Gunter Grass @ Jorge Fuentes |
El escritor Günter Grass, de 84 años y autor de numerosos
libros que retratan el sufrido siglo XX europeo (El tambor de hojalata –novela
llevada al cine–, El gato y el ratón, Malos presagios, Mi siglo, entre otros
trabajos) publicó hace algunos días un poema, que se difundió en varios idiomas
en diarios y revistas de todo el mundo[1]. En Lo que debe ser dicho, Grass se
pregunta: “¿[…] por qué me prohíbo nombrar por su nombre a aquel otro país
donde hace ya años –aunque en secreto– hay disponible un creciente potencial
nuclear si bien fuera de control, puesto que es inaccesible a cualquier
inspección?” Y luego: “¿Por qué digo recién ahora, envejecido y con la última tinta,
que la potencia nuclear Israel pone en peligro la ya quebradiza paz mundial?
Porque debe ser dicho lo que ya mañana podría ser demasiado tarde”.
“Aquel otro país” es Irán, acusado por los países
imperialistas (Estados Unidos, y el mismo Estado de Israel) de estar en busca
de una bomba atómica propia. Grass denunció así el peligro de una conflagración nuclear
en Medio Oriente, y la polémica se desató de inmediato.
El gobierno israelí condenó al escritor: el ministro del
interior Eli Yisha (del partido ultra nacionalista Shas) lo declaró “persona non grata”, al mismo tiempo que
el primer ministro Benjamin Netanyahu dijo: “no
sorprende que Grass declare que el único Estado judío del mundo es el mayor
peligro para la paz mundial y que le niegue los medios para defenderse. Pero
las personas decentes de todo el mundo juzgarán esas declaraciones ignorantes y
rehusables”. Y el ministro de Exterior, Avigdor Lieberman, dijo que las
afirmaciones del autor alemán son una “expresión
de cinismo”.
En su país, Alemania, también hubo detractores: Dieter
Graumann, presidente del Consejo Central de Judíos en Alemania calificó el
poema de “panfleto agresivo”. “Sus apariciones para apoyar al SPD (Partido
Socialdemócrata) quedan excluidas”, dijo Christian Lange, responsable del grupo
en el Bundestag (cámara baja del parlamento), y los conservadores de la Unión
Demócrata Cristiana (CDU) dijeron que es un “gran escritor”, pero que “siempre
que se refiere a temas políticos tiene dificultades y casi nunca da en el
clavo”. Y el diario Die Welt directamente publicó en portada una foto de Grass
con el titular “El eterno antisemita”.
De conjunto, el sionismo utiliza, para defenderse de las
denuncias del poema, el escándalo desatado en 2006/07, cuando en su libro
autobiográfico, Pelando la cebolla, Grass confesó –tras tenerlo guardado 60
años– que había sido reclutado cuando tenía 17 años en la Waffen-SS de Hitler.
Aunque Grass aclaró que el reclutamiento fue forzado, que él no tenía
conciencia política, y que además no disparó un solo tiro, esta tardía
confesión le significó una mancha –probablemente indeleble– a su reconocida
carrera (premio Nobel de literatura 1999 incluido) de “memoria y conciencia
crítica” de gran parte de Europa.
De ahí los ataques a Grass, quien por el momento no
retrocedió: en un par de entrevistas dijo: “Si
Israel ataca instalaciones atómicas de Irán, supuestamente con las llamadas
bombas normales, convencionales, podría desencadenar la Tercera Guerra
Mundial”. Respecto a Irán, calificado en el polémico poema como un país con
un pueblo “subyugado por un fanfarrón”, dijo que “hasta ahora no se ha probado que Irán posea la bomba atómica o un
sistema de misiles de largo alcance”. Por ello el pedido de que ambos
países se sometan a inspecciones de organismos internacionales. E incluso
denunció que su propio país, con el tristemente célebre pasado de haber
prohijado al nazismo, sea en la actualidad el tercer exportador de armas del
mundo. “Es una vergüenza”, dijo.
También hubo varias defensas del escritor. El ministro del
Salud del gobierno alemán, Daniel Bahr, calificó de “absolutamente exagerada”
la prohibición de que Grass entre a Israel. Jan van Aken, de Die Linke (La
izquierda), llamó “medieval” la decisión. Y Renate Knast, del bloque Verde en
el parlamento alemán dijo: “Es una pena que Israel reaccione así y que no se
discuta lo que dice Grass”[2]. Y por su parte, el historiador israelí Tom Segev
dijo: “Israel se aproxima a regímenes fanáticos como Irán”. De conjunto hubo
alineamientos a derecha y a “izquierda”, aunque lamentablemente este último
sector no se pronunció claramente contra el Estado socio del imperialismo
yanqui, gendarme imperialista de Medio Oriente; ni en la defensa de los
palestinos expulsados de sus tierras, reprimidos y acribillados por el ejército
de ocupación. Sí por la defensa “políticamente correcta” de que no se censure
al escritor y se lo deje expresar.
Cabe recordar que Israel utilizó varias veces el anatema y
prohibición de ingreso a “sus” territorios: en 2010 Noam Chomsky quedó varado
en la frontera con Jordania sin poder entrar, y la Nobel de la Paz irlandesa
Mairad Maguire, que había viajado al país para reunirse con activistas
pacifistas, luego de una semana de detención, fue expulsada. Y en 2011 cientos
de activistas propalestinos tampoco pudieron acceder a Cisjordania. Hasta el
director de orquesta argentino Daniel Barenboim sufrió represalias del Estado
de Israel, cuando tocó en aquel país, en 2001, a Richard Wagner, rechazado por
sus ideas antisemitas. Hubo entonces pedidos para declararlo “persona non
grata”, pero al final no se concretó. Con esa misma prepotencia, el Estado de
Israel pidió a la academia sueca que se le retirara a Grass el Premio Nobel,
cosa que fue rechazada.
Ahora bien, ¿alcanzarán la denuncia y el pedido de Grass, en
una situación de crisis económica internacional, con países imperialistas
sumidos en crisis políticas y militares (tanto Estados Unidos como Israel
fuertemente cuestionados en Medio Oriente, sin poder “asentarse” como gendarmes
del mundo), para detener el guerrerismo y la destrucción? Segura y
lamentablemente no. Pero los “alertas” de los artistas, su intervención en la
arena pública tienen valor propio, como aporte a las “causas justas” por más
que, muchas veces, o en muchos aspectos, propongan soluciones utópicas (es
decir, irrealizables, pasibles de ser trampeadas por diversas políticas
burguesas). Con todo, bienvenido sea el poema de Grass, que (re)abre el debate
acerca de la situación en esa convulsiva zona del planeta, y del rol imperialista
del Estado de Israel.
Notas
[1] Por ejemplo The New York Times (Estados Unidos),
Süddeutsche Zeitung (Alemania), El País (España) y La Repubblica (Italia). Yo
utilizo en esta nota la traducción del escritor Ariel Magnus publicada el 8/4
en el suplemento Radar Libros del diario Página/12.
[2] En un sentido similar, Der Spiegel llamó la medida “un
intento de censura”: “El efecto podría ser que en el futuro los intelectuales
extranjeros reflexionen sobre si deben ser críticos cuando expresen su opinión
sobre los temas relacionados con Israel”.
http://www.ips.org.ar/?p=5033 |