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El domingo, el presidente Barack Obama pronunció un discurso
ante el Comité de Asuntos Públicos EE UU-Israel (AIPAC). La última parte del
discurso fue una larga discusión sobre Irán. Y una gran parte de esa discusión
no podría haberse hecho sin la disposición de la Casa Blanca a involucrarse en
un serio y sustancial revisionismo histórico. Obama hizo por lo menos tres
comentarios que hicieron trastabillar a la historia.
Primero Obama se refirió al “programa nuclear de Irán, una amenaza que tiene el potencial de juntar
la peor retórica sobre la destrucción de Israel con las armas más peligrosas
del mundo” y agregó que “la verdad
básica es que… ningún gobierno israelí puede tolerar un arma nuclear en manos
de un régimen que… amenaza con borrar a Israel del mapa”.
La afirmación de Obama tiene dos partes. Y ambas son falsas.
A pesar de constantes informaciones contrarias en los medios, el presidente
iraní Mahmud Ahmadineyad nunca amenazó con “borrar
Israel del mapa”. La mala traducción se ha repetido obstinadamente a pesar
de las bien documentadas correcciones. Entre los errores de traducción, el
experto iraní Trita Parsi señala que “generalmente
se ha traducido mal la declaración de Ahmadineyad para que diga: ‘Borrar a
Israel del mapa’. Ahmadineyad nunca utilizó la palabra ‘Israel’ sino ‘el
régimen ocupante de Jerusalén’ que es una referencia al régimen israelí y no
necesariamente al país”. Jonathan Steele agrega que no solo se traduce mal
la parte de "Israel", sino también la parte "borrar del
mapa". La traducción correcta del párrafo es: “el régimen que ocupa Jerusalén debe desvanecerse de las páginas del
tiempo”; una referencia al deseo de que haya un futuro en el cual el
gobierno israelí ya no ocupe territorio palestino. Este deseo no representa el
final del Estado de Israel o su pueblo, sino el final de la ocupación, y por lo
tanto no es una amenaza, sino un deseo que no es diferente del deseo oficial de
EE.UU. y otros. Steele agrega que Ahmadineyad sigue haciendo una analogía entre
la eliminación del régimen que ocupa Jerusalén y la caída del Shah de Irán,
mostrando claramente que desea un cambio de régimen y no la eliminación de una
nación y su pueblo, a menos que esté deseando la eliminación de sí mismo y de
su propio país. Las correcciones de la traducción del discurso de Ahmadineyad
son bien conocidas en círculos eruditos, y es seguro que la Casa Blanca las
conoce.
Pero la afirmación de Obama en dos partes no solo deforma
los hechos en su primera parte. Y aunque la segunda puede que no constituya un
ejemplo de revisionismo histórico, no es menos engañosa. La sutil combinación
por parte de Obama del “programa nuclear de Irán” con “las armas más peligrosas
del mundo” ignora que es la opinión universal de la comunidad militar y de
inteligencia de EE.UU. que Irán no ha tomado la decisión de convertir en
“armas” el “programa nuclear” de Irán. La comunidad de la inteligencia es el
acceso de Obama al mundo: conoce el mundo por lo que le dice. Si no le ha dicho
que Irán está convirtiendo su programa nuclear pacífico en un programa nuclear
militar, no lo sabe. Y no le ha dicho eso. El exdirector de la CIA y actual
secretario de Defensa Leon Panetta se preguntó al respecto en enero: “¿Trata
[Irán] de desarrollar un arma nuclear?” y sucinta y explícitamente respondió:
“No”. Su jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Martin Dempsey, y el actual
director de la CIA, David Petraeus, están de acuerdo. En su testimonio del 31
de enero en el senado, James R. Clapper Jr., director de Inteligencia Nacional,
dijo que no existe evidencia de que Irán haya tomado una decisión sobre la
realización de un impulso concertado para construir un arma. Y el más reciente
Estudio de Inteligencia Nacional, expresó con mucha confianza la misma opinión.
Por lo tanto, la afirmación de Obama de que el régimen iraní combina la amenaza
existencial a Israel con armas nucleares es engañosa e irresponsable desde
ambos puntos de vista.
La segunda burla histórica de Obama es su alarde de que “un Irán con armas nucleares debilitaría
exhaustivamente el régimen de no proliferación por el que hemos hecho tanto”. EE.UU.
nunca ha contribuido a un régimen de no proliferación: lo ha demolido y
desafiado. Lo ha desafiado al mantener sus propias armas nucleares violando su
compromiso bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear de “realizar negociaciones de buena fe sobre medidas efectivas
relacionadas con el cese de la carrera de armas nucleares lo más pronto posible
y con el desarme nuclear, y con un tratado sobre el desarme general y total
bajo estricto y efectivo control internacional”.
Pero lo que es peor que desafiar el régimen de No
Proliferación Nuclear, EE.UU. lo ha destruido. El Tratado de No Proliferación
Nuclear compromete a EE.UU. “a no ayudar,
alentar o inducir a ningún Estado sin armas nucleares a fabricar o adquirir de
otra manera armas nucleares”. Pero de los cuatro países que ya han
adquirido ilegalmente armas nucleares desde la firma del tratado, EE.UU. ha
incumplido su compromiso de “no ayudar de ninguna manera” en cada uno de los
casos; por lo tanto, contribuyendo a un régimen de proliferación y no de no
proliferación.
Noam Chomsky dice que el gobierno de Bush llegó a un acuerdo
nuclear con India “que destroza la parte
central del Tratado de No Proliferación”. Stephen Zunes dice que Bush dio
acceso a India a tecnología nuclear confidencial y a sistemas de armas con
capacidad nuclear sin exigirle que renuncie a su programa de armas nucleares o
a dejar de enriquecer uranio para fabricar armas. Incluso a pesar de que India
hace caso omiso de la Resolución 1172 del Consejo de Seguridad, que exige que
elimine sus armas nucleares, el gobierno de Obama sigue suministrando a India
aviones con capacidad nuclear y facilitando directamente su programa nuclear.
Solo el año pasado, EE.UU. acordó construir dos centrales nucleares en India y
vender equipamiento militar al país a pesar de su continua negativa a firmar el
Tratado de No Proliferación Nuclear.
Cruzando la frontera, el mundo conoce el programa nuclear de
Pakistán desde finales de los años setenta. Pero a pesar de la abrumadora
evidencia, los gobiernos de Reagan y George H.W. Bush negaron formalmente que
Pakistán estuviera desarrollando armas nucleares y siguieron suministrándole
precisamente los aviones F-16 que según los analistas nucleares serían
utilizados por Pakistán para lanzar bombas nucleares. Recién en 1998, cuando
Pakistán se convirtió claramente en un Estado nuclear al realizar ensayos con
armas nucleares, Clinton finalmente impuso sanciones a Pakistán. Ese mismo año
la ONU aprobó una resolución llamando a Pakistán a eliminar sus armas
nucleares, pero, según Zunes, EE.UU. ha bloqueado cualquier sanción u otros
medios de imponer esa resolución. En 2001, Bush revocó las sanciones de Clinton
y la restricción de ayuda militar a nuevos Estados nucleares y reinició la
venta suspendida de aviones F-16 con capacidad nuclear. Stephen Kinzer también
ha señalado que Pakistán ganó una década de trabajo en su programa de armas
nucleares sin tener que preocuparse de EE.UU. al asociarse con él en la guerra
afgana-soviética. Con el fin de aliarse con Pakistán, EE.UU. tuvo que
acomodarse con su dictador, el general Zia al-Huq, y su objetivo de adquirir armas
nucleares ilegales. Pakistán emergió de la guerra con un avance sustancial en
su programa de armas nucleares mientras EE.UU. mentía y lo encubría.
El conocimiento y complicidad de EE.UU. respecto al programa
de armas nucleares de Israel tuvieron su origen aún antes. Documentos del
Archivo de Seguridad Nacional revelan que en 1968 EE.UU. procedió a la venta de
aviones jet a pesar del conocimiento de que Israel estaba desarrollando armas
nucleares. George Monbiot dice en un artículo de The Guardian que en 1969 se
enviaron funcionarios estadounidenses a inspeccionar la planta nuclear Dimona
de Israel, pero que los memorandos del Departamento de Estado dejaron claro que
los estadounidenses estaban encubriendo a Israel y que la inspección no sería
genuina. Poco después, esas inspecciones de EE.UU. terminaron por completo.
También en 1969, según Zunes, Nixon apoyó en privado el programa de armas
nucleares de Israel. Las violaciones estadounidenses del tratado de No
Proliferación Nuclear continuaron con todos los demás presidentes. Según la
Oficina General de Contabilidad, George W. Bush vendió por lo menos 1.500
productos de doble uso a Israel a pesar de la orden del Tratado de No
Proliferación Nuclear de “no ayudar de ninguna manera… a cualquier Estado sin armas
nucleares a fabricar o adquirir de otra manera armas nucleares”. Stephen Zunes
dice que Clinton aseguró a Netanyahu que seguiría protegiendo el programa de
armas nucleares de Israel. ¿Y Obama? La Radio del Ejército de Israel informó en
julio de este año de que EE.UU. se comprometió en secreto a la cooperación
nuclear con Israel y prometió vender a Israel tecnología y suministros
nucleares, a pesar de que Israel no es un firmante del Tratado de No
Proliferación Nuclear.
Corea del Norte es una historia más moderna. Comienza en
1994 cuando la intervención de Jimmy Carter abrió la puerta al Acuerdo Marco.
Según el acuerdo, Corea del Norte había detenido los ensayos de misiles de
largo alcance y no fabricaría más bombas. Pero entonces Bush amenazó a Corea del
Norte, en violación del acuerdo, al nombrarla miembro del Eje del Mal e
incluirla en la lista del Estudio de la Postura Nuclear de 2002 como un país
contra el cual EE.UU. estaba dispuesto a lanzar una bomba nuclear. Además
EE.UU. solo suministró solo un 15% del combustible prometido en el acuerdo.
Luego EE.UU. canceló el acuerdo y Corea del Norte se retiró del Tratado de No
Proliferación Nuclear. En 2005, Corea del Norte volvió a aceptar la eliminación
total de su programa de armas nucleares y a permitir inspectores a cambio de la
promesa estadounidense de que dejaría de amenazar con ataques y que comenzaría
a planificar un reactor de agua ligera –que no puede utilizarse para fabricar
armas– y combustible. Pero Chomsky dice que Bush rápidamente anuló el reactor
de agua ligera, reanudó las amenazas y congeló los fondos norcoreanos en bancos
extranjeros. Con la nueva anulación del acuerdo, los norcoreanos volvieron a su
programa de armas y ensayaron una.
¿Entonces, según afirma Obama, qué es eso que “tanto ha
hecho” EE.UU. para reforzar “el régimen de no proliferación?
La tercera reescritura de la historia de Obama es su
afirmación de que “…desde los primeros
meses en mi puesto, presentamos una alternativa muy clara al régimen iraní: un
camino que permitiría que volviera a unirse a la comunidad de las naciones si
cumple sus obligaciones internacionales, o un camino que conduce a una
creciente serie de consecuencias si no lo hace” y que “esta política de
apertura” fue “rápidamente rechazada por el régimen iraní…”.
Pero veamos lo que dice la historia: EE.UU. ofreció a Irán
un acuerdo según el cual enviaría fuera del país su uranio enriquecido al 3,5%
para ser enriquecido en barras de combustible para reactores médicos y devuelto
a Irán. Lejos de “rechazar” la oferta de EE.UU., los iraníes la aceptaron en
principio. El problema solo ocurrió cuando EE.UU. exigió que Irán enviara de
inmediato todo su uranio de 3,5%... aunque tardaría un año, o incluso varios
años, antes de que recibiera el uranio enriquecido al 19,5% requerido para su
reactor médico. Estaba engañando a Irán. Eso no solo lograría el objetivo
estadounidense de quitar a Irán todo el uranio enriquecido, también desafiaría
el sentido de todo el plan y dejaría a Irán sin isotopos médicos, obligando a
cerrar sus instalaciones de tratamiento del cáncer. Por lo tanto Irán hizo una
contrapropuesta. Enviaría su uranio de 3,5% en lotes, y cada vez que se
devolviera el uranio enriquecido para isotopos médicos, enviaría el lote
siguiente. Bastante justo; pero EE.UU. ignoró la oferta.
Cuando Brasil y Turquía adoptaron la “política de
cooperación” –pero esta vez en serio– y mediaron en un acuerdo de canje de
uranio muy similar sin el truco estadounidense, los iraníes, causando la
consternación de EE.UU., lo aceptaron. EE.UU. y sus aliados lo rechazaron por
segunda vez, amonestaron a los entrometidos Brasil y Turquía y siguieron
adelante con más sanciones contra Irán.
Por lo tanto, Irán no rechazó la engañosa cooperación de
Obama: Obama rechazó la aceptación de Irán de una auténtica cooperación.
Y, aunque no constituye revisionismo histórico, hay una
muestra final de ironía en el discurso de Obama ante AIPAC. Aunque la parte
final de su discurso está dedicada a la enemistad con Irán, la primera parte se
dedica a honorar los esfuerzos por la paz y la seguridad del presidente israelí
Shimon Peres. Irónicamente, sin embargo, a principios de los años noventa,
fueron el entonces ministro de exteriores Shimon Peres, junto con el primer
ministro Yitzchak Rabin, quienes, para abatimiento y consternación de los
iraníes, iniciaron el cambio político que, por primera vez, transformó a Irán
de un aliado desde el punto de vista de los israelíes, a un enemigo.
“Obama’s AIPAC Speech And Historical Revisionism”
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Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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