En 2012 habrá dos muy importantes y competidas elecciones
presidenciales. En Francia, el 22 de abril, y en Estados Unidos, el 6 de
noviembre. Virtualmente los mismos puntos están siendo debatidos en cada uno de
estos países, y casi de la misma manera. En ambos los presidentes son las
figuras políticas más poderosas. Pero hay una gran diferencia entre esas
elecciones: no es una de ideología, sino de las reglas de la elección en sí.
Diferentes reglas producen tácticas electorales sorprendentemente diferentes.
En ambos países existen dos partidos importantes que
históricamente se presentan a sí mismos como una centroderecha que se opone a
una centroizquierda. Los observadores de casi todas las convicciones políticas
concuerdan en que las políticas reales de cada uno de estos partidos, una vez
en el poder, no son muy diferentes. No obstante, existen algunas diferencias
que cada uno considera cruciales, y éstas motivan que cada grupo puje
ferozmente por las elecciones presidenciales.
En ambos países existe lo que podría llamarse una extrema
derecha y una izquierda radical. La extrema derecha y la izquierda radical
denuncian a los dos partidos “centristas” como “compadres gemelos” y llaman a
formar plataformas políticas que sean realmente de izquierda o de derecha. Esto
juega en cada país de modo bastante diferente, debido a los muy distintos
sistemas electorales.
En Estados Unidos la elección ocurre en 50 unidades
separadas –los estados– sobre la base de que el ganador en cada estado se lleva
todo el estado, que cuenta para un número de votos específicos en lo que se
conoce como “colegio electoral”. Este sistema hace muy difícil que un “tercer
partido” tenga un impacto real en la decisión de quién resulta electo. Sin
embargo, hay quienes no se inmutan con esto y lanzan candidatos de todas
maneras. Algunas veces hacer esto afecta los resultados en unos cuantos
estados, y como tal los resultados finales. Por ejemplo, en 2000 algunos
analistas arguyeron que la candidatura de Ralph Nader robó los votos
suficientes al candidato demócrata Al Gore, lo cual lo privó de la victoria en
dos entidades. Por tanto, se ha dicho algunas veces, la candidatura de Nader
tuvo como efecto que Bush saliera electo.
En el pasado la extrema derecha en Estados Unidos tendía a
abstenerse de participar a nivel electoral alegando que el Partido Republicano
era demasiado “liberal” para su gusto. Pero hace unos 20 años este grupo
decidió que el modo de afectar el resultado era entrar en el Partido
Republicano y forzarlo, confrontando a los republicanos que eran demasiado
“centristas” en las elecciones primarias al interior del partido, para que
eligieran candidatos más “conservadores”. En los tiempos que corren este grupo
es ampliamente conocido con el nombre del Partido del Té. Esta táctica de “entrar”
ha sido bastante exitosa y el Partido Republicano se ha movido, de hecho,
significativamente a la derecha en los últimos 12 años, más o menos.
En Francia las elecciones funcionan de modo muy diferente.
Por una razón: son nacionales, no hay subunidades electorales. Una segunda
razón es que a menos que un candidato reciba más de 50 por ciento de votos
siempre hay una segunda ronda electoral, en la que los dos partidos con los
porcentajes más grandes en la primera votación son la única opción a elegir.
El sistema permite y de hecho alienta que grupos de todas
las variedades políticas presenten un candidato presidencial en la primera
ronda, dado que los votantes saben que pueden otorgar su voto a alguno de los
dos partidos principales. La primera ronda sirve como demostración de fuerza
popular y afecta primordialmente, eso esperan, las políticas del partido
ganador después de la segunda ronda.
El sistema francés tiene una falla. Ambos partidos
importantes tienen que contar con los suficientes votos para entrar a la
segunda ronda. En 2002, lo que fue algo excepcional, el partido de
centroizquierda, los socialistas, quedaron apenas atrás del partido de extrema
derecha, el Frente Nacional, y fueron eliminados. Por tanto, este año los
socialistas están enfatizando la importancia del vote utile (voto útil) para
que no les vuelva a pasar. El trauma de 2000 para los demócratas en Estados
Unidos es semejante al de 2002 para los socialistas en Francia.
¿Dónde nos deja esto? En Estados Unidos el eventual
candidato republicano se presentará como “muy” conservador gracias a las
presiones del Partido del Té, y por tanto corre el riesgo de perder los votos
de los llamados moderados, quienes son más “centristas”. El candidato
demócrata, que será el presidente Obama, ha desilusionado a muchos de sus más
ardientes simpatizantes al moverse contundente a la derecha durante su primer
periodo. Ahora intenta ganarlos de nuevo con una plataforma más “populista”,
pero preocupa que, en el proceso, pueda perder a alguno de los moderados
republicanos “desilusionados”. En 2012 no se avizoran candidatos significativos
de partidos menores.
En Francia la situación es más complicada. Las encuestas
actuales muestran que los dos candidatos de los partidos importantes –Nicolas
Sarkozy, del partido de centroderecha, el UMP, y François Hollande, del partido
de centroizquierda, los socialistas– van bastante parejos en la primera ronda.
Sin embargo, cada uno tiene poco menos de 30 por ciento de votos. El restante
40-50 por ciento se repartirá entre otros tres candidatos primordialmente:
Marie LePen, del Frente Nacional, de extrema derecha; François Bayrou, del
partido de centro-centro (que condena al UMP y a los socialistas de no ser lo
suficientemente centrista), y Jean-Paul Melenchon, del Frente de Izquierda,
quien se las ha arreglado para convocar a la mayor parte de los votos de la
izquierda radical, pese a la participación de un número de otros partidos de
extrema izquierda en la elección.
LePen, Baryou y Melenchon, hasta el momento, tienen en las
encuestas entre 14 y 18 por ciento de votos cada uno. Entonces, ninguno parece
probable para la segunda ronda. El desempeño de Melenchon ha sido la gran
sorpresa en las elecciones. Pero también hay la predicción de que si las
encuestas muestran que Hollande baja demasiado, tal vez la mitad de sus
actuales simpatizantes voten por Hollande en vez de por él para no arriesgar a
que LePen o Bayrou saquen de la jugada a Hollande.
Sin embargo, si Melenchon consigue una gran votación y
Hollande queda de todos modos en la segunda ronda, dos cosas serán ciertas.
Una, esto será un claro mensaje a los socialistas de que se tienen que mover a
la izquierda. Segundo, casi todos los que votaron por Melenchon sufragarán por
Hollande en la segunda ronda. En la derecha, sin embargo, la mayoría de los
votantes de LePen serán renuentes a votar por Sarkozy, y el Frente Nacional no
lo recomendará. Si lo hicieran, minaría la base misma de su existencia.
El sistema francés parece funcionar mejor para la izquierda
radical. El estadunidense, para la extrema derecha. Pero esto es, sobre todo,
por las diferentes reglas electorales que poseen.
Traducción: Ramón Vera Herrera http://www.jornada.unam1mun |