Gustavo Márquez Marín [Especial para La Página] La corrupción es inmanente al capitalismo porque su esencia es la
expropiación del producto del trabajo por el capital y la “ética de la
ganancia” que solo atiende al principio de producir para obtener “el
máximo beneficio al mínimo costo”, aunque ello conduzca a la destrucción
de la humanidad misma. La erradicación de la corrupción solo será
posible en una sociedad poscapitalista, en la cual se supere la
contradicción capital-trabajo y el Estado realmente esté al servicio del
bien común. Sin embargo, en el proceso de transición hacia la sociedad
socialista, deben crearse las condiciones para el surgimiento de una
nueva Ética, fundada en valores humanistas y en una conciencia social
crítica que deje atrás el individualismo liberal burgués y en una
cultura robinsoniana del servidor público.
Ante el allanamiento a la inmunidad parlamentaria del diputado Richard Mardo, solicitado a la AN por el TSJ, para enjuiciarlo por enriquecimiento ilícito, el excandidato de la ultraderecha fascista actuando como vocero de la MUD, optó por la solidaridad automática al afirmar que el susodicho “no cometió ningún delito” y convocar de inmediato a una concentración de apoyo al imputado. Del otro lado, el chavismo realizó una movilización de respaldo a la iniciativa del gobierno con la consigna de la lucha frontal contra la corrupción. Esta confrontación ha colocado en la calle un debate nacional crucial para el futuro del país y el de la revolución bolivariana, el cual debería ser abordado de manera integral y en toda su complejidad, deslastrándolo de la mera diatriba circunstancia con un enfoque pedagógico.
Habiéndose instalado en el país una cultura de la tolerancia a la pequeña y gran corrupción, estimulada por la solidaridad partidista automática, la impunidad y la debilidad institucional para aplicar la ley con todo rigor y objetividad, la declaración de guerra a la corrupción y el llamado que hizo el Presidente Maduro al pueblo para que lo ayude en esa gesta, caería en el vacío si el propio gobierno no le da máxima transparencia a su gestión hasta las ultimas consecuencias, para que la contraloría social pueda ser ejercida realmente por el Poder Popular y los Poderes Públicos actúen en consecuencia.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
11/8/13
Transparencia vs. corrupción
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