“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

1/2/15

El Socialismo del Siglo XXI – ¿Una nueva o vieja alternativa para una América Latina globalizada?

“Tan idealista sería querer construir el socialismo imaginando al dinero corriendo como loco detrás del hombre, como absurdo, y puede decirse que antimarxista sería concebir al hombre corriendo como loco detrás del dinero […] El revolucionario tiene un concepto mucho más elevado del hombre, ve al hombre no como una bestia, considera al hombre capaz de formas superiores de vida, formas superiores de conducta, formas superiores de estímulos. El revolucionario cree en el hombre, cree en los seres humanos. Y si no se cree en el ser humano, no se es revolucionario.” Fidel Castro
Amanecer ✆ Pablo Picasso

Fabián González-Ramírez
En este ensayo pretendo hacer una reflexión sobre una interrogante cuya respuesta aún resulta lejana y complicada: ¿puede constituir el Socialismo del Siglo XXI una nueva y viable alternativa latinoamericana ante el contexto de la globalización? Para ello se analizan diversas posturas teóricas y se enfoca, en los nuevos movimientos sociales, una alternativa del Sur Global.

Introducción

Al hacer una contextualización, es un hecho que la década de 1970 fue económicamente crítica. Los precios internacionales del petróleo aumentaron de manera precipitada, debido a las decisiones de los países árabes miembros de la OPEP para implementar una estrategia de revalorización del crudo, así como la negativa de exportación a los países que apoyaron a Israel durante la Guerra de Yom Kippur.

Más adelante, para 1982, la mayoría de los países latinoamericanos sufrieron una fuerte crisis, conocida genéricamente como la crisis de la deuda externa. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) recomendaron a las naciones deudoras que a cambio de la posibilidad de acceder a más créditos −lo cual ocasionó el aumento de la brecha de dicha deuda− debían emprender una serie de ajustes estructurales a sus organizaciones económicas. América Latina no escapó de este contexto, puesto que las administraciones de entonces decidieron reducir el aparato estatal, asumir una política de des-regulación de los precios y, en general, recortar el presupuesto para el gasto público. En otras palabras, los ajustes estructurales fueron las medidas con las cuales comenzó a desbaratarse el modelo desarrollista y socialdemócrata que, en alguna medida, los Estados practicaron desde por lo menos el decenio de 1950.

La década de 1990 constituyó una coyuntura de descomposición para la izquierda internacional. En efecto, la implementación de los ajustes neoliberales sobre las economías “desarrollistas” y países deudores de América Latina repercutió −en detrimento− política e ideológicamente en las agrupaciones y organizaciones de izquierdistas. Mientras algunos académicos pregonaron el fin de la historia, puesto que el capitalismo venció al comunismo y la lucha de clases terminó y ya no constituye, desde esta óptica, el motor de la historia, como afirmaban Marx y los marxistas.

En la Unión Soviética se anunció la reestructuración −o perestroika− y el glasnost, que dio paso a la caída del Muro de Berlín, incluidos los bloques socialistas de Europa del Este.

Fue, también, una coyuntura estrepitosa para la Revolución Cubana que debió enfrentar un bloqueo económico y la entrada a un período de agravamiento económico denominado por el gobierno cubano como período especial.

Huevo al amanecer ✆ Vladimir Kush

Los partidos de izquierda que se inspiraban con la Cuba socialista como un ejemplo y estandarte de lucha antiimperialista, sufrieron una gran recaída. Además, al parecer, no consiguieron, o no quisieron, impedir el avance de su propia fragmentación partidaria, en medio de una crisis económica que se pretendió solucionar con la panacea de la apertura comercial.

En suma, las últimas tres décadas del siglo XX se enmarcan en coyunturas críticas para la izquierda internacional. Sin embargo, no se entiende este período como sinónimo apocalíptico de total decadencia sino como contexto que encerró factores de contradicción, desorganización y desunión en una izquierda heterogénea que, a decir verdad, no supo de manera clara cómo construir la sociedad idílica que anhelaba, ni con qué proyecto efectivo lograr alcanzarla.

Ahora bien, lejos de reproducir discursos que imbuidos de peligrosos triunfalismos de los sectores sociales derechistas, argumentaron sin efecto que el proyecto histórico socialista había fracasado irremediablemente, es preciso concentrarse en aquellos que, sin negar el fracaso del socialismo real −en lo personal, prefiero el término realmente existente−, procuran construir críticamente un aparato teórico que pueda resultar útil para ejecución de un plan alternativo al neoliberalismo.

La bibliografía respecto al tema del Socialismo del Siglo XXI es abundante. Sobre todo, porque se trata de una temática en pleno debate debido a su significación y pertinencia en las agendas de vida que pretenden hacerle frente al imperialismo del capital financiero al que eufemísticamente llaman globalización.

Así pues, tomando en cuenta lo anterior, en este ensayo pretendo hacer una reflexión sobre una interrogante cuya respuesta aún resulta lejana y complicada: ¿puede constituir el Socialismo del Siglo XXI una nueva alternativa latinoamericana ante el contexto de la globalización?



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