- En la transición de “los cuatro de Liverpool” al fenómeno global de la beatlemanía, John Lennon se hizo espacio para cultivar un costado que luego se quedaría por el camino: escritor de poemas y textos breves muy experimentales a los que gustaba acompañar con sus propios dibujos. De esa época y esa inspiración surgieron títulos como Por su propio cuento y Un españolito en obras, que acaban de editarse juntos en una edición bilingüe a cargo de Andy Ehrenhaus. James Joyce, Lewis Carroll, los beatniks y los surrealistas son los referentes literarios ineludibles para entender este Lennon tan enraizado en el corazón de los años ’60, no sólo por la música, sino también por la letra.
Fernando Bogado
La letra de una canción, mal que les pese a algunos, es una
obra literaria. Entre los debates acerca de los premios nunca otorgados (como
el consabido Nobel a Dylan) y los otorgados y mundialmente celebrados (como el
Príncipe de Asturias a Leonard Cohen), en más de una oportunidad hemos
escuchado a alguien dar su opinión en torno de la relevancia literaria o no de
una canción popular, como puede ser algún tema de rock, participando así de un
debate que parece no tener fin.
Pero, ¿qué pasa cuando ese mismo compositor, cuyos méritos literarios son constantemente puestos en duda por esa cosa tan abstracta que es la Academia, publica un libro? La edición bilingüe de Por su propio cuento y Un españolito en obras de John Lennon (una colección de poemas, cuentos cortos y dibujos), originalmente aparecida en España en 2009 y con traducción de Andy Ehrenhaus, nos permite no sólo indagar en un costado un tanto más bien desapercibido de una de las estrellas más emblemáticas del paraíso rockero sino que, también, rescata y pone en perspectiva la impronta literaria que habita en sus composiciones musicales... Algo así como tener una canción despojada ya de la melodía de la guitarra eléctrica o el tempo del bombo de la batería, redefiniendo así el sentido de la expresión “leer música”.
Pero, ¿qué pasa cuando ese mismo compositor, cuyos méritos literarios son constantemente puestos en duda por esa cosa tan abstracta que es la Academia, publica un libro? La edición bilingüe de Por su propio cuento y Un españolito en obras de John Lennon (una colección de poemas, cuentos cortos y dibujos), originalmente aparecida en España en 2009 y con traducción de Andy Ehrenhaus, nos permite no sólo indagar en un costado un tanto más bien desapercibido de una de las estrellas más emblemáticas del paraíso rockero sino que, también, rescata y pone en perspectiva la impronta literaria que habita en sus composiciones musicales... Algo así como tener una canción despojada ya de la melodía de la guitarra eléctrica o el tempo del bombo de la batería, redefiniendo así el sentido de la expresión “leer música”.
¿Literatura musical? Más de una vez se ha establecido la
afinidad de la poesía con la música debido a ese desinterés radical por el
sentido que la primera tiene y que la acerca a esa búsqueda sonora que sólo la
segunda puede ofrecer, al menos, de la manera más evidente. Y es que esta
colección de poemas y cuentos breves de Lennon, definitivamente, se despreocupa
por el sentido o, mejor, lo atraviesa como cuentas en un collar: cualquiera que
lea estas páginas va a sentirse sumergido en un mundo loco, disparatado, como
ese “Pepperland” de la cinta Yellow Submarine (1968); como el “Wonderland” de
Lewis Carroll, un mundo que juega con lo establecido, mostrando el revés de las
costumbres más rutinarias, estirando sus posibilidades como un chicle. Estrictamente
no es tanto lo que se cuenta sino cómo se lo cuenta lo que nos hace entrar en
este universo chiflado, haciendo del lenguaje la verdadera plastilina con la
que se da cuerpo a las criaturas descriptas en “Frank sin moscas” o “En parte
Dave”.
Jaime Rest, responsable de la primera traducción al
castellano de In his Own Write (al cual tituló En su tinta), aparecida muy poco
tiempo después del original, sintetiza el estilo de Lennon al recordar que una
de las primeras reseñas del libro hablaba del intento del músico de “joycear”
el lenguaje.
James Joyce, Lewis Carroll y, claro está, los beatniks: es
imposible aproximarse a estas páginas sin notar que la mezcla de sentidos, los
extraños seres que presenta, las anécdotas pueriles que dialogan con fábulas
infantiles o el discurso de los medios de comunicación están también conectados
con las estrategias de escritura de Allen Ginsberg o el cut-up de William
Burroughs. Los textos toman algunas veces la forma de un poema o la sucesión de
voces del género dramático en pequeñas escenas absurdas, pero lo que evidencian
es un juego de lenguaje encadenado a una longeva tradición sin por eso dejar de
mostrar atisbos de novedad, sobre todo en lo que a hallazgos temáticos se
refiere.
Nada prueba mejor esta distancia que el autor quiere
presentar, con esa Gran Bretaña real que lo rodea, que las parodias que lleva
adelante de ciertos programas de la BBC (“Deforme singlicol sobre presentencias
televiciosas”, por ejemplo) o la aparición de una fan letter transformada en
una viñeta paródica del conservadurismo británico en “Una carta”. Casi lo mismo
que encontramos en los capítulos de Los Beatles de la comedia británica, los
Monty Python: el humor corrosivo y la parodia como estrategia de supervivencia.
La balada de John
Imaginen esto: estamos en Inglaterra, específicamente, en el
London Palladium, el 13 de octubre de 1963, dispuestos a presenciar la
aparición de una banda que está llevándose la atención de miles y miles de
jóvenes, conforme pasan los días. Sí, nos referimos a Los Beatles, qué duda
cabe; si hasta la década parece ser una forma muy lateral de hablar de ellos
(¿quién imagina los primeros años de los ’60 sin gente con sus flequillos y
esos trajecitos ajustados?). Transmitida por televisión en el marco de una varieté
que llevaba el para nada imaginativo nombre de Sunday Night in the London
Palladium, los cuatro de Liverpool suben al escenario y tocan algunos temas en
el medio del griterío de las chicas y el rictus de rechazo de algún que otro
adulto en la audiencia. En esa fecha, en esa presentación, se acuña el término
que trasciende hasta nuestros días: “Beatlemanía”. Nadie se quería perder la
posibilidad de participar de la movida (digamos, del negocio), y no sorprende
el hecho de que más de una editorial ya estuviese interesada en sacar algún
ejemplar con la palabra mágica en la tapa: “beatle”.
Algunos de los muchos y bellos dibujos de John Lennon que son parte del libro y de su diseño |
Tom Maschler, director literario de la editorial Jonathan Cape, es el gran responsable de que estos trabajos sueltos y un tanto anárquicos de Lennon salieran en un solo libro, tuvieran un título y tengan, al menos, cierto tipo de organización. Tal brillante idea tomó forma tras la lectura de las letras de algunas canciones y luego de presenciar uno de los recitales de Los Beatles por sugerencia de un periodista norteamericano, Michael Braun, responsable de uno de los primeros libros encargados de capturar el fenómeno, Love Me Do: The Beatles’ Progress (1964). “Empecé a frecuentar a John en su piso de Emperor’s Gate”, recuerda Maschler. “No había escrito nada con intención de publicarlo sino que se había limitado a divertirse, llenando papeles en habitaciones de hotel (...). John era rápido, ocurrente y cáustico. Era de una agudeza y sensibilidad extremas: si todo marchaba bien, resultaba una delicia. En cambio, si no lo captabas, te hacía sentir peor. Yo lo encontraba fascinante.”
In his Own Write aparece el 23 de marzo de 1964 con prólogo
de la otra cabeza compositora (hasta el momento) en el conjunto, Paul
McCartney, junto con el diseño y una muy emblemática foto de tapa a cargo de
Robert Freeman (lo que son las cosas: Andrés Cascioli haría también una imagen
de tapa legendaria para la temprana edición local). Las ventas se disparan de
inmediato, y lo que muchos suponían un fenómeno pasajero toma otro cariz cuando
las reseñas son favorables. Apenas las ventas empiezan a decaer al año
siguiente, sale el segundo batacazo, A Spaniard in Works, copando el mercado
editorial con la producción poética de “The Writing Beatle!”, frase que
aparecía en un muy simpático sticker rojo en la primera edición de In his Own
Write, un pequeño cartelito que, sin lugar a dudas, colaboraba con la
transformación del libro en un best-seller bastante particular.
John Lennon & Bob
Dylan
Sorprende pensar que estos dos libros hayan aparecido en
pleno apogeo beatle, cuando los muchachos de Liverpool todavía estaban
sumergidos en el imaginario de chicas difíciles de conquistar o directamente
perdidas y muy lentamente comenzaban los escarceos con composiciones menos
genéricas y más arriesgadas, psicodélicas, surrealistas, algo evidente en el
paso de Help! a Rubber Soul, ambos aparecidos en 1965 con una distancia de
meses. La lectura de estos dos libros, en alguna medida, sirven para comprender
ese traspaso: Lennon vuelca esas búsquedas literarias previas a la explosión de
la banda en sus composiciones, alejándose de las clásicas temáticas del rock
and roll, siguiendo así los consejos de Bob Dylan quien, parece, además de
haberle pasado algún que otro cigarrillo sin nicotina ni alquitrán, también
dejó deslizar consejitos artísticos.
Y es que el otro libro flotando en el horizonte cuando
revisamos las obras publicadas de Lennon es, sin lugar a dudas, el mítico
Tarantula, de Bob Dylan, una novela en la que había trabajado durante largo
tiempo y que sería publicada, supuestamente, en el otoño de 1966. Claro que el
editor no contaba con cierto accidente en moto y el esperado retraso de algunos
años: la novela vería oficialmente la luz en 1971. Allí podemos encontrar al
Dylan de “Bringing it all Back Home” (1965) o “Blonde on Blonde” (1966), esto
es, a un compositor que hace lo mismo que Lennon, abandona el género en el que
trepó hasta la popularidad (el folk norteamericano, en este caso, y su variante
“de protesta”) y se vuelca a un surrealismo tardío, a la ya citada experimentación
con el lenguaje y a un trabajo poético que estaba a la par de las producciones
de Ginsberg, Kerouac y compañía. Gracias a Dylan y Lennon, uno en cada extremo
del mismo océano, el mundo poético anglosajón estaba atravesando un período de
revulsivo cambio con un público dispuesto a escucharlos y, para completa
felicidad, leerlos.
Andy Ehrenhaus, responsable de la traducción de los dos
textos de Lennon reunidos en el presente libro, reconoce en su prólogo las
dificultades de pasar al castellano una obra tan amarrada a los caprichos
lingüísticos de un rabioso inglés. Con la salvedad de “A churly moon”, la cual
ha declarado en alguna medida “intraducible”, el límite lógico de sus
esfuerzos, el resto de los cuentos y poemas están volcados a un español que
recupera como puede esos saltos y giros que encantaban al “joyceano” Lennon.
Aquí, una breve muestra de lo que podemos encontrar en Por su propio cuento y
Un españolito en obras.