Paul M. Sweezy |
El Wall Street Journal lo describió una vez como el “decano
de los economistas radicales”. El New York Times, en su obituario, dijo de él
que era “el intelectual marxista más importante de la nación”. Y John Kenneth
Galbraith lo consideraba el “especialista marxista más conocido de los
Estados Unidos” en la segunda mitad del siglo XX. Pero antes de hacerse marxista, Sweezy había sido un hayekiano y un keynesiano. Él mismo ha escrito que a su vuelta a los Estados Unidos (1933), tras su estancia en la London School of Economics, se había vuelto un “marxista convencido aunque muy ignorante”. Y lo que tenía claro desde el principio de su carrera de profesor es que, como escribió muchos años después, ya desde sus primeras experiencias docentes “me convencí de que la economía convencional del tipo de la que estudié en Harvard tenía muy poco que aportar a la comprensión de los hechos y tendencias más importantes del siglo XX”. Sin embargo, en esta su primera época escribió sobre Hansen, Hayek, Keynes, Pigou, Veblen, los socialistas fabianos ingleses...; y trabajó también sobre algunos de los temas que estaban de actualidad en la economía académica de entonces, como la distribución de la renta, el desempleo, el oligopolio, el nuevo orden económico internacional, la bolsa..., y hasta la curva de demanda esquinada.
Estados Unidos” en la segunda mitad del siglo XX. Pero antes de hacerse marxista, Sweezy había sido un hayekiano y un keynesiano. Él mismo ha escrito que a su vuelta a los Estados Unidos (1933), tras su estancia en la London School of Economics, se había vuelto un “marxista convencido aunque muy ignorante”. Y lo que tenía claro desde el principio de su carrera de profesor es que, como escribió muchos años después, ya desde sus primeras experiencias docentes “me convencí de que la economía convencional del tipo de la que estudié en Harvard tenía muy poco que aportar a la comprensión de los hechos y tendencias más importantes del siglo XX”. Sin embargo, en esta su primera época escribió sobre Hansen, Hayek, Keynes, Pigou, Veblen, los socialistas fabianos ingleses...; y trabajó también sobre algunos de los temas que estaban de actualidad en la economía académica de entonces, como la distribución de la renta, el desempleo, el oligopolio, el nuevo orden económico internacional, la bolsa..., y hasta la curva de demanda esquinada.
El diario británico The Guardian ha resaltado, en su
obituario, la influencia de su estancia en la LSE sobre el cambio de
planteamientos ideológicos en Sweezy: “En
la LSE, en aquellos primeros y escabrosos años de la Gran depresión, Sweezy
atravesó una transformación política e intelectual provocada por la subida de
Hitler al poder, la agitación estudiantil, su amistad con jóvenes economistas
como Joan Robinson, Oskar Lange y Abba Lerner, sin olvidar las transgresoras
clases del profesor de ciencia política de la LSE, Harold Laski”. Howard y
King aseguran, en su libro de historia del pensamiento económico marxista, que
nada de lo que publicó en la década de los treinta permitía ver en Sweezy algo más
que un “keynesiano muy competente y original”, influido por el subconsumismo
del liberal John Atkinson Hobson (1858-1940, también influyente en otros
marxistas como Hilferding o Lenin), y con una visión de los monopolios que por
entonces era compartida por autores como Stuart Chase o Gardner C. Means.
También en 1938, Sweezy participó en un librito muy influyente –An Economic
Program for American Democracy , que, en opinión de G. Harcourt, no era sino
una presentación de la Teoría General de Keynes disfrazada de New Deal a la
americana. Según R. Pollin, este libro “era
una clara exposición de cómo poner en práctica un programa keynesiano de
estímulo a la demanda para luchar contra la depresión. Creo que tuvo una
influencia significativa en el momento en que apareció; por ejemplo, Kindleberger
lo cita en su historia de la Gran Depresión.”
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