El sistema-mundo está en serios problemas y está ocasionando
malestar a la vasta mayoría de la población mundial. Los expertos y los
políticos se aferran a un clavo ardiendo. Magnifican cada ocurrencia de las
leves mejoras momentáneas, por lo común transitorias, de las varias medidas que
estamos acostumbrados a utilizar. En el lapso de más o menos un mes, de pronto se nos puede
decir, al ir terminando el año calendario, que el mercado se veía mucho mejor
en Estados Unidos, pese a haberse visto peor en Europa, Rusia, China, Brasil y
otros muchos lugares. Pero conforme arribó el nuevo año hubo una seria caída en
los precios de acciones y bonos en Estados Unidos. Fue ésta una voltereta
rápida y marcada. Por supuesto, de inmediato los expertos dieron explicaciones,
pero ofrecieron una amplia gama de ellas.
La cuestión real en cualquier caso no son los precios de los
bonos o acciones en algún país. Es el panorama del sistema-mundo como un todo,
que no me parece que se mire muy bien. Para nada. Comencemos con el principal
indicador utilizado por los pensadores del establishment –las tasas de crecimiento.
Por tasas de crecimiento tendemos a querer decir precios en
la bolsa de valores. Por supuesto, como sabemos y es obvio, muchas cuestiones
diferentes a una mejora en la economía pueden conducir a una alza en los
precios de la bolsa: primero que nada, la especulación. La especulación se ha
vuelto tan fácil y está tan incrustada en las actividades diarias de los
grandes operadores en el mercado mundial que hemos comenzado a asumir que esto
no es sólo normal, sino más o menos deseable. En cualquier caso, tendemos a
argumentar que no hay nada que alguien pueda hacer para detenerlos, si
quisiéramos hacerlo. Esta última suposición es probablemente correcta, lo que
justo es el problema.
En mi opinión, el único indicador que mide el bienestar de
la economía-mundo y el bienestar de la vasta mayoría de la población mundial es
el de las tasas de empleo. Hasta donde logro entender, el desempleo ha sido
anormalmente alto por algún tiempo, si se mira el mundo como un todo. Es más,
la tasa ha ido subiendo constante (no descendiendo) durante los últimos 30 o 40
años. Lo mejor que parecemos poder anticipar es que la tasa se estabilizará
donde está. Revertir la tendencia no parece probable. Por supuesto, si uno mide
las tasas de empleo país por país, éstas varían y oscilan. Pero a nivel
mundial, la tasa de desempleo ha estado subiendo regularmente. La realidad es
que hemos estado viviendo en medio de un sistema-mundo que oscila salvaje, y
esto es muy doloroso. Las tasas de empleo no son las únicas tasas que oscilan.
Sólo miden la más inmediata fuente de malestar. Las tasas de cambio entre
divisas importantes pueden ser también una fuente visible de malestar para
muchas personas de todos los niveles de ingreso. Hasta el momento, el dólar
crece con rapidez vis-à-vis casi todas las otras divisas. Una tasa de cambio al
alza favorece importaciones baratas y baja la inflación. Pero afecta a los
exportadores, como ya sabemos, y pone en riesgo la deflación de más largo
plazo.
Los costos de la energía también oscilan salvajes. El ejemplo
más obvio es el petróleo. El precio estaba al principio en marcada subida por
todo el mundo durante casi todo 2014, lo que brindó enormes ingresos y poder
político a los países que eran productores (y a los Estados en América del
Norte que eran productores). Luego, parece que de repente, se dijo que hubo una
superabundancia en el mercado, y los precios de la energía comenzaron a
catapultarse hacia abajo hasta un nivel bastante bajo. Aquellas estructuras
políticas que habían aprovechado de la subida, ahora tuvieron que enfrentar un
aumento en deuda soberana y ciudadanos infelices.
Con toda seguridad, hay un factor político involucrado en
estos alocados vaivenes. Pero se ha sobredimensionado la capacidad, de aun los
grandes productores como Arabia Saudita o Texas, para afectar los vaivenes en
los precios. Estos vaivenes son como tornados que destrozan casas en su camino.
En el proceso, las instituciones bancarias que le habían apostado a la
dirección de los precios (en cualquier sentido) se encontraron en problemas
radicales, y sin un respaldo garantizado de sus gobiernos.
Las alianzas geopolíticas son casi tan inestables como el
mercado. Estados Unidos ha perdido su incuestionable hegemonía del
sistema-mundo y nos hemos movido a un mundo multipolar. La decadencia
estadunidense no comenzó recientemente, sino en 1968. Durante mucho tiempo fue
una decadencia lenta, pero se hizo precipitada después de 2003, como resultado
del desastroso intento de revertir la decadencia invadiendo Irak.
Nuestro mundo multipolar cuenta con 10-12 potencias con
fuerza suficiente como para emprender políticas relativamente autónomas. No
obstante, entre 10 y 12 es un número demasiado grande como para que alguna de
ellas esté segura de que sus puntos de vista prevalecerán. El resultado es que
estas potencias están barajando alianzas constantemente con tal de no verse
desplazadas por las maniobras de las otras.
Muchas decisiones geopolíticas (si no es que casi todas) son
imposibles de controlar, aun por los poderes más fuertes, porque no hay buenas
opciones disponibles. Miren lo que está ocurriendo en la Unión Europea. Grecia
está por celebrar elecciones, en las que parece que Syriza, el partido
anti-austeridad, puede ganar. La política de Syriza es exigir una revisión de
las medidas de austeridad impuestas a Grecia por una coalición de Alemania,
Francia, el Fondo Monetario Internacional e indirectamente el Departamento del
Tesoro estadunidense. Syriza dice que no quiere abandonar el euro y que no lo
va a hacer.
Alemania dice que no será chantajeado por Grecia para
alterar su política. ¿Chantajeado? ¿Puede la pequeña Grecia chantajear a
Alemania? En un sentido los alemanes tienen razón. Con Syriza los griegos van a
estar jugando bola ruda. La zona del euro no tiene previsiones acordadas ni
para la retirada ni para la expulsión. Si las fuertes potencias intentan
expulsar a Grecia de la zona del euro, un gran número de países pueden
apresurarse a una retirada por buenas o malas razones.
Muy pronto la zona del euro podría no existir ya, y Alemania
sería el perdedor individual más grande. Así, desde el punto de vista de
Alemania (y de Francia), las exigencias de los griegos son una propuesta donde
todos pierden. Hasta el momento Alemania mantiene su postura pero ha suavizado
la amenaza de expulsión. Francia ha dicho que está contra la expulsión. Esto
sirve a los objetivos de Syriza. Que en particular Alemania pierda sin importar
que postura escoja ahora es una de las consecuencias políticas del caos.
El sistema-mundo se está autodestruyendo. El sistema-mundo
se encuentra en lo que los científicos de la complejidad llaman una
bifurcación. Éste significa que el sistema actual no puede sobrevivir, y que la
real cuestión es qué lo reemplazará. Aunque no podemos predecir qué clase de
nuevo sistema emergerá, podemos afectar la decisión entre las alternativas
sustantivas disponibles. Pero sólo podemos esperar hacerlo mediante un análisis
realista de los vaivenes caóticos existentes sin esconder nuestros esfuerzos
políticos tras espejismos acerca de reformar el sistema existente o mediante
intentos deliberados por ofuscar nuestro entendimiento.
Traducción: Ramón Vera Herrera
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