Especial
para La Página
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En la quinta La Esmeralda se celebró el sábado uno de los más sonados saraos de los fastos
citadinos. Desde temprano se agolparon apretadas caravanas de camionetones con
nutridas comitivas de seguridad, protocolo y relaciones públicas de Dientes Rotos, Reputaciones Consagradas y Nulidades
Engreídas sin ideología, trayectoria ni obra. Ante las puertas
competían en dar declaraciones
los llamados ciruelas, rojo rojitos por fuera y amarillos por dentro, todos
ostentosos, todos con prendas y accesorios de marca, todos empeñados en
producir eventos en lugar de resultados.
Primeros en entrar fueron los delegados de CONATEL,
fatigados por más de una década de inactividad dejando impunes violaciones de
la Ley Resorte y la Ley de Telecomunicaciones hasta obtener una televisión
acribillada de interrupciones e inserciones no apta para consumo humano.
Competían reñidamente con ellos algunos comunicadores del
sistema de medios públicos, afanados en contaminar sus mensajes remedando todos los defectos de los medios privados y
manteniendo en vigencia por mención saturativa a momias y cadáveres insepultos
opositores.
Irrumpieron en la sala las delegaciones de los reincidentes
en exigir la renovación periódica del RIF, del certificado de SENCAMER y de infinitos otros papeluchos inútiles
diseñados para amargarle la vida al ciudadano.
Tras ellos entraron triunfalmente los matavotos
electrónicos, culpables de exigir para todo trámite un formulario digital en
una pantalla que nunca abre con un programa que no funciona, divididos entre la
informática reposera, que sólo opera en horas laborales, y la informática
peatonal, que exige que las víctimas deban completar el trámite a pie. Cerraban
el cortejo el Inventor de Requisitos, maquinando nuevos trámites para
imposibilitarle al ciudadano el disfrute de sus derechos, y una cohorte de
comisionistas, traficantes de influencias
y gestores al grito de: “¡Siembra
trámites, cosecharás corrupción!”
A la zaga se atropellaban las huestes que cortan a los
ciudadanos los servicios públicos que ya han pagado.
En la culminación de la noche, resonaron atronadores
aplausos para los autores del otorgamiento sin respaldo de 25.000 millones de
dólares por el SITME, y clamorosos brindis para quienes omitieron todo control
sobre el motivo y destino de las entregas de divisas. Ninguno amenazó con
renunciar.
Una merecida fanfarria celebró la entrada de quienes
adoptaron la sabia decisión de devaluar pocas semanas antes de las elecciones.
Cerradas ovaciones acogieron la entrada de los funcionarios
de Indepabis y de Sundecop que no
pusieron coto ni sancionaron las
sistemáticas alzas injustificadas de
precios, acaparamientos, desabastecimientos
estratégicos y especulaciones de distribuidores de alimentos y bienes de
primera necesidad.
Los claros clarines saludaron la incontrolada infiltración
de paracos que instalan alcabala, cobran vacuna y manejan el sicariato y el contrabando
de extracción de gasolina y alimentos subsidiados.
Menudearon libaciones con el capitoso licor de la epopeya
agradeciendo a quienes nada habían hecho
contra los matavotos, y deseando
que tampoco nada hicieran
en el porvenir.
Al sonar las campanas de la medianoche, culminó la velada con un apagón confeccionado
por sabotaje de los matavotos eléctricos y los grandes empresarios que roban la
electricidad que a los ciudadanos les falta.
En la tiniebla, un opositor expresó su agradecimiento por la
impresionante resta de votos lograda contra el gobierno en el cual trabajan, y
anunció que, de tomar el poder, la oposición privatizará los entes que los
emplean y despedirá dos millones de servidores públicos para enchufar a sus
propios matavotos.
Desdichado pájaro que ensucia su nido; triste político el
que mata los votos que lo eligen.