Thorsten Pattberg
Hace unos 111 años, el emperador alemán Guillermo II, despidió el Cuerpo de Expedición Oriente-Asiático desde el puerto de Bremen a China, enviado a fin de reprimir la resistencia de China al imperialismo europeo. Sus órdenes eran inequívocas: llevar la civilización a China, no mostrar piedad ante los reaccionarios y dar a China una lección memorable para que ningún chino se atreviera a mirar con recelo a alguno de nosotros. Por cierto las cosas han cambiado desde entonces.
Hace unos 111 años, el emperador alemán Guillermo II, despidió el Cuerpo de Expedición Oriente-Asiático desde el puerto de Bremen a China, enviado a fin de reprimir la resistencia de China al imperialismo europeo. Sus órdenes eran inequívocas: llevar la civilización a China, no mostrar piedad ante los reaccionarios y dar a China una lección memorable para que ningún chino se atreviera a mirar con recelo a alguno de nosotros. Por cierto las cosas han cambiado desde entonces.
Han inventado aviones. La ministra federal de Educación e
Investigación y su delegación de altos funcionarios volvió a aterrizar en
Shanghái. La megalópolis china del delta del río Yangtsé es más populosa que la
capital alemana, Berlín, Hamburgo, Múnich, Colonia, Frankfurt, Stuttgart y las
siguientes mayores ciudades alemanas en conjunto. Es impresionante.
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La Universidad Tongji de Shanghái es un aliado de
preferencia de los alemanes. Fue cofundada por alemanes, entregó títulos
honorarios a políticos como Gerhard Schroeder, excanciller, e invita numerosos
profesores alemanes. Sin embargo, solo hay unos 250 estudiantes alemanes
estudiando a tiempo completo en toda China, la mayoría solo
por intercambio o leyendo dui wai hanyu (chino para extranjeros).
Hay que comparar esta cifra con los 25.000 estudiantes chinos que estudian en
Alemania. Y a diferencia de los chinos en Alemania, en China no se obliga a los
alemanes a presentar pruebas de formación lingüística china de 200 horas
antes de solicitar una visa de estudiante.
Más de dos docenas de cátedras en alemán en Tongji están
patrocinadas por corporaciones alemanas; por cierto la mayoría de esos alumnos
de último año no habla chino, es una antigua tradición que no discutiré en este
trabajo. Mientras tanto, los partidos políticos alemanes, los medios alemanes,
el Servicio Alemán de Intercambio Académico, la Sociedad Max-Planck, la Cámara
Alemana de Comercio, el Instituto Goethe -todas organizaciones patrocinadas por
el Estado, pro gubernamentales– han llegado al Reino del Medio con la misión de
hacer que los chinos hagan lo que hacen los europeos, o comienzan a despotricar
contra China si China no lo hace.
La hostilidad de Alemania contra China es abierta y oficial.
Los medios alemanes satanizan constantemente a China porque es demasiado china
y demasiado comunista. Según el documento de estrategia en Asia del 23 de
octubre de 2007, la gobernante Unión Cristiana Demócrata y el partido menor con
el que gobierna, la Unión Social Cristiana de Baviera (¿pensabais que Alemania
era un país laico, verdad?) calificaban a China de “amenaza para los valores,
la economía y el desarrollo político de Europa”.
Volvamos a la ministra federal; en el Chinesisch-Deutsches
Hochschulkolleg en Tongji dio una conferencia con respecto a China sobre
“Responsabilidad global”. Sin embargo, suena sospechosamente como un monólogo
sobre que China debiera occidentalizarse y civilizarse al hacerlo.
Los alemanes tratan de rectificar la cultura china siempre
que pueden. Los funcionarios alemanes en Shanghái, analfabetos en la lengua y
la tradición chinas, se quejan de que los nombres y apellidos chinos están
al revés y deberían modificarse de modo que Wang Yuhe se convierta en
"Yuhe Wang", Jin Li en "Li Jin", Li Hao en "Hao
Li", etc. Sorprendentemente aún no han probado "Zedong Mao",
"Weiwei Ai", o "Jiabao Wen".
Por cierto, Alemania no puede tratar con condescendencia al
mundo de habla inglesa, pero sí puede hacerlo con la mayor parte de los Estados
europeos más pequeños, y lo hace. Algunos observadores occidentales recuerdan
ahora la primera misión diplomática prusiana a Asia oriental, la Expedición
Eulenburg. En 1861, cuando Gran Bretaña y Francia acababan de invadir Pekín por
una disputa comercial respecto al opio, el conde Friedrich Albrecht zu
Eulenburg impuso un tratado comercial al Imperio Qing en nombre de toda la
Unión Aduanera Alemana. En la actualidad, los alemanes consultan a China por
cuenta de toda la Unión Europea. Cualquier tratado desigual que se haga
actualmente será tanto más importante.
Ahora, ¿son compatibles las industrias de investigación de
China y Alemania? Desde luego lo son, si los chinos se hacen más alemanes. No
existe ningún otro escenario futuro. La idea de que Alemania pueda aprender
algo de China es absurda, los chinos quieren conducir coches alemanes
cómo hacen los alemanes. Es una metáfora.
¿Son compatibles los sistemas educacionales de China y
Alemania? La respuesta es evidente mafan [molestia, N. del. T.].
Primero, Alemania carece históricamente de universidades de elite y de
categorías universitarias que se encuentran con tanta naturalidad en EE.UU., el
Reino Unido, Japón, o China. Se ve a “directores” y “profesores” llevados de
sitios tan oscuros como la Universidad Bochum o la Universidad Greifswald, quienes
luego comparten una cátedra con tecnócratas de la elite china graduados de las
escuelas más competitivas de Asia como la Universidad de Pekín, la Universidad
Tsinghua o la Universidad Fudan. Es un honor para los alemanes, ¿pero para los
chinos? Preferirían trabajar con sus pares de la Universidad Harvard o de la
Universidad Cambridge. También puede ser molesto aprender inglés de los
alemanes.
Segundo, las cifras importan: Alemania tiene solo un 1,2% de
la población del mundo, China tiene el 20%. Alemania se unificó en 1871, China
en 221 antes de Cristo Sin embargo, ya que los alemanes se entregan a la
fantasía oriental de que los europeos son más importantes frecuentemente la
falacia de la categoría: Recientemente presenciamos el ego del ministro presidente
de Baviera (un sitio que tiene apenas la población de Linyi en el sur de la
provincia Shandong) durante un fugaz viaje a la capital de China, quien se
quedó indignado e incrédulo porque el presidente Hu Jintao y el primer ministro
Wen Jiabao no se sintieron obligados a recibirlo.
Luego, el viejo sistema de educación alemán se ha
deteriorado, ahora se modela lentamente según el anglosajón. Mientras los
títulos alemanes en el Siglo XX no tenían comparación, los alemanes asumieron
la superioridad, pero después del final de la Reforma de Bolonia en 2010, se
puede evaluar a los estudiantes alemanes en comparación con sus pares globales.
Resulta que las cualificaciones alemanas, según el Programa PISA de la OCDE,
solo llegan a un rango mediocre. Irónicamente, los estudiantes de Shanghái
ahora son oficialmente los mejores del mundo.
En último lugar, Alemania es una sociedad clasista con un
sistema escolar a tres niveles que refleja su conciencia de clases. Significa
esencialmente que después de que pasan cuatro años juntos en la escuela
primaria separan a los niños a los diez años en tres tipos de escuelas
diferentes (existen cuotas) que luego predeterminan sus vidas mucho antes de
que comprendan la importancia de las cualificaciones, la educación superior, o
incluso lleguen a la pubertad. Las Naciones Unidas creen que el sistema se
manipula a favor de los padres, no de los niños, y condena a Alemania por
hacerlo. Por eso a China le va mucho mejor, pienso, al basarse claramente en la
meritocracia, independiente de las clases, que conduce a los chicos de todos
los antecedentes al gaokao [examen de acceso a la universidad, N. del
T.].
Por cierto, el espíritu alemán es peculiar. Alemania nunca
vivió la Ilustración, solo su propia introvertida Aufklärung [esclarecimiento];
carece del desarrollo crucial en el cual el mundo anglosajón aprendió, por
experiencia, a coexistir en la diversidad. Por lo menos en teoría.
Hasta hoy, la cultura alemana carece de una concepción
holística de la humanidad, prefiere una forma de pensamiento linear en la cual
la cultura europea está muy por delante de la china y otras. Todo lo que no es
europeo se contempla como una inconveniente desviación del estándar alemán. No
es sorprendente que Angela Merkel, la canciller, haya confirmado recientemente
que el multiculturalismo ha muerto. No en Shanghái, al parecer, donde los
alemanes siempre serán alemanes.
Si no hablamos del tema, el imperialismo nunca se detiene.
Cambia de paradigma y luego sigue parloteando. Un estudiante chino preguntó
recientemente: ¿Los alemanes desean formar a más estudiantes chinos porque
realmente se interesan por nosotros o solo porque lo hacen los estadounidenses?
Recordé vagamente nuestra misión y respondí respetuosamente:
No, compartimos verdaderamente ese compromiso. Es nuestra responsabilidad
global hacer que ustedes sean más como nosotros. Por eso estamos aquí. Otra
vez.
El doctor
Thorsten Pattberg es escritor y crítico cultural, se graduó del Instituto de
Literatura Mundial de la Universidad de Pekín. Escribe sobre el imperialismo
lingüístico y es autor de The East-West dichotomy (2009) y de
Shengren (2011)Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=146080 |
http://www.globalresearch.ca/ |