En efecto, el sostenido crecimiento de la
economía colombiana de la última década, cercano a4,6% en promedio anual, solo
opacado en 2009 por los efectos de la recesión de 2008, fue productodel
crecimiento de las exportaciones de petróleo, promovidas por el sostenido
incremento de su precio internacional. A su vez, el auge de las exportaciones y
de la inversión extranjera en ese sector contribuyeron con la disminución de la
tasa de cambio, lo que redujo los precios de las crecientes importaciones y por
esta vía el nivel de los precios internos.
Pero la fiesta del petróleo terminó, su
precio internacional se redujo a menos de la mitad, fundamentalmente gracias a
una sobreoferta del crudo resultado delas grandes inversiones en fracturación
hidráulicarealizadas por parte de Estados Unidos.Un procedimiento de extracción
de petróleo que se ha mostrado sumamente destructivo.
Como el sustento del crecimiento de Colombia era el petróleo, la caída de su precio ha generado al menos tres efectos:Primero, la desaceleración de la economía debido a la reducción del valor de las exportaciones y de la inversión extrajera en el sector. En el año 2015, las exportaciones colombianas se redujeron en cerca del 35%, siendo el petróleo el de mayor contribución con una caída de 60% en su valor. A noviembre de 2015, la inversión extranjera había caído en 42,4% con respecto al mismo mes del año anterior. Se estima generosamente que durante el año 2015 la economía creció alrededor de 3,0%, lo cual significa una caída de 34% con respecto a 2014, cuando la economía creció en 4,6%.
Segundo,el gobierno enfrenta problemas de financiamiento debido a la importancia de las rentas del petróleo como fuente de sus ingresos (representaban, en promedio, cerca del 16% de los ingresos totales del gobierno).Y tercero, una fuerte devaluación del peso resultado de la caída del ingreso de dólares al país cercana al 60%. Lo que ha generado inflación debido al encarecimiento de los bienes de consumo e intermedios importados (más de la mitad de los alimentos que se consumen en Colombia son de origen externo).
Ante tal coyuntura, investigadores del Banco de la República afirman que afortunadamente Colombia cuenta con un sólido marco institucional asociado a una banca central independiente que sigue el régimen de inflación objetivo, y a la regla fiscal adoptada por el Ministerio de Hacienda. ¿Esto supone que las autoridades económicas tomarán medidas adecuadas frente a la coyuntura?
La respuesta es No. El “sólido marco
institucional” tiene un único objetivo: restaurar la confianza inversionista y
parece no preocuparse por las consecuencias directas y reales de sus medidas
sobre el empleo y el crecimiento. Este marco supone que la estabilidad de
precios y unas finanzas públicas sanas generarán señales de estabilidad
económica y confianza en los inversionistas, quienes se sentirán incentivados a
realizar sus inversiones en Colombia.
Siguiendo esa lógica, en la actual coyuntura de desaceleración,el gobierno le apuesta al cumplimiento de las reglas fiscal y monetaria, a las políticas de austeridad que no harán más que profundizar el ciclo recesivo que enfrenta el país con la consecuente pérdida de empleos.
En efecto, en términos de política fiscal, y frente a su desfinanciamiento, el gobierno se ha comprometido con un programa de “austeridad inteligente” consistente en cumplir con la regla fiscal (un déficit no superior a 2,4%) a través de la reducción del gasto en inversión, un 17% menos para el presupuesto de 2016. Un plan de reforma tributaria regresiva con la propuesta de incremento en el IVA. Y la privatización de empresas públicas, como la venta de ISAGEN.
El cumplimiento del programa de austeridad y de la regla fiscal, evidencia que el gobierno sigue fielmente y sin cuestionamientos la doctrina neoliberal, que está comprometido con la consecución de un presupuesto fiscal equilibrado y que es “buen” deudor. La lógica del gobierno consiste en que estas medidas le permitirán alcanzar excelentes calificaciones crediticias por parte de las firmas internacionales, estabilidad macroeconómica e incentivos para la inversión. Pero esa lógica, que en realidad resulta “i-lógica”, genera un menor consumo por parte del gobierno, un menor dinamismo económico y pérdidas de empleos.
A su vez,por el lado monetario, el Banco de
la República supone que sólo a través
del control de la inflación se generan las condiciones que conducen a la
economía por una senda de estabilidad y pleno empleo. Sin embargo, y a pesar de
la coyuntura y de lo desvelador que pueda llegar a ser para el Banco, éste no
está cumpliendo su objetivo de inflación, como resultado de la fuerte
devaluación y la dependencia de productos importados. En el año 2015 la
inflación ascendió a 6,77%, cerca de 4 puntos por encima de la meta.
Frente al incumplimiento de la meta, el
Banco de la República decidió aumentar las tasas de interés de manera
consecutiva en los últimos meses de 2015, pasando de 4,50% a 5,75%. La entidad
supone que tal incremento representa una señal de compromiso institucional que
devuelve la confianza inversionista y adicionalmente, con ello, buscaba anclar el
incremento salarial en las negociaciones. Pero lo anterior se contrapone a otro
argumento, de acuerdo con el mismo Banco de la República si aumenta la tasa de
interés a la que le presta a los bancos privados para proveerles liquidez (dinero
para que ellos inviertan y ofrezcan créditos al público), éstos a su vez
aumentarán la tasa de interés a la que se prestan entre bancos, y entonces
todos los demás créditos de la economía bien sea de consumo, de inversión o de
vivienda se vuelven más costosos. Las empresas dejan de invertir y los
consumidores sustituyen consumo por pago de intereses. Finalmente, las empresas
venden menos, producen menos y emplean menos trabajadores. Y se vende menos y
se emplea menos gente...La conclusión es que con el incremento de la tasa de
interés de intervención, la desaceleración económica será mayor, lo que a la
postre genera mayor desconfianza inversionista.
En el fondo, un banco central independiente y las reglas de inflación y fiscal corresponden a iniciativas de política económica promovidas por la banca multilateral (FMI) que acompañan la liberalización, privatización y desregulación de mercados. De acuerdo con ese organismo, esas medidas configurarían un marco institucional sólido, conformado por reglas y compromisos por parte del gobierno que suponen el logro de la estabilidad macroeconómica para generar confianza y alta calificación crediticia internacional.
Paradójicamente, se busca y reclama un ambiente de estabilidad macroeconómica cuando se han creado todas las condiciones para que reinen la incertidumbre, la inseguridad y los desequilibrios. La globalización ha conducido a la generación y reproducción de las quiebras en efecto dominó, las crisis financieras han proliferado. Prima el capital financiero, las inversiones son especulativas y de riesgo. La economía se sustenta en la deuda, los mercados no son regulados, principalmente los financieros, y la competitividad se garantiza a través de los bajos salarios. A lo anterior se suma la total dependencia, en países como Colombia, de un único producto de exportación cuyo precio es volátil.
¿Y cuál es la lógica, en realidad “i-lógica”, de política económica? Cumplir fielmente con reglas de política de austeridad en unescenario de desaceleración económica. Se trata de medidaspro cíclicas, pues conducirán a una mayor reducción de la producción agregada, pérdida de empleos y pobreza. Evidentemente la experiencia griega no deja ninguna lección para Colombia.
Kristy
Lorena Vivas Olaya es Economista de la Universidad del Tolima, Magister en
Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia y docente del Departamento
de Economía de la Universidad Central