La descomposición del Estado español ante la
crisis del capitalismo internacional, manifiesta la incapacidad de la
oligarquía para dar una solución satisfactoria a los graves problemas
económicos, sociales y humanos de los pueblos ibéricos.
El atolladero de la acumulación capitalista, que
nos está llevando a las puertas de una profunda depresión económica, el
acaparamiento y la desposesión de los bienes públicos por la burguesía, el
deterioro de la ciudadanía así como la destrucción de las condiciones de vida
de las grandes mayorías, no sólo ha traído una quiebra del sistema tanto a
escala estatal como en su dimensión imperialista, sino que pone en serio
cuestionamiento la legitimidad del orden capitalista. La desindustrialización y
la pérdida de control sobre los sectores estratégicos de la economía española,
ha sido consecuencia de la ofensiva globalizadora del capital transnacional y
del proyecto neoliberal que ha sustentado la Unión Europea en favor de las
élites financieras mundializadas.
Entre los rasgos más dramáticos de la presente situación están:
-un desempleo que alcanza los 6 millones de
trabajadores, generando situaciones de miseria de amplios sectores de la
poblaciónEntre los rasgos más dramáticos de la presente situación están:
-una deuda que sobrepasa con creces los 4 billones de euros
-una balanza de pagos deficitaria que incrementa constantemente esa deuda
-el empobrecimiento de la población trabajadora, con pérdida de derechos laborales y sociales, que entre otras consecuencias está dejando a centenares de miles de familias despojadas de sus viviendas
- el desmoronamiento del Estado Social y del conjunto de mecanismos de redistribución de la riqueza y de seguridad social.
El conjunto de las poblaciones del Estado español ha llegado a una situación insostenible, que requiere soluciones drásticas. La abdicación del monarca en su hijo es un intento de controlar los cambios desde arriba manteniendo la estructura de dominación y de explotación. Esta salida de la crisis lleva a soluciones autoritarias, como ejemplifica la profunda contrarreforma judicial en curso y la cada vez mayor represión política y social.
La lucha del pueblo catalán es uno de los obstáculos más decisivos para realizar ese proyecto reaccionario de la clase dominante española, siendo previsibles fuertes convulsiones del actual orden político para el próximo otoño y una alta inestabilidad para el modelo de Estado y puesta en cuestión de la Constitución que lo respalda.
En esas circunstancias el conjunto de la población está sufriendo el peso de la crisis, mientras desaparecen las clases medias por el agravamiento de las condiciones económicas.
Una respuesta a esta guerra de clase es posible y necesaria. Puede conseguirse a través de la solidaridad de las capas populares, en pro de un nuevo modelo de sociedad que establezca unas relaciones de respeto entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza.
Estamos convencidos de que la evolución política inmediata va a ser determinante para el futuro de los pueblos peninsulares a largo plazo. Por eso les presentamos a éstos, a las organizaciones sociales, políticas y sindicales y a las fuerzas republicanas, una propuesta para constituir la Unidad Popular que abra un Proceso Constituyente llevado a cabo desde las mismas bases de la sociedad, de manera que ésta pueda asumir el protagonismo de su propia vida y ejercer el permanente derecho a decidir su propio modelo social.
Entendemos que el primer paso para esa nueva sociedad pasa por una República Social Confederal.
¡UNIDAD POPULAR!
¡Proceso constituyente!
¡Proceso constituyente!
¡República!
¡Defensa
de la paz mundial!
Asamblea Constituyente de Almería
