un Goya “interior”, que dibuja, pinta
e incluso graba estampas sólo para sí, dando rienda suelta sin limitaciones
externas a sus ideas, emociones y sentimientos. Esto era completamente nuevo,
algo revolucionario respecto a la tradición artística europea.
Todorov desvela de este modo lo que podríamos llamar el pensamiento
pictórico de Goya, su pensamiento en imágenes. Cuyos ejes fundamentales se
sitúan en tres ámbitos diferentes, pero relacionados entre sí. El primero tiene
que ver con una reflexión sobre el conocimiento y la representación, con una
formulación inicial en el momento del ingreso de Goya en la Academia de Bellas
Artes de San Fernando: “Dibuja lo que ves, no lo que es”, pero que se
prolongaría a lo largo de toda su vida. Ese planteamiento implica asumir las
limitaciones subjetivas de toda representación, y de un modo que considero
plenamente acertado Todorov lo pone en relación con la “revolución copernicana”
de la que habló Kant, al fundamentar su filosofía crítica frente al pretendido
“realismo” de la metafísica tradicional.
En segundo lugar, estaría una consideración específica del
psiquismo humano. Para Goya, el hombre no es un ser “exclusivamente” racional,
sino interiormente múltiple e incoherente, debatiéndose continuamente entre
deseos y pulsiones contradictorios. Goya no veía para el hombre otra vía que la
de la razón, pero a la vez era plenamente consciente de sus desviaciones y
peligros, de las sombras que habitan en el fondo de las luces de la humanidad.
En este punto hay que señalar que la reivindicación de Goya como una de las
grandes figuras intelectuales de la Ilustración va unida a una interpretación
de ésta por parte de Todorov en un sentido más profundo, menos tópico y
reductivo de lo habitual en los manuales de historia de las ideas. En general,
los grandes pensadores de las Luces no fueron tan ingenuamente optimistas como
a veces se dice, sabían y planteaban que luces y sombras brotan de la misma
raíz. Un tercer ámbito de reflexión en la obra de Goya, ligado al
anterior, sería la representación de una
especie de “catálogo” de las diversas formas de violencia: guerra, crimen,
tortura, etc., de las que somos capaces los seres humanos, independientemente
de los ideales que se profesen.
La reconstrucción del pensamiento en imágenes de Goya nos
permite así no sólo acceder a un conocimiento más profundo de la complejidad de
su personalidad y de su obra, sino llegar a comprender que “los fantasmas” que
proliferan en la misma no son seres de otro mundo. Al contrario, forman parte
del ser humano, viven en su mente, y desde ese punto de vista, como indica
Todorov, “esos fantasmas conducen a la verdad de lo real”.
Goya.
A la sombra de las Luces. Tr. de Noemí Sobregués, prólogo de José María Ridao;
Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2011. 251 pgs.El nuevo libro* de Tzvetan Todorov
(Sofía, Bulgaria, 1939) supone un cruce entre dos de sus intereses teóricos
centrales: el análisis del pensamiento de la Ilustración y el de los episodios
más relevantes de la tradición artística europea, en este caso a través de la
figura y la obra de Goya. El resultado es un hermoso y sugestivo ensayo,
escrito además en un lenguaje sumamente claro y preciso. En síntesis, Todorov
plantea que Goya es no sólo uno de los más grandes artistas, que con su obra
lleva a cabo una ruptura con la tradición que anuncia el advenimiento del arte
moderno, sino que a la vez es también una de las principales personalidades de
la Ilustración. De ese movimiento o actitud: la Ilustración, las Luces, que
supone la toma de consciencia de la autonomía, racional y moral, del sujeto
humano, y con ello, desde el punto de vista de la historia de las ideas, el
inicio del desarrollo de la Modernidad.