Especial para La Página |
Algunos acontecimientos vividos la semana pasada me han
llevado a padecer una gran tensión interior, porque ellos me han llevado a
dedicarme a escribir mis memorias, destapando muchos hechos hasta ahora
celosamente ocultos, a sabiendas de que su contenido va a ahogarme en un mar de
señalamientos y diatribas. Destaparé verdades que a un gran número de gente - unos del
común y otros poderosos - va a irritar, escandalizar, ofender. Tomo el riesgo.
Mi padre decía que él era un político de claridades y esa es mi norma de
conducta.
He apostado al ejercicio de la parresia, que recientemente
un amigo mío volvió a traer a mi memoria después de que hace muchos años lo
había leído en Foucault, quien la comentaba diciendo:
"La parresia es un legado del coraje frente al peligro y es la verdad frente al peligro. En su forma extrema es la verdad como una forma de vida o de muerte porque el parresiasta corre riesgos al decir la verdad frente a un poderoso o un tirano. Cuando alguien acepta el juego parresiástico se pone en juego la propia vida, está teniendo una específica relación con su especie si arriesga la vida en pos de la verdad. Prefiere ser uno que dice la verdad a ser un humano falso con su especie".
Esa verdad, con la que se toman riesgos de vida o
muerte, no requiere necesariamente ser
asesinado, ya que a los parresiastas también los entierran en vida
declarándolos "locos" o "conflictivos", para que la
sociedad los margine y los "saque del juego de la vida".
Parece, además, que los hados también están de acuerdo en
que mi camino ha sido, es y será el de la parresia. Hoy domingo me sorprendió
Mavé en El Espectador con sus predicciones del Tarot al ajustarse con exactitud
a mi condición de parresiasta impenitente:
"Usted se acostumbró a defender causas impopulares sin voces que le hagan coro. Conoce lo que significa estar en la mira de críticos ácidos que lo observan por encima del hombro como un ser venido de otro planeta, con ideas extrañas sobre lo que debe ser la vida que no coinciden con el sentimiento general. Conoce también la furia que provoca cuando aborda temas prohibidos, señala comportamientos censurables y promesas incumplidas que traicionaron la esperanza colectiva".
Mavé me aconseja encender velas rojas, muchísimas velas
rojas. Quienes se consideren, de todas maneras, mis amigos, por favor enciendan
velas rojas por mí. La tarea que emprendo requerirá de mucha fortaleza y de
grandes dosis de Satiagraha o "abrazo de la verdad", de que hablaba
Gandhi. Nada ni nadie podrá detenerme en el propósito de escribir la verdad,
toda la verdad y nada más que la verdad, así muchos de mis sueños de vida se
derrumben.