Sergio Román Armendáriz
Especial para La Página de Omar Montilla |
“Mi libro no
se produce en antesalas sino entre barriales y montaña”. Max Jiménez
Huete, (San José, C.R., 1900 – Buenos Aires, Arg., 1947). EL
JAÚL (novela). Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1937. (Pág.
8, de 162).
[1]
No
soy un cruzado ni un iluso. La
asociación de usuarias y usuarios del castellano, a conformar, sólo servirá de
lejano y mínimo contrapeso a la Academia de Madrid. Desde ahora, lo sé.
Menciono
Madrid porque continúa, en cuestiones gramaticales, siendo la Real capital del
antiguo imperio. Y menciono la academia porque allí se cocinan las decisiones
lingüísticas. (Ya, en esa capital, sus miembros decapitaron la ‘ch’. Siguiendo
tal ‘lógica’, en algún momento más o menos inmediato, lanzarán la ‘ñ’ y las
tildes al despeñadero, para ir borrando –aun sin quererlo–, una a una, las
singularidades de nuestra lengua materna. Cuando desaparezcan esas
singularidades, ya no tendremos idioma, sino un amasijo blandito dedicado a los
nuevos conquistadores. Pero tal imposición, no es inocua. Es ‘política’ porque
el Poder atraviesa los distintos paisajes de la [in]comunicación verbal y
verbo-icónica.)
Averiguar
las razones o sinrazones de la academia, no es mi tarea.
Lo
que se conoce, remite al acoso de catalanes, gallegos y vascos -de cerca-, y,
-a lo lejos-, de yanquis y británicos y japoneses, beligerantes amos de la
tecnología. Y, ahora, incluso, nos remite al acoso de los autoclasificados
'hispanounidenses' cuyos titiriteros mediáticos anhelan y, tácitamente,
proclaman que el castellano se (mal) hable y se (mal) escriba al estilo
gringoide, (esto es, pretenden asesinar nuestra
lengua despojándola de sus singularidades ortográficas, morfosintácticas y
fonéticas), presión que conspira contra nuestra identidad. Pero, si
seguimos la lógica de este laberinto (disculpen el oxímoron), lo peor aún
no ha llegado pero llegará cuando la academia hispanounidense reclame,
dizque amparada en el uso, que Madrid acepte como legítimo ese
atropello. Y, Madrid, lavándose las manos como siempre, dictaminará
que los que quieran hablar y usar el castellano descuartizando sus sonidos
y sus grafías naturales, pues, que lo hagan. Y los que no quieran seguir
ese camino, que no lo hagan.
Con
razón se dice que la torre de Babel nunca fue derribada.
De
allí, verbigracia, el subterfugio de apellidar ‘español’ al castellano y de pregonar,
desde los ministerios de educación de la metrópoli y de algunas
repúblicas amerindias, un bilingüismo sometido a la expansión ánglica que
algunas veces es una máscara del bimudismo, porque nadie puede ser, a la vez,
un idiota ‘en español’ y un talento ‘en inglés’, y viceversa, porque se trata
de la actividad o pasividad del mismo cerebro [2], aunque se asuma que el
bilingüismo es doblemente expresivo, pero nunca se acepte que sobre los
escombros de la lengua materna se pueda generar su antípoda, el bimudismo.
Mientras
tanto, el Instituto Cervantes con sus millones a lo Marco Polo, anda de
turista por la China para enseñar español como segunda lengua... ¿a cuántos?,
en vez de invertir aunque fuere un porcentaje de un solo dígito en el
rescate y en la orientación de la enseñanza de nuestra lengua, ¡la de
Cervantes!, que aún es oficial y materna en muchos países de
Hispanoamérica. Aún es 'materna y oficial', pero... ¿hasta cuándo?
¿Qué
nos une a esta bronca? ¡Nada!
Romper
con Madrid es una urgencia, no sólo por cumplir románticamente con nuestro
libertador espiritual, Andrés Bello (Venezuela, 1781 - Chile, 1865), sino por
cuestiones pragmáticas pues, sabiendo ya que el cataclismo globalizador no sólo
ahogará en un osado porcentaje cualquier lengua (en beneficio del dólar o del
euro o del yen), nuestro deber es organizarnos para salvar del naufragio de
cuatrocientos millones de hispano hablantes, por lo menos, un porcentaje
diminuto, aunque ubérrimo, de un dos por ciento [3], señal que representa, en este
instante del año dos mil doce, alrededor de ocho millones de personas.
De
este modo, cabalgando sobre las múltiples opciones del espacio virtual y,
cuando se pueda, del presencial (talleres, ferias, encuentros, etc.) debemos
tratar de convertir esos ocho millones de castellanohablantes dispersos, por el
mundo, en un mercado único y solidario, un nicho del emprendimiento y de la
economía social, donde circulen en calidad de compraventa o de permuta, desde
una canción y un libro hasta una representación escénica o un filme, pequeña
muestra de la amplia gama de bienes y servicios que genera la constante
creatividad y criticidad del pueblo. La fundación de cooperativas y organismos
de mutua ayuda, verbigracia, sujetos a la legislación local, coronarán, con carácter
federativo, este esfuerzo plural.
Hablo,
pues, de la conformación de una asociación de usuarias y usuarios del
castellano, con carácter federal, una célula o más por país, faena que debe
incluir, las diez repúblicas de la América del Sur, las seis de
la América Central, México en la América del Norte, Cuba y Puerto Rico en el
Caribe, el segmento hispanizante del Brasil, el saldo rescatable de la
llamada migración hispanounidense, el rescoldo saharahui y
guineoecuatorial en el África, y el filipino en el Asia,
cada geo-unidad con sus pastores y pastoras libres en cuanto a
iniciativas y a planes de acción pero férreamente confederadas alrededor de
tres ejes distintos pero complementarios y un solo objetivo verdadero:
1.-
La progresiva independencia lingüística de Madrid.
2.-
El retorno provisional al diccionario de 1992.
3.-
El énfasis en la enseñanza de nuestro idioma sobre todo en la escuela primaria.
Propongo,
al margen, el estudio de la ‘Gramática de la lengua castellana destinada
al uso de los americanos', 1847, (entiéndase, hoy, 'destinada al uso
de los castellanohablantes en cualquier sitio del globo), estudio que
constituye una especie de tratado y evangelio que firmó en Santiago de Chile,
en 1847, don Andrés Bello. Y propongo, asimismo, el estudio comparado de
aimara, castellano, guaraní, náhuatl y quechua.
Esta
lid aparentemente es académica. En el fondo es: 1° POLÍTICA, en cuanto
negociación de cuotas de poder, 2° NEURONAL en cuanto activación del lenguaje
oral o escrito, y 3° ECONÓMICA en cuanto asegure la justa retribución
financiera a los esfuerzos intelectuales y materiales que integran la base de
una industria cultural en expansión.
La
denominación dispuesta para el debate podría ser ‘indocastellano’ o ‘amerindio’
u otra que el consenso indique. La primera goza de mayor precisión pero
aún proclama el sometimiento a Madrid. La segunda, es imprecisa en cuanto
a la correspondencia entre texto y contexto, pero no deja lugar a dudas acerca
de la ruptura definitiva con la actual capital de ese conglomerado de
naciones que todavía se llama 'España'.
¡Así,
salvaguardando nuestra herencia de comunicación y ampliando su partitura con
las lenguas ancestrales y, a la par, modulando las finanzas autónomas,
completaremos la independencia que la ausencia de libertad económica y de
equidad social, nos marcó con puntos suspensivos desde los comienzos del
occidental siglo diecinueve!
He
aquí el sentido y la tarea de este libro.
Notas
[1]
Max Jiménez Huete (San José, 16 de abril de 1900 / 3 de mayo de 1947, Buenos
Aires). / MJ explica que el jaúl es (¿o era?) un árbol típico,
caracterizado por su madera inferior que, dada esta condición, resultaba barata
y, por eso, con ella se fabricaba el ataúd de los campesinos y demás ciudadanos
pobres. / Estos datos pueden constituir una metáfora de lo que, al comenzar
esta centuria, le está ocurriendo al léxico, a la morfosintaxis, a la
ortografía y a la prosodia que -aún- compartimos a pesar de los gobiernos
criollos y de Madrid que, a dúo, por indiferencia o por errados cálculos o por
hipnosis, ceden nuestra primogenitura lingüística a cambio de un plato de
lentejas (en alusión al pasaje bíblico que ilustra la disposición de entrega,
en este caso, -del castellano- a catalanes, gallegos y vascos, y al cancerbero
del Poder universal: Washington, Tokio y Bruselas).
[2]
Es explorable la posibilidad de una educación que, guiada por un pragmático
sentido de unidad cultural y económica indocastellana o amerindia, desemboque
en un bilingüismo (no, en un bimudismo) a establecerse gracias a nuestras
raíces vernáculas (aimara, guaraní, náhuatl, quechua, etc.)en sus respectivos
ámbitos de influencia, de lo cual, Paraguay es un excelente ejemplo. / Se
recomienda la lectura de: Sagan, Carl. Los dragones del edén (la evolución de
la inteligencia humana). México, Grijalbo, 1984.
[3]
Este dos por ciento fue raptado de un canal televisivo que, al azar, presentó
la declaración de un joven venezolano, quien apuntaba que dicho porcentaje
correspondía a un número equis de sus compañeros que sí se preocupaban por
mantener la grafía y la pronunciación convencionales sin los apuros de eliminar
o cambiar sílabas o sonidos (víctimas, la mayoría, del hechizo de la
neotaquigrafía de los teléfonos celulares y de los ritmos onomatopéyicos),
estudiantes extraviados en ociosidades dictadas por la moda y, además, apenas
sostenidos en el borde de un paupérrimo vocabulario casi exclusivamente de
procedencia coloquial e, incluso, de origen lumpen (situación que, en general,
ignoran, pues no son culpables de haber nacido en esta época
babélica.) / Y si, por ausencia de la fuente ciberbibliográfica, la
presente cifra no fuere confiable, se trata de una meta prudente. SR
Ubicación
virtual de las ‘49 cartas...’
Las
'49 cartas al (aún) idioma español' constan en www.sergioroman.com, página principal,
franja superior, debajo de una imagen de Marilyn Monroe que sirve de
señal:
Cartas
al idioma castellano
(con
énfasis en la didáctica y en la defensa de su lectoescritura)
Asterisco final
No
se trata de crear una iglesia, lo cual significa que luchando por los tres
puntos señalados, los miembros (de la Asociación) pueden expresarse y
actuar con libertad y con naturalidad, en todas las instancias de sus vidas, de
la manera que crean conveniente. (2 de febrero, 2012).