Adolfo Sánchez Vázquez |
Es muy impresionante su trayectoria. Desde los primeros
años, en su natal Algeciras, despertó en él poderosamente el sentimiento de
solidaridad que se debe a los más necesitados y este aspecto de su carácter,
que fue en su vida aspecto central de su voluntad y vocación, fue seguramente
uno de los motivos fundamentales de Adolfo Sánchez Vázquez como militante de
izquierda, y posteriormente, de su muy completa formación intelectual en torno
al marxismo, que fue sin duda, ya como profesional, uno de los aspectos más
atractivos de su existencia.
Subrayemos, pues, que Sánchez Vázquez vino del contacto personal con hombres y mujeres a los libros, y no al revés. Es decir, en más de un sentido su elaboración intelectual fue vivida antes, y seguramente por ello, la firmeza de sus convicciones y su fortaleza ante las vicisitudes que ha pasado por todas partes del mundo, especialmente en el gran país (la Unión Soviética), que más tarde se derrumbó.
Pero veamos la manera en que Adolfo Sánchez Vázquez, ya en
su tiempo de profesor y militante de altos vuelos, emprendió la crítica del marxismo
staliniano y del dogmatismo y carácter vertical e inamovible de la teoría
que, como creían muchos de sus seguidores, la fortalecían y hacían invencible,
cuando en realidad, según lo demostró la historia, la debilitaban y fueron sua
reales sepultureros (los dogmatismos). Esta evolución negativa de la teoría
revolucionaria fue vista lúcidamente por Adolfo Sánchez Vázquez y sin duda es un
aspecto inolvidable de su fuerza intelectual. Y, sin duda, de su fuerza de
carácter.
Uno de los aspectos más atractivos de la personalidad
intelectual de Sánchez Vázquez es cuando, sin el mínimo temor a los dogmáticos,
sostuvo que la teoría de Marx se había degradado enormemente porque sus
seguidores habían puesto de lado la influencia que había ejercido el
pensamiento de Hegel sobre Marx, y que de ahí provenían precisamente las
interpretaciones de la historia como conflictos sucesivos y contradicciones sin
fin, y que, sin esa visión, la historia se convierte en lineal y no
contradictoria, es decir, plena de la riqueza y capacidad inventiva del hombre
en ella, que la convierte en tremendamente creadora y variada.
Por supuesto, Sánchez Vázquez estuvo en contra de los
dogmatismos en que se convirtió la doctrina de Marx y Lenin bajo el
estalinismo, y en contra de los despiadados crímenes que marcaron el socialismo
real. Por supuesto, una de las mayores preocupaciones que ocuparon la vida
intelectual y militante de Sánchez Vázquez fue la de denunciar que en el
socialismo real hubo una grotesca y burda falsificación del marxismo que casi lo
convirtió su contrario y que ahora una de las principales metas de las fuerzas
progresistas en el mundo, era demostrar que el socialismo real se
había despojado de la teoría de Marx, y su misión consistía en regresarlo a
su significado y valores originales, sin los cuales no podría vivir o se
falsificaría para siempre.
Una de las cuestiones de mayor interés que surgieron en este
coloquio sobre Adolfo Sánchez Vázquez es cuando alguien afirmó, sin mayor
conocimiento de causa, que el socialismo como tal había quedado ya al margen de
las opciones históricas, sobre todo después de la derrota sufrida por los
países del socialismo real y del triunfo del capitalismo
globalizado en prácticamente todas partes del mundo. A este
seudoargumento, que se deshace tan fácilmente, del socialismo como alternativa,
me reduje a contestar que es la existencia del propio capitalismo globalizado y
neoliberal, al que muchos han denominado certeramente capitalismo salvaje (pero
¿hay un capitalismo que no sea salvaje?), precisamente por su afán
ilimitado de ganancias, por la explotación que ejerce sobre muy grandes
mayorías, por haberse convertido en una verdadera fábrica de pobres y por haber
impulsado la mayor concentración de riquezas de que se tenga noticia en la
historia humana, y por la degradación moral e intelectual que implica.
Vale la pena también mencionar que las cuestiones estéticas
propiamente dichas y las de la ética, en estricto sentido filosófico, ocuparon
espacio importante en la obra de este humanista mexicano y español de nuestro
tiempo. Una vez más, por todo ello, nos congratulamos de este homenaje especial
que se le rinde en la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad
Nacional Autónoma de México.
Muchos otros argumentos podrían añadirse, pero nos baste
recordar ahora que el propio Adolfo Sánchez Vázquez, siguiendo de cerca en esto
a Ernst Bloch, insistió siempre en la necesidad de vivir permanentemente con un
principio de esperanza que proporcione a los desheredados del mundo el
optimismo necesario para seguir adelante con su carga, pero con la convicción
de que el mundo es cambiable y que de ninguna manera podemos pensar en una
historia congelada y sin alternativas, muerta, y la principal de esas
alternativas es la de la liberación de los más pobres para que efectúe una
lucha sin cuartel, seguros de que al final de cuentas triunfarán sus sueños y
esperanzas.
O, retomando la frase célebre de Walter Benjamin: Sólo tenemos esperanza por aquellos que han
perdido toda esperanza.
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