Hombre de principios ✆ George Grosz |
Especial
para La Página
|
Pierce, Morris, Wittgenstein, Russell, Moore, muchos son los
hombres que se han topado con la dificultad que enristran los símbolos, ora
literarios, ora vulgares, cuando se mueven, cuando cambian de escenario, de
espacio, de función, de rostro, de ambiente, de aires. Si cada palabra o signo
o símbolo muda su intención al mudar de espacio, ¿cómo sistematizar el saber
semiótico? Propongo que estudiemos el significado sincrónico o
"pragmático" de una palabra usando los métodos de la Historia, que es
madre de la verdad, como dijo nuestro poeta máximo.
Louis Althusser, para explicar el funcionamiento de las
palabras que Smith omitió y que Marx sacó a la luz del mundo, echaba mano de
una bella analogía, de la siguiente: "la ave solitaria", como dice el 'Martín Fierro', la que emprende su vuelo en la tarde, la que cruza la media
noche y llega hasta el otro día, pertenece, con todo y a pesar de todo, a la
tarde del día en el que partió, a su pasado inmediato.
Un símbolo o signo es igual que "la ave", esto es, jamás está libre de su pasado, de manchas pretéritas, de máculas añejas. Es común creer que un símbolo nuevo es la señal de un mundo nuevo, de condiciones nuevas, pero no es así. Ya Cervantes dijo que "una golondrina sola no hace verano". Miremos el 'Hombre de principios', acuarela de George Grosz pintada en 1928 y analicemos con histórico y jamás bien apreciado método lo que ahí hay.
Un símbolo o signo es igual que "la ave", esto es, jamás está libre de su pasado, de manchas pretéritas, de máculas añejas. Es común creer que un símbolo nuevo es la señal de un mundo nuevo, de condiciones nuevas, pero no es así. Ya Cervantes dijo que "una golondrina sola no hace verano". Miremos el 'Hombre de principios', acuarela de George Grosz pintada en 1928 y analicemos con histórico y jamás bien apreciado método lo que ahí hay.
¿Qué veo? Veo el símbolo del "espíritu deportivo"
(AIE: Aparato Ideológico de Estado), utilísimo para enarbolar ideologías
imperialistas y nacionalistas, y lo veo en forma de mujer con verde uniforme de
balneario. Veo, además, el popular símbolo de la salud, quiero decir, gordura,
obesidad, anchura. Veo colores que no llenan las siluetas sobre las que posan,
veo impotencia espiritual en hipérboles físicas. Veo, también, un moralista que
espaldas da a señoras, y veo banderas, y una tiene forma de toalla y blasona la
ideología burguesa, el turístico cosmopolitismo, y otra blasona las ideas del
"superhombre de masas", citando algo de Eco. ¿Ese hombre con bastón
cuida algo o algo cura, si me permiten usar la vieja etimología de la palabra
"cura"? ¿Qué procura ese procurador de la justicia? ¿La vigilancia
moral es la encargada de producir símbolos, rituales, cortejos, requiebros,
claves, códigos, guiños, peinados, poses, uñas pintadas, tacones, bastones,
bigotes y fábulas, como decía Old EZ? Toda la vida, decía un músico, es
contrapunto. ¿Con qué se contrapuntea la molinera esvástica? ¿Con qué lo hace
la racial gordura? ¿Con qué el baile de la bandera?
Respondiendo tales interrogantes comprendemos mejor eso a lo
que llamamos "pragmática". Una dialéctica hecha de imágenes, en
Semiótica, es más útil que una dialéctica lingüística, pues nos permite
trabajar con materiales de primera mano y no con meros y vulgares letreros o
etiquetas de cosas. En el libro 'Les Philosophes et leur langage', Yvan Belaval
ha escrito lo advenido: "Aliado de la imaginación, el lenguaje trasplanta
subrepticiamente la certeza de la evidencia sensible a la certeza de la
evidencia lógica". El axioma mentado fue seguido, creo, por Grosz, que
plasmó la simbología del régimen nazi sin rebuscamientos, usando el verano y
varias gordas golondrinas. ¿Conclusión? Usemos el método histórico, el
materialismo dialéctico, el contrapunto, y todo para comprender cómo la lucha
de ideologías produce nuevos símbolos, nuevos espacios geométricos,
sociológicos, antropológicos, cosmológicos, psicológicos.