Gustavo Márquez Marín / Dirigiéndose a quienes no perciben la realidad a pesar de tenerla frente a sí, bien sea porque se niegan a aceptarla o porque un velo cultural o ideológico le impide percibirla, el Presidente Chávez citaba con frecuencia al apóstol Mateo. Si en algún momento cobra sentido ese llamado para los revolucionarios, es precisamente ante al descalabro político ocurrido el 6D. Más diáfano no pudo ser el mensaje enviado por el pueblo, incluyendo a los más de 2 millones de chavistas que se abstuvieron o votaron nulo, para mostrar su descontento con la gestión de gobierno y exigir un cambio en las políticas públicas y en la conducción del proceso.
El Presidente Maduro, tras conocerse los resultados
electorales, reconoció “el triunfo de la
guerra económica”, que es una manera eufemística de aceptar la
derrota, o lo que es lo mismo, de aceptar implícitamente que el
fracaso no solo es consecuencia de la injerencia externa, sino también, de las
políticas desacertadas e ineficaces con que el gobierno ha tratado la crisis
económica.
No solo es un imperativo evaluar la pertinencia de la
estrategia aplicada en la coyuntura, sino hacerlo, pero relevando a los
responsables de la derrota y convocando a otros que estén en condiciones de
asumir la nada fácil tarea de maniobrar la tempestad, para conducirnos a puerto
seguro. Cuando se ejerce el gobierno y la consulta incluye a toda la sociedad,
la revisión crítica es una exigencia de la ética revolucionaria.
Eludirla, intentando culpar al soberano, al calificarlo como “desagradecido
y traidor”, es un síntoma de decadencia de un liderazgo que está perdiendo las
perspectivas de su misión.
En las actuales circunstancias, con un pueblo que reclama un
“golpe de timón” para estabilizar la economía, atacar la corrupción
y fortalecer el Poder Popular, considerando que ello le devolvería la
iniciativa política al gobierno, al abandonar la postura defensiva que ha
venido teniendo frente a la amenaza restauradora de la MUD ¿Qué haría
Chávez? Me imagino que daría un paso al frente al igual que lo hizo el
4F. Asumiría críticamente su responsabilidad y emulando a Bolívar, tomaría la
ofensiva en el nuevo escenario político.
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