Algunas de las armas abandonadas por los mercenarios de Al-Qaida durante la liberación del barrio de Baba-Amro de la ciudad de Homs |
James Petras
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La indignación expresada por los políticos de Occidente y de
los Estados del Golfo y en los medios de comunicación sobre el asesinato de
pacíficos ciudadanos sirios que protestaban por la injusticia está cínicamente
planificada para encubrir los informes documentados de la toma violenta de
barrios, pueblos y ciudades a manos de bandas armadas que blanden
ametralladoras y colocan bombas en las márgenes de los caminos.
La agresión a Siria está respaldada por fondos, armas y
formación extranjeros. Sin embargo, debido a la falta de apoyo interno, y para
tener éxito, será necesaria la intervención militar extranjera directa. Por esa
razón se ha montado una enorme campaña de propaganda y diplomática con el fin
de demonizar al legítimo gobierno sirio. El objetivo es imponer un régimen
títere y reforzar el control imperial occidental en Oriente Próximo. A corto
plazo, ello aislará aún más a Irán en la preparación para un ataque militar de
Israel y de Estados Unidos y a la larga, eliminará otro régimen laico
independiente amigo de China y Rusia.
Con el fin de movilizar el apoyo del mundo a esta toma de
poder financiada por Occidente, Israel y los Estados del Golfo, se han
utilizado diversos ardides propagandísticos que justifiquen otra violación
flagrante de la soberanía de un país tras su exitosa destrucción de los
gobiernos laicos de Iraq y Libia.
El contexto más
amplio: la agresión en serie
El seudo intelectual francés Bernard Henry Lévy (izquierda)
en compañía de sus compatriotas Laurent Fabius (centro) y Bernard Kouchner,
alias "french doctor", respectivamente predecesor y posible sucesor
del ministro de Relaciones Exteriores francés Alain Juppé, reunidos durante un
meeting para una Siria "democrática", el 4 de julio de 2011. Estuvo
ausente el líder centrista francés François Bayrou quien dejó un mensaje
grabado. Este lobby logró convencer y hacer jurar a toda una asamblea, en la
cual estaba incluso la responsable del partido ecologista, la Sra. Cécile
Duflot, para una "democratización" de Siria bajo modelo aplicado en
Libia.
El seudo intelectual francés Bernard Henry Lévy (izquierda) en compañía de sus compatriotas Laurent Fabius (centro) y Bernard Kouchner, alias "french doctor", respectivamente predecesor y posible sucesor del ministro de Relaciones Exteriores francés Alain Juppé, reunidos durante un meeting para una Siria "democrática", el 4 de julio de 2011. Estuvo ausente el líder centrista francés François Bayrou quien dejó un mensaje grabado. Este lobby logró convencer y hacer jurar a toda una asamblea, en la cual estaba incluso la responsable del partido ecologista, la Sra. Cécile Duflot, para una "democratización" de Siria bajo modelo aplicado en Libia
La actual campaña occidental contra el régimen independiente
de al-Assad en Siria forma parte de una serie de ataques contra los movimientos
pro democracia y contra los regímenes independientes desde el Norte de África
hasta el Golfo Pérsico. La respuesta imperial-militarista al movimiento
democrático egipcio que derrocó la dictadura de Mubarak ha sido respaldar la
toma de poder de la Junta militar y la campaña criminal de encarcelar, torturar
y asesinar a más de 10.000 manifestantes a favor de la democratización.
Enfrentados a movimientos populares democráticos similares a
los [de otras partes] del mundo árabe, los dictadores autocráticos del Golfo
apoyados por Occidente aplastaron sus respectivos levantamientos en Bahréin,
Yemen y Arabia Saudí. La agresión se extendió al gobierno laico de Libia, donde
potencias de la OTAN lanzaron un bombardeo aéreo y marítimo masivo en apoyo de
las bandas armadas de mercenarios destruyendo con ello la economía y la
sociedad civil de Libia.
El despliegue de mercenarios mafiosos armados condujo a un
ataque despiadado contra la vida urbana en Libia y a la devastación del campo.
Las potencias de la OTAN eliminaron al régimen laico del coronel Gadafi y a él
mismo asesinándolo y mutilándolo con sus mercenarios. La OTAN supervisó las
lesiones, el encarcelamiento, la tortura y la eliminación de decenas de miles
de civiles partidarios de Gadafi y funcionarios del gobierno. La OTAN respaldó
al régimen títere cuando éste se embarcó en un sangriento pogromo contra
ciudadanos libios de ascendencia africano-subsahariana, así como contra trabajadores
inmigrantes africano-subsaharianos —grupos que se habían beneficiado de los
generosos programas sociales de Gadafi. La política imperial de arruinar y
gobernar en Libia sirve de “modelo” para Siria: crear las condiciones para un
levantamiento popular dirigido por los fundamentalistas musulmanes, financiados
y entrenados por mercenarios occidentales y los Estados del Golfo.
El sangriento camino de Damasco a Teherán
De acuerdo con el Departamento de Estado, el camino a
Teherán pasa por Damasco: el objetivo estratégico de la OTAN es destruir al
principal aliado de Irán en Oriente Próximo; para las monarquías absolutistas
del Golfo el propósito es reemplazar una república laica por una dictadura
teocrática vasalla; para el gobierno turco el propósito es fomentar un régimen
dócil a los dictados de la versión del capitalismo islámico de Ankara; para
al-Qaida y los aliados fundamentalistas salafistas y wahabíes, un régimen
teocrático suní despojado de sirios laicos, alawíes y cristianos servirá como
trampolín para proyectar poder en el mundo islámico; y para Israel, una Siria
ensangrentada y dividida garantizará aún más su hegemonía regional. No fue sin
previsión profética que el sionista por antonomasia estadounidense, senador
Joseph Lieberman, exigiera días después del ataque de al-Qaida del 11-S de
2001: “Primero tenemos que ir a por Irán, Iraq y Siria” antes de considerar
quiénes eran los verdaderos autores de los hechos.
La Secretaria de Estado de EEUU, la Sra. Hillary Clinton, en compañía de sus homólogos extranjeros, el jeque Abdullah Bin Zayed Al-Nahyan de los Emiratos Árabes Unidos, el Sr. William Hague, del Reino Unido y Ahmet Davutoglu y de Turquía, pidiendo intervención "humanitaria" en la conferencia de "Amigos de Siria" 24 de febrero de 2012.
Las fuerzas armadas anti-sirias reflejan una variedad de perspectivas políticas en conflicto ligadas únicamente por su odio común al régimen nacionalista, laico e independiente que ha gobernado la compleja y multiétnica sociedad siria durante décadas. La guerra contra Siria es la principal plataforma de lanzamiento para un resurgimiento del militarismo occidental que se extienda desde el Norte de África hasta el Golfo Pérsico, apoyada por una campaña sistemática de propaganda que proclama la misión democrática, humanitaria y “civilizadora” de la OTAN en nombre del pueblo sirio.
El camino a Damasco está lleno de mentiras
Un análisis objetivo de la composición política y social de
los principales combatientes armados en Siria desmiente cualquier afirmación de
que el levantamiento persiga la democracia para el pueblo de ese país. La
columna vertebral de la insurrección está integrada por combatientes
fundamentalistas autoritarios. Los propios Estados del Golfo que financian a
estos matones brutales son monarquías absolutistas. Tras haber endosado un
brutal régimen de gánsteres al pueblo de Libia, Occidente no puede reclamar
ninguna “intervención humanitaria”.
Combatientes del «Ejército Sirio Libre» (ASL). Integrado principalmente por mercenarios y fanáticos, financiados por las fuerzas armadas de Qatar, armados por parte de Turquía y dirigidos por Francia y Gran Bretaña, no es un ejército de Siria, ni libre.
Los grupos armados se infiltran en las ciudades y se sirven de los centros de población como escudos desde los que lanzan sus ataques contra las fuerzas del gobierno. En el proceso, expulsan a miles de ciudadanos de sus hogares, tiendas y oficinas que utilizan como puestos militares avanzados. La destrucción del barrio de Baba Amro en Homs es un caso clásico de bandas armadas que utilizan a civiles como escudos y como carne de cañón para la propaganda en la demonización del gobierno.
Esos mercenarios armados no tienen credibilidad nacional
entre la masa del pueblo sirio. Una de sus principales fábricas de propaganda
se encuentra en el corazón de Londres, el denominado “Observatorio Sirio de
Derechos Humanos”, desde donde se coordina estrechamente con los servicios de
inteligencia británicos produciendo historias espeluznantes y atroces para
agitar el sentimiento a favor de una intervención de la OTAN. Los reyes y los
emires de los Estados del Golfo proporcionan estos combatientes. Turquía
proporciona las bases militares y controla el flujo transfronterizo de armas y
el movimiento de los dirigentes del llamado “Ejército Sirio Libre”.
Estados Unidos, Francia e Inglaterra ofrecen las armas, el
entrenamiento y la cobertura diplomática. Yihadistas fundamentalistas
extranjeros, incluyendo combatientes de al-Qaida en Libia, Iraq y Afganistán,
han entrado en el conflicto. Esto no es una “guerra civil”. Es un conflicto
internacional que enfrenta a una infame triple alianza de los imperialistas de
la OTAN, los déspotas de los Estados del Golfo y fundamentalistas musulmanes en
contra de un régimen nacionalista laico independiente.
El origen extranjero de las armas, de la maquinaria de
propaganda y de los combatientes mercenarios revela el siniestro carácter
imperial y “multinacional” del conflicto. En última instancia el violento
levantamiento contra el Estado sirio supone una campaña imperialista
sistemática para derrocar a un aliado de Irán, de Rusia y de China, aun a costa
de destruir la economía y la sociedad civil de Siria, de fragmentar el país y
de desencadenar prolongadas guerras sectarias de exterminio contra las minorías
alawíes y cristianas, así como contra los partidarios del gobierno laico.
Los asesinatos y la huida masiva de refugiados no son el
resultado de la violencia gratuita cometida por un Estado sirio sediento de
sangre. Las milicias respaldadas por Occidente han cercado barrios por la
fuerza de las armas, destruido oleoductos, saboteado el transporte y
bombardeado edificios gubernamentales. En el curso de sus ataques han
desbaratado servicios básicos esenciales para el pueblo sirio como la
educación, el acceso a la atención médica, la seguridad, el agua, la
electricidad y el transporte.
Por lo tanto, en ellos recae la mayor parte de la
responsabilidad por esta “catástrofe humanitaria” (de la que sus aliados
imperiales y los funcionarios de la ONU culpan a la seguridad y a las fuerzas
armadas sirias). Las fuerzas de seguridad sirias están combatiendo para
preservar la independencia nacional de un Estado laico, mientras que la
oposición armada ejerce violencia en nombre de sus amos extranjeros que le
pagan desde Washington, Riad, Tel Aviv, Ankara y Londres.
Conclusiones
El proyecto de reforma constitucional sometido a referéndum
por el actual presidente sirio Bashar al-Assad fue aprobado por casi el 90% de
los votos emitidos. 57,4% de los votantes acudieron a las urnas, más de 8
millones de sirios. Esta cantidad de votantes participando en estas votaciones
fue la elección más importante realizada desde hace 60 años.
El proyecto de reforma constitucional sometido a referéndum por el actual presidente sirio Bashar al-Assad fue aprobado por casi el 90% de los votos emitidos. 57,4% de los votantes acudieron a las urnas, más de 8 millones de sirios. Esta cantidad de votantes participando en estas votaciones fue la elección más importante realizada desde hace 60 años.
El referéndum al régimen de al-Assad el mes pasado atrajo a millones de votantes sirios desafiando las amenazas imperialistas occidentales y los llamamientos terroristas de boicot. Ello indica claramente que la mayoría de los sirios prefieren una solución pacífica y negociada, y que rechazan la violencia mercenaria. El Consejo Nacional Sirio respaldado por Occidente y el “Ejército Sirio Libre” armado por Turquía y por los Estados del Golfo han rechazado de plano los llamamientos de Rusia y China para un diálogo abierto y negociaciones que el régimen de al-Assad ha aceptado.
La OTAN y las dictaduras de los Estados del Golfo están
empujando a sus representantes a luchar por un violento “cambio de régimen”,
una política que ya ha causado la muerte de miles de sirios. Las sanciones
económicas de Estados Unidos y Europa están diseñadas para destruir la economía
siria a la espera de que la intensa privación impulse a una población
empobrecida a los brazos de sus violentos subsidiarios. En una repetición del
escenario de Libia, la OTAN propone “liberar” al pueblo sirio destruyendo su
economía, su sociedad civil y su Estado laico.
Una victoria militar occidental en Siria únicamente
alimentará el creciente frenesí del militarismo. Alentará a Occidente, a Riad y
a Israel a provocar una nueva guerra civil en Líbano. Después de destruir Siria,
el eje Washington-UE-Riad-Tel Aviv avanzará a una confrontación mucho más
sangrienta contra Irán.
La horrible destrucción de Iraq, seguida del colapso
posbélico de Libia proporciona un patrón aterrador de lo que le espera al
pueblo sirio: un abrupto desmoronamiento de su nivel de vida, la fragmentación
de su país, la depuración étnica, el gobierno sectario y fundamentalista de
bandas mafiosas y la inseguridad total de la vida y de la propiedad.
Al igual que los “izquierdistas” y “progresistas” declararon
que el brutal ataque despiadado contra Libia era la “lucha revolucionaria de
demócratas insurgentes” alejándose después y lavándose las manos de la
sangrienta secuela que ha dejado la violencia étnica contra los libios negros,
repiten los mismos llamamientos a favor de una intervención militar contra
Siria.
Los mismos liberales, progresistas, socialistas y marxistas
que están pidiendo a Occidente que intervenga en la “crisis humanitaria” de
Siria desde sus cafés y sus oficinas en Manhattan y en París, perderán todo
interés por la orgía sangrienta de sus victoriosos mercenarios después de que
Damasco, Alepo y otras ciudades sirias hayan sido bombardeadas por la OTAN
hasta la rendición.
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