- Cien años después de su nacimiento, el 7 de noviembre de 1913, Albert Camus continúa siendo una figura mítica del pensamiento mundial. El autor analiza la figura controvertida de un hombre que, dice, nació bajo la impronta del malentendido.
Albert Camus ✆ Emmanuel Polanco |
Si, según él, era esencial el reconocimiento de los demás, a
él, huérfano de padre -murió en la guerra- le faltó desde el hogar familiar. Su
queridísima madre viuda, pobre, analfabeta, sorda y prácticamente muda, y como
consecuencia de ello,
absolutamente concentrada en sí misma, no reconocía, ni pudo reconocer nunca, el quehacer de su hijo. Habría de añadirse a este primer malentendido los debidos a la política (para unos, en el caso de la guerra de Argelia, era colonialista francés; para otros, independentista árabe; un reaccionario, para otros; un tibio socialdemócrata, o también un libertario), a la filosofía (considerado como escritor, no cómo filósofo dentro del gremio) y al mundo académico (un ser procedente de la periferia argelina y no del selecto mundillo parisino...).
absolutamente concentrada en sí misma, no reconocía, ni pudo reconocer nunca, el quehacer de su hijo. Habría de añadirse a este primer malentendido los debidos a la política (para unos, en el caso de la guerra de Argelia, era colonialista francés; para otros, independentista árabe; un reaccionario, para otros; un tibio socialdemócrata, o también un libertario), a la filosofía (considerado como escritor, no cómo filósofo dentro del gremio) y al mundo académico (un ser procedente de la periferia argelina y no del selecto mundillo parisino...).
Una vida y una obra programadas en torno a tres estaciones
para alcanzar su travesía total: absurdo («es el divorcio entre el espíritu que
desea y el mundo que decepciona, mi nostalgia de unidad, este universo disperso
y la contradicción que les encadena» (...) «corresponde al hombre fabricarse
una unidad, sea en el interior del mundo o separándose de él»); rebeldía («¿Qué
es el hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar; es
también un hombre que dice sí desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha
recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva
orden») y amor.
Tarea que no llegó a culminar pero que sí transitó desde las
obras en las que mostraba la falta de sentido que acompañaba a los humanos ante
el silencio del mundo («La peste», «La caída», «El extranjero», «El mito de
Sísifo»...), a aquellas en las que mostraba un cierta salida rebelándose («me
rebelo luego somos»), como es el caso de «El hombre rebelde». Sin olvidar la
presencia del amor en su última obra, homenaje al padre al que no conoció («El
primer hombre»), sentimiento que ya asomaba, por otra parte, en su obras más
tempranas como «Las nupcias», u otras en las que rendía homenaje a la pobreza y
al sol, como los dos polos en que consistía su inicio en la vida mediterránea.
Ante la pobreza, vista en su casa y en el barrio árabe en el
que se crió, quedaba el calor aportado por el sol, la luz que hacía amar la
vida a pesar de los corsés de la historia. Camus no miraba al norte, a Hegel o
a Marx, maestros dominantes en los ambientes de izquierdas de la época,
posturas que según el autor de «Calígula», parecían conllevar la atracción por
la «servidumbre voluntaria», como mostraba la experiencia histórica: «La
libertad (...) está en el principio de todas las revoluciones. Sin ella, la
justicia parece inimaginable a los rebeldes. Sin embargo, llega un tiempo en
que la justicia exige la suspensión de la libertad». A Camus más le atraían los
aires solares de Nietzsche o de Paul Valery; lo dionisíaco frente a lo apolíneo,
la luz frente a las sombras, la vida frente a la muerte, la libertad frente al
gregarismo.
Tomando el verso del «cementerio marino» de Valéry, puede
catalogarse a nuestro hombre, midi le juste, en las antípodas de la valoración
de Simone Beauvoir, quien en el fragor del combate argelino, llegó a
calificarle como «un justo sin justicia». Diez días después de la muerte de
Albert Camus, el 4 de enero de 1960, decía Sartre: «Se vivía con o contra su
pensamiento. Era una aventura singular de nuestra cultura, un movimiento del
que se intentaba adivinar las fases y el término final. Representaba en este
siglo, y contra la Historia, el heredero actual de esta larga línea de
moralistas cuyas obras constituyen tal vez lo que hay de más original en las
letras francesas. Pero inversamente, por la obstinación de sus rechazos,
reafirmaba, en el corazón de nuestra época, contra los maquiavélicos, contra el
becerro de oro del realismo, la existencia del hecho moral».
París acogerá en diciembre un seminario internacional y un
exposición itinerante
El centro internacional de filosofía francesa de la Ecole
Normale Supérieure (ENS) y la Universidad Americana de París serán sede de un
simposio internacional sobre Albert Camus, que tendrá lugar del 3 y 4 de
diciembre, con ponentes de los cinco continentes. Se inaugurará una exposición,
que iniciará su periplo internacional en la capital francesa. Cien años después
de su nacimiento, Camus continúa siendo una figura legendaria: de los barrios
pobres de Argel al Nóbel de Literatura con solo 44 años, su destino se vio
truncado trágicamente a los 46 años en un accidente de tráfico en el centro del
Hexágono, que tuvo lugar el 4 de enero de 1960.
«Hoy mamá ha muerto. O tal vez ayer, no lo sé». A los A 29
años, Camus escribía el principio de una novela que marcaría su reconocimiento
como gran autor. Con cerca de ocho millones de copias vendidas, «El
extranjero», su primera novela, publicada en 1942 y traducida a cuarenta
idiomas, continúa siendo un bestseller. De la «La peste» se han vendido más de
cuatro millones de copias y las ventas de sus libros se incrementaron un 4,5 %
entre 2008 y 2012, según los datosde su editora, Gallimard, quien lo califica
como «sin duda el escritor francés del siglo XX, el más famoso , más citado y
más traducido en el extranjero», con una obra compuesta de treinta libros,
incluyendo obras de teatro.
Para Frédéric Worms, director del centro internacional de
filosofía francesa en la École Normale Supérieure (ENS), Camus interesa tanto a
a un americano, indio o un chino, y ahora más que nunca. Experiencias como la
economía solidaria, los microcréditoa, la eutanasia o de las revoluciones
árabes son «muy camusianas», explica, ya que reflejan su filosofía: «Resistir y
poner límites a luchar contra la muerte y la miseria, pero también prohíbe la
pena de muerte, no utilizan el terror para luchar contra el terror». Camus
tiene una visión humanista del mundo , haciendo campaña por la justicia y la
libertad al tiempo que reconoce los límites de la condición humana y lo absurdo
del mundo mortal.
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