En lo que algunos periodistas de su país sostienen que forma
parte de la campaña presidencial estadounidense, Barak Obama anunció el pasado
13 de marzo la presentación de un caso legal ante la Organización Mundial de
Comercio contra China, por las restricciones a las exportaciones de tierras
raras. La Unión Europea y Japón, que también se sienten perjudicados por las últimas
medidas tomadas por China, apoyan la iniciativa. China representa el 95% de las
exportaciones mundiales de estos minerales que son usados en productos que
contienen la tecnología más sofisticada y relacionada con lo que se conoce como
“tecnologías verdes”: turbinas para energía eólica, baterías, autos híbridos y
eléctricos y paneles solares. Pero también se usan en la fabricación de
smart-phones, pantallas de televisión y computadoras.
Según la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, los
elementos de tierra rara son un conjunto de diecisiete elementos químicos en la
tabla periódica; específicamente los quince lantánidos más escandio e itrio.
Los lantánidos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometeo, samario) son
conocidos como las tierras raras livianas o Light Rare Earth Oxides.
Y el europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio,
tulio, iterbio y lutecio, son conocidos como las tierras raras pesadas o Heavy
Rare Earth Oxides. En forma general se consideran también al itrio y el escandio
entre las tierras raras. Salvo el prometeo, todos los demás lantánidos se
encuentran como óxidos metálicos contenidos en unos 25 minerales, de los cuales
los más importantes y que se explotan económicamente son bastnaesita (flúor
carbonato de tierras raras), monazita (fosfato de tierras raras) y xenotima
(fosfato de itrio).1
Las tierras
raras son, sin duda, los minerales del futuro, ya que día a día entran
en nuevas aplicaciones de la sofisticada tecnología moderna.
El cerio y el erbio participan de la composición de
aleaciones metálicas especiales; el neodimio, holmio y disprosio son necesarios
en ciertos tipos de cristales de láser; el samario es un componente esencial de
los imanes permanentes más intensos que se conocen y que han abierto el camino
para la creación de nuevos motores eléctricos; el iterbio y el terbio tienen
propiedades magnéticas que se aprovechan en la fabricación de burbujas
magnéticas y dispositivos ópticos-magnéticos que sirven para el almacenaje de
datos en las computadoras; y, el europio y el itrio, excita al fósforo rojo en
las pantallas a color.
Otras aplicaciones tienen que ver con fenómenos catalíticos
en la refinación del petróleo, elaboración de cerámicas superconductoras,
fibras ópticas, refrigeración y almacenaje de energía, vidrios de alto índice,
polvos de pulido en óptica, baterías nucleares, captura de neutrones, tubos de
rayos X, comunicación por microondas, tubos de haz electrónico, equipos de
imágenes en medicina, entre otros usos relevantes de las tecnologías modernas.
La guerra comenzó en
2010
La guerra de las Tierras Raras comenzó en 2010, cuando China
decidió suspender la exportación a Japón de estos óxidos metálicos, en represalia
por la decisión de Japón de detener y juzgar al capitán de un barco pesquero
chino que se había introducido en el área marítima de las islas Daioyu (o
Senkaku, según Japón), que ambos países reclaman como propias y en cuyas
cercanías se sospecha hay importantes reservas de gas y petróleo.
Por supuesto, Japón se vio obligado a liberar al marino y
los medios de comunicación empezaron a mencionar un tema que hasta el momento
sólo manejaban unos pocos entendidos. China argumentó que la suspensión de
exportación de tierras raras no estaba relacionada con ese caso, sino que
respondía a una política de limitar su extracción, debido a que esta actividad
es sumamente contaminante. Si bien las tierras raras no pueden considerarse
radiactivas, sí suelen encontrarse junto a otros elementos radiactivos.
La extracción y aplicación de tierras raras comienza a fines
del siglo XIX, pero es recién a partir de la década de 1960 cuando empieza a
aplicarse en las más modernas tecnologías. Para entonces países como Estados
Unidos, India y Brasil eran importantes productores de tierras raras.
Con el tiempo, China fue creciendo en la extracción y debido
a su precio más competitivo, fue creciendo también en la exportación hasta que
en 2010 se quedó con el 95% del mercado. Pero ¿tienen razón Estados Unidos,
Europa y Japón al quejarse por la posición dominante de China y sus
restricciones a la exportación? A juzgar por toda la información disponible,
pareciera que no.
A medida que el gran gigante oriental fue abriéndose paso en
la economía mundial, tuvo que hacer una serie de sacrificios. Uno de las más
importantes ha sido el inmenso daño ecológico producido por haber atraído todas
las fábricas que en los países desarrollados debían ser cerradas por las nuevas
medidas de protección ambiental. Algo similar ocurrió con la explotación de
tierras raras.
Control chino de las
tierras raras
Si bien China concentra casi todo el mercado de estos
minerales, la realidad es que acapara sólo el 35% de las reservas mundiales. En
Estados Unidos, por ejemplo, funcionaba a fines del siglo XX, la mayor mina de
tierras raras del mundo, que fue cerrada aprovechando los bajos costos de estas
materias en China. Recientemente debió ser reacondicionada y empezará a
funcionar de nuevo en los próximos meses.
Las medidas de protección ambiental decididas por China en
los últimos años han traído como consecuencia el cierre de varias minas
pequeñas que no llenaban los requisitos básicos de seguridad. De esta forma, el
país ha logrado una importante concentración, que según los medios occidentales
busca fortalecer el poder del gobierno chino, y su control de las tierras raras
del mundo.
Sin embargo, las más grandes de estas empresas son de
capitales norteamericanos, lo que contradice esta acusación. China ha logrado
subir el precio internacional de estos minerales, aunque no a niveles
alarmantes. Por otro lado, ha logrado que empresas que utilizan las tierras
raras para producir alta tecnología muden sus plantas fabriles a China, con lo
que el país logra mayores beneficios. Sin embargo, la segunda economía del
mundo ha manifestado claramente su deseo de que otros países vuelvan a explotar
las minas que ya tienen así como también que empiecen a explotar las reservas
comprobadas. Para China, como principal productor industrial del planeta, e
impulsor de las tecnologías verdes, tampoco es negocio que los precios
aumenten.
Debido a su alto riesgo de contaminación radiactiva,
organizaciones sociales ambientalistas suelen manifestarse en contra de la
explotación de tierras raras. Actualmente la empresa australiana Lynas está por
abrir la que será la mayor mina del mundo, en Malasia. Pero el gobierno de ese
país debe enfrentar el fuerte rechazo de varias ONG.
Recientemente anunció que se abrirá en un período de prueba
y que de encontrarse fuga de residuos radiactivos, sería cerrada. La guerra
mundial por abastecerse de este mineral indispensable para la industria de las
más nuevas tecnologías que demanda el consumo mundial, está en sus comienzos. Y
el costo ambiental de su extracción amenaza con ser enorme.
Yuri
Doudchitzky es periodista, escritor de ficción con premios y libros publicados
en Uruguay. Asimismo es editor del portal Zaichina.