Al analizar los sonidos del lenguaje hablado en el mundo, un
investigador ha detectado una señal antigua que apunta al sur de África como el
lugar donde se originó el lenguaje humano moderno. El hallazgo encaja con
la evidencia de calaveras fósiles y ADN que prueba que los humanos modernos se
originaron en África. También implica, aunque no prueba, que el lenguaje
moderno se originó una única vez, una cuestión de considerable polémica entre
los lingüistas. >> Read in English
La detección de una señal tan antigua en el lenguaje es
sorprendente. Dado que las palabras cambian tan rápidamente, muchos lingüistas
piensan que los lenguajes no pueden ser rastreados muy atrás en el tiempo. El
más antiguo árbol de lenguaje reconstruido hasta ahora, el de la familia
indoeuropeoa, que incluye el inglés, se remota 9.000 años, como mucho.
Quentin D. Atkinson, un biólogo de la Universidad de
Auckland, en Nueva Zelandia, ha roto esta barrera del tiempo, si su afirmación
es correcta, buscando no en las palabras, sino en los fonemas –las consonantes,
las vocales y los tonos que son los elementos más simples del lenguaje. Ha
encontrado un sencillo pero sorprendente patrón en unos 500 lenguajes hablados
en el mundo: una zona de lenguaje usa menos fonemas cuanto más lejos los
humanos iniciales tuvieron que viajar desde África para llegar hasta allí.
Algunos de los lenguajes de África tienen más de 100
fonemas, mientras que los hawaianos, al final de la ruta de migración desde
África, tienen sólo 13. El inglés tiene 45 fonemas. Este patrón de diversidad
que decrece con la distancia, similar al bien establecido decrecimiento en la
diversidad genética cuanta mayor es la distancia de África, implica que el
origen del lenguaje humano moderno es la región de África sudoccidental, dice
el doctor Atkinson en un artículo publicado el jueves en Science.
El lenguaje tiene al menos 50.000 años, la época en que los
humanos modernos se dispersaron desde África, y algunos expertos dicen que
tiene al menos 100.000 años. Atkinson, si su trabajo es correcto, está
recogiendo un eco distante de ese tiempo lejano. Los lingüistas tienden a
desacreditar cualquier afirmación de que se han encontrado rastros de lenguajes
anteriores a 10.000 años, “pero este trabajo se acerca mucho a convencerme de
que este tipo de investigación es posible”, declaró Martin Haspelmath, un
lingüista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig,
Alemania.
Atkinson es uno de varios biólogos que han comenzado a
aplicar a la lingüística histórica los sofisticados métodos estadísticos
desarrollados para construir árboles genéticos en base a secuencias de ADN.
Estos esfuerzos han sido vistos con sospecha por algunos lingüistas. En 2003,
Atkinson y Russell Gray, otro biólogo de la Universidad de Auckland,
reconstruyeron el árbol de los lenguajes indoeuropeos con un método de diseño
de árbol de ADN llamado filogenia bayesiana. El árbol indicaba que el
indoeuropeo era mucho más antiguo que lo que los lingüistas históricos habían
estimado y, por tanto, se inclinaron por la teoría de que la familia del
lenguaje se había diversificado con la extensión de la agricultura, hace unos
10.000 años, y no por una invasión militar de gente de la estepa unos 6.000
años atrás, idea preferida por la mayoría de los lingüistas históricos.
“No nos sentimos
cómodos con los modelos matemáticos que no entendemos, yuxtapuestos con modelos
filológicos que sí entendemos”, indicó Brian D. Joseph, un lingüista de la Ohio State University,
acerca del árbol indoeuropeo. Pero cree que los lingüistas pueden estar más
dispuestos a aceptar el nuevo artículo de Atkinson porque no entra en conflicto
con ningún área establecida de los estudios lingüísticos. “Creo que deberíamos
tomar esto en serio, aunque hay algunos que lo descartarán sin más”, dijo
Joseph.
Otro lingüista, Donald Ringe, de la University of
Pennsylvania, declaró: “Es todavía demasiado pronto para decir si la idea
de Atkinson es correcta, pero, si es así, es uno de los artículos más
interesantes sobre lingüística histórica que he visto en una década”.
Los hallazgos de Atkinson encajan con otra evidencia acerca
de los orígenes del lenguaje. Los bosquimanos del desierto de Kalahari
pertenecen a una de las ramas más tempranas del árbol genérico basado en el ADN
mitocondrial humano. Sus lenguajes pertenecen a una familia conocida como
Khoisan y contienen muchos sonidos de chasquido, que parecen ser una antigua
característica del lenguaje. Y viven en el sur del África, que los cálculos de
Atkinson señalan como el origen del lenguaje. Pero si el Khoisan está más cerca
de alguna forma ancestral del lenguaje “no es algo de lo que mi método pueda
hablar”, dijo Atkinson.
Su estudio fue provocado por el descubrimiento reciente de
que la cantidad de fonemas en el lenguaje está relacionada con la cantidad de
personas que lo hablan. Esto le dio la idea de que la diversidad de fonemas
podría incrementarse a medida que la población creciera, pero caer otra vez
cuando un pequeño grupo se dividiera y migrara lejos del grupo original.
Se sabe que semejante proceso continuo de brote, el modo en
que los primeros humanos modernos se expandieron por todo el mundo, produce lo
que los biólogos llaman un efecto de fundador serial. Cada vez que un grupo más
pequeño se muda, hay una dilución de su diversidad genética. La reducción en la
diversidad fonémica por las cada vez mayores distancias de África, como las ve
Atkinson, son un paralelo con la reducción en la diversidad genética ya
registrada por los biólogos.
Para que una u otra clase de dilución de la diversidad
ocurra, el proceso de brote deber ser rápido o la diversidad se reconstruirá
otra vez. Esto implica que la expansión humana fuera de África fue muy rápida
en cada etapa. La adquisición del lenguaje moderno, o la tecnología que lo hizo
posible, puede haber disparado la expansión, dijo Atkinson.
“Lo extraordinario de
este trabajo es que muestra que el lenguaje no cambia tan rápido –retiene una
señal de sus ancestros durante decenas de miles de años”, apuntó Mark
Pagel, un biólogo de la University of Reading, en Inglaterra, que aconsejó a
Atkinson.
El doctor Pagel ve el lenguaje como central para la
expansión humana a través del globo. “El
lenguaje fue nuestra arma secreta, y tan pronto como lo conseguimos nos
convirtió en una especie realmente peligrosa”, sostuvo. En la estela de la
expansión humana moderna, especies humanas arcaicas como los neandertales
fueron barridos y grandes especies factibles de ser cazadas, muestra la
evidencia fósil, cayeron en la extinción en todos los continentes.