Wittgenstein ✆ Caitlin Hinshelwood |
1. Premisas
Por diversas razones, en definitiva muy claras aunque
difíciles de reconocer públicamente, las Ciencias Humanas padecen de una
crónica superposición de sus
categorías explicativas y de sus términos teóricos básicos no reconociéndose sin embargo la concatenación (o derivación o consecución lógica) de muchas de ellas, resistiéndose la crítica a explicitar dicha relación, con lo cual se podría desarrollar un corpus unificado del material social. Las Ciencias Humanas fueron tal vez poco científicas, no por su objeto o su método, sino por carecer de un corpus teórico modificable pero unificado, debido a los supuestos ideológicos, alienados en un lenguaje mitificado, de los científicos sociales (y de los muchos dilettanti metidos a filósofos, desde abogados a médicos, pasando –parafraseando a Trosky– por ideológicos, periodistas y publicistas).
categorías explicativas y de sus términos teóricos básicos no reconociéndose sin embargo la concatenación (o derivación o consecución lógica) de muchas de ellas, resistiéndose la crítica a explicitar dicha relación, con lo cual se podría desarrollar un corpus unificado del material social. Las Ciencias Humanas fueron tal vez poco científicas, no por su objeto o su método, sino por carecer de un corpus teórico modificable pero unificado, debido a los supuestos ideológicos, alienados en un lenguaje mitificado, de los científicos sociales (y de los muchos dilettanti metidos a filósofos, desde abogados a médicos, pasando –parafraseando a Trosky– por ideológicos, periodistas y publicistas).
Una categoría es cualquier concepto muy general que es usado
por su poder de conferir un cierto orden a un sistema o al menos a un agregado
de otros conceptos, en virtud de lo cual, son investidos o considerados de
generalidad inferior con relación al primero, general, categorial, sea ya en la
vida cotidiana, sea en la investigación científica.
Como ha demostrado ya Wittgenstein –sobre todo en las
Philosophische Untersuchungen [1953] –, es puramente mítica la idea de que
existe un catálogo finito y restringido de categorías incondicionadas. Las
categorías, además, deben ser comprendidas y utilizadas históricamente. Es
verdad además que las categorías más generales (como las clásicas de
Aristóteles o la cuádruple división en tríadas kantianas) están dotadas de una
especial persistencia hasta el punto que dicha persistencia puede ser usada
como criterio para la generalid o generalización. Sin embargo esto no implica
ninguna referencia necesaria a entidades metafísicas, es decir super o
hipohistóricas. El acento en cambio debe ser colocado en las mutaciones que
dichas categorías padecen en el espacio (incluso social, i.e. clase) y en el
tiempo. No sólo encontramos que las categorías difieren de una cultura a otra
sino que además estamos también en grado de examinar problemas desde diversos
ángulos categoriales, eligiendo nosotros mismos qué categoría debe ejercitar su
poder de ordenación sobre las otras, de tal modo que cambien todo nuestro
sistema categorial y el respectivo nivel de generalidad de las categorías
implicadas en dicho proceso lógico-semio-epistemológico.
Las categorías son un reflejo de la realidad no en tanto
naturaleza sino en tanto práctica social , en tanto producto humano.
La investigación científica es una feta de la práctica
social y sus procedimientos y sus resultados están entre los productos humanos
más refinados, tal como elípticamente nos enseña el Wittgenstein de las
Investigaciones Filosóficas . La idea de que algo que es un producto humano
puede existir, ir, ser, exento de cambio es igualmente mítica, en términos
gramscianos, alienada . Pero, por el contrario, es igualmente cierto que
aspectos constantes de la práctica social determinan las categorías constantes
(tal es mi definición de reproducción social inspirada en el pensamiento de
Gramsci y de Wittgenstein, es decir, la existencia de una Mente Social
formadora y luego reproductora del consenso ideológico acerca de un determinada
Realidad histórica y de clase).
Dichos aspectos constantes se derivan obviamente también de
los factores ambientales, biológicos y no sólo sociales, sujetos todos sin
embargo a posibles eventuales cambios y transformaciones aunque más o menos
constantes a través del tiempo, al menos en una corta duración humana.
Asimismo, cualquier Sociedad, también en el nivel de una comunidad primitiva,
debe forzosamente organizarse en cierto modo y con pretensión de mayor o menor
inmutabilidad.
Este proceso determina necesidades fundamentales y también
constantes, casi universales, a saber la necesidad imperativa e irrenunciable
de comunicarse; de organizar la comunicación y por ende estructurar las
relaciones sociales sobre la base de las (a/si-metrías comunicativas. Esta
comunicación tiende a promover factores constantes: el sistema
lingüístico-comunicativo, que vive dramáticamente la tensión a veces
insoportable entre la variación y la norma; entre el cambio y las constantes.
Símiles a lo que Gramsci denominara precisamente “sentido común” y que
Wittgenstein tan bien analizara al inicio de las Investigaciones: “Nuestro
lenguaje puede verse como una vieja ciudad: una maraña de callejas y plazas, de
viejas y nuevas casas, y de casas con anexos de diversos períodos (...)” ( PU
§18).
Existe, entonces, una constancia que es histórica y por ello
temporabilizable en coordenadas y contextos culturales, humanos no naturales.
En todo análisis de la Cultura se debe tener en cuenta la
permanente dialéctica existente entre “constante” (en términos culturales) y
“fluyente” (en el sentido de cambiante con el tiempo) y esa dialéctica es la
que determina la existencia de la misma Reproducción Social, la estructura
social de fondo, la suma de todas las necesidades de esa Sociedad y de los
mecanismos válidos socialmente para satisfacerlas. La Reproducción Social es el
“organizador de fondo” de esa cultura, y por ello la estructura siempre
presente de la misma.
En la epistemología de las Ciencias Humanas existe un
argumento muy difundido y del cual se extraen demasiadas consecuencias
altamente negativas y estériles. Según éste, sería necesario distinguir cada
categoría de todas las otras categorías en base a sus propios principios. Es
decir, no sólo cada categoría resultaría natural, permanente, sino y
principalmente autotélica e indiferente a la co-textualización con otras
categorías. Además no se podría describir una categoría recurriendo a otra,
porque resultaría en este esquema logicista (típico de Russell) sólo un
ejemplo, una ilustración de la categoría definida y no una diferencia. [Esta
modelización se destaca en los estudios lingüísticos y sobre todo del
significado].
En un esquema gramsciano-wittgensteniano en cambio, las
categorías y sus respectivos términos teóricos, se abducirían a partir de un
principio de creatividad de significados, es decir, no habría un acceso a la
definición verdadera o correcta, sino una estipulación pragmática del
significado. Una abducción enciclopédica y sistemática de los significados y de
las consecuencias pragmáticas de estos.
Es decir, sostengo que: (i) cada vez que queremos explicar,
definir, cualquier categoría de manera adecuada, debemos recorrer otras
categorías, no como simple ejemplo o ilustración, sino como contrastación y/o
diferencia; (ii) el hábito de tratar algunas categorías como absolutas, es
nocivo para el desarrollo de los estudios culturales y responde exclusivamente
a prejuicios aristotélicos, que esconden justamente la existencia de categorías
no analizables, naturalizadas; si aceptamos el principio que las categorías se
sobreponen (en el sentido que se abducen pragmáticamente) en una enciclopedia
de significados fluyentes, lexicológicamente organizados, dialógicamente
unificados, no temeremos confrontar categorías paralelas y supuestamente
autónomas pero lógicamente contradictorias.
2. Términos acoplados
(emparejados)
Muchos términos manifiestan explícitamente la dialogicidad
de significados siempre fluyentes e interconectados reticularmente. Son los
términos emparejados o acopiados o recíprocamente implicados. Se trata de
aquellos términos que encuentran pleno significado en su confrontación con el
otro término implicado. Más aún, no existe sin él (en cierto sentido, todos los
términos están acoplados de alguna manera, en algunos la relación es menos
evidente, o por lo menos no es explícita, real actual, pragmática, tan solo
potencial).
No existe, por ejemplo, una izquierda sin una derecha, un
arriba sin un abajo. La misma situación se da con los comparativos. Y es de
notarse que se trata de usos propios y no metafóricos.
En niveles más complejos nos encontramos con términos
acoplados de mayor contenido biológico, histórico o social: términos como macho
y hembra, padre e hijo, marido y mujer, rey y súbdito, patrón y servidor,
explotador y explotado. La complejidad aquí se da también por la mayor
dificultad de distinguir los usos propios de aquellos fugazmente metafóricos.
Los términos acoplados a su vez están interconectados generalmente por
categorías dobles (padre-hijo y también madre-hijo/a). Así la red categorial se
alarga y se complejiza. Demos otros ejemplo: no hay patrón sin servidor (o
proletario o siervo o socio en minoría o esclavo, etcétera). Dicha relación es
menos universal, menor natural, pero igualmente cultural. Así como la de
padre-hijo/a, madre (cfr. Hegel, PdG: I 152-164) Es obvio que marido o esclavo
no se explica, no existe sin su término-pareja (Vailati [1908] (1966):
140-121). Parecería incluso que las palabras, los términos teóricos en
particular, tengan una valencia casi como los elementos químicos, y para
comprender un significado será necesario comprender todos los significados de
la Enciclopedia, lo cual seguramente es utópico, porque nadie domina su propio
sistema en su real y actual totalidad (cfr. Wittgenstein PU : §19 et ss.).
3. Ejemplos de
categorías superponibles o abducibles
Examinaremos ahora algunos ejemplos particularizados de
casos en los que las categorías asumen un papel más insidioso: casos en los que
las categorías son más generales y fugaces, menos obvios y cuya concatenación
está ocultada en cierta medida por algún tipo de alineación significativa
importante. Más aún, existen casos en los que parecería que se muestran como
mutuamente autónomas y excluyentes. Alienadas hasta el olvido y la
desesperación.
3.1. Producción y consumo
Esta pareja categorial es tal vez un caso extremo en la red
categorial capitalista. Comúnmente se afirma incluso implícitamente, que se
puede, que se está produciendo sin estar consumiéndose. Ni siquiera se asocia
lingüísticamente la pareja producción-consumo. El único análisis sistemático de
la producción y el consumo, es la “Introducción” de 1857, que se publicó
comúnmente como “Apéndice” a la Crítica de 1859 y que recientemente se
incorporó como “Introducción general” a la Grundrisse: “No es que producción,
distribución, intercambio y consumo sean idénticos; sino que representan todos
ellos las distintas articulaciones de una y la misma totalidad, diferencias en
el ámbito de la unidad. Entre los distintos momentos se ejercita una acción
recíproca. Y esto adviene en cada totalidad orgánica” (20-21). Por eso, “el
producto recibe su finish solamente en/con el consumo” transformándose en un
producto real-en-acto sólo cuando es consumido (12-1). Asimismo el consumo
produce la producción: “en cuanto crea la necesidad de una nueva producción:
pone idealmente el objeto de la producción, como imagen anterior e interior,
como necesidad, como propensión y como fin. Sin necesidad no hay producción,
pero a su vez el consumo reproduce la necesidad” (13). El consumo “no es por lo
tanto solamente el acto conclusivo en virtud del cual el producto deviene producto,
sino también el acto en virtud del cual el productor deviene productor” (15).
Por otra parte, la producción “provee al consumo el
material, el objeto” y además “da al consumo su determinación, su carácter” en
cambio “el objeto no es un objeto en general, sino un objeto determinado que
debe ser consumido en un modo determinado, en un modo que a su vez debe ser
determinado por la producción misma” y “no es solamente el objeto del consumo
el que es producido, sino también el modo de consumirlo” y es en este sentido
que “la producción crea al consumidor”. Finalmente, “la producción provee no
sólo un material a la necesidad, sino también una necesidad al material. Cuando
el consumo emerge de su inmediatidad y de su primera rusticidad natural, él
mismo como propensión es mediato del objeto. La necesidad que se manifiesta
está creada por la percepción del objeto mismo” (13-14).
¿Por lo tanto, debemos finalmente concluir que la producción
y el consumo son simplemente idénticos, que entre ellos no se da diferencia
alguna? Esta no es en modo alguno la conclusión de Marx. Se podría decir que la
producción es idéntica al consumo sólo si se cometiese el error idealista de
considerar un pueblo como un todo o la humanidad solo in abstracto: sin
diferencias. Pero en cambio: “considerar a la Sociedad como un único sujeto,
significa considerarla en modo falso, especulativo. En un único sujeto
producción y consumo se presentan como momentos de un solo acto. Pero la cosa
más importante de evidenciar es que la producción y el consumo, considerados
como actividad de un sujeto y de otros individuos, se presentan en cada caso
como momentos de un proceso en el cual la producción es el efectivo punto de
partida y por lo tanto el momento hegemónico” (15). Cuando la producción y el consumo
se da entre más de uno es que se transforma en producción y consumo de
significados, en proceso comunicativo, en plusvalor significativo.
3.2. Público y privado
Sensible a estos problemas, no es casual que Wittgenstein
durante los últimos años de su vida se interesase tanto en la relación entre lo
público y lo privado.
Es un principio general que dos categorías puedan actuar una
sobre la otra de manera tal que sea necesario analizar la entera situación para
comprender el fenómeno en cuestión.
Justamente, si consideramos dialécticamente la oposición
entre lo público y lo privado, por ejemplo, llegamos a la conclusión de que el
ser privado es un caso del ser público. Para llegar desde el inicio al nudo de
la cuestión, es necesario destacar desde el inicio que la totalidad de las
categorías a las cuales se refieren ambos términos, es al ámbito de lo público,
en cuyo seno existe una zona denominable como “privado”. El caso más claro
aunque más resistido, es el de la propiedad personal o pública de los bienes
materiales. Sostenemos que la propiedad de los bienes materiales puede ser
privada sólo en cuanto es también en algún sentido pública.
Por ejemplo, un hombre abandonado en una isla, solo, único
en medio del océano, no puede, por absurdo reclamar la isla como propiedad
privada a menos que piense en la totalidad del orbe, en la existencia de un
derecho internacional público que garantice esa posesión. Sólo adoptando una
posición, un punto de vista no-insular, puede pensar en esa isla como de su propiedad.
Contrariamente es simplemente suya en tanto y en cuanto su
usufructo, no en tanto un derecho inter-personas: de un consenso público. Lo
privado emerge y se forma sólo en la medida en que se remueve o molesta algo de
otro que también es privado. En otras palabras; en el interior de una totalidad
que es pública se pueden distinguir al menos dos partes, una y otra
contrapuestas pero recíprocamente necesarias y que ambas se transformas en
privadas. Peor aún así la totalidad sigue siendo pública. En conclusión: hay
propiedad privada cuando por lo menos dos partes se reconocen recíproca y
públicamente como propietarias de sendas posesiones privadas, en una totalidad
intersubjetiva o pública.
Tomemos un ejemplo muy simple: un automóvil, mi automóvil.
Es mío, privadamente mío, pero en cierto sentido no deja por ello de ser
público, al menos en los siguientes casos: (i) existe a los ojos de todos los
que lo ven, existe socialmente; (ii) es un producto, es decir, que fue
realizado, construido, fabricado como producto de un esfuerzo conjunto de
muchos y seguirá funcionando con la ayuda de otros: los que encuentran,
destilan y venden el combustible con el que funcionará, de ser necesario
recurriré a un mecánico y así ilimitadamente, en otros casos. Pero además:
(iii) cualquier ser humano, que sepa conducir lo podría usar, (iv) sirve a
muchos otros, todos los que rutinaria o esporádicamente puedan ser conducidos
por él. La cadena explicativa merecería extenderse ilimitadamente: el automóvil
podría matar a alguien, podría ser vendido, destruido, robado, etcétera.
Las comunes oposiciones entre comportamiento privado
(encubierto) y público (abierto) en Psicología y entre lengua pública y privada
en Filosofía, han sido justamente estudiadas, como decíamos, por Wittgenstein
de manera sistemática y adecuada: hay comportamiento privado sólo en la medida
en que el comportamiento es fundamentalmente público; y lo mismo vale para el
lenguaje en general: otra manifestación del comportamiento público. Las PU
muestran con lúcida claridad, a partir de un riguroso análisis dialéctico, cómo
y hasta qué punto lo privado, incluido el lenguaje es solo un caso del ser
público, mientras que lo público no es ciertamente un caso del ser privado.
3.3. Comunicación y comportamiento
Diverso es el caso de otras categorías que no se presentan
como necesariamente conectadas, aún cuando solo porque los relativos términos
no muestran la misma reciprocidad de los términos acoplados del tioo
“marido-mujer” o “público-privado”. Un ejemplo importante es “comunicación”
versus “comportamiento”. Sucede que dichos términos no han sido ideológicamente
criticados.
Una pareja no reconocida como tal ha sido por siglos, y
sigue en cierta medida siendo, la de ver a la comunicación emparentada con el
comportamiento humana. Es decir, en nuestra opinión y en el marco teórico aquí
sostenido no existe comunicación sin comportamiento. Toda comunicación, que
siempre es pública, implica algún tipo de comportamiento, alguna praxis social
que obviamente también es pública.
Comportamiento y comunicación están siempre juntas. Se puede
encontrar esta conclusión excesiva sólo si se permanece atrapado en el
prejuicio de que comunicación es sinónimo de comunicación verbal y/o consciente
y/o intencional, o si se identifica restrictivamente todo el comportamiento
como abierto y observable, finalístico o plenamente dirigido a los demás. Pero
si se tiene en cuenta que el hombre comunica con todo su propio comportamiento
en varios modos, verbales y no verbales, conscientes y no conscientes,
intencionales y no-intencionales, finalísticos o no, entonces comunicación y
comportamiento se presentan como categorías que se abducen y sobreponen casi
por entero.
3.4. Lenguaje y pensamiento
Distinto pero análogo es el caso del lenguaje en relación al
pensamiento. Mientras no se puede desarrollar un comportamiento sin comunicar,
ni se puede comunicar sin hacer algo, se puede ciertamente pensar sin hablar (y
en cierto sentido hablar sin pensar). Lenneberg y otros (1967) han buscado desesperadamente
probar que la adquisición del lenguaje es independiente de la inteligencia y de
la cultura, lo que implica reducir la importancia del pensamiento para el
lenguaje. En cambio nos resulta que estas categorías se implican de manera muy
particular.
Por ejemplo en La Ideología Alemana (1845-6 (1982):506) se
lee: “la realidad inmediata del pensamiento es el lenguaje” (“Die unmittelbare
Wirklichkeit des Gedankens ist die Sprache”). Es obvio que sería un grave error
traducir Sprache por “lengua”. En cambio es más difícil la traducción o el
sentido de la traducción del término Wirklichkeit. Los filósofos alemanes
introdujeron el latinismo Realität justamente para discriminar este uso. Por
ello, y teniendo en cuenta el sentido de “realidad producida” que
implícitamente se puede presentir en Wirklichkeit debería traducirse
adecuadamente la citada proposición de Marx y Engels como: “El lenguaje es la
inmediata (=no mediata) operatividad [emergencia] (realizabilidad,
producibilidad) del pensamiento”. [Parafraseando a Kant se diría que: la
condición de posibilidad del Pensamiento es el Lenguaje y ambos son sociales y
públicos]. El pensamiento no es independiente de otros sistemas sígnicos: “El
pensamiento es la operatividad mediata del lenguaje” No estamos diciendo que el
pensamiento no pueda desarrollarse y manifestarse como comportamiento
inteligente aun en ausencia de lenguaje (verbal); sino de otra manera todas las
restantes artes no verbales no existirían. Pero es principalmente en el uso del
lenguaje que se forman y comunican los más importantes aspectos del
pensamiento.
Como Wittgenstein ha demostrado minuciosamente (consciente o
no que estaba aplicando principios que ya se encontraban en La Ideología
Alemana así como en la Fenomenología del Espíritu de Hegel) el error principal
de las Ciencias Humanas ha sido suponer que primero exista un pensamiento y que
luego se manifiesta o se crea un lenguaje en el cual comunicarlo. El lenguaje
es la condición de posibilidad de cualquier contrato social y lógico. El
lenguaje es producto de la praxis social y de su respectiva pragmática. [El
Lenguaje es la Hegemonía de la Cultura y la Literatura es la Hegemonía del
Lenguaje].
3.5. Pensamiento e instituciones sociales.
Las instituciones sociales no se pueden por cierto reducir a
actividad verbal. El comportamiento inteligente de tipo no verbal tampoco es
responsable en su totalidad, aun cuando haya contribuido a su formación. Lo
mismo se puede decir de la llamada cultura “material”, examinando un tipo
cualquiera de cultura de la cual no se puede por cierto contentar de pensarlo.
Todo objeto producido por el hombre debe ser comprendido en los términos del
pensamiento que lo ha formado o en los que se ha, por así decir, “depositado”
así como en los términos de sus propios fines, de sus usos y de la posición que
posee en la cultura a la cual pertenece. Este proceso no es totalmente verbal
pero si es totalmente lingüístico, o mejor aún, semiológico.
Así se podría decir que por un lado el pensamiento se
sobrepone, se implica en medida notable en el Lenguaje, y por otro lado se
implica en las Instituciones sociales y en la cultura material. Es imposible
juzgar el pensamiento en cualquier comunidad o cultura sin tener en cuenta su
lengua o su producción literaria, pero es necesario también tener en cuenta
todo lo que en esa comunidad o cultura no es lenguaje en sentido estricto.
No se sigue de ello sin embargo que el pensamiento ocupe una
posición central, como muchos filósofos tradicionales han sostenido. Diré por
el contrario que la no centralidad del pensamiento está dada y mostrada
justamente en la medida que no es distinguible del lenguaje, de otros sitemas
sígnicos, de las instituciones sociales y de la cultura “material”.
El pensamiento es una emergencia de la Sociedad y de su
Cultura (sígnica y material). Es una emergencia de su Producción y Consumo
Referencias bibliográficas
HEGEL
GeorgW.F.
1807 System der Wissenschaft von G.W.F. Hegel. Erster Theil, die Phänomenologie des Geistes, Bamberg y Würzburg: Joseph Anton Goebhardt
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Eric H. et.al.
1967 Biological foundations of language [With appendices by Noam Chomsky and Otto Marx], New York: Wiley
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MARX, Karl
1857-61 Grundrisse der Kritik der Politischen Ökonomie, Moskau:Verlag für Fremdsprachige Literatur, 1939
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MARX, Karl & Friedrich ENGELS
1845-6 La ideología alemana, La Habana; Pueblo y Educación, 1982
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ROSSI-LANDI, Ferruccio
1966 “Per un uso marxiano di Wittgenstein”, Nuovi argomenti, N.S., enero-marzo, pp. 187-230 (tr.esp.: “Por un uso marxista de Wittgenstein”, in El lenguaje como trabajo y como Mercado, Caracas: Monte Avila, 1970)
1966 “Per un uso marxiano di Wittgenstein”, Nuovi argomenti, N.S., enero-marzo, pp. 187-230 (tr.esp.: “Por un uso marxista de Wittgenstein”, in El lenguaje como trabajo y como Mercado, Caracas: Monte Avila, 1970)
VAILATI, Giovanni
[1908] “La gramatica dell'algebra”, Nuova Corrente, 30, 1966: 140-121
[1908] “La gramatica dell'algebra”, Nuova Corrente, 30, 1966: 140-121
WITTGENSTEIN , Ludwig J. J.
[1953] Philosophische Untersuchungen, Oxford: Oxford University Press (tr.esp.: Investigaciones filosóficas, Barcelona:Crítica, 1998)
[1953] Philosophische Untersuchungen, Oxford: Oxford University Press (tr.esp.: Investigaciones filosóficas, Barcelona:Crítica, 1998)
Del original “Etzeviri
Wittgensteniani. Linguaggio, Pensiero ed Egemonia”. Entre corchetes van los
agregados realizados, en concordancia con el autor al establecer el texto en
italiano en 1985. Se agradece la publicación de este material inédito a los
herederos de F. Rossi-Landi.