La categoría dicotómica de izquierda y derecha, aunque
necesaria, es insuficiente y deficiente para entender la crisis terminal de la
globalización financierista, cuando los radicalismos del espectro político se
han coaligado en su contra para que sobrevivan las naciones. Los radicalismos
de derecha y/o izquierda han coincidido en su rechazo nacionalista a la
globalización financierista y, en el caso europeo, en su triple aversión al
euro, a la austeridad Merkel (fiscalismo castrante que beneficia a la parasitaria
bancocracia) y a las caducas recetas del disfuncional FMI.
Today’s Zaman (8/5/12) condensa que el triunfo de F.
Hollande imprime una nueva dirección que puede propinar un golpe mortal a la
austeridad que ha sido la piedra de toque de Europa en los años recientes y
comenta que la personalidad del líder pro Estados Unidos (¡súper sic!) Sarkozy
probó ser demasiado amarga de digerir para los votantes.
Wayne Madsen Report (7/5/12) sintetiza la revuelta
ciudadana, de extrema derecha/izquierda, contra la bancocracia, el FMI y la
austeridad neoliberal monetarista de la canciller Merkel cuando surge en toda
(sic) Europa la izquierda anti FMI y anti banqueros: 1) el socialista Hollande
derrota a Sarkozy: la austeridad es anatema; 2) el partido socialista del
difunto líder S. Milosevic, opuesto al FMI, decide quién gobernará en Serbia;
3) la extrema izquierda antieuropea y los neofascistas surgen en Grecia: adiós
a los partidos pro austeridad; 4) se espera que la izquierda anti euro gane las
elecciones locales en Italia: se esfuman los partidos de derecha, y 5) Merkel
derrotada en Schleswig-Holstein: el centro-izquierda formará el gobierno.
Le faltó el humillante resultado de las elecciones
municipales en Gran Bretaña, donde fue vapuleado el Partido Conservador del
premier David Cameron, otro adicto a la austeridad ajena: la de los ciudadanos
(para favorecer a la parasitaria bancocracia). La putrefacción de Sarkozy,
efímero conquistador petrolero de Bengasi, había alcanzado niveles
nauseabundos: GEAB (16/4/12) cita 11 megaescándalos de su bribonería
financiera, bajo investigación judicial, siendo el más espectacular el
financiamiento electoral por Kadafi (¡quien se vengó desde ultratumba!).
GEAB detecta una revuelta del provincialismo contra las
élites parisinas. El Partido Socialista arrebató la ciudad de París cuando
parte de su triunfo se debió a la fronda de la Francia profunda: la sarkofobia
de Marine Le Pen (extrema derecha), de F. Bayrou (centro-derecha) y de Jean-Luc
Mélenchon (extrema izquierda).
Fustiga el desierto (sic) intelectual de su élite mercenaria
o castrada. ¿No es, acaso, la lubricada descerebración a la que lleva la
globalización financierista? Vaticina que Merkel, “quien depende del apoyo del
Partido Social Demócrata y los verdes”, tendrá que aceptar el nuevo pacto de
crecimiento de Hollande.
Avizora, a fin de año, el lanzamiento de eurobonos y un
préstamo público superlativo (Préstamo Carlomagno) para la eurozona por 500 mil
millones de euros a 10 años y a una tasa de interés de 5 por ciento,
garantizado por el sistema monetario europeo, que tendrá dos propósitos: 1)
disminuir el nivel de deuda en la eurozona a un umbral máximo de 30 por ciento
de su deuda soberana con el fin de marginalizar la influencia de los mercados
financieros internacionales controlados por Wall Street y la City; y 2)
estimular el crecimiento de la eurozona mediante inversiones estructurales en
infraestructura (transporte, servicios públicos, educación, investigación,
salud, etcétera). ¡Todo lo contrario del neoliberalismo!
Juzga que el triunfo de Hollande reanudará el ataque
anglosajón contra los países vulnerables de la eurozona (los despreciados
PIIGS: Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), cuando la economía y la
situación financiera de Gran Bretaña prosiguen su deterioro (nota: ya padece la
recesión de doble hundimiento), mientras desaparece el espejismo de la
recuperación de Estados Unidos.
Los primeros dos años de Hollande se caracterizarán por dos
grandes tendencias: 1) afirmación de la política gaullista europea (o
Mitterrand-gaullista), es decir, la prioridad estratégica de implementar una
política exterior independiente (sic); y 2) exploración de una asociación
futura euro-BRICS (¡súper sic!). ¿Los dejará la tripleta israelí-anglosajona?
La prensa anglosajona, en particular The Economist, ya no se
diga el “laissez-faire” de Obama –sin contar la consternación de Israel ante la
pérdida de su aliado Sarkozy (Debka, 7/5/12)–, se había pronunciado
obscenamente contra Hollande.
GEAB desprecia la próxima cumbre del G-20 en Los Cabos (que,
a mi juicio, estará pornográficamente controlada por el financierismo
israelí-anglosajón), mientras concede enorme importancia (cual debe ser) a la
cumbre del G-20 en Moscú el próximo año, donde resaltarían los puntos comunes
de la convergencia euro-BRICS a escala internacional (reforma del FMI y del
Consejo de Seguridad de la ONU) y, especialmente, la reforma fundamental del
sistema monetario internacional (la sustitución del dólar de Estados Unidos
como divisa de reserva), lo cual en su conjunto contribuirá decisivamente al
desarrollo de la gobernabilidad del mundo de la post crisis.
GEAB anticipó las consecuencias del triunfo del socialista
Hollande en su dimensión local, regional y global: Francia, eurozona, Unión
Europea, OTAN, G-20 y euro-BRICS (la hipotética alianza del euro con el
emergente bloque pentapartita).
Considera que el ascenso de Hollande, socialista gaullista
muy sui generis, es más importante desde el punto de vista geopolítico (sic)
que la elección en Estados Unidos, donde su sistema político padece parálisis
general.
A su juicio, ha empezado una serie de sublevaciones
estratégicas (sic) que afectarán a Europa y que acelerarán en forma
significativa los cambios geopolíticos (sic) en curso a escala global desde
2008.
Aunque Francia es un país menos poderoso que Estados Unidos,
ocupa una posición estratégica en Europa y en el mundo, que lo colocará como un
actor principal en la emergencia del mundo de la post crisis.
Comenta que Hollande ha declarado diáfanamente su intención
de explorar en forma activa las posibilidades de asociación con los BRICS
(¡súper sic!), lo que rompe de tajo con la integración incondicional de Sarkozy
al eje Washington/Tel Aviv. ¡Muy interesante!
Los círculos eurocéntricos coronan a los BRIICS con una I
adicional: Indonesia (la mayor población islámica del mundo, además de potencia
energética), cuya importancia geoestratégica conocen muy bien tanto el mismo
Obama como el hoy defenestrado ex subdirector del Pentágono Paul Dundes
Wolfowitz (zar de los neoconservadores straussianos, vinculado al nepotismo
bushiano).
GEAB, amén de francocentrista, parece muy angelical frente a
las malignas veleidades balcanizadoras de la tripleta israelí-anglosajona.
Mis fuentes europeas me aseguran que el Vaticano ve con
buenos ojos el acercamiento católico con los BRICS con el fin de romper con el
paganismo hipermaterialista de la perniciosa especulación financierista de los
Shylocks posmodernos a los dos lados del Atlántico Norte.