Especial para La Página |
El general John Allen, comandante de las fuerzas armadas
estadounidenses en Afganistán, habló el miércoles pasado en el Pentágono. Con
cuatro estrellas en cada hombro y su pecho adornado con medallas, Allen declaró
que la cumbre de la OTAN celebrada en Chicago, la cual le había provocado una
“buena corazonada”, “fue una poderosa
muestra del apoyo internacional al proceso de reconciliación dirigido por
Afganistán”. A diferencia de Allen, tras la cumbre, muchos veteranos
condecorados del ejército estadounidense volvieron a casa sin sus medallas.
Audio de la columna |
Al frente de una protesta pacífica contra las guerras de la
OTAN compuesta por miles de manifestantes, los veteranos y veteranas subieron
uno a uno a la improvisada plataforma situada a las afueras del fortificado
centro, hicieron una breve declaración y lanzaron sus medallas hacia la puerta.
Mientras sonaba la marcha fúnebre, los veteranos doblaron
una bandera estadounidense y se la entregaron Mary Kirkland. Su hijo, Derrick,
se enlistó en el ejército en enero de 2007 porque su salario de cocinero en un
restaurante de la cadena IHOP no le bastaba para sostener a su esposa y a su
hijo. Según me dijo Mary, mientras cumplía su segundo periodo de servicio en
Irak “acabó por meterse una escopeta en
la boca y uno de sus amigos lo detuvo.” Después de eso lo transfirieron a
Alemania y más tarde a su base de operaciones en Fort Lewis, Washington.
“Regresó un lunes,
después de dos intentos fallidos de suicidio en tres semanas. Lo hicieron pasar
la noche en el centro médico del ejército de Fort Lewis. Al día siguiente tuvo
cita con un psiquiatra, que diagnosticó que los riesgos de que se suicidara
eran de bajos a moderados.” Cinco días después, el viernes 19 de marzo de
2010, Derrick se colgó. En palabras de su madre: “Derrick no murió en el campo de batalla, murió porque en Fort Lewis no
le brindaron la asistencia psiquiátrica que necesitaba.”
En la plataforma, el cabo segundo Scott Olsen declaró: “Hoy traigo conmigo las medallas que recibí
por mi participación en la guerra global contra el terrorismo, en la operación
Libertad Iraquí, mi Medalla por el Servicio a la Defensa Nacional y mi Medalla
de Buena Conducta del Cuerpo de Marines. Alguna vez, estas medallas me hicieron
sentir bien por lo que hacía… He regresado a la realidad y ya no deseo
tenerlas.” De la misma manera que los agentes de la policía anti-motines
situados al lado de la plataforma, de los cuales muchos montaban a caballo,
Olsen tenía puesto un casco. Actualmente se está recuperando de una fractura en
el cráneo provocada por un disparo de bala de goma que recibió desde una
distancia muy corta. El incidente no sucedió en Irak, sino durante una
manifestación de Occupy Oakland, el
otoño pasado, y la herida se la provocó un disparo de la policía de esa ciudad.
En la plataforma, junto a los veteranos, se encontraban tres
mujeres afganas que sostenían la bandera de Afganistán. Antes de la marcha, le
pregunté a Suraia Sahar, una de esas tres mujeres, por qué estaba ahí: “Estoy representando a Afganos por la Paz.
Estamos aquí para protestar contra la OTAN y para instar a todos los
representantes de la OTAN a acabar con esta guerra inhumana, ilegal y barbárica
contra nuestro país y nuestra gente… Es la primera vez que un movimiento por la
paz afgano trabaja en coordinación con un movimiento por la paz de veteranos
estadounidenses. Se trata del principio de algo nuevo, de algo mejor: la
reconciliación y la paz.”
La noche anterior a la protesta y a la cumbre, el General
Allen lanzó la primera bola en el juego de beisbol entre los Medias Blancas y
los Cachorros de Chicago, el clásico de la ciudad. Los jugadores dijeron en
tono de broma que Allen podrían unírseles en el banco, si dejara su trabajo
diurno. Me atrevo a decir que los miembros de Veteranos de Irak contra la
Guerra bien quisieran que así fuera.
Después de la marcha y de la acción de repudio de las
medallas, me encontré de nuevo con la madre del soldado Kirkland, aún en luto,
mientras se abrazaba con su nueva familia: aquellos que protestaban contra las
guerras que le habían quitado la vida a su hijo. Le pregunté si tenía algún
mensaje para el presidente Obama y para los generales de la OTAN. Y esta
tranquila mujer de Indiana no dudó en decirme en su tono suave: “Honren a los muertos, curen a los heridos,
detengan las guerras.”
Amy Goodman |
Denis
Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.