El Papa Francisco en su exhortación pastoral “Evangelli Gaudium” identifica como causa de la violencia y la inseguridad, la mezcla explosiva de dos ingredientes: la inequidad y la exacerbación del consumo generados por el capitalismo, en el cual “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible” y continúa “Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás”. Son reflexiones que se ubican en la raíz del problema de la sociedad contemporánea, en sus contradicciones fundamentales. La explotación capital-trabajo que origina la violencia social como expresión concreta de la lucha de clases y la explotación capital-naturaleza. De esta última afirma: “El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizados, convertidos en regla absoluta”.
El corolario de esta crítica apunta hacia la construcción de una civilización postcapitalista que derrumbe el nuevo “becerro de oro”, materializado en el “fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo” en la que se oculta las fauces voraces del monstruo del capital.
En sentido opuesto ha venido actuando la Conferencia
Episcopal venezolana (CEV) desde que Hugo Chávez llegó a Miraflores. Haciéndole
el juego al golpismo, por la restauración del sistema excluyente cuartorepublicano, en defensa del
sistema capitalista y a favor de los intereses de la oligarquía. En su
última “proclama política”, la CEV se refiere al “modelo socialista impuesto por el gobierno” como la causa de la
crisis. Cuando esta es una más del modelo capitalista dependiente
heredado de la IV República que aún persiste, a pesar de los grandes avances
sociales y políticos de la revolución.
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