Michel Foucault ✆ Ivan Korsario |
Foucault en Sujeto y Poder advierte que el sujeto humano
está inmerso en relaciones de producción y de significación y por lo tanto está
inmerso en relaciones de poder muy complejas. La interrogante que se plantea es
¿Qué legitima el poder? ¿Cómo se construye el significante del poder? Una vez
con una teoría del poder ya se puede aproximar al análisis de la realidad. La
búsqueda de Foucault no es la de Weber. No busca la parte institucional del
poder sino el cómo opera en las conciencias. Busca el proceso de sometimiento,
como se define la norma y lo que está fuera de la norma. Sin ir muy lejos, cómo
invade el sentido común y lo transforma. Lo transforma con las ideas que quiere
utilizar para someter, dentro de un contexto histórico muy definido: económico
y político.
El fascismo y el estalinismo son dos formas patológicas de
poder dentro de contextos muy precisos. El poder puede por lo tanto transformarse
para someter del modo que encuentra más posible. Toda la discusión es sobre el
espacio que se abre para el poder y de qué manera invade y somete al sujeto
humano. A pesar de su locura interna, ambas formas usaron las ideas y los
procedimientos de nuestra racionalidad política. De esa misma manera, hoy día
el mercado ha sometido la razón y la política con el soporte político
neoconservador, más próximo al fascismo que al estalinismo, pero lejos de los
espacios democráticos en construcción a partir del siglo XVIII. Esto es cierto
para Estados Unidos y Gran Bretaña pero también lo es para gran parte de Europa
y América latina. La interacción Sociedad-Estado está intermediada por el
Mercado, le guste a quien le guste. Todo lo que se aleja de esta interacción es
anatema, se aleja del dogma y debe de ser excomulgado: por ejemplo Venezuela,
Ecuador, Bolivia, la mala izquierda en palabras de un político neoconservador
mexicano que antes fuera del Partido Comunista Mexicano.
Dice Foucault que la palabra racionalidad es peligrosa. No
hay que invocar el proceso de la racionalización en general, dice. Y del otro
lado, en la teoría económica contemporánea dominante, en el dogma, la
racionalidad es la esencia. Los sujetos son siempre “racionales” y deciden
permanentemente sobre lo que optimiza su función de utilidad. El problema con
esta aproximación teórica es que niega lo razonable y también lo poco
razonable: los impulsos. “Lo quiero y me lo llevo” no es racional, es humano.
“Yo regalo” tiene que ver con formas de enlace y no con una función de
utilidad- El “Nosotros” en el colectivo más amplio no tiene un lugar en la
sociedad actual.
Empero cuando se aprecia el modo como con la progresión del
neoliberalismo primero, y la crisis del milenio después, los autoritarismos y
las intolerancias van avanzando y se van constituyendo como nuevos sentidos
comunes. El torturar en vez de detener; matar en lugar de hacer justicia;
deportar en vez de ver mejores condiciones de trabajo; vamos viendo una
regresión social sustentada en la división absoluta de la sociedad después del
colapso del socialismo real. Sindicatos destrozados en el nombre de la
generación de empleo (que no ocurre); universidades publicas devastadas en el
nombre de la libre empresa en la era del conocimiento (sin evidencia de éxito);
el sujeto político ha dejado de ser ciudadano y ha sido transformado en
consumidor. Con salarios deprimidos y la necesidad del consumo inyectada al
sentido común, el consumidor se convierte en un deudor inmenso que debe los
ingresos del resto de su vida por haber logrado vivir algo más allá de su
capacidad. Y esa es la crisis. En medio de economías maduras estancadas, con
tasas de crecimiento de la productividad mediocre y altísimo consumo; los
consumidores, ex ciudadanos, le deben a la banca, al fisco y al prójimo y se
van quedando sin empleo. Ya no siendo ciudadano, no tiene derechos más allá de
los de los consumidores. Por esta razón la protesta social se reprime en todo
el mundo usando el argumento de “terrorismo” y por lo tanto pueden acabar los
líderes de la protesta en la cárcel sin acusación, o como vemos con Assange,
sin ni siquiera derecho al asilo diplomático. Para algunos neoconservadores, el
derecho de asilo es una perversión legal de los países atrasados.
Los ciudadanos antes tenían derechos que se habían venido
construyendo desde la revolución francesa, es decir desde el inicio de la
modernidad. Lo que le hace a la modernidad es la igualdad ante la ley y eso
tiene que ver con franquicia política y ciudadanía. Por eso progresivamente se
incorporaron al voto ciudadano los indios, los analfabetas, los negros y las
mujeres en el mundo occidental. En cambio, los consumidores no tienen sino
derechos sobre lo que consumen. Los derechos políticos se han ido desvaneciendo
al mismo tiempo que se habla de la “democracia” como valor supremo. La
democracia es un bien de consumo que se expresa a través de encuestas de
opinión de mercado. La arbitrariedad del trato en el paso por los aeropuertos
es el mejor ejemplo de esto. El pasaporte errado puede llevar al sujeto a la
revisión por drogas y a la deportación, sin ninguna razón; o sencillamente a
quedarse parado en la manga del avión esperando alguna decisión arbitraria
sobre si tiene o no derecho de paso en ese aeropuerto “internacional”. La
apariencia también puede llevar a la muerte, como en el caso de Jean Charles de
Menezes, asesinado por las fuerzas de seguridad británicas tras el atentado de
Londres del año 2005. Su asesinato, impensable, se transformó en una razón de
Estado. “Mato por las dudas”. No hay justicia, no hay detención, no hay
reconocimiento de su status de ciudadano de algún país con algún status en el
Reino Unido, en este ejemplo. Es un consumidor de color subalterno, fuera de
sitio, seguramente desempleado, en un barrio de pocos recursos: un terrorista.
Es un excluido duro que no merece ningún respeto como ciudadano, o como ser
humano.
Vamos regresando a etapas creídas superadas e imposibles de
retorno: de muertes arbitrarias desde el Estado, colocado por encima de la ley.
Los musulmanes de hoy en Europa son los judíos de los años 30. Subordinados,
maltratados y discriminados son el blanco de la responsabilidad de los efectos
de la crisis. Los 150 inmigrantes musulmanes muertos en Alemania, cuyos casos
han sido ocultados por la policía y luego ocultada la responsabilidad de la
propia policía en los casos es una repetición de nuevo cuño de procesos
anteriores de entreguerras. Fenómenos análogos se han visto en Noruega, donde
un supremacista mató a decenas de estudiantes porque serán tolerantes en el
futuro, en Francia y en España, por nombrar los casos más vistos. Los
retrocesos dentro de la política de Estados Unidos; la situación del Vaticano;
la política migratoria europea; y la persistencia de una teoría económica que
lanzó una trayectoria critica que no puede detener, hace pensar que el poder
mutó a un conjunto de actores que tiene que ver con la riqueza de un sector
pequeño antes que con el desplazamiento del poder entre un país y otro, entre
un hegemón y otro; o entre un conjunto de ideas y otro. El retroceso social,
aunado al retroceso político y la persistencia de una crisis de gran magnitud
en las economías líderes abren interrogantes sobre los fundamentos filosóficos
del poder. ¿La razón?
El papel de la filosofía es impedir que la razón vaya más
allá de los límites dados por la experiencia, dice Foucault a propósito de
Kant. Kant, de su lado, dice en Qué es la Ilustración:
“La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! (1)”
El papel del maestro, dice Kant, es restringir el espacio
del pupilo y advertirle los peligros de caminar solo en un su búsqueda de la
verdad y la razón. Es decir el objeto de la escuela, para Kant, es limitar el
conocimiento y canalizar el dogma. No busca más aunque si es un buen maestro,
tendrá un espacio donde repite el dogma y otro donde discute sus propias ideas.
Eso hace un buen maestro. La mayor parte sin embargo enclavan prejuicios y
terminan victimas de esos mismos prejuicios.
La libertad es lo esencial para la búsqueda. Foucault en su
ensayo breve titulado igual que el de Kant ¿Qué es la ilustración? desmenuza
las posturas del filosofo aleman y plantea el problema del conocimiento y la
libertad de conciencia:
“Cabría pensar que no hay en ello nada muy diferente de lo que se entiende, desde el siglo XVI, por la libertad de conciencia: el derecho a pensar como se quiera con tal que se obedezca como se debe. Ahora bien es aquí donde Kant hace intervenir otra distinción y de una manera bastante sorprendente. Se trata de la distinción entre uso privado y uso público de la razón; Pero a continuación añade que la razón debe ser libre en su uso púbico y sumisa en su uso privado, Lo que es, palabra por palabra, lo contrario de lo que se lIama de ordinario la libertad de conciencia”.
La dificultad e interrogante para Foucault es cuánto espacio
tiene el docto para distanciarse del dogma antes de ser anatemizado. Lo que es
cierto es que en cuanto docto, el sujeto tiene gravitación sobre la verdad y el
dogma. En esa medida además no puede ser frenado. De otro lado, si el
cuestionamiento del dogma es lo suficientemente fuerte, ¿Pertenece aún a la
congregación de los creyentes?
En los tiempos que corren, donde el dogma económico corre
libremente y se advierte sobre los peligros de la enseñanza de ninguna otra
cosa que el dogma y se estigmatiza lo que no es dogma, cerrándose escuelas
heterodoxas y castigando la enseñanza de marxismo, quizás sea el momento de
abrir las puertas a la razón y dejar que fluya en pos de una comprensión de lo
que ocurre.
Este pequeño trabajo está dividido en tres partes. El primer
capítulo tiene que ver con la naturaleza compleja de la crisis y los aspectos
más complejos del lado financiero de esta, terminando con los retos que nos deja.
Esto es fruto de una serie de conferencias en Quito, una el año 2008 organizada
por la UNESCO dentro del proyecto MOST y la otra en el año 2009 en el Congreso
de la República de Ecuador y una tercera vez en la inauguración del año lectivo
2009 en la Escuela Preparatoria 1 de la UNAM en México. El segundo capítulo
tiene que ver con la existencia y pervivencia del sistema financiero o si algo
cambió esencialmente. Nuestra hipótesis es que hay un cambio y que el sistema
dejó de serlo y se transformó en complejo financiero bancario. Esta conferencia
fue presentada en las IX Jornadas Monetarias del Banco Central de la República
Argentina en Buenos Aires, octubre 1 y 2 del 2012. El capítulo 3 tiene que ver
con la concentración del ingreso como el objeto de la política económica en los
últimos treinta años y se adelanta sin las discusiones previas
correspondientes.
En abstracto el planteo es que la crisis es múltiple, que el
complejo financiero ha tomado el control de la marcha económica y del Estado en
los Estados Unidos y Gran Bretaña desde los años 80 de manera creciente y que
ellos han planteado tanto un sentido común académico como una política
macroeconómica cuya finalidad es concentrar el ingreso. El objeto de la
política macroeconómica no es estabilizar la macroeconomía, sino concentrar el
ingreso, por la evidencia que de manera contundente se presenta desde África
hasta Europa en las últimas décadas.
El marco foucaultiano sirve para abrir caminos de
comprensión que a su vez den espacio para proponer nuevas lecturas tanto de la
crisis como de las razones para la comprensión más amplia de la misma. También
sirve para la acción: Conocer es poder.
Nota
1) ¡Ten audacia de saber!
- Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org
(Texto de Introducción al libro La Gran Mutación. El capitalismo real del siglo XXI. Serie Breviarios, IIEC UNAM, agosto 2013.)
- Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org
(Texto de Introducción al libro La Gran Mutación. El capitalismo real del siglo XXI. Serie Breviarios, IIEC UNAM, agosto 2013.)