“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

20/1/15

Liberticidio | La mejor respuesta al terrorismo, es ampliar las libertades en todo el mundo

Ricardo Sánchez Ángel
El acto terrorista en París Del pasado 7 de enero, es un crimen contra el arte de la caricatura, del dibujo y la imaginación satírica. Esa broma superior del humor gráfico quiere ser silenciado con la muerte cruel, con el horror cobarde de un asesinato.  Honor, respeto, admiración a los caídos en el desempeño de su profesión de periodistas, que ejercieron la libertad de criterio y creación hasta el riesgo vital máximo. No se dejaron intimidar por las amenazas y atentados, por el enorme chantaje contra sus conciencias.

El gesto de estos periodistas artistas de mantener vivo su semanario Charlie Hebdo es un ejemplo a todos los periodistas y personas que ejercemos la libertad con desafío y creación. El que el humor satírico, el ridículo gráfico sea considerado una ofensa, muestra el grado de prejuicios, fanatismo y crueldad en que vivimos.

Lo ocurrido en París es un atentado político terrorista, revestido de posturas religiosas: la defensa de Mahoma y el Corán. La religión como máscara para adelantar unas acciones de muerte implacable. Nada justifica ni absuelve lo sucedido.  Es verdad que los pueblos del oriente próximo y medio han sido históricamente agredidos por los colonialismos, donde Francia ocupa uno de los primeros lugares. Sufren en la actualidad toda clase de intervenciones militares y de saqueo económico: ¡el petróleo! Y son escenario de tráfico de armas para las continuas guerras en curso. Se trata de condenados de la tierra al exterminio permanente como los palestinos, por ejemplo.

Los grupos terroristas como Al Qaeda son creaciones de organizaciones político-armadas, con ideologías nacionalistas y de defensa intransigente de su fe. Son grupos utilizados por los juegos de intereses geopolíticos de las potencias neocoloniales. Mezclan reivindicaciones justas con métodos terroristas.

Sabemos bien de las guerras en Irak, Afganistán, Libia y Siria, por parte de Estados Unidos y los aliados, y de Israel en Palestina, con armas de destrucción masiva, con torturas y represión sistémica. Sabemos bien que esos pueblos tienen el derecho legítimo a defenderse y a adelantar la guerra justa. Todo esto y mucho más.

Pero el terrorismo a la manera como se ejecutó contra el semanario Charlie Hebdo es un desvarío, un error colosal, ya lo dije: un crimen. Ninguna motivación moral, religiosa y política lo justifica, y se convierte en algo contraproducente para la causa de los pueblos de oriente. Debilita sus razones legítimas, la validez de su causa se ve cuestionada por los adversarios que simplifican todo al decir: “esos pueblos atrasados, solo acuden al terrorismo”, “hay que civilizarlos”. Un ejemplo de esta conducta la encontramos en el ultraderechista Frente Nacional Francés, dirigido por Le Pen y su hija, que han redoblado sus campañas racistas y xenófobas. También el nuevo movimiento antimusulman en Alemania, Pegida. En Colombia también la ultraderecha quiere agitar los espíritus en contra del proceso de paz entre el gobierno del presidente Santos y la insurgencia de las FARC.

La mejor respuesta al terrorismo y el más noble homenaje a los caídos de París, es ampliar las libertades en todo el mundo. Salirle al paso a las medidas represivas que han fracasado en materia de seguridad ciudadana. Porque lo que fracasó en París fue uno de los sistemas de seguridad más sofisticados que existen: el de la Policía Francesa con su Inteligencia.

El argumento de que las sátiras de Charlie Hebdo eran ofensivas ha ganado terreno en periodistas y medios internacionales. Por ende, no publican sus caricaturas después del atentado, como lo han hecho el New York Times y el The Washington Post. Este tipo de relativismo moral, de valoración de la libertad de prensa y de la creación artística es equivocado. Lo que se trata es del derecho a equivocarse, a publicar lo que no es agradable e incluso ofensivo.

Hay que repetir la sabia lección atribuida a Voltaire sobre la tolerancia: “Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pudieras seguir haciéndolo”
Ricardo Sánchez Ángel es doctor en Historia, y es también Decano de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional De Colombia