“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

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18/6/17

Tres despachos sobre Lenin

Maciek Wisniewsky

1. La presencia. Así los tiempos. Lo más que se puede esperar de la política cotidiana es cero referencia a Lenin (desaparecida la amenaza comunista el mainstream pierde interés en vilipendiarlo), o... su abrazamiento desde la derecha. Allí está el supuesto destape de S. Bannon, el principal asesor de Trump: “Soy un leninista. Lenin quería destruir el Estado y éste también es mi objetivo. Quiero derrumbar todo y destruir el stablishment actual” (The Daily Beast, 22/8/16).

Pero este tipo de confesiones es capaz de excitar sólo a los liberales (¡los dos extremos se juntan!). Si bien en la izquierda hay una larga tradición de leer a los conservadores que a veces ven más (Benjamin lee a Schmitt, Zizek a Sloterdijk, etc.), no hay nada así en la derecha (bueno, Sloterdijk sí lee a Lenin y justo sobre su insistencia en demoler los aparatos del anciene régime –véase: Après nous le déluge, 2016, p. 145-163–, pero es Sloterdijk). Dudo que Bannon tenga en su biblioteca El Estado y la Revolución (1917) y mucho menos por ejemplo –permitan que me estire para agarrar algo de la mía– On the dictatorship of the proletariat (1977) de E. Balibar que evocando aquel dictum leniniano insiste: si no se destruye el viejo Estado, la revolución será sobrepasada y la explotación en cualquier forma histórica mantenida (p. 60). En fin: su propósito no es empoderar a la clase trabajadora –aunque sea white–, sino las élites de su agrado (drain the swamp) [vaciar el pantano].

7/11/16

La "guerra racial", el capitalismo y la ideología

Maciek Wisniewski

Como apunta  Franco Bifo Berardi, Europa está al borde de una guerra racial: el sistemático rechazo de refugiados en su frontera sur no es simple muestra de brutalidad. La Unión Europea (UE) ya es una fortaleza racista. El continente arrasado por la ola xenófoba y nacionalista –rodeado de cuerpos tirados por el mar y lleno de campos de internamiento para los sobrevivientes– se convirtió en unarchipiélago de infamia (Verso blog, 23/10/16). Parece que en medio de crisis sin fin, austeridad rampante, diktats financieros y putsches bancarios regresamos al punto en que ya estuvimos antes.

8/5/15

El trabajo: una historia benjaminiana

Walter Benjamin ✆ Rocha
Maciek Wisniewski   |   Walter Benjamin (1892-1940) –incluso ya cuando descubrió a Marx para su filosofía y crítica cultural, expandiendo luego las fronteras del marxismo– no le prestó ninguna atención especial a la cuestión del trabajo. Simplemente no era su principal tema de interés. Pero la historia de su vida –como las historias de tantos de nosotros que, viviendo bajo el capitalismo, estamos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo para poder sobrevivir– estuvo íntimamente entrelazada con este asunto.

Los fantasmas de inseguridad y precariedad, los problemas financieros y laborales, acechaban al autor de las Tesis sobre la historia desde el principio hasta su muerte suicida; su vida en este sentido –y en sus propias palabras– era una permanente ruina y catástrofe. Cuando sus planes de emprender una carrera universitaria de tiempo completo se vieron finalmente frustrados (en un momento, incapaz de mantener a su esposa e hijo, tuvo que volver a vivir con sus padres), la única fuente estable de ingresos eran sus colaboraciones para la radio, en aquel entonces una nueva oportunidad laboral para los knowledge workers (véase: Radio Benjamin, Verso, 2014, 424 pp.).

23/10/14

Precariado: ¿una clase nueva o nueva lucha de clases?

Maciek Wisniewski
Las últimas décadas eran las décadas de las “teorías del fin”: se acababan –supuestamente– los conflictos ideológicos y la “vieja” lucha de clases (Fukuyama). “Moría el trabajo” (Rifkin).  Más que un reflejo de la realidad, fue una cortina de humo para el recrudecimiento de la guerra de clases bajo el neoliberalismo –“un proyecto esencialmente clasista”, David Harvey dixit– y los cambios en las modalidades del capital. 

El antagonismo (o contradicción) capital/trabajo no desaparecía, se intensificaba; la explotación no disminuía, aumentaba; también la clase trabajadora como un sujeto no bajaba de la escena de la historia, sino crecía a escala global (¡China!), pasando al mismo tiempo –eso sí– por una profunda transformación. Pero incluso algunas teorías que parecían explicar los nuevos fenómenos en torno al trabajo y paso al pos-fordismo –flexibilización, desregulación, deslocalización, outsourcing, etc.– resultaban igualmente problemáticas que las que tomaban al trabajo por “muerto”.

7/7/14

La esclavitud: el capital y el trabajo

Maciek Wisniewski
 Cuando en 1805 el capitán Amasa Delano, durante una excursión a las costas de Chile, se encontró con un buque esclavista golpeado por el mar y lo abordó para llevar provisiones, pensó que su tripulación estaba a cargo de la situación y de su mercancía, unos 70 esclavos africanos; pero cuando se dio cuenta de que cayó víctima de una muy astuta escenificación a fin de poder recibir ayuda –en realidad los esclavos se apoderaron del buque semanas antes y exigieron ser llevados de vuelta a Senegal– sometió a los rebeldes y los revendió. Esta increíble –pero verdadera– historia narrada por Herman Melville en su (casi) olvidada novela Benito Cereno (1855), que abre el nuevo libro de Greg Grandin (The empire of necessity: slavery, freedom, and deception in the new world, 2014) era sólo, literalmente, un pretexto.