Turquía... |
... y Brasil |
Las movilizaciones en curso en Brasil y en Turquía discurren
en escenarios un tanto diferentes. En el país que fue sede del Imperio Romano
por decisión del Concilio de Nicea en el 325, y obra del gran Constantino, se
adelanta una protesta desde el 27 de mayo, que confronta el autoritarismo del
reaccionario primer ministro Recep Tayyip Erdogan, en un contexto de limitaciones
de todo orden al ejercicio de los derechos democráticos.
Especial para La Página |
En Brasil, la protesta
que comenzó el 6 de junio se ejerce en relativa democracia, con un gobierno
reformista, pero que no evitó la dura represión policial el 20 y el 26 de junio,
todo esto mientras se celebra la Copa Confederaciones de Fútbol. Como se sabe, ambos países, Turquía y Brasil, son
reconocidos como economías emergentes. Es así que Brasil hace parte de los
llamados BRICS, junto a Rusia, India, China y Sudáfrica.
Turquía
En la antigua Bizancio, Constantinopla, Estambul, las
multitudes se congregaron para defender la tradicional plaza Taksim, que
amenaza ser destruida por el gobernante para impulsar complejos inmobiliarios:
centro comercial, subterráneos, avenidas, oficinas y otras construcciones
suntuarias, incluida la pretensión de un monumentalismo islámico. El propósito
es expropiar el espacio público, el bien común histórico, cuya área abarca el
barrio tradicional Beyoglu, de vida libre, en costumbres y actividades artísticas
e intelectuales. Expulsar el sitio emblemático de la protesta urbana, la plaza
Taksin, y confinarla a los extramuros de la ciudad, donde se proyecta construir
plazas más parecidas a lugares de destierro.
Las movilizaciones turcas han comprometido a la juventud,
las mujeres, intelectuales y defensores de lo laico y los derechos humanos, los
ambientalistas urbanos e incluye en las últimas jornadas la activa
participación de sindicatos y de trabajadores de toda condición. La cúpula
gubernamental acudió al diálogo acompañado de más dura y contundente represión,
convirtiendo la plaza Taksim en un campo de confrontación. Al igual, el régimen
anunció detener los proyectos y propuso realizar consultas y un referendo. El
primer ministro convocó concentraciones públicas de sus partidarios, buscando
la contraofensiva política beligerante contra las multitudes que defienden la
ciudad histórica, sus símbolos ciudadanos, la plaza democrática. Al igual que
acelera su fanatismo religioso y el ataque a las mujeres y a la diversidad en
las personas. Tienen razón el Colectivo Feminista Socialista de Turquía cuando
afirma: “¡Las mujeres se rebelan! ¡Y no nos detendréis con gases, tanques y
porras! Las mujeres resisten con los demás grupos oprimidos desde hace dos
días. Trabajadores, kurdos, LGBT, alauitas, musulmanes, no musulmanes, ateos y
todos los oprimidos/as, explotados/as, insultados/as y condenados/as como
"traidores" están rebelándose en Turquía. La resistencia que ha comenzado
en el parque Gezi de la Plaza Taksim en Estambul está desbordándose y
extendiéndose a numerosas ciudades”[1].
Así las cosas, el gigante de Turquía está entrando a su
propia crisis política de dominación, como capítulo de la onda revolucionaria
inaugurada en Túnez y Egipto en 2011. En estos dos países la movilización es
permanente.
El plan de urbanismo en marcha en Estambul sigue las
pautas de territorialización del capitalismo en todas las ciudades del planeta.
GuyDebord con precisos términos definió estas tendencias: “el urbanismo es la
conquista del entorno natural y humano por parte de un capitalismo que, al
desarrollarse según la lógica de la dominación absoluta, puede y debe ahora
reconstruir la totalidad del espacio como su propio decorado”[2].
La batalla urbana despliega sus energías contra la
atomización, por mantener los lazos que la ciudad tradicional estableció:
barrios, calles, plazas, arquitectura urbana como obra de arte. Pero todo es
más complejo en Estambul, porque sus ruinas y destrucción urbanas abarcan el
esplendor de la antigüedad, la del Imperio Otomano que conquistó Constantinopla
en 1453, ciudad de la melancolía y la amargura, como la recrea OrhanPamuk en la
obra que da claves para leer desde tan lejos, como Colombia, de manera cercana
a esta ciudad[3].
En Estambul se superponen varias historias cuyas
temporalidades aparecen dominadas por el neocapitalismo financiero e
inmobiliario, revestido de una vuelta al islamismo fundamentalista, pero que
tiene unas tradiciones de esplendor como ciudad y civilización, al igual que
las herencias laicas y democráticas que vienen desde las reformas de Atatürk,
quien fuera fundador y primer presidente de la moderna República de Turquíaen
1923, luego de liderar la Guerra de Independencia contra las potencias aliadas,que
terminó en el establecimiento de la República moderna, democrática y laica.
Brasil
En Brasil, en estos días de junio, un vigoroso movimiento
de confrontación al alza en el transporte público en Sao Paulo y otras ciudades
–se calcula que han sido cerca de 400- tuvo el apoyo de centenares de miles de
manifestantes, que ocuparon calles, avenidas y plazas. Los medios de
comunicación registraron la amplitud de la movilización, y las redes sociales, las
cuales se han constituido en Turquía, en el mundo árabe, Europa, América del
Norte y del Sur, en vehículos de información, convocatoria, orientación y
análisis, ampliando la base social e intelectual de las luchas. El gobierno
derogó las alzas, anunció el diálogo y prometió medidas sociales, en primer
lugar en transporte y educación.
Lo que comenzó como un movimiento anti-alza en el
transporte, se dimensionó en una crítica al sistema vehicular, al capitalismo
faraónico de los estadios y al mundial de fútbol, en el que se calcula se han
venido invirtiendo en obras y organización 25 mil millones de dólares, a todas
luces un gasto suntuario. Todo esto bajo la batuta de la FIFA.
Lo que expresan los activistas en las movilizaciones de
no a más estadios y sí a educación y transporte masivo, moderno y sin costo
alguno, es una conciencia radical de crítica a la sociedad del espectáculo,
concretada en forma magnífica en Brasil por la industria de los estadios, los
equipos, el fútbol, en articulación con los medios masivos de comunicación: la
televisión, la radio y los periódicos. En torno a los estadios y el fútbol
concurren los capitalistas financieros, inmobiliarios y mediáticos. Afuera de
los estadios se concentra la protesta.
El fútbol como sociedad del espectáculo en Brasil y demás
países del mundo, consiste en una masificación del deporte, una industria de
diversión y entretenimiento del capitalismo de masas, con sus propios ídolos,
fetiches, sistemas de alienación. Una verdadera religión con sus jerarcas y
fieles, que controlan y transforman las emociones humanas en fanatismo
delirante, proclive a la violencia. El gran valor lúdico, el juego, el deporte,
que acompaña el desarrollo de las sociedades humanas, se ha convertido bajo el
capitalismo en negocio, religión y
dominación. A esto apunta la movilización promovida por PasseLivre y por otros
grupos y redes sociales. Las izquierdas, de manera variopinta, apoyan el
movimiento.
El señalamiento del abandono de la educación y la salud,
al igual que la injusticia y la desigualdad, la indignación por la corrupción y
la clase política, lo que expresa la consigna “qué coincidencia, sin policía no
hay violencia”, son ideas fuerza que acompañan a los manifestantes.
El movimiento ha puesto en evidencia que el reformismo de
Lula, Dilma y el Partido de los Trabajadores (PT) no altera la balanza del
poder económico-social hasta hoy a favor de los grandes capitalistas. Los
avances son limitados y en buena parte mediocres. La combinación entre
socialdemocracia y neoliberalismo ha dado como resultado un Brasil capitalista,
de logros económicos relativos, que no se tradujeron en la eliminación del
latifundio, los monopolios, la preponderancia del complejo
financiero-industrial y los rentistas del agronegocio.
La democracia brasilera, nada despreciable, no obstante
está acorralada por la corrupción, el clientelismo y la dictadura informativa
de los grandes medios. Sobresale que el gobierno es impotente y/o cómplice ante
la continuidad de los numerosos asesinatos a indígenas, campesinos y
activistas. Para el gobierno de Dilma, el mandato sigue siendo: primero el
capital y luego los trabajadores. El rechazo que se presenta a la dirección del
PT es explicable: el gobierno no cumple las promesas sino a medias y los
trabajadores, incluyendo sectores de izquierda dentro y fuera del PT, están
indignados.
En Brasil el gobierno de Dilma ha reconocido la
legitimidad de la protesta, en medio de muchas luchas reprimidas. Anunció una
salida a la crisis proponiendo un plebiscito que legitime una reforma política
a través de una constituyente. Los trabajadores, sindicatos, activistas y
organizaciones sociales convocaron para el 10 de julio próximo una huelga
general, algo que la presidenta trata de evitar. Esto confirma que el
desencanto abarca no sólo al sistema político de máscara democrática, sino que
se expresa en el corazón del poderoso PT, a quien le están pasando la cuenta de
cobro por la corrupción y preferir gobernar para los ricos y sólo después para
los trabajadores. En la complejidad de esta crisis, pequeños pero
significativos grupos de derecha, han incursionado con el propósito de disputar
la orientación de la protesta.
Conclusión
Lo que expresan estas multitudes en las escenas turcas y brasileras
es una ampliación de la rebelión permanente que en todos los continentes se
viene dando por superar la crisis generada por el capitalismo histórico, que es
una crisis combinada: económica, social, cultural, ambiental.
En estos días de gracia de final de junio, las multitudes
ocupan de nuevo la Plaza Tahir en El Cairo, en demanda de libertades y contra
el gobierno de Mohamed Morsi. En Portugal se realizó una huelga general, en una
seguidilla de esta forma de lucha generalizada en Europa: España, Grecia,
Francia… En Chile el movimiento estudiantil sigue ocupando las calles y plazas.
Son multitudes rebeldes con tejidos sociales en la clase trabajadora y sus
familias, con un alcance programático y una profundidad política que sobresale
sobre otros movimientos estudiantiles en el continente y en el mundo.
El tablero es más amplio y Colombia no es la excepción.
La batalla de los labriegos hoy, realmente heroica, por la reserva campesina en
el Catatumbo, es la última expresión de las protestas, que son también
ambientales, estudiantiles, indígenas, de los trabajadores cafeteros, de los jóvenes,
las mujeres, las víctimas, en acción directa, incluyendo las huelgas
proletarias en Cerrejón, Puerto Gaitán contra Pacific Rubiales y en el Cesar
contra Drummond. La manifestación multitudinaria realizada en Bogotá el 9 de
abril a favor de la paz es una expresión de los deseos y las conciencias de las
gentes del común.
Crece la audiencia y crecerá aún más, porque la
conciencia deviene en programa y en organización. Ideas con acción y viceversa,
es lo que está madurando hacia lo necesario, deseable y ojala inevitable: la
revolución internacional, de país a país, de continente a continente, con sus
reformas y transiciones, con un horizonte emancipador en todos los órdenes. El
otro escenario, absolutamente indeseable y repugnante, es la agudización de la
barbarie, con la destrucción del tejido social-cultural, de la vida humana y
planetaria, con sus guerras, racismos, sexismos, infamias y destrucción
de las libertades.
Notas
[1]¡Las mujeres también resisten!Colectivo Feminista
Socialista.Estambul, 01/06/2013. Tomado de: http://www.socialismo-o-barbarie.org/medio%20oriente/130602_turquia_llego_la_rebelion.htm
[2] DEBORD, Guy. La sociedad del
espectáculo. España: Pre-Textos, 2005. 2ª ed. pp. 104-105.
[3] PAMUK, Orhan. Estambul.
Ciudad y recuerdos. Bogotá: Mondadori, 2006.
Ricardo Sánchez Ángel es doctor en historia y profesor
en la Universidad Nacional de Colombia
Correo: rsangel49@gmail.com
Correo: rsangel49@gmail.com