“Mi arte está lleno de compasión amarga por todos los que se
engañan, pero esta compasión no puede ser seguida por la feroz irrisión del
destino, que condena al hombre al engaño. Esta, en resumen, es la razón de la
amargura de mi arte, y también de mi vida”: Luigi Pirandello
Luigi Pirandello nació en Sicilia, la actual Agreto, un 28 de
junio de 1867 y falleció en 1937 cuando en fascismo italiano de Mussolini
estaba en pleno euforia triunfalista, manifestándose el escritor públicamente
partidario. Su acercamiento al partido fascista en los años veinte fue un hecho
extraño, aunque no puede desligarse de su proximidad a cierta vanguardia
italiana. Pidió la entrada directamente a Mussolini, tras el asesinato de
Giacomo Matteotti en 1924, y apoyó al mandatario por ese hecho. Todo ello causó
sorpresa y malestar entre sus muchos incondicionales lectores en la sociedad
italiana subyugada que padecía las “inclemencias” del fascismo mussoliniano,
aunque también se vio su postura como una manera de ir contra la corriente
intelectual. El Régimen fascista, siempre necesitado de apoyos de prestigio, le
nombró presidente de la Accademia italiana recién fundada, algo que lo sirvió
en cierta medida para alejarse del feroz ejercicio de los gobernantes y sus
camisas negras.
Esta militancia no fue un obstáculo para recibir el premio
Nobel en 1934 en reconocimiento de su valor como novelista y autor teatral,
magistral maestro del cuento y poeta, actitud por la que su renombre como
creador literario no fue empañado. Por encima queda el recuerdo de su
individualismo a ultranza, entierro ascético en una humilde caja y de su
original literatura, especialmente de los relatos y las piezas teatrales que lo
sitúan como una personalidad literaria e intelectual a caballo entre dos siglos
de historia. Sin que esto rebaje ni un ápice su monumental obra creativa.
Ante la especulación e incógnita dada la figura indiscutible
de su valía como autor con personalidad propia, cabe preguntarse, si de haber
vivido más años, qué actitud hubiese sido la suya a mantener desde 1937 hasta
el final en 1945 en una Europa convulsiva azotada por la barbarie del
Holocausto y la guerra más estremecedora y sangrienta del siglo XX, en la que
el fascismo italiano protagonizó junto a la Alemania de Hitler y la sublevación
militar que provocó una cruenta Guerra Civil en España, el terror sangriento de
la barbarie, siendo los malvados protagonistas cómplices y culpables de las
tragedias.
Desde mi punto de vista, creo, tal como el mismo escribió
ser “Hijo del Caos y no alegóricamente, sino de verdad, porque nací en un campo
nuestro que encuentra cerca de un intricado bosque denominado, en forma
dialectal, Cávusu”, que es “la corrupción dialectal del genuino y antiguo
término griego Xaos “. El paisaje y las tradiciones sicilianas, la pasión por
los clásicos, los estudios en la Universidad de Bonn…” Creo que su postura ante
los sangrientos extremismos criminales de los hechos, habría provocado, como a
otros muchos creadores, abandonar ese nacionalsocialismo que inundó de terror y
luto la vieja Europa con los dictadores de Mussolini, Franco y Hitler.
Mas por encima de todo ese largo y nefasto capítulo de la
historia del viejo continente hoy en pleno estado de decadencia, un mundo
social y político donde solamente el dinero tiene el mando y la palabra, sus
Cuentos para un año muestran la viva capacidad comprometida y la fantasía de un
escritor atormentado consigo mismo que continúa vivo representando la
consagración de toda una época que continúa siendo válida y necesaria en el presente,
por su realismo y ese estilo donde la ternura y el buen humor crítico cuenta
las sencillas historias cotidianas de la gente corriente en su diario quehacer.
Para Luigi Pirandello, “el tiempo existe solo porque el sujeto lo concibe y lo
experimenta. Se trata de una comprensión muy cercana al tiempo bergoniano, como
acumulación de eventos diferentes que adquieren y sentido en la conciencia”
Pirandello, muestra en su obra ser escritor de ideas, unas
ideas con las que impregna y viste a los protagonistas de su propia realidad
según las circunstancias que va dictando el vivir y desvivir por los que
discurren fragmentos de las vidas que se representan, las reacciones y
acontecimientos que ellas mismas provocan. Personajes siempre en busca de un
autor que los haga verdaderos actores con fidelidad y compromiso. Que el autor
prometa narrar lo real envuelto en una literatura amena y cotidiana donde el
humanismo y la compresión de los hechos no sean disfrazados de dulzuras y
parabienes, porque la vida es como es. Una cotidianidad que se debe a la propia
existencia del espejo donde se ve reflejada.
El creador de Cuentos para un año se había propuesto
alcanzar los trescientos sesenta y cinco, uno por cada día del año. Mas no
logró convertir su deseo en realidad por lo que la cifra se vio recortada
debido relatos, lo que no resta nada en absoluto la calidad de los contendidos
de todos los que están. Y como escribió en su día Josep Pla “Estos cuentos para
un año de Pirandello son decisivos, porque de ellos ha salido todo el teatro
del autor -por no decir-”.
Luigi Pirandello / La vida desnuda / Traducción de Marilena de Chiara
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