Especial para La Página |
He leído en diversos diarios que los europeos, en su
pobreza, han empezado a leer el Manifiesto Comunista. Risas. También he leído
que los economistas del viejo continente se niegan a aprender de los
economistas latinoamericanos. Risas. Además, he leído en el New York Times un
artículo de Krugman, uno aburrido, uno que dice que las grandes economías se
están viendo en la necesidad de pedir ayuda, pues se ahogan en bucles
desgraciados, si me es válido usar la arenga de los economistas profesionales…
oigo las risas de Keynes.
Todo esto me parece estúpido, inocente. Todo esto me ha
hecho preguntarme lo siguiente: ¿quién representa la estulticia mexicana?
Enrique Krauze. Indigno del morfema constituyente de su apellido, Krauze me
recuerda al magnífico y satírico Karl Krauss, periodista incisivo que afirmaba
que para ser periodistas es imperioso no tener ideas y escribir vacuamente,
como Krauze. Nuestro "intelectual" amateur, Krauze, delata una
pluma cansada. El señor Krauze debería abandonar la pluma, pues hace el
ridículo en cada publicación. Nuestro Enrique fabricó un ridículo texto para la
revista Letras Libres. El texto se llama Todo lo que ha cambiado (habla de
cambios con prosa añeja).