Enrico Armas (Venezuela) Montaña en naranja |
Son gente que ha ganado premios dentro y fuera de su país de
origen, que ha escrito y publicado más de un libro o ha aparecido en antologías
diversas. Son también ilustres desconocidos para un lector chileno común y para
un librero cuyo máximo interés es el de responder a las demandas del mercado y
no el de formar lectores.
Esa y otras razones, como por ejemplo la frustrada búsqueda
de escritores jóvenes latinoamericanos por diversas librerías de Providencia y
del centro de Santiago, me abrieron el apetito por la antología Nuevas rutas, jóvenes escritores
latinoamericanos (LOM 2010) editada con el auspicio de Cerlac (Centro Regional
del Libro para América Latina y El Caribe).
Este trabajo se suma a los títulos publicados por la Coedición latinoamericana –agrupación de editores independientes de este continente– que ya tiene 30 años de existencia y cuyo objetivo es “publicar, promover y difundir la literatura latinoamericana infantil y juvenil.”
Este trabajo se suma a los títulos publicados por la Coedición latinoamericana –agrupación de editores independientes de este continente– que ya tiene 30 años de existencia y cuyo objetivo es “publicar, promover y difundir la literatura latinoamericana infantil y juvenil.”
Hay en esta antología personas como la cubana Ena Lucía
Portela, traducida al francés y destacada en 2003 por “Cien botellas en una pared”,
con el premio Dos Océanos–Grinzane Cavour que otorga la crítica francesa a la
mejor novela latinoamericana publicada en Francia en un período de dos años;
como la argentina Samanta Swelin, ganadora del Casa de las Américas en 2008 por
“Pájaro en la boca”, o el guatemalteco Arnoldo Gálvez Suárez, ganador del
premio centroamericano de novela “Mario Monteforte Toledo” (que lleva el nombre
de un destacado escritor y político de Guatemala).
La edición dirigida por Julio Serrano Echeverría, compila
textos de 17 autores de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba,
Chile, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico,
República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Se trata de hombres y mujeres
nacidos entre los 70´y comienzos de los 80 una época de utopías y masacres en
América Latina. Algunos de ellos podrían ser hijos o nietos de las generaciones
que lucharon por esos ideales o de quienes fueron cómplices en el derribo de
los sueños; ¡quién sabe!. Hay que leerlos para descubrir sus fantasmas o
alegorías (afortunadamente, después de casi un lustro de exacerbado maniqueísmo
hemos llegado a validar la sinfonía coral; al menos en el ámbito de la
creación).
El documentado prólogo de David Fernando Feliu-Moggi, doctor
en Literatura Hispanoamericana, nos introduce en la estrategia de esta
antología. En contraposición a otras, cuyo propósito fue mostrar que las nuevas
generaciones de escritores pasan de todo, rompiendo no solamente con los
antiguos cánones, sino con un pasado donde la literatura quiso jugar un rol
identitario, esta selección “muestra que la escritura más actual presenta una
recuperación inevitable, una constante que niega el vacío y que con sus
interrogantes y cuestionamientos ofrece puntos de apoyo para el diálogo sobre
la cultura y la historia americanas”. Así, los personajes e historias de los
relatos cortos escogidos son tan diversos como lo es nuestro amplio territorio
y más aún, porque varios de los autores varios han vivido o hecho carrera lejos
del país de sus progenitores.
Algunos ilustres
desconocidos
Uno puede sentirse reflejado o no; o revivir sus fantasmas
con personajes como el duro, nuestro “viejo del saco”, que en la pluma del
venezolano Gabriel Payares (1982) nos pone en la piel del temido personaje hasta
hacerlo querible (situando al otro lado a las madres): “Tras mucho batallar al final he comprendido el odio en sus
miradas (la de los niños). Sé que tiene
que ver con sus madres y con lo que les dicen cuando no quieren dormir, o
cuando escupen con desprecio la sopa del almuerzo. Sé que han aprendido a odiar
el espacio prometido dentro de mi bolsa”.
También uno puede solidarizar con el vacío existencial del
periodista que protagoniza “El Golden ticket”, cuento del dominicano Rey
Emmanuel Andújar (1977), cuya prosa contrapone la sordidez de un pueblo
fronterizo donde se trafica de todo, con la ensoñación de un paisaje
paradisiaco y un momento febril/romántico: “Ella
le encaracolaba las manos, protegiéndolo de la mirada de Caín. El se derramó en
sus hombros, como prometiendo amanecer en sus islas, sudando huracanes,
regalando brazos de mar. Pensé: si le besa la espalda, si le abre el vestido,
saldrán de ellas girasoles, miramelindas, jazmines… una selva alegre e
imposible”.
O quizás sumergirse en la alienación de un personaje que
deseando lo del prójimo y asistiendo impávido a su derrumbe, da cuenta de su
nula existencia en una ciudad que no es la suya pero que es igual la de muchos
(Barcelona). Ese descrito en breves
líneas por la mexicana Guadalupe Nettel (1973) en “La vida en otro lugar”: “Llevaba más de dos años trabajando en una
dependencia de la Generalitat y tres sin pisar el escenario. Según Alina, debía
darle gracias al cielo por ese empleo de mierda y dejar el teatro para los
ratos libres, como hacía ella con la pintura”.
En el mismo espíritu, pero con guiños borgianos, la
argentina Samanta Scheweblin (1978) se descuelga con un cuento de ciencia
ficción donde los pasajeros de un tren fantasmagórico quedan varados durante
años en una estación ignota, mientras el guardavías y su mujer los acogen como
si se tratase de una gran familia extendida. Una vez aprendida la forma de
detener el tren para llegar a su destino, el protagonista se enfrenta a la
pregunta de cuál es realmente la mejor alternativa.
Así, cada autor de la antología Nuevas rutas, jóvenes
escritores latinoamericanos nos enfrenta a una realidad distinta. Y nos
confronta con este panorama literario donde la identidad se construye o denota
a partir de los episodios más cotidianos, cada vez más compartidos en la
vastedad geográfica, como respondiendo a la lógica enunciada por Feliu-Moggi:
“La cuentística actual resulta de una evolución concreta, que no responde a una ideología o a una circunstancia común ni inmediata, sino a redes dialógicas que se han ido ampliando a medida que los medios de comunicación acercan geográficamente a autores y lectores, y a la manera en que los medios del mercado cultural han homogenizado la producción y distribución del objeto libro”.
No obstante la posibilidad de un diálogo simultáneo e
inmediato a través de twitter, mensajes de texto, o redes sociales que puede
encauzar las apetencias o saberes por un mismo carril, dentro de esa gran masa
homogénea puede haber muy distintas miradas. Tampoco es cuestión de desdeñar la
brecha digital, aunque resulte poco probable que un escritor de estos tiempos
no sepa usar un computador o acceder a Internet. Más cuando, un adolescente
twiteando en su celular en el Óvalo de Miraflores, en Lima, puede ser muy
similar a otro instalado en la Plaza Altamira, en Caracas, o en la Plaza Italia
de Santiago de Chile. Pero sus preocupaciones serán muy diferentes a las de un
chico de la sierra peruana, que habla y entiende poco castellano y que por su
vestimenta corre el riego de ser discriminado y expulsado de un cine en un mall
pituco, en la misma capital peruana (como da cuenta un video profusamente
difundido en la red).
Allí reside el valor de una antología como la Coedición
latinoamericana que refleja esta pluralidad y que asume con rigor la tarea de
tender puentes para el diálogo y el conocimiento.
Patricia
Moscoso es periodista, titulada en la Universidad de Chile. Se ha especializado
en edición de documentos y revistas. Ha trabajado en el sector privado y en la
administración pública, en la redacción y edición de revistas nacionales de
actualidad (Cosas, Apsi) y de cultura (Cultura, PAUSA). Entre 1988 y 1989
codirigió el programa radial “Mujeres Hoy” de la Casa de la Mujer La Morada y
entre 1983 y 1988 colaboró con la Radio Nacional de Suecia, para el programa
Rinva Panorama. Desde 2004 hasta abril de 2010 se desempeñó en la Unidad de
Comunicaciones del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Ha sido invitada
en dos oportunidades al Encuentro Internacional de literatura Infantil y
Juvenil que se realiza en Valencia (Venezuela) para exponer sobre literatura y
cine. Actualmente colabora en Sitiocero.net.
http://www.carcaj.cl/2012/02/jovenes-escritores-latinoamericanos-esos-ilustres-“desconocidos”/ |