Herbert Marcuse @ Kaysam |
Estos apuntes se refieren a la parte II de la obra (El
surgimiento de la teoría social) (p. 245-375). (1) La tesis del autor consiste en que “el
desarrollo interno de la filosofía occidental exigía la transición hacia la
teoría crítica de la sociedad” (p. 249). El autor sostiene que la filosofía hegeliana
realizó la transición de la filosofía al dominio del Estado y de la sociedad.
En otras palabras, “las ideas filosóficas básicas [de Hegel] se habían
realizado en la forma histórica que el Estado y la sociedad habían asumido, y
estos últimos se convirtieron en el centro de un nuevo interés teórico.” (p.
247).
Marcuse sostiene que para comprender el pasaje de la
filosofía a la teoría social hay que dejar de lado la explicación habitual.
¿Qué dice ésta? A la muerte de Hegel (1770-1831), sus discípulos se dividieron
en hegelianos de derecha (2) y de izquierda (3). Estos últimos desarrollaron
las tenden- cias críticas presentes en la obra del Maestro y las aplicaron a la
crítica de la religión. Posteriormente, los hegelianos de izquierda derivaron
hacia el socialismo, el anarquismo o el liberalismo pequeñoburgués. (p.
247-248).
Marcuse afirma que dicha explicación está equivocada, pues
la herencia de Hegel no pasó ni a sus discípulos de derecha ni a los de
izquierda: “las tendencias críticas de la filosofía hegeliana fueron recogidas
y continuadas por la teoría social marxista, en tanto que en todos los demás
aspectos, la historia del hegelianismo se convirtió en la historia de la lucha
en contra de Hegel.” (p. 248).
Con Hegel se cierra el período filosófico iniciado por
Descartes (1596-1650). El primero fue “el último en interpretar el mundo como
razón, sometiendo tanto la historia como la naturaleza a las normas del
pensamiento y de la libertad. Al mismo tiempo, Hegel reconocía en el orden
político y social que el hombre había alcanzado, la base sobre la que habría de
realizarse la razón. Su sistema condujo a la filosofía al umbral de su propia
negación, constituyendo así el único vínculo entre la vieja y la nueva forma de
la teoría crítica, entre la filosofía y la teoría social.” (p. 249).
Antes de desarrollar la tesis enunciada arriba, Marcuse se
dedica a mostrar la forma en que las fuerzas históricas de la Modernidad
“penetraron y configuraron el interés filosófico”. Para llevar a cabo esta
tarea, nuestro autor toma la idea de razón como punto de partida. (p 249).
La clase media ⦗burguesía⦘ en ascenso
absorbió definitivamente a la filosofía en el siglo XVII y la dirigió contra
las fuerzas que obstaculizaban su desarrollo político y económico. La filosofía
racionalista fue la punta de lanza de la burguesía (4). La razón constituyó el
eje de dicha filosofía y fue empleada en la lucha de la ciencia contra la
Iglesia, en el ataque de la Ilustración francesa contra el absolutismo, y en el
debate entre liberalismo y mercantilismo.
Marcuse dedica el resto de la introducción a exponer los
elementos esenciales del concepto de razón:
1. La razón no es necesariamente antirreligiosa. De hecho,
permite concebir al mundo como una creación divina. Pero, “el significado del mundo como algo racional
implicaba, en primer lugar, el que pudiese ser comprendido y modificado por la
actividad cognoscitiva del hombre. La naturaleza era considerada como
racional en su estructura misma, de tal modo que el sujeto y el objeto se
encuentran en un medio racional.” (p. 249-250; el resaltado es mío - AM).
2. La razón humana no está limitada al orden social
preestablecido.
“La multitud de talentos que posee el hombre se originan y desarrollan en la historia, y éste puede emplearlos de muchas maneras para la mejor satisfacción de sus deseos. La satisfacción misma dependería del grado de control sobre la naturaleza y la sociedad. La norma de razón es la norma suprema en este amplio margen de control. Es decir, que ambas, naturaleza y sociedad, habrían de ser organizadas de modo tal que las dotes subjetivas y objetivas se desarrollasen libremente.” (p. 250; el resaltado es mío - AM -).
El corolario de este planteo es:
“Mediante la educación, el hombre se convertirá en un ser racional en un mundo racional. Con la culminación de este proceso, todas las leyes de la vida social e individual se derivarán del propio juicio autónomo del hombre. La realización de la razón implicaba, por tanto, el fin de toda autoridad externa que oponga la existencia del hombre a las normas del pensamiento libre.” (p. 250; el resaltado es mío - AM -).
3. La razón
implica la universalidad, pues “el
énfasis en la razón revela que los actos del hombre son los actos de un sujeto pensante
que está guiado por el conocimiento conceptual. Con los conceptos como
instrumentos, el sujeto pensante puede penetrar las contingencias e
inclinaciones recónditas del mundo y obtener leyes universales y necesarias que
gobiernen y ordenen la infinitud de objetos individuales. (...) Los conceptos
universales se convertirán en el órgano de una práctica que altera el mundo.
(...) La abstracción genuina no es arbitraria, ni es tampoco el producto de la
imaginación libre; está estrictamente determinada por la estructura objetiva de
la realidad. Lo universal es tan real como lo particular; sólo que existe bajo
una forma diferente, a saber, como fuerza, dynamis, potencialidad.” (p. 250).
4. El pensamiento unifica la multiplicidad en el mundo
natural y en el mundo sociohistórico.
“El sujeto del pensamiento, la fuente de la universalidad conceptual, es una y la misma en todos los hombres. (...) el ego pensante que constituye su fuente es una totalidad de puros actos, uniforme en todos los sujetos pensantes. Decir que la realidad del sujeto pensante es la base suprema de la organización racional de la sociedad es, en última instancia, reconocer la igualdad esencial de todos los hombres. Además, el sujeto pensante, como creador de los conceptos universales, es necesariamente libre, y su libertad es la esencia misma de la subjetividad. (...) La libertad del sujeto pensante implica a su vez su libertad moral y práctica. (:..) La idea de la razón implica la libertad de actuar conforme a la razón.” (p. 251).
5. La libertad de actuar según la razón existe en la
práctica de las ciencias naturales. “El
dominio de la naturaleza y de sus recursos y dimensiones recién descubiertos es
un requisito del nuevo proceso de producción que tendía a convertir al mundo en
un enorme mercado de bienes de consumo. La idea de la razón había caído bajo el
dominio del progreso técnico, y el método experimental era considerado como el
modelo de la actividad racional, es decir, como un procedimiento que altera al
mundo de modo que las potencialidades inherentes a él se hagan libres y
actuales. Como resultado de esto, el racionalismo moderno tenía la tendencia de
moldear tanto la vida individual como lo social, según el modelo de la
naturaleza.” (p. 252). Ejemplos: filosofía mecanicista de Descartes,
pensamiento político materialista de Hobbes (1588-1679), ética matemática de
Spinoza (1632-1677), monadología de Leibniz (1646-1716).
El racionalismo:
“Se representaba al universo humano gobernado por leyes objetivas, análogas y aún idénticas a las leyes de la naturaleza, y la sociedad era considerada como una entidad objetiva más o menos sumisa a los deseos y metas subjetivas. Se creía que las relaciones de los hombres entre sí eran el resultado de leyes objetivas que operaban con la necesidad de las leyes físicas, y que la libertad del hombre consistía en adaptar la existencia privada a esta necesidad.” (p. 252).
El resultado de la concepción racionalista de la sociedad:
“Un conformismo sorprendentemente escéptico acompañaba así al desarrollo del racionalismo moderno. Mientras más triunfaba la razón en la técnica y en las ciencias naturales, tanto más reacia se volvía para reclamar libertad en la vida social del hombre. (...) Los filósofos representativos de la clase media (particularmente Leibniz, Kant y Fichte) conciliaron su radicalismo filosófico con la flagrante irracionalidad de las relaciones sociales predominantes, e invirtieron la razón humana y la libertad de modo que se convirtiesen en barreras del alma aislada o del espíritu, fenómeno interno bastante compatible con la realidad externa, aun cuando contradijese la razón y la libertad.” (p. 252).
Fue Hegel quien rompió con esta tendencia y planteó la
necesidad de “proclamar la realización de la razón en y a través de las
instituciones políticas y sociales dadas.” (p. 253). Hegel reintrodujo la
contradicción en el mundo armonioso imaginado por la filosofía de la
Modernidad. Pero no pudo ir más allá del contenido social de la época, que se
detenía en el Estado (que moldeaba la sociedad civil). En este punto entra a
jugar la dialéctica:
“el método que operaba en este sistema tenía mayor alcance que los conceptos que lo llevaron a su fin. A través de la dialéctica, la historia se había convertido en una parte del contenido mismo de la razón. Hegel había demostrado que las fuerzas materiales e intelectuales de la humanidad estaban ya lo bastante desarrolladas para que la práctica social y política del hombre realizase la razón. La filosofía misma se aplicaba, así, directamente a la teoría y práctica social, no como una fuerza externa, sino como su heredera legítima.” (p. 253).
En consecuencia: “Si
había de existir algún progreso más allá de esta filosofía, tendría que ser un
avance más allá de la filosofía misma y, al mismo tiempo, más allá del orden
social y político al que la filosofía había unido su destino.” (p. 253).
Notas
(1) Trabajé con la traducción española realizada por Julieta
Fombona de Sucre con la colaboración de Francisco Rubio Llorente: Marcuse,
Herbert. (1986). El título original es Reason
and Revolution. Hegel and the Rise of Social Theory (Oxford University
Press, 1941). Agradezco a mi compañera Pez López el haberme permitido utilizar
sus notas de lectura para la redacción de estos apuntes.
(2) Algunos de los hegelianos de derecha más representativos
fueron Karl Ludwig Michelet (1801-1893), Karl Friedrich Göschel (1784-1861),
Johann Eduard Erdmann (1805-1892), Georg Andreas Gabler (1786-1853) y
Rosenkranz (1805-1879).
(3) Entre los hegelianos de izquierda puede mencionarse a
David Friedrich Strauss (1808-1874), Edgar Bauer (1820-1886), Bruno Bauer
(1809-1882), Ludwig Feuerbach (1804-1872), August von Cieszkowski (1814-1894).
(4) Marcuse omite a la filosofía
empirista, la otra gran herramienta de la burguesía en su ascenso a la
hegemonía de la sociedad.
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