Cuando los manifestantes “pacíficos” cierran vías públicas,
violan el derecho constitucional al libre tránsito, el cual condiciona de facto
el derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a la alimentación e incluso
a la vida, cuando esta última depende del traslado urgente a una clínica u
hospital. Para evitar que las barricadas sean rebasadas e impedir que los
vecinos o autoridades las retiren, sus promotores siembran el terror amenazando
la integridad de quienes lo intenten.
En las guarimbas perdieron la vida José Méndez en Carúpano,
Elvis Durán en Caracas, Doris Lobo en Mérida, Eduardo Anzola en Carabobo, el
Fiscal del MP Julio González en Carabobo y el GNB Giovanni Pantoja en Carabobo.
Es emblemático el caso de dos soldados heridos de bala en San Cristóbal por
intentar limpiar una vía. Esta minoría dice luchar por la libertad y la
democracia, pero atropella los derechos de la mayoría y de quienes
potencialmente podrían apoyarlos en sus ambiciones de poder. Su proceder delata
un talante autoritario y fascista. El mismo que mostraron en el golpe del 11A,
en el sabotaje petrolero de 2002 y en las guarimbas del 2004. La respuesta a
esta acción perversa y manipuladora que presenta como pacíficas,
manifestaciones violentas, es la movilización del pueblo para liberar a los
secuestrados e imponer la “paz de las escobas” siguiendo el ejemplo del Valle
del Momboy.
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